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Madre e hija (Parte III): Cenando con Elizabeth

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Al día siguiente, lunes, regresé del trabajo y al abrir la puerta de mi departamento me encontré con Daniella que estaba esperándome. Tenía puesta una de mis camisetas. Al verme, se la sacó quedando totalmente desnuda ante mí y vino a mi encuentro.

-Hola, ¿cómo est...?

-Rápido. No tengo tiempo. Mi mamá me está esperando para cenar. -para luego darme un beso.

Creo que desvirgarla hizo salir su lado salvaje. Me comenzó a desabrochar mi pantalón, y de inmediato se puso de rodillas y su boca se fue al encuentro de mi pene que recién estaba despertando. Con fuertes succiones sentí como me pene fue creciendo dentro de su boca y sus manos acariciaban mis testículos.

Ya con mi pene al máximo, fuimos a la cama. Me terminé de sacar la ropa y fui a su encuentro. Ella ya me esperaba echada en la cama con las piernas abiertas y con una mano tocándose su sexo. Me eche sobre ella y comencé a besar sus pechos y dar pequeñas mordidas en sus pezones que hacían que comience a soltar gemidos.

-Métemela, ya no aguanto.

-Shh... espera, con calma.

-¡Métemela!, he estado con ganas desde la tarde. Quiero sentirme tuya otra vez. ¡Métemela!

La miré a los ojos, mientras la iba sujetando con un brazo y mi otra mano la coloqué sobre su boca. Puse mi pene en su entrada. Ella trataba de liberar su boca para seguir hablando cuando de un solo golpe le metí todo mi pene hasta los huevos.

Daniella abrió los ojos al máximo. Mi mano ahogó el grito de dolor que dio. Sus manos trataban de empujarme pero la tenía bien sujeta, su cadera y sus piernas se movían tratando de liberarse de invasor que tenían al medio pero mi peso sobre ella hacía inútil cualquier esfuerzo de liberarse. Sólo le di un par de segundos de pausa y comencé a penetrarla rápido y con fuerza. Sus gritos siempre ahogados por mi mano pronto fueron cambiados por gemidos y sus manos buscaban sujetarse de las sábanas. Liberé su boca. La tuve así por varios minutos cuando se tensó, puso sus ojos en blanco y comenzó a correrse dando fuertes gemidos que se oyeron por todo el departamento. Conforme se fue relajando fui bajando la intensidad de mi penetración para darle un respiro. Pronto había quedado como una muñeca sin fuerzas. La besé y luego busqué sus pechos. Mi lengua iba recorriendo cada espacio de ellos, sus aureolas y pezones recibieron un mucho énfasis. Una fuerte mordida en su pecho derecho la hizo reaccionar.

-Ahora es tu turno. -me dijo.

Se subió encima de mí y dirigió mi pene a su entrada y comenzó a cabalgar por un buen rato hasta que le avisé que ya iba a llegar. Se salió de la penetración y tomó con su mano mi pene y acercó su boca al glande. Comenzó a succionar al mismo tiempo que me masturbaba y su otra mano jugaba con mis testículos. Al poco tiempo le llenaba la boca con mi semen y luego lo dejó caer en su mano y lo esparció por todos sus pechos.

Al poco rato se fue a lavar, se vistió y se fue a su casa despidiéndose con un beso.

Me di un baño y me dispuse a cenar algo cansado y después me puse a ver televisión. Cerca de la medianoche me llegó un mensaje de Daniella donde me mandaba una foto de su pecho desnudo con la marca del chupetón que le había hecho con la leyenda: “dejaste tu marca grabada en mi” con un corazón de emoji. Le respondí que le marcaría el otro pecho la próxima vez a lo que finalmente me respondió que lo esperaba con ansias y me daba las buenas noches.

—---

El martes pasó sin ninguna novedad salvo algunos mensajes con muchas fotos bastante explícitos de Daniella. El miércoles nuevamente me espero en mi departamento donde tuvimos sexo con un poco de prisa y otra vez con muchos gritos de Daniella cuando llega a su clímax.

El jueves, al regresar del trabajo pasé por el supermercado y me encontré con Elizabeth en la cola de las cajas. Llevaba un pantalón pegado que demarcaban muy bien su figura y resaltaban sus bien formadas nalgas.

-Hola Elizabeth, ¿qué tal?

-Hola, bien, Justo comprando unas cosas para la cena. Y tú?

-Igual, comprando para algunos días.

-Te agradezco nuevamente por ver a mi Dani el fin de semana.

-Que no fue nada. No te preocupes.

Llegó su turno de pagar y me quedé un poco atrás mientras veía como se inclinaba a recoger sus compras del carrito quedándome con muchas ganas de darle un par de nalgadas a esa gran cola. Creo que se dio cuenta hacia donde iba dirigidas mi mirada.

Al terminar su turno, me preguntó si iba al edificio a lo que le respondí afirmativamente entonces me dijo que me esperaría para compartir un taxi.

Pasé mis compras y pronto ya estábamos en la puerta del supermercado a la espera de un taxi. La ayudé con sus compras y nos pusimos en camino.

-¿y qué tal tu semana?, ¿Alguna noticia de tu esposo? -le pregunté.

-Si. Viene el mañana. -me respondió con desgano.

-¿Y tu hija? ¿Cómo va su comportamiento?

-Ahí si ha mejorado y mucho... esas clases le han ayudado mucho.

-Si supiera que clases ha estado recibiendo -me dije para mi divertido -que bueno.

-Tu si la estás pasando bien, ¿verdad? -me dijo con una voz cómplice.

-¿por qué lo dices? -Le pregunté un poco intrigado.

-Es que las paredes no son tan gruesas como uno quisiera...

-Ah... -le dije un poco avergonzado.

-Jajaja -comenzó a reírse sabiendo que me había puesto en aprietos.

-Disculpa por los inconvenientes -le dije

-No es nada, estas en todo tu derecho de recibir visitas y mucho mejor que pasen un buen rato -me dijo haciendo énfasis en lo último.

-Bueno, se hace lo que se puede -soltando ambos una risa.

-Al menos la chica tiene buenos pulmones -comentó entre risas.-que suerte tiene.

Llegamos al edificio, bajé las cosas de ambos y entramos al ascensor.

-Y... ¿hoy vas a recibir... visitas? -me preguntó inquieta

-No, hoy no -le dije riéndome

-Ah ya... entonces, ¿aceptarías una invitación a cenar? Con Daniella y yo, ya sabes como agradecimiento... te dije que le debía una.

-Eh... Bueno. Está bien.

-¡Perfecto!

Se abrió la puerta del ascensor. Y fuimos hacia su puerta. Abrió y comenzó a recibir sus cosas. En eso, sale Daniella.

-Dani, hija, ¿adivina qué? Alonso va a cenar con nosotros.

-Que bien. -Dijo Daniella después de la sorpresa inicial.

-Buenas noches, señorita Daniella. -le dije

-Buenas noches, señor -me dijo conteniendo su risa.

Le entregué sus cosas y me disponía a entrar a mi departamento.

-Gracias por la ayuda, entonces... ¿vienes en una hora? -me preguntó Elizabeth.

-Está bien. Nos vemos entonces.

Pasé a dejar mis cosas, cuando al instante recibí un mensaje de Daniella preguntándome que había pasado. A lo que le conté que me había encontrado con ella en el supermercado. Que estuvimos conversando y también le dije que nos había escuchado teniendo relaciones pero que no sabía que era ella.

Antes de la hora, llamaron a mi puerta, salí y era Daniella, pasó y se abalanzó hacia mí dándome un beso con lengua mientras agarraba mi paquete

-Mi mamá me mandó a buscarte.

-Que buena emisaria... jejeje -le respondí mientras mi mano apretaba firmemente su nalga izquierda.

-Bueno, ¿vamos?

-Espera un momento -fui a buscar una botella de vino -ahora si, vamos.

Su departamento era igual al mío sólo que era a la inversa.

Elizabeth se había cambiado de ropa, ahora estaba con un vestido de algodón floreado de fondo celeste que le quedaba unos centímetros por arriba de la rodilla.

-Hola. Traje un vino. -Le ofrecí a Elizabeth al entrar

-Gracias, será para después de la cena, pasa, toma asiento. Dani, ¿puedes ir a comprar?

-Está bien -contestó con un poco de desgano.

Salió Daniella y yo me ofrecí a ayudarla.

-No te preocupes eres nuestro invitado -mientras se iba a la cocina.

Igual la seguí pero me quedé en la entrada de la cocina. Estaba buscando unos platos en la alacena inferior por lo que lo primero que vi su hermosa cola en pompa hacia mi. Ganas no me faltaron para acariciarla y tal vez un par de nalgadas.

Recogió los platos, se levantó y pegó un susto cuando me vio ahí. Casi se le caen los platos.

-Que susto. -me dijo.

-Discúlpame, quería ayudar -le dije tomando los platos.

-Bueno, llévalos a la mesa por favor. -me dijo con una sonrisa ya después del susto.

Deje los platos en la mesa y volví a la cocina. Ahora ella estaba de puntitas tratando de alcanzar unas copas de la alacena superior por lo que su vestido se había subido dejando ver gran parte de sus piernas blancas bien moldeadas imagino que por el ejercicio.

-¿en qué más te ayudo? -Le dije de imprevisto

-¡Ay! -atinó a decir dando un salto -debes dejar de asustarme.

-Disculpa, no fue mi intención. -le dije entre risas

-Ayúdame con las copas.

Me acerqué y me puse al lado de ella y saqué las copas. Fue inevitable rozar su brazo.

-Aquí tienes -le dije muy cerca de ella.

-Gracias -me dijo mientras sus mejillas se sonrojaban.

Nos quedamos uno cerca del otro por un instante. El sonido de la puerta anunciando la llegada de Daniella nos hizo salir del trance de ese momento.

La cena transcurría sin novedad, salvo unas miradas cómplices con Daniella, conocí un poco más de ellas, algunas bromas por ahí, a Elizabeth le gustaba que Daniella estaba un poco más suelta conmigo comparando al momento en que nos conocimos. Acabamos la cena y abrimos el vino para tomar un par de copas. Me percaté que las mejillas de Elizabeth se iban sonrojando conforme iba tomando cada copa de vino. Pronto comenzó a reírse por todo y cruzaba sus piernas cada vez más seguido haciendo que su vestido se suba un poco dejando a la vista sus blancas piernas mientras que Daniella recién le empezaba a hacer efecto el licor. Seguíamos conversando cuando llamaron a la puerta. Era Carla la amiga de Daniella,

-¡Hooola Dani! -exclamó Carla

-¡Hola!

-Te he extrañado amiga.

-Yo también, ¿qué haces por acá?

-Vine con mi mamá, ella está abajo recogiendo la correspondencia que quedó pendiente y a saldar unas cuentas con la administración del edificio.

Daniella salió al pasadizo y cerró la puerta quedándome con Elizabeth en su sala con las copas de vino y su vestido ya se había recogido y me dejaba ver su ropa interior negra cubriendo su entrepierna. Al poco rato, Daniela entra animada haciendo que su madre de un ligero salto sobre su asiento para acomodarse la ropa y me pregunta si puede entrar a mi departamento que Carla quería ver como había quedado.

-Dani pero como crees. -dijo Elizabeth al escuchar la solicitud.

-Porfis -me insistió Daniela. -Solo un rato -mientras me ponía una carita de niña engreída.

-Esta bien-le dije dándole mi llave. -No hay problema que se tomen todo el tiempo que necesiten -le dije a Elizabeth.

Con la llave en mano, Daniella salió en dirección de mi departamento. Y yo al recordar lo que me había contado Daniella, disimuladamente activé la grabación de la cámara de mi departamento desde mi celular.

Seguí conversando con Elizabeth quien ya estaba muy alegre. Se acabó el vino y me dijo si me apetecía otra botella a lo que asentí. Se paró y se dirigió a la cocina. Un ruido fuerte me hizo ir hacia allá, se había tropezado y se había caído un par de ollas, le ayudé a recogerlas y me dijo que iba a sacar la botella, me dio la espalda y alzó su mano para buscar la botella en el estante superior.

Con el pretexto de querer ayudarla, también fui en dirección al estante quedando atrás de ella, levante una mano para tomar la botella y mi otro mano la puse en su hombro, pegué mi cuerpo y ella quedó atrapada entre la mesa y yo, mi pene comenzó a despertar y sentí como iba creciendo y se acomodaba entre sus dos magníficas nalgas.

Después de la sorpresa inicial donde se puso rígida, Elizabeth comenzó a ceder, bajó su mano para sujetarse de la mesa mientras movía sus caderas lentamente y mi mano pasaba de su hombro a su cintura.

-Mmmmm -dejó salir de su garganta.

Mi mano fue a parar a su seno izquierdo mientras que mi otra mano buscaba el borde del vestido en sus piernas.

-Esto... no... mmmm... está... bien... -decía con dificultad.

Fui subiendo su vestido hasta sus caderas, ahora acariciaba sus muslos e iba en busca de su entrepierna mientras apretaba fuertemente su pecho.

Ahora era ella quien buscaba que su cola rozara con mi paquete ya totalmente erecto. Sabía que no tenía tiempo por lo que la incliné sobre la mesa y amasé fuerte mente sus nalgas. Intentó levantarse pero le di una leve nalgada que la excitó dejando salir un pequeño grito.

Le di dos nalgadas más uno en cada lado a lo que me respondió con gemidos. Era el momento, Le baje las bragas que tenía puesta, liberé mi pene y puse una mano sobre su espalda para evitar que intente levantarse y mientras mi otra mano acariciaba sus labios vaginas comprobando que estaba muy mojada. Sus gemidos iban en aumento.

Coloqué mi pene en su entrada haciendo que diera un respingo como si se diera cuenta lo que le iba a pasar. Pero mi mano sobre su espalda le impidió cualquier posibilidad de escape y comencé a empujar. Fue una penetración suave pero constante como para que Elizabeth sienta centímetro a centímetro como invadía su ser.

Apenas mis testículos tocaron sus labios vaginales en señal de que la penetración fue completa, Elizabeth se dejó caer sobre la mesa producto de su orgasmo soltando un gemido de placer.

-Eres más grande que mi marido -me dijo recuperando la respiración.

-¿Y tu marido te hace esto? -le pregunté dándole una sonora nalgada.

-Ah...

La sujeté bien de sus caderas y comencé a penetrarla fuerte y lo más rápido que podía arrancándole gemidos de placer fácilmente audibles en toda su casa. Continuamos así por varios minutos.

-Ah... ah... no pares... no pares ah... que me corro... ah... me corroooo...

Se tensó sobre la mesa, sus flujos comenzaron a caer sobre el piso mientras yo seguía dándole hasta que me llegó al momento a mí. No me importó nada y me comencé a correr dentro de ella. Elizabeth dejó salir un gran gemido al sentir como depositaba mi semen dentro de su vagina y finalmente se relajó sobre la mesa.

Cuando terminé de eyacular me salí de ella, le saqué su ropa interior que se había quedado a la altura de sus tobillos y limpie los rastros de semen de mi pene con ella, luego se lo pasé por su vagina haciéndola estremecer. Le ayudé a levantarse, le di un beso y le dije que iba a la sala por si regresaba su hija. Elizabeth se fue al baño caminando con dificultad por el temblor de sus piernas.

Apenas me senté en el sillón, se abrió la puerta, era Daniella que regresaba. Me sorprendió verla acalorada. Se fue directo a su habitación.

Al rato salió Elizabeth del baño algo más arreglada, le dije que ya me iba para que pueda descansar. Le agradecí por la cena y especialmente por el “postre” a lo que ella se ruborizó. Abrí su puerta y cuando estaba por irme me detuvo.

-Creo que tenemos que hablar -me dijo.

-Si, es verdad. Pero no te preocupes, descansa, y ya mañana conversamos con más calma.

-Pero...

-Recuerda que hemos estado bebiendo, mejor con la cabeza fría

-Está bien -me dijo.

-No vemos. -me despedí dejándola en su puerta.

Salí de su departamento, crucé el pasillo y estaba abriendo el mío cuando ella viene y me da un beso en los labios y se regresó a su departamento y cerró la puerta desapareciendo tras de ella.

Entré a mi departamento, fui a mi cuarto para darme una ducha, lo primero que veo es mi cama que está desordenada lo que me indicaba que Daniella había estado aquí con su amiga. Me alegre de haber puesto a grabar las cámaras.

Me di un baño, tome una cerveza, me senté en mi sillón y le pulsé el botón “play” del reproductor...

Continuará...

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