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Marisol (1)

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Todo empezó en la niñez. Yo nací en un pueblo joven de mi país. Era una zona rural de gente muy humilde. Por cosas del destino nací allí.

Recuerdo esos primeros años en los que convivía con gente de aquel lugar, entre esa personas solo había 2 niños. Ella se llamaba Milagros. Fue mi primera amiga, la primera compañía femenina que tuve. Jugábamos cómo típicos niños de nuestra edad. Y fue así hasta que mi madre consiguió trabajo como cocinera para una familia de una zona acomodada de la ciudad. Cuando esto sucedió tuvimos que mudarnos y dejar ese pueblo, por consiguiente alejarme de Marisol.

Pasaron muchos años, y a los 20 me hallaba estudiando en Estados Unidos. Por motivos que no conciernen a este relato, tuve una vida muy acomodada. Desde que salí de aquel pueblo, hasta el día de hoy viví en zonas de gente adinerada, estudié en las mejores escuelas, y he tenido acceso a posibilidades que de haberme quedado en donde nací, no hubiera si quiera podido aspirar. Ciertamente mi esfuerzo y talento me permitió aprovechar todo lo que pude.

A los 21 ya había terminado una licenciatura en Economía y estaba terminando una maestría en Negocios. Era director ejecutivo de un mercado digital que estaba pronto a cotizar en bolsa. Tenía algunas propiedades y mi patrimonio era amplio para un chico de mi edad. Todo iba muy bien.

Con las chicas me había ido excelente. Había salido con modelos, deportistas, chicas nobles, bellas y sexys... Ciertamente mi debilidad son las mujeres, y no es por nada, pero todas se quedaron satisfechas con mi desempeño. Lo que si ninguna pudo domarme. Sabían que era un joven ocupado y prometedor, así que entendían que no tuviera mucho tiempo para ellas, no más que el de la intimidad.

Yo media 1.85, tenía complexión atlética, de barba moderada pero robusta, de cabellos ondeados, ojos claros, piel bronceada y quizá lo que les atraía más en la privacidad, tenía un miembro de poco más de 20 centímetros con longitud curvada. Era un exótico, ilustrado y guapo latino conquistando el mundo.

Una noche después de una larga faena amatoria con una modelo rusa, la quedé mirando mientras ella descansaba, y me percaté que tenía rasgos que solían agradarme. Tenía aquellas cejas pobladas que me fascinaba en las mujeres.

Había estado con blancas, rubias, morenas, pelirrojas, latinas, orientales, altas, bajas, delgadas, voluptuosas, etc... Pero había características que siempre me atrajeron más. Sabía que existía una perfección de mis gustos, pero si excavaba podría hallar factores muy específicos y priorizados. Las cejas pobladas, los labios de color rosado, los ojos marrones penetrantes, la nariz un tanto ancha, la piel canela, el cabello marrón oscuro, el mentón un tanto alargado y una frente semi grande. Me puse a pensar en el porqué de esas facciones, y comencé a revisar las fotos de las chicas que me pusieron más loco, que curiosamente no eran las más perfectas. Y efectivamente compartían ciertos rasgos.

Recorrí mi historia amatoria, mi lista de conquistas, hasta llegar a mi primera novia, yendo hacia atrás a la primera chicas que me gustó, yendo más atrás a mi primera amiga. Si, Milagros. Pero no la recordaba bien, así que busqué sus redes sociales, y hallé su foto. Efectivamente eran sus rasgos mantenidos, y porque no decirlo, había florecido. No era ni cercana en belleza a la mujer más bella que había tenido en mis brazos, pero sin embargo, tenía algo en el rostro, en la piel, en los ojos, que me atraía como nunca nada me había atraído. La veía guapa. Había crecido, tenía un cuerpo discretamente atractivo. Parecía soltera, pero no lo sé.

Pensé unos días en escribirle, pero luego pensé en mejor no hacerlo. La verdad solo tenía ganas de encamarme con el origen de mis gustos amorosos, o por lo menos sexuales. Era ella mi modelo base. Estaba con dudas sobre si contactarla, así que pensé en una manera cuidadosa de hablarle y ver si algo pasaba...

Lo contaré en el siguiente capítulo.

(9,50)