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Mara le cuenta a Pablo (1)
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Este relato es la continuación de “La cuñada de Mara quiere que le cuente”.

Esta vez la guacha de Mara no me invitó cuando vinieron a visitarla su hermano Gustavo y su cuñada Susana. El jueves me dijo que prefería que me calentara con lo que yo me imaginara y con lo que ella me iba a contar después. Así que me tuvo tres días a paja limpia imaginando desde ya lo que estarían haciendo durante su estadía en la casa de Mara, y ansiando que llegara el lunes para que me cuente.

Cuando fui el lunes me recibió con un pico en los labios y su primera pregunta con una sonrisa lasciva como solo ella sabe hacerlo fue:

M: Estás ansioso Pablito por saber qué pasó, no es cierto?

P: Y qué te parece, dale contame!

M: Primero decime vos que te imaginaste que pudo pasar, pero contámelo en la cama acostadito y en calzoncillo, yo me quedo solo con esta bombacha rosa, y apostamos a ver si mientras te cuento yo me mojo primero o vos te ponés al palo, y déjate la bragueta un poco abierta que quiero ir viendo la reacción de tu pija mientras hablamos, vos sabés que si hay algo que me pone son los bultos y más cuando empiezan a palpitar. Contame que te imaginaste?

P: Conociéndote lo perversa que sos vos me imaginé de todo, estuve caliente los tres días. Pero mejor contame vos lo que pasó, pero con detalles, desde el principio.

M: Bueno el recibimiento no vale la pena, llegaron a la tardecita, los saludos de costumbre, quizás un poco más fogosos porque los tres sabíamos a qué veníamos, hasta nos habíamos vestido para la ocasión haciendo realzar las zonas que más nos interesaban los otros vieran, mi cuñada con una mini que le resaltaba el culo y una musculosa semitransparente, mi hermano con unas bermudas ajustadas que se le notaba bien el bulto y una musculosa también y yo con la calza blanca que me resalta los labios de la concha y un top anudado flojo que se abría al menor movimiento, las miradas de todos estaban dirigidas reiteradamente a esos lugares. Esa fue la primera seducción de los tres, tratar de sorprender al otro con la mirada fija en una de esos lugares e inmediatamente tratar de que se vea más o se note más eso que el otro desea, y tratar de retenerlo así lo más posible y a la vez percibir su calentura, en algún movimiento, en los labios, en algún roce, o simplemente en coloreado de sus mejillas.

La que estaba más acelerada era Susana, por cualquier razón me abrazaba o me acariciaba, y no me sacaba los ojos del top cuando se abría, además le insistía a Gustavo diciéndole lo linda que yo estaba, me hacía dar vueltas para que me admire el culo, si bien mi hermano era el que siempre le pedía que le contara mis encamadas con mis amantes para calentarse y cogérsela a ella, la que parecía más caliente conmigo era ella, tal vez la insistencia de mi hermano en saber los mínimos detalles de mis relaciones, llegó a hacerle el bocho conmigo tanto como a él, y también yo tendría que admitir que me daba cierto morbo contarle por teléfono con más detalles cuando sentía que a ella al preguntar, la viz se le enroquecia cada vez más a medida que yo avanzaba en el relato.

Pedimos unas empanadas y me pusieron al tanto de los chismes de la familia allá en Corrientes

A eso de las 10 de la noche Susana me dijo que me habían traído un regalito, revolvió en la valija, sacó dos paquetes y tomándome de la mano me llevo al baño diciendo que quería que me lo pruebe. Cuando nos encerramos sacó del paquete un camisón celeste tipo baby-doll celeste transparente.

S: No quería que te los viera todavía Gustavo para mantenerlo ansioso, en cambio yo no aguantaba más y quería que te lo pruebes para mí, yo me compré uno igual pero rosa, ya lo vas a ver, también lo tengo acá, además Gustavo me pidió que te vaya adobando yo primero. Dale probátelo: Me dijo y se mordiéndose el labio se recostó contra una de las paredes para disfrutar del strip-tease.

Y yo no le iba a privarla del show así que primero me levanté el top hasta engancharlo en los pezones de manera que quedaron afuera para dejarla con la ganas mientras le preguntaba con una sonrisa sarcástica:

M: Pero no era tu marido el que más se calentaba con las encamadas que yo te contaba?

S: Sí, al principio sí, pero con el tiempo primero al escuchar tu relato y después contárselo a él, que me exigía le describiera tantos detalles de tu cuerpo y tus cogidas, y la cepillada que me daba después de cada contada, me fui dando cuenta que era yo la que esperaba ansiosa tus historias, y no solo eso, ya no solo me calentaba por cómo me iba a garchar después mi marido, sino que me atraía también el placer de imaginar que mientras me relatabas te estabas haciendo un dedo. Dale desvestite que hace mucho que no te veo desnuda, y quiero comprobar si estás tan buena como te estuve recordando.

M: Vamos a comprobarlo: Le dije mientras terminaba de sacarme el top y le dejaba las tetas al aire frente a ella, tiré el top y me las agarré como ofreciéndoselas: me pasé la lengua por los labios y le pregunté qué tal había estado su imaginación hasta ahora?

S: Me quedé corta guacha, tenés unas tetas peritas hermosas y coronadas por esos pezones rosaditos son una tentación a la chupada: y se llevó la mano a la entrepierna por dentro de la bombacha, cuando la sacó me mostró los dedos: mirá como estoy chorreando. No me vas a decir que vos no te calentabas un poquito conmigo mientras me contabas?

M: Si te digo que no, te miento: Le dije mientras me cambiaba mi bombacha por la celeste que me había traído, cuando me la puse sentí como se me encajaba bien en la raja, me la estiré más de los costados: Te gusta cómo me queda?

S: Me volvés loca con esos labios gruesos que tenés, te diste cuenta cómo se te mete en la concha?: Me dijo mientras con el dedo mayor me hundía más la bombacha a lo largo de la raja?

M: Claro que la siento, y ahora con tu ayudita más: Le dije cerrando los ojos y arqueando el cuerpo y la cabeza hacia atrás. Yo estaba apoyando el culo contra el lavatorio así que mi pelvis se acercó más hacia ella, haciendo que el dedo se hunda en mis labios, y mi muslo se metió entre las piernas de ella, que no tardó en apretarse contra mí refregándome la concha.

S: Ay, déjame que te meta un dedo, me tenés tan caliente!

M: No! Esperá que no quiero que se me moje la bombacha todavía: me costó separarla, estaba prendida a mí como una sanguijuela: dale probate el tuyo que también tengo ganas de verte.

Susana es bajita, pero tiene un cuerpo proporcionado, lo que más me gusta es su culo, es macizo, es verdad lo que le decía el otro día de que me gustaría apoyárselo, más, quisiera bombeárselo hasta hacerla acabar, no se lo dije en ese momento porque no iba a poder sacármela de encima, me dediqué a admirárselo mientras se cambiaba, y de tanto en tanto me lo refregaba en uno de los muslos tentándome a que la apoye, y casi lo logra.

Cuando se puso el baby-doll me tomó de la mano me dio un piquito y me dijo:

S: Vamos que tu hermanito deba estar ansioso.

Cuando entramos al dormitorio Gustavo estaba acostado en la cama en un costado, tenía puesto solamente un bóxer que le marcaba terriblemente el bulto, que indudablemente se había estado tocando, porque el calzoncillo estaba atravesado por una barra de carne importante, tal que me era imposible quitarle la vista de encima. Él se dio cuenta porque se la agarró como diciéndome: Mirá lo que te vas a tragar hermanita! Y bien que lo hubiera hecho ya en ese momento.

Susana me guio para que me acostara al lado de su marido y ella lo hizo a mi lado, yo quedé como el jamón del sándwich que ellos habían preparado.

S: Mirá Gustavo el regalito que te traje!

Le dijo mientras ambos giraban hacia mí poniéndose de costado, ahora en mi muslo izquierdo sentía apoyada la concha de Susana y en el derecho el roce de la tremenda pija de mi hermano bajo el calzoncillo, del lado de mi cuñada, que ya había montado una pierna sobre la mía, sentía la humedad de su bombacha y del lado de mi hermano la tibieza de su poronga dura que se frotaba cada vez más fuerte contra mí. Imaginate Pablo como me empezó a chorrear la concha, hasta ahora había podido a las insinuaciones de mi cuñada, pero ahora era yo quien quería comenzar a manosearlos. Como si me hubiera leído el pensamiento Susana agarró mi mano y la llevó hasta la pija de mi hermano que pegó un salto dentro del calzoncillo:

S: Sabés Gustavo que a tu hermanita lo que más le calienta es darle forma a los bultos, y al tuyo hace tiempo que le tiene ganas: Apoyó la palma de su mano sobre la mía apretando y soltando el bulto, de esa manera mi mano cuanto más se lo amasaba, más sentía como le crecía la poronga, el solo hecho de estar haciendo aquello que tanto había deseado, y de alguna manera guiada por mi cuñada, me ponía a mil, y ver a mi hermano con esa mirada de deseo tan esperada, la boca entreabierta y en cada apretón de nuestras manos largaba una exhalación cada vez más agitada. Susana seguía adivinándome el pensamiento.

S: Me parece que Mara se muere por comerte la boca, pedile que te bese, contale lo que te imaginabas mientras me cogías a mí, lo que le ibas a pedir que te haga.

M: Si contame Gustavo, contame todo que me encantan conocer tus deseos para compararlo con los mios.

G: Imaginaba que estábamos los tres así, vos pajeándome como lo estás haciendo ahora, que yo me iba acercando así y vos empezabas a pasarme la lengua por los labios, metiéndome la puntita de vez en cuando…

M: Cómo, así?: le dije mientras le hacía lo que me pedía y apuraba el movimiento de mi mano a lo largo de su pija, cuya cabeza ya asomaba por la pierna del bóxer enloqueciéndome aún más, a tal punto que lo entré a chuponear metiéndole la lengua hasta la garganta.

S: Pará guacha, que yo también quiero algo para mí, acordate que fue tu cuñadita la que te lo consiguió, y de alguna manera me vas a tener que pagar: Entonces se sumó a nuestro beso y su lengua comenzó a jugar con las nuestras mezclando las salivas de los tres, mientras su mano se metía en mi bombacha y suavemente empezaba a masajearme circularmente el clítoris con el dedo: ¡Ay, no sabés lo que siento al tocarte por primera vez la concha que tantas veces soñé, pero nunca pensé que la tendrías tan empapada, que tus labios tan gruesos iban a succionarme el dedo como lo están haciendo, que te ibas a calentar tanto conmigo como para moverte como lo estás haciendo buscando que te entierre lo dedos, no es cierto? Es eso lo que querés? Dale pedilo!

M: Sí, méteme los dedos por favor, empezá a abrirme para después tragarme la poronga de tu marido

S: La poronga de mi hermano decí que eso te debe calentar más, esta poronga por la que te pajeaste tantas veces mientras se la mirabas estando el dormido, contale.

M: Sí Gustavo, cada vez que te ibas, los viernes cuando le contaba a la puta de tu mujer mis encamadas, me reventaba a pajas pensando en tu poronga saliendo del calzoncillo cuando dormías, como ahora que la tenés inmensa. Dejame sacártela, así: le dije metiéndole la mano dentro del bóxer y empuñándola de arriba abajo: Y vos te la pajeabas así hermanito pensando en mí?

G: Sí, lo hacía frente a Susana, que le encanta que nos pajeemos uno delante del otro, y le refregaba la cabeza en la concha.

M: No me la querés meter entre las piernas y frotármela a mí?

S: Ah no guachos, y a mí me dejan afuera, si querés que te la refriegue, sacate la bombacha que yo le saco el calzoncillo a él, date vuelta así te la apoya por atrás y cuando salga la cabeza entre tus piernas por lo menos se la chupo.

M: (A Pablo) No sabés Pablo como me entusiasmó la idea de esta hija de puta, me di vuelta y Susana se encargó de llevar la pija de su marido entre mis piernas, sentir ese tronco tibio y palpitante resbalando en mi concha encharcada, sentir en cada ida y venida de mi hermano los pendejos hundiéndose en mi culo y ver aparecer entre mis labios esa cabezota, parecida a la tuya, lo que demuestra que perdiste porque ya se te salió de la bragueta, aunque yo también estoy mojada de solo pensar en esa imagen de la pija emergiendo entre mis piernas y la boca de Susana comiéndosela primero para después lengüeteármela a mí, Gustavo empujaba para que le entre a Susy lo más posible en la boca y después yo sacaba la pelvis y abría las piernas para sentir la lengua de Susana en el clítoris.

Yo a esa altura quería todo, haber esperado tanto tiempo que mi hermano se decidiera a cogerme, yo misma haber deseado tanto tiempo y no me atrevía, que ahora quería calentarlos a los dos de tal forma que en estos tres días no pudieran parar de cogerme de mil formas.

M: (A Susana) Susy si me das un gusto les cuento algo que nunca le conté a nadie.

S: Lo que quieras, si estamos para hacerte acabar las veces que quieras.

M: Ahora que veo emerger la pija de Gus entre mis piernas, me parece que fuera mía, me encanta mirarla e imaginarme que es mía, y que yo siempre quise cogerte de atrás, date vuelta y déjame apoyártela.

S: Ay, sí por favor hacelo, y rápido, nunca imaginé que tenías fantasías conmigo como yo con vos, y me calienta muchísimo, después te voy a contar las mías.

M: Pero primero quiero metertela en la concha

Se dio vuelta y se separó las nalgas con ambas manos, solo ver el ojete dilatado no sabés como me calentó Pablito, yo sentía que podía manejar la pija de Gus con la contracciones de mi concha, cada vez que se la apretaba con mis muslos Gustavo empujaba tratando de alcanzar la concha de Susy que yo previamente había mojado con saliva, la sensación de empuñarla y hacérsela resbalar entre el ojete y los labios de la concha, con mi mano, me daba una sensación enloquecedora e incontrolable que me inundaba al poder cubrir justo con mi mano esa mitad de la poronga que sobresalía entre mis muslos, no veía el momento de enterrársela y estaba convencida que iba a poder sentir las paredes de su vagina a través de la pija de mi hermano. Susana me pedía que me la coja, que no aguantaba más, que le podía pedir lo que quisiera a partir de ese momento.

M: Ya te voy a pedir de todo no te preocupes, te gusta desear no putita? querés que ya te la metamos, porque ahora Gustavo y yo somos una sola pija y eso te gusta como a mí que lo deseé tanto tiempo, y ahora te apuntamos la cabeza al centro de tu argolla, la sentís?

S: Ay, sí claro que la siento, métela por favor

M: Y te agarro de las caderas y te la ensartamos dé de un golpe… Así… así… Sabés que me siento adentro tuyo, es hermoso, siempre te vamos a coger así… querés??

S: Sí pero métemela más, necesito más de la pija de Uds.

M: (A Pablo) Le pasé los brazos por la cintura y le agarré con los dedos de las dos manos los labios de la concha y la empujé hacia mí, sintiendo su culo pegado a mi pelvis y la pija de Gustavo cepillando mi raja y clavándosela a ella hasta donde podía.

S: Ay Gus, nunca la tuviste así de grande, nos vamos a tener que llevar a tu hermana a casa! Bien que te gustaría no?

G: Y a vos también guacha, si la tenés más abierta que nunca, dos pijas te entrarían. Bueno hermanita, ahora contanos tu secreto que ya estoy por acabar y no quiero hacerlo todavía.

Y entonces les empecé a contarles, poniendo voz aniñada:

M: Sabés Gusti que hay algo que vos no sabés y no se lo sabe nadie, pero no sé si contártelo, porque a lo mejor te enojas conmigo…

G: Dejate de joder, mirá si con la calentura que tengo me voy a enojar con vos tonta?

M: Por favor, pero ahora sacásela y metémela a mí un poquito que te cuento.

S: Pero si yo lo que más quiero es ver cómo te la ensarta toda….!

M: Entonces no les cuento…

G: Dale mi amor, y no dejes que entre nada más que la cabeza, y vos contá que me volvés loco…

M: (A Pablo) Susana le agarro la pija así como te la agarro yo a vos Pablito ahora, y vení, necesito que me la apoyes como me la apoyaba él, dale se buenito ponete atrás métemela entre las piernas y te sigo contando, qué linda la tenés vos también, yo te la puse así?

P: Vos sola no, tu cuñada y tu hermano, y la forma que lo contás me la pone así, tu hermano la tenía igual?

M: No más grande, e imaginate cuando le empecé a contar?

M: (A Gustavo) Yo te deseaba ya cuando tenía 18, te miraba el bulto, y me calentaba.

G: Yo también, que me había matado a pajas pensando en vos.

M: Ves? Yo no las necesité, ese es mi secreto. Te acordás que papá acostumbraba a hacerme caballito sobre sus rodillas, eso lo siguió haciendo hasta cuando yo ya era mayor, cuando estábamos solos, me pedía que me sentara sobre sus rodillas y seguíamos con el jueguito, la única diferencia era que ahora yo ya era grande y mi culo también, me sentaba en sus muslos y a papá se le paraba, yo hacía como que no sentía nada pero entreabría las piernas y trataba que se me metiera en la raja, siempre pensando en tu pija Gustavo, a medida que pasaban los minutos yo sentía cada vez más la tibieza y la dureza de ese pedazo de carne creciendo contra los labios de mi concha a través de la tela de la bombacha, casi no hablábamos, solo hacíamos los movimientos para acomodarnos él o yo.

G: Qué hijo de puta, y mucho tiempo lo hicieron?

M: Hijo de puta por qué? A vos no te hubiera gustado hacerlo? O espiarnos? La verdad decime.

G: Claro que sí, te lo digo de envidia, si supieras que ganas de enterrártela toda que tengo, pero seguí…

M: Los dos buscábamos esos momentos, generalmente eran al mediodía cuando mamá iba a dar clases y yo volvía de la facultad y papá llegaba a almorzar, un día lo encontré sentado en el sillón frente al televisor con las piernas juntas y me invitaba a hacer caballito con una sonrisa cómplice, inmediatamente me senté en su falda dándole la espalda, por su posición no tenía más remedio que hacerlo con las piernas abiertas y se me subió la minifalda que traía, cuando terminé de sentarme me di cuenta que papá ya tenía la pija fuera del pantalón, y mi raja estaba asentada a todo la largo de esa poronga que yo sentía tan caliente entre mis labios, como ahora la tuya hermanito.

S: Cómo podés ser tan guacha, primero nos calentás contándonos tus cogidas con cualquiera, ahora nos contás que te franeleabas a tu viejo pensando en tu hermano, y seguro que en este momento estás pensando en la poronga de tu viejo mientras te metés la de mi marido.

M: Sabés lo que fue para mí saber que mi padre se calentaba conmigo y que a partir de ese día no necesitaba pajearme, que ahora tenía a mi disposición esa pija y todas las veces que quisiera me la iba a poder refregar porque mi padre iba a estar esperando ansioso continuar nuestro juego y cada vez que lo hacía me iba con la bombacha empapada y mi viejo se quedaba con la pija embadurnada con mis acabadas.

S: Si, cómo está embadurnada la mía ahora, deseando pija, o por lo menos que vos me la chupes como me lo imaginé tantas veces. Dale Mara por favor! Yo se la sigo frenando a tu hermano pero giro y me la chupás.

M: (A Pablo) Si ella había deseado que se la chupe, no te imaginás lo que fue para mí al encontrarme con esa almeja roja y jugosa frente a mi boca, me di cuenta que yo también lo estaba deseando tal vez más que ella, además Susana la mantenía abierta con dos dedos de la mano libre y movía la pelvis tentándome a que me prenda a su concha, en ese momento me di cuenta que mi propio juego me había llevado a desear a mi cuñada tanto como a mi hermano, nunca había chupado una concha pero la deseaba tanto que junté mis labios los suyos como si fueran dos bocas, succioné como pocas veces lo he hecho en un beso, y mi lengua se adentró en ella recorriendo sus paredes y succionando sus jugos, indudablemente lo estaba haciendo bien, porque mi cuñada empezó a emitir quejidos de placer a tal punto que soltó la pija de Gustavo para llevar mi cabeza contra su entrepierna hundiéndome la nariz en su ojete a la vez que mi hermano me la enterraba hasta los huevos haciendo que ambos nos uniéramos a los quejidos de Susana que fueron aumentando hasta acabar en un chorro que me llenó la boca, y en vez de darme asco me enloqueció, empecé a refregarle los labios en el clítoris para seguirla haciendo terminar y tragándome el flujo.

S: Te gusta cuñada como te la entierra tu hermano? Y parece que chuparme la concha también te gusta?

M: Las dos cosas juntas me gustan, el sabor de tu flujo y el olor de tu concha me enloquece a tal punto que no voy a dejar más que me llames por teléfono si no estás con mi hermano y me contás vos como te la chupa así te recuerdo y puedo pajearme a gusto.

G: Y papá te dejaba tocársela?

M: No, creo que eso le hubiera hecho sentirse culpable, era mejor ese juego como casual de venir en cualquier momento en que no nos vieran y apoyármela, o yo a la mañana ir a saludarlo a la cama y tirarme arriba como proponiéndole un juego de pelea que terminaba siendo erótico, sobre todo cuando él estaba destapado, entonces podía sentir como le crecía la pija contra mi pubis, y mejor si podía levantarme la pollera y él se la sacaba fuera de la bragueta y me la ponía entre las piernas, así dura y calentita como la tuya Gus hasta que el estremecimiento de él me avisaba que estaba por acabar, a mí me bastaba con eso, ahí me levantaba y lo dejaba con la pija al aire y con todas las ganas, sabiendo que iba a tener que pajear o cogerse a mi vieja.

S: Y ahora seguro te gustaría tener la de tu viejo también apoyándotela, no es cierto?

M: Claro que sí, no me vas a decir que a vos no te gustaría hacer lo que yo hacía con mi viejo?

S: A mí siempre me gustó que me apoyaran, que me la refregaran bien en la raya, sobre todo viajando en los colectivos, me enloquece hacer acabar a los tipos con mi culo. Pero ahora me vas a dejar realizar una fantasía que tengo con vos Mara, hace tiempo que me calienta la idea de hacerte acabar apoyándote mi concha en ese culo hermoso que tenés, y ahora que puedo tener la pija de Gus entre las piernas como la tuviste vos, y sentirla como mía, mi fantasía crece y no solo quiero apoyarte sino cogerte con este pedazo que le sobra, te gustaría?

M: Que si me gustaría me enloquece! Gustavo se la prestás a Susy para que me la meta?

G: Cómo no se la voy a prestar ¿Las veces que me la cogí pensando que te la metía a vos, las veces que me hacía apoyarla imaginando que te estaba apoyando a vos, y ahora que puedo tener su raja montada sobre la mi verga y la punta en tu culo, como no se la voy a prestar para que te la meta y así enhebrarlas a las dos!

M: (A Pablo) Imaginate Pablito, me di vuelta boca abajo y le puse a mi cuñada mi culo a su disposición, ella me montó le agarró la pija del marido que se puso encima de ella y se la pasó entre las piernas, y con el pedazo que le sobresalía me lo empezó a hacer círculos con la cabeza alrededor de mi ojete, que ya pedía a gritos que la meta, pero la guacha me lo escupió y empezó apoyándome apenas la punta, de la que solo sentía la presión que ejercía mi hermano en su desesperación por meterla, mi culo se dilataba cada vez más como tentando a la poronga de mi hermano, y vos Pablito no sentís que mi concha te está llamando también, que me calienta muchísimo recordar el haber tenido la pija de mi hermano toda metida en el culo, haber sentido los pendejos de mi cuñada apoyados entre mis nalgas mientras con la otra mano me hacía una flor de paja, susurrándome al oído lo mucho que la calentaba estarme cogiendo, y pidiéndome que le rogara que se la metiera sino no lo iba a hacer.

P: Y vos se lo pediste guacha?

M: Y como no lo iba a hacerlo si era lo que más quería, a los gritos le pedí que me la enterrara, que nadie me había hecho gozar como ellos dos, que iba a hacer todo lo que me pidieran.

P: Y mí no me vas a rogar que te la meta, no me vas a prometer que la próxima vez que vengan me vas a invitar y me vas a entrega a tu cuñada, pero después que te la tortilleés bien y quiero que vos te la cojas con mi garcha como ella te cogió a vos. Dale pedime turra!!

M: Sí, por favor metémela hasta el fondo, y te juro que te la voy a entregar bien caliente, para que te la cojas junto con mi hermano, dale movete más… quiero sentirla como si fuera la de Gustavo… dale acabame adentro…

P: Y no me vas a contar más?

M: No, ahora lo único que quiero es acabemos juntos, después te sigo contando, así, así… enterramela pensando en Gustavo y Susana, te va a gustar sentir adentro de mi cuñada el roce de la pija de mi hermano… Dale acabaaaa conmigo!

P: ¡Si guacha acabo… tomá… tomá… tom…!!!

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