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Madre, hija y fiesta fuera de control
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Tiempo de lectura: 8 minutos

La charla con Juan, Lilian y Majo, mi amiga, fue tan amena que sin darnos cuenta se hicieron las 9 de la mañana. Obviamente estábamos cansados, pero felices de como la habíamos pasado, cada pareja por su lado.

Majo con toda sutileza fue llevando la conversación al plano sexual

M: Y, juguetearon bastante anoche, fueron a algún hotel o en tu casa, Juan?

Bueno, la sutileza de Majo era así.

Juan: Majo, no bardes así, no hicimos nada, todavía nos estamos conociendo. Ella es distinta.

Majo: Guau!!! Mira Martín que cambio el de Juan, jajaja. Lilian, te gustan las mujeres? Hiciste algún trio?

Lilian se puso colorada como un tomate maduro. Tragó saliva y a pesar de su rubor contestó segura

L: Te soy sincera, no hice ningún trio, solo una vez una chica se me acercó, nos besamos y me metió mano en un baño. Y si te soy sincera, no me disgustó

M: Ves Juan, las mujeres somos todas iguales. Podemos amar o no a un tipo, pero nos gusta el placer.

J: Si, pero a vos se te va la mano.

M: Puede ser. Les hago una apuesta a los tres, les interesa?

Y: Te juro que te tengo miedo

Lilian: Yo también

M: Te prendes Juan?

J: Tira la apuesta y te digo

M: Apuesto a que el día que lo hagan, ella te hace mierda. Tiene una mirada de loba cuando te mira, que me imagino que te va a destrozar.

L: Que imaginación que tenés Majo, por favor!!!

Y: Y si ganas la apuesta que pasa?

M: Si gano la apuesta. Nos encerramos un sábado a la tarde, Uds. dos se sientan en ese sillón y ven como Lilian y yo nos divertimos. Lo que pase después, solo Dios lo sabrá

L: Mmm me gusta la idea, te diría que me gusta mucho.

J: Opa, no esperaba que te gustara la idea

L: Tranquilo Juan, primero que entre los dos todavía no pasa nada, Segundo con tu experiencia y mi inexperiencia no creo que Majo vaya a ganar la apuesta.

Y: Y si es así, y pierde Majo, invitamos a Lita, a Majo la atamos en ese sillón y que vea cómo hacemos una fiestita sin que ella pueda hacer nada, que les parece.

J: Si Lilian está de acuerdo, yo también

L: Voy a tener que ver donde se queda Mariel esa tarde, no da que se quede con nosotros de fiesta.

M: Lilian, invítala! Esa pendeja me encanta, digo.

L: No puedo, algo de pudor me queda.

Nos reímos todos, y seguimos la charla.

Cuando Juan y Majo se fueron, Lilian me confesó que estaba muy caliente, que entre la franela que se había dado con Juan y la charla, se había mojado toda.

Y: Yo estoy hecho mierda, no cuentes conmigo. Es más, hasta ver qué pasa con la apuesta, no vamos a hacer nada.

L: Ni siquiera te la voy a poder chupar?

Y: Nada.

Comenzó la semana laboral, y nuestra rutina. Justo esa semana yo tuve mucho trabajo y llegaba siempre sobre la hora de cenar. Lilian siguió buscando trabajo y Mariel en casa. Con ella tuve que andar escapando los últimos días. Le duró varios días la revolcada del sábado a la noche.

El jueves, Juan pasó a buscar a Lilian y salieron a cenar. Nunca escuche cuando llegaron y por la mañana no la vi porque dormía. Casi al mediodía me llegó un mensaje de Juan: “Perdimos la apuesta” e inmediatamente me llamó

J: Me mató Martín, me hizo mierda. Perdóname, sé que es tu hermana pero es una loba como dijo Majo.

Y: Bien por vos, Juan. A mí no me jode que se acueste con quien sea, pero no quiero que la lastimen, que la engañen. Pasó muchos años sola como para que otra vez le vaya mal. Ya te la volteaste, te sacaste la calentura, ahora piensa bien como vas a seguir.

J: Lo sé y te entiendo perfectamente. Pero te vas a llevar una sorpresa.

Y: Veremos.

Seguí trabajando y cuando iba para casa, me entro una llamada de Majo

M: Hola Martín, me dijo súper alegre, ya te contaron? A mí me llamó Lilian, y luego Juan

Y: Si, me llamó Juan.

M: Pues nos vemos mañana en tu casa. Aunque por lo que me dijo Juan, me parece que no va a querer cumplir la prenda.

Y: Veremos mañana. Los espero a las 12, almorzamos y después nos divertimos.

Cuando llegué a casa, y la vi a mi hermana, pensé que íbamos a tener que operarle la cara para sacarle la sonrisa. Vino corriendo, me abrazó, y me dijo al oído:

L: No es tan bueno como vos, ni la tiene tan grande, pero me volvió loca.

Y: Me alegro, pero ojo, no te hagas ilusiones. Vos sabes como somos los hombres del grupo.

L: Si, lo sé. Mañana a qué hora vienen?

Y: Les dije que a las 12 así almorzábamos juntos.

L: Y con Mariel, como hago.

Y: Que almuerce con nosotros y se quede en su cuarto, otra no hay. Ahí tiene TV y compu.

L: Y si hacemos ruido?

Y: Que se haga una paja, no te preocupes que sabe como

Cuando vinieron al día siguiente, charlamos y nos sentamos a almorzar. Yo disfrutaba de ver las caras de Lilian y Majo, como se cruzaban miradas calientes. Hasta me pareció que aprovechando que estaban sentadas enfrentadas, jugaban con los pies. La que estaba desubicada era Mariel, no le había contado nada y se daba cuenta que había clima de sexo, se sorprendía con las miradas de la madre y Majo, los comentarios calientes de esta, y las respuestas picantes de Juan y mías.

Cuando terminamos las dos parejas nos sentamos a tomar un par de wiskis para comenzar la fiesta, nos comenzamos a besar y acariciar, hasta que Majo exclamó

M: Bueno chicos comienza el show.

Se levantó, fue hasta Lilian, la tomó de la mano y se pararon frente nuestro. Comenzaron a besarse, acariciarse la cara, fueron tocándose por sobre de la ropa, y a medida que aumentaba la intensidad se fueron sacando todas las prendas hasta quedar desnudas frente a nosotros. Aún paradas, se comenzaron a meter los dedos en las conchas, cada una en la suya. Se sentaron en el suelo, se besaban, se apretaban los pezones, intercambiaban dedos en las sus sexos, gemían y respiraban agitadas.

En este punto, debo decir que nosotros ya estábamos con la pija fuera del pantalón y la meneábamos de a poco. Hicieron un 69, se ocupaban del clítoris, vagina y ano de la otra. Fueron como 15 minutos hasta que Majo se levantó, fue hasta un bolso que había traído. Sacó el arnés con el consolador removible, otro consolador de los que se pegan en el suelo, un plug anal y un frasco de crema.

Tomó el consolador con sopapa y se lo ofreció a chupar a Lilian, que lo hizo inmediatamente, mientras Majo la acariciaba la vagina y hundía sus dedos en ella. Cuando el consolador estuvo lleno de saliva de Lilian, se puso de rodillas de espalda a ella.

Lilian la tomó de atrás, la besaba en el cuello, y apretaba sus pezones.

M: Li, poneme crema en el orto.

Lilian tomó la crema, untó sus dedos y empezó a masajear el ano de Majo, introdujo un dedo y luego otro, que hizo que Majo tuviera un fuerte quejido. Majo puso el consolador con sopapa en el suelo, y dándonos la espalda se lo comenzó a enterrar. Subía y bajaba lentamente. Lilian mientras rápidamente se puso el arnés, le colocó el consolador, se paró frente a ella, la tomó por los cabellos y la forzó a chuparlo. Majo estaba loca de calentura, subía y bajaba con velocidad y fuerza. Hasta que llegó a un terrible orgasmo.

Con ayuda de Lilian se paró y esta le dijo casi susurrando

L: Ahora es mi turno.

Se puso de rodillas, Majo la besaba y acariciaba, y con cuidado le fue untando el orto con crema. Metió un dedo, pensando que era virgen por allí, lo metía y sacaba. Así durante unos minutos hasta que introdujo el segundo.

En un momento, vi que Mariel estaba en la escalera sin que la madre la viera, solo con la bombacha y metiéndose los dedos en la concha. Apretaba sus pechos y gemía.

L: Majo, es hora.

Majo puso crema en el consolador y lo pegó nuevamente. Lilian se comenzó a sentar en la misma posición que lo había hecho Majo, dándonos la espalda, y se lo comenzó a meter. Tal como hizo con Majo, ahora Lilian chupaba ese consolador. Se lo sacó de la boca, dio dos o tres respiraciones profundas le hizo una seña a Majo y se dejó caer sobre el consolador. Majo la sostuvo para que no se lo saque y el grito fue desgarrador. Se notaba que aún faltaba dilatar.

Justo en ese momento, Mariel bajó corriendo las escaleras y se puso mi pija en la boca, mientras masturbaba a Juan, que no podía creer lo que estaba pasando. Mariel pasaba de una pija a otra sin parar.

M: Lilian, parece que alguien pretende aprovechar lo que nosotras preparamos.

Lilian giró su cabeza y bramó, “que pendeja puta, igual que tu madre”

Eso calentó aún más a las dos, y Lilian terminó con un grito ahogado.

M: Te parece que le demos una lección a tu “nena”.

L: Si, pero déjame que yo mando.

M: Por supuesto, es tu hija

La puso de costado en el suelo, le levanto la pierna y le dijo a Majo

L: Cógela. Mariel trataba de zafar de esa posición porque sabía de la saña de Majo por lo que había dicho de las veteranas.

Majo se la metió de un golpe, y comenzó a bombear. Lilian fue por una soga al garaje, y cuando regresó le ató los brazos atrás del cuerpo, y le metió el otro consolador, más pequeño, en la boca. Lo movía con fuerza. Casi con violencia. Después aprovechando la posición de las piernas, se lo metió en el ano. Mariel pedía por favor que se lo sacara, que le dolía.

Lilian no hizo caso y le pidió a Majo que la ayude. Trajo una silla, la sentó con el consolador adentro de su ano. La ataron a la silla y le pusieron una de las bombachas en la boca para que no se escuchen sus gritos.

M: Nuestros machos nos esperan

L: si, ya los volvimos locos, ahora que gocen.

Cada una fue con su pareja, nos montaron sentados, nos cabalgaban y se miraban entre ellas. Majo me hizo una seña para que me corra más cerca de Juan, lo que le permitía besarse con Lilian y acariciarla

Lilian respondió metiendo un par de dedos en el culo de Majo, que dio un respingo, pero solo para subir y bajar con más fuerza. Ella hizo lo mismo con Lilian, logrando el mismo efecto. Cuando notaron que ya estábamos por explotar, se miraron nuevamente, se incorporaron un poco, se dieron vuelta dándonos la espalda y se metieron las pijas en sus ortos. Ambas bramaron con fuerza. Yo apretaba las tetas de Majo, y seguramente le provocaba dolor, porque lo hacía con fuerza.

Cuando acabé en el ano de Majo, se salió y me chupo la pija hasta que esta se bajó. Lo mismo hizo Lilian con Juan.

L: Vos pendeja, te quedas allí, así como estas.

Como vi que quería decir algo me acerque y saque la bombacha de la boca.

Mariel: Por favor, sáquenme esto, no doy más, me duele

Lilian: Te metiste en juegos de adultos. Ahora jodete.

Dicho esto nos servimos un par más de wiskis y descansamos un rato. Majo y Lilian fueron al baño, y Juan y yo nos quedamos en el living.

J: Que par de mujeres, por favor. Son una locura.

Y: Ni que me lo digas. Tengo todos los ratones locos en la cabeza.

Cuando volvieron del baño, la pusieron a Mariel en sobre la mesa, ataron sus pies y manos a las patas, de forma que quedó boca abajo y con las piernas abiertas. Luego nos empezaron a chupar la pija, hasta ponerla dura. Nos hicieron levantar, y mientras le daban nalgadas a Mariel, Lilian dijo:

L: Me contó Majo de la otra noche y lo que dijo sobre las veteranas, por lo que entendí todavía no sintió a un hombre en su culo. Van a tener el honor de estrenarlo.

Mariel trataba de zafarse pero no podía, la habían atado muy bien. Nos llevaron a su boca, le sacaron la bombacha e hicieron que nos chupe, alternándonos. Mientras tanto, ellas acariciaban la vagina, metían dedos en ambos agujeros, le daban nalgadas y la insultaban.

L: Martín, vos que sos es tío, te toca primero

Mariel: No, por favor tío, me vas a reventar, me vas a desgarrar toda. Por favor te pido.

Y: Tiene razón.

Majo: Yo me ocupo

Dicho esto, se puso más crema en los dedos y fue sumando de a uno al consolador que tenía adentro. Me hizo un gesto cuando ya estaba lo suficientemente abierto y me coloqué detrás de ella. Mariel sin que la hubiera penetrado ya lloraba, Juan la tomó de los pelos y la obligó a seguir chupando. Lentamente la fui metiendo, ella arqueaba la espalda y movía la cadera, sin darse cuenta que eso hacía que cada vez se meta más adentro. La tomé de la cintura y aumenté mis movimientos. Cuando sentí que iba a acabar, me salí, le dejé el lugar a Juan y fui a su boca. Como el pene de Juan era más pequeño que el mío, entro sin problemas. Yo la tomé de los cabellos y la enterré en su boca. Juan habrá bombeado unas 10 o 12 veces y me aviso que se venía.

Aceleré mis movimientos y pude ver que Lilian y Majo estaban paradas, con un consolador en cada vagina, se besaban, y miraban extasiadas como nosotros disfrutábamos con Mariel.

Acabamos con todo, y fui al sillón.

Majo y Lilian soltaron a Marial, que literalmente cayó semi-desmayada al suelo.

Nos abrazamos cada pareja y se escuchó a Majo:

M: Si lo de ustedes no funcionas, por lo menos sabemos que en el sexo los cuatro nos llevamos bárbaro.

J: Y si funciona, por qué no? Podemos seguir cada tanto

Y: No tengo problemas.

L: Yo tampoco. Y Mariel si madura, y no dice tonterías, la podríamos dejar participar…

Pasaron unas semanas y como lo de Juan y Lilian tomaba fuerza, ella se fue a su departamento.

Mariel quedó a mi “cuidado”. Majo, la mujer que no quería ataduras, empezó a sondearme para venir a vivir a casa, eso sí, “sin ataduras, me puedo ir cuando quiera, sabes?”

Una vez por mes nos juntamos, los cinco. Aunque como Mariel empezó la facultad, a veces traía una amiga, para que seamos tres parejas…

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