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Me cogió por todos lados, como se coge a una infiel

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Era grande en serio, apenas entraba en mi boca por lo gruesa, de largo, ni pensarlo… La chupaba, lamía, lo masturbaba y le chupaba las bolas, lo miraba a los ojos y veía como gozaba. Cuando puso su mano en mi cabeza, supe que estaba realmente caliente. Me tomé de su cintura y literalmente me cogí la boca, metiéndola todo lo que podía, sin dejar de mirarlo y escucharlo gemir…

Mi nombre es Marcia, tengo 25 años, soy delgada, con un buen cuerpo, en pareja sin hijos, y tenía hasta el momento que les voy a contar lo que consideraba una buena vida sexual y una regular vida de pareja. Besos, caricias, chupadas mutuas, sexo anal, y cada tanto, contratábamos una chica para hacer un trio. Siempre de la misma forma, yo con la chica y mi Walter conmigo. Nuestra pareja estaba achanchada, poco dialogo.

Vivimos en Mar del Plata, mi pareja tiene negocio de pulóveres y yo soy gerente de un hotel 5 estrellas que es de mi padre. Aclaro, por las dudas, que hice la carrera de hotelería y empecé a trabajar a los 18 años. Para los mal pensados.

Esto pasó fuera de temporada, una semana con muy pocas ocupaciones en el hotel. Yo estaba revisando unas anotaciones en la recepción y veo entrar a un hombre que apenas pasaba por la puerta de alto, de unos 45 años, vistiendo un jean, musculosa blanca y campera de motociclista, con una chica de no más de 20 años, minifalda, top y campera.

—Caballero, buenas tardes. Dijo el recepcionista.

—Hola, buenas tardes. Tengo una reservación hecha, a nombre de Esteban Quiroga.

—Exacto Sr. Quiroga, una suite. Le pido que la señorita me muestre los documentos, disculpe pero…

—Entiendo perfectamente y no hay problema, al contrario. Ana, mostrale tus documentos al señor. Ella lo hizo y estaba todo en orden.

—Disculpe nuevamente.

—Por favor, no hay problema.

—Ya le digo al botones que busque su equipaje y lo acompañe.

—Muchas gracias. Le pido que me envié un whisky y un jugo por favor…

—Ya se lo envío.

No podía sacarle la vista de encima, que tremendo hombre por favor. Se notaba un físico espectacular, sumado a sus modales, un carisma natural, seductor natural… Mi pensamiento fue “Lo que debe ser en la cama”. Estaba en eso cuando me encontré con su mirada y una sonrisa tremenda.

—Buenas tardes. Soy Marcia Aguirre, Gerente del hotel. Espero que disfruten su estadía.

—Hola Marcia, Que joven, bonita, y seguramente muy inteligente para ser la gerente.

—Gracias yo…

Se alejaron y sentí como me mojaba por completo. “No me puede estar pasando esto, no a mí” dije.

El resto del día no salieron de la habitación, en realidad no lo hicieron hasta la hora del almuerzo al día siguiente. Yo estaba junto a los ascensores dando indicaciones al personal de limpieza, cuando veo que salen del ascensor. Ella, caminando con dificultad, él sonriendo.

—Buen día…. Marcia… todavía tengo algo de memoria, sobre todo para recordar el nombre de las mujeres bonitas.

—Hola, buen día. Dije trabándome como una tonta.

Siguieron caminando y me odie a mí misma por eso y por sentirme nuevamente mojada.

Por suerte, no lo volví a ver. A la noche, hacía el amor con mi marido y se me cruzaban imágenes de él, hasta lo imaginaba sin la musculosa. El lunes, cuando volví a trabajar ya se habían retirado. Un par de días y me lo pude sacar de la mente.

Dos meses después, viajé a Bariloche a una expo hotelería. Tres días de semana y el fin de semana. Viajé sola, me hospedé en un muy buen hotel y al día siguiente fui a recorrer la expo. También había reuniones, charlas, en fin, todo. Estaba viendo un stand sobre sistemas informáticos, y escuche que me saludaban.

—Marcia Aguirre, que placer encontrarla. Dijo un hombre a mis espaldas.

Giré y me encontré con el pecho de un hombre pegado a mí cara. Levante la cabeza y me quedé helada. Era el hombre que se había hospedado en mi hotel y me había vuelto loca.

—Hola, ¿Cómo está? Dijo turbada.

—¿Me recuerda? Soy Esteban Quiroga, estuve hospedado en su hotel.

—Claro, disculpe. Lo recuerdo. Dije y sentí como me mojaba por completo.

—No pude felicitarla cuando me retiré, impecable todo, realmente excelente.

—Gracias…

—No quiero importunarla, supongo que vino con su esposo.

—Eh… no, él no… no trabajamos juntos, él tiene su negocio.

—Ah… bueno… Un gusto, espero que nos volvamos a encontrar.

—Claro… y siguió caminando.

Recién en ese momento vi que estaba acompañado por una chica distinta, que rondaba los veinte años. Ahora él estaba vestido con ropa sport, muy joven, y le quedaba espectacular. Me fui por otro pasillo, y lo volví a encontrar de frente, con una sonrisa inmensa, recorriendo mi cuerpo con la mirada y clavándome sus ojos cuando estuvimos casi frente a frente. La chica no existía, no se enteraba de nada.

A la noche, fui sola a cenar a un restaurant y apenas me había sentado, él se acercó.

—Hola, Marcia, ¿podemos compartir mesa?

—Por supuesto.

—Sos una hermosa mujer. Dijo sin preámbulo.

—No tanto como la chica que te acompañaba. ¿No le das de cenar para mantenerle el físico?

—Se portó mal, la mande a la cama sin cenar. Dijo el sonriendo.

—Me sorprendió verte en la expo. ¿Sos del Gremio?

—Estoy por serlo. Con un socio estamos construyendo un hotel en Salta.

—Hermoso lugar, conozco.

Vinieron a tomarnos el pedido y él, antes que yo diga nada pidió una botella de vino.

—¿En serio, que hiciste con la chica?

—La mande a comer un sándwich. Quería cenar con vos.

—¿Eso por qué?

—Porque me gustas mucho.

—Entiendo. Lo que no entiendo es porque yo, sabiendo que soy casada, que puedo rechazarte, cuando ella…

—Porque me gustas mucho, te lo dije.

—Esteban, por tercera vez te repito, soy una mujer casada.

—No soy sordo, pero que seas casada no significa nada más allá de eso. También sos mujer, también tenes deseos, también podes vivir una aventura.

—Y que te hace pensar que tengo deseos insatisfechos y que quiero vivir una aventura.

—Que dejaste que me siente a tu mesa.

—Tengo 25 años, y no soy una chiquilina que corre detrás de un hombre atractivo.

—Nunca diría eso. No de vos… Terminemos de cenar y vamos a tomar un whisky a tu hotel. Al bar por supuesto.

—Vi un lugar mucho más lindo camino a mi hotel…

—De acuerdo.

El resto de la charla fue sobre su futuro hotel, los problemas del gremio. Terminamos de cenar y fuimos caminando las dos cuadras. Cuando entramos eran todos sillones y no supe si maldecirme o felicitarme.

—Sillones… Dijo Esteban.

—Sillones… no nos queda otra. O ir a mi hotel, al bar claro.

—Sillones mejor, menos luz, muy cálido con las paredes en madera…

—Dale.

—¿Seguimos con el mismo tema que hablábamos cuando te invite a tomar un whisky?

—No me invitaste que recuerde, fue más una imposición.

—No quise que sonara así.

—Esteban… es parte de tu personalidad, físico, tu forma de acercarte… A muchas mujeres le puede gustar, a otras…

—Entiendo… me demoliste con eso…

Los dos pidieron whisky, y no hablaron hasta que les trajeron.

—Tengo que decir que estoy desconcertado… Casada, me decís eso, y estamos tomando un whisky.

—No entiendo por qué desconcertado.

—Vos dijiste…

—No dije que a mí no me gustaras, solo que a otras…

—Ves…

—¿Hablamos claro? Pero los dos…

—Acepto, no tengo escapatoria.

—Tenes, pagamos el whisky nos vamos cada uno a su hotel. Nadie te obliga a estar aquí conmigo.

—Sos tremenda… En la que me metí, por favor…

—Contame, me interesa.

—Sos jodida… Soy divorciado, 45 años, hace dos me separé, Me salió el divorcio hace dos meses…

—Y fuiste a festejar a Mar del Plata… seguí…

—Sí, no te lo voy a negar. Aunque parezca otra cosa, siempre fui fiel, incluso hasta la sentencia…

—La amabas…

—Con locura…

—Perdoname…

—¿Por qué?

—Porque te saque de tu mundo nuevo… te hice volver a la realidad…

—Eso me pasa por meterme con mujeres, no con pelotudas descerebradas que lo único que miran es el tamaño y el bolsillo.

Pero es bueno que pase.

—Soy una destruye libido… Jajaja… ¿Por qué dijiste en la que te habías metido?

—Por esto mismo, porque de una mujer me puedo llegar a enamorar, de una pendeja…

—¿Y si te digo que tengo ganas de sexo, de acostarme con vos, por sexo solamente, porque me calentas mucho?

—Puedo salir corriendo en cualquier momento, te lo juro… porque una mujer que me plantee eso, casada, es que tiene muy claras las cosas… y con esta charla que estamos teniendo y que me digas eso, puedo salir corriendo.

—Y dejarme caliente desgraciado…

—La puta madre Marcia… Voy a tratar de contraatacar, ¿Fuiste infiel a tu marido?

—No.

—¿Lo serías?

—Con el hombre correcto, en la situación correcta. Sí. ¿En que viniste a Bariloche?

—En mi camioneta, me encanta manejar.

—Ah…

—No entiendo…

—El hombre correcto sos… situación correcta, frente al lago, sobre tu falda, Frente a frente los dos… por el tema de la altura vio… Para empezar y probar claro. En una de esas no funcionamos, no soy de fingir orgasmos.

—No te rías, estoy acobardado…

—¿Por qué?

—Por lo claro que tenes las cosas, lo directa que sos, decís algo y es noquearme…

—Terminemos el whisky, voy a mi hotel, no estás listo, no cortaste Esteban. No quiero un polvo con el cogedor de pendejas, quiero un gran polvo con un tipo que quiera cogerme bien cogida. Si le voy a meter los cuernos, que valga la pena.

—Marcia…

—Dale. Paguemos.

Él pagó y me acompaño al hotel. Nos despedimos en silencio con un beso en la mejilla. El sábado a la mañana estaba desayunando en el hotel cuando vino a mi mesa.

—¿Puedo?

—Por supuesto Esteban. ¿Cómo estás?

—Reponiéndome de una pateadura que me dio una hija de puta, que me saco la ficha, me destrozo la cabeza, hizo que raje a la pendeja y me quede dos días caminando alrededor del lago pensando.

—¿Te referís a mí?

—Sí…

—¿Enojado?

—Agradecido, sin conocerme me planteaste las cosas como son, Me dijiste algo que no quería reconocer, que tapaba. Dolió, pero me ayudo. Vine a agradecerte.

—Por favor…

—Bueno, no te jodo más.

—Esteban, espera… sentate.

—Decime.

—Te soy sincera, yo también me estoy planteando algunas cosas… Quizás por eso fui agresiva, porque necesitaba probarme algo, pero sin darme cuenta… anoche empecé pensar y me di cuenta. ¿Tenes planes para hoy?

—No, la verdad la expo no vale la pena, no entiendo como la hicieron de cinco días…

—Opino lo mismo. ¿Tenes ganas de pasear conmigo, ir a almorzar a Colonia Suiza? A comer curanto a lo de Goye…

—No conozco, pero vamos, dale.

—¿Tenes ganas de estar conmigo? Esa es la cuestión.

—Sí, tengo ganas.

—Vamos entonces.

Salimos y subimos a su camioneta.

—Claro, nunca una Fiorino, con ese cuerpo una Ram ….

—Sos tremenda… ¿Tenes ganas de hablar de lo tuyo?

—Me di cuenta que estoy aburrida, que si bien tenemos buen sexo, que cada tanto sumamos a una chica, estoy aburrida, porque hasta sumar a la chica, es rutinario, tercer fin de semana… perdimos esa chispa. Lo que te dije anoche, eso fue lo que me disparo todo: Hacerlo en la camioneta, yo montándote, el riesgo, la pasión, todo… Con Walter, nada…

—Entiendo…

—Deja eso de lado, que cuando te vi en el hotel, me moje por vos… Dije mirando hacia adelante.

—No te puedo creer.

—Esteban por favor, te diste cuenta, no te hagas el tonto.

—Marcia, te juro que no…

—Esteban, casi me tiro a tus brazos… parecía una de tus pendejas.

—Sonó horrible eso…

—Real. Contame, ¿cómo son esas pendejas en la cama?

—¿Puedo ser bruto?

—Totalmente.

—Primero, por mi tamaño buscan la proporcionalidad, eso les interesa tremendamente. Pero cuando llega la hora no saben que hacer… Y algunas, ni se conocen el cuerpo, te lo aseguro. ¿Te acordás de la de Mar del Plata?

—Sí… La renguita le pusieron los chicos.

—Porque quiso hacer algo muy estúpido…

—Metérsela en el culo.

—Sí, pero el tema es que: nunca lo había hecho, no se lo dilato nada, se la saco de la concha y se sentó de una…

—Dios… toda desgarrada seguro…

—Vos en cambio, me tiras de montarme en la camioneta… no sos boluda, de esa forma, en esa posición, vos gradúas la penetración, la velocidad, la fuerza, y encima, me haces gozar.

—No se vale, me descubriste el truco. Y vos, ¿Cómo me cogerías?

—A vos… habiéndote escuchado sería un desafío… primero porque te veo muy sexual, muy caliente, segundo, porque dijiste que buscas una gran cogida… Y… primero te ataría las manos en la espalda, con algo, una toalla, camisa, algo, y te pondría sobre mi boca para chuparte la concha por mucho tiempo, primero sin ser muy bruto, pero después, te metería dedos en concha y culo mientras te muerdo el clítoris. Después, sin soltarte las manos, te la metería desde atrás, tomando tu cintura, hasta donde entre, pero que sientas bien como te entra. Después de un orgasmo tuyo… me pondría a chuparte los pechos, jugar con mis dedos en tu clítoris, en el punto G, en el orto. Y me acostaría…

—Hijo de puta… desátame…

—Primero no… y mientras me montas, me tomaría un whisky, disfrutando como me montas…

—Sos un hijo de puta…

—¿Vos, que harías?

—Te haría acostar, me pondría a tu lado, te masturbaría suavemente, y te diría al oído: “Quiero gozar, quiero gozarte. Cogeme bien cogida”. Listo. Te dejaría toda la responsabilidad a vos. Eso la primera vez, la segunda… Tremenda chupada de pija te daría… Te juro que era una de mi fantasías con vos, chuparte la pija hasta hacerte acabar en mi boca en medio de gemidos de placer… que veas en mis ojos y sientas en mi boca como gozo chupándote.

—Hija de puta…

—Y te aclaro, no lo hago ahora, mientras manejas, porque no me podes ver la cara… pero si paras en un lugar seguro, te juro que te la chupo sin importar que me vean…

Esteban siguió un par de kilómetros hasta que encontró un desvío, y lo tomo, recorrió otros 500mts. y se detuvo entre dos árboles. Los dos bajamos corriendo de la camioneta… Lo hice apoyar contra un árbol y no tarde nada en bajarle un poco los pantalones y el bóxer.

—Parece que venías caliente… Dije al ver su pija parada y me puse a chuparla.

Era grande en serio, apenas entraba en mi boca por lo gruesa, de largo, ni pensarlo… La chupaba, lamía, lo masturbaba y le chupaba las bolas, lo miraba a los ojos y veía como gozaba. Cuando puso su mano en mi cabeza, supe que estaba realmente caliente. Me tome de su cintura y literalmente me cogí la boca, metiéndola todo lo que podía, sin dejar de mirarlo y escucharlo gemir…

—Quiero cogerte.

—No… yo te estoy cogiendo con mi boca… quiero cogerte yo…

Y seguí haciéndolo, hasta que sentí que estaba por acabar y tirándolo contra mí, hice que me entre su pija hasta la garganta y allí acabó, directo a mi estómago. Me levante sonriendo y abrí la boca.

—Ni una gota… no me dejaste saborearla, voy a tener que ver si hay más.

—Sos una hija de puta…

Y seguí chupando con todo, nuevamente agarrada de él hasta que estuve segura que él estaba super caliente. Me paré, me quite el jean y la tanga y apoye las manos en un árbol dándole la espalda, separe las piernas y lo mire… En segundos estaba metiendo su pija en mi concha con todo, tomándome de la cintura y levantándome como a una muñeca inflable. Era bestial pero al mismo tiempo evitaba lastimarme, sentir la fuerza con que me sostenía era genial. Así me cogió por un rato, entrando y saliendo como un animal hasta que me acabo adentro, bien adentro de la concha gritando los dos como locos… Me apoyo en el piso y las piernas se me doblaban, aproveche y me puse de rodillas para chuparla le pija con todo, limpiándola por completo…

—Hijo de puta, que buena cogida me pegaste…

—Sos una verdadera yegua, por favor, nunca me chuparon así y mucho menos me hicieron acabar en la garganta…

—¿Tenes agua en la camioneta, me quiero enjuagar la boca?

—Busco, tengo una botella.

Mientras lo hacía, me vestí. Me dio el agua y nos miramos riendo los dos. Subimos y fuimos a almorzar. Cuando llegamos era un mundo de gente. Fuimos a otro lado, una parrilla y nos sentamos afuera, disfrutando la buena temperatura.

—¿Gozaste? Pregunté.

—Como nunca gocé… ¿Vos?

—Pregunta muy tonta…

Quiero suponer que eso no fue todo… Me debes lo que me dijiste que ibas a hacerme, yo cumplí mi parte.

—Cierto…

—Mirá enfrente, alquilan cabañas… Solo necesito comprar algo… Dije.

—¿Vos decís de quedarnos a dormir ahí?

—No, Esteban, digo quedarnos cogiendo ahí… Dije riendo.

—Genial idea. ¿Qué queres comprar?

—Una soga y un par de tangas. Dije y Esteban se tapó la cara.

En el pueblo encontramos una ferretería abierta, compramos una soga de un metro y luego, en un negocio de ropa interior dos conjuntos y en un supermercado, una botella de whisky y dos vasos. Fuimos a las cabañas y alquilamos la más alejada, frente al lago.

La cabaña tenía una galería y dos reposeras. Nos sentamos a tomar un vaso de whisky.

—¿Qué pensas? Le pregunte a Esteban.

—Que por primera vez, desde que me separé disfruto un día completo. Desde la mañana a la tarde.

—¿Te bancas que hable duro?

—Por supuesto Marcia…

—No me interrumpas. Me encantó como me cogiste, porque me hiciste sentir deseada, que estabas caliente por cogerme. Me sentí espectacular chupándote, MUY PUTA, y me encantó… Sacaste un lado sucio de mí personalidad… o lo deje aflorar, quien sabe, el tema es que vos sos el culpable, Jajaja… Me encanta sentirme mojada en este momento, pensando en cómo me vas a coger. Y lo loco, no tengo remordimientos ni siento culpa… y ya estoy pensando en proponerte volver a encontrarnos, donde quieras… Si tenes ganas claro…

—Marcia… claro que tengo ganas.

—Bueno…

Los dos nos quedamos en silencio hasta que anocheció y nos dimos cuenta que no habíamos comprado nada para cenar, y ganas de salir, no teníamos y nos fuimos a la cama, los dos desnudos. Estuvimos un rato abrazados hasta que nos empezamos a besar y Esteban tomo la soga de su mesa de luz, me puso las manos en la espalda y me ato las muñecas, pero sin hacerme doler.

—Mi turno. Dijo. Me puso de rodillas y metiendo su cabeza entre mis piernas, me empezó a chupar el clítoris.

Pero no solo chupaba, lo golpeaba con su lengua, lo succionaba, lo mordía suavemente mientras me tomaba con firmeza de la cintura para que no me mueva. Era magistral haciéndolo y podía sentir como mi flujo chorreaba por mis piernas. Se corrió un par de centímetros y sentí como era el turno de mis labios vaginales. Los chupaba, los separaba con la lengua, me volvía loca totalmente. De pronto sentí como su lengua me penetraba la concha y me sorprendió. La metía y la sacaba, me estaba cogiendo con la lengua y eso me hizo tener un orgasmo.

Siguió haciéndolo, hasta que me dijo.

—Frótate contra mi boca… Y me dio un chirlo en el culo.

Le hice caso y me empecé a frotar. El desgraciado la abría para que mi clítoris se trabe y me excite en cada pasada. Sentí como me metía dos dedos en la concha desde atrás, y con más fuerza me frotaba hasta tener otro orgasmo y sentir que sacaba los dedos.

—Yegua, saborea tus jugos me dijo y me acerco los dedos a mi boca.

Me puse a chuparlos sin dejar de frotarme, estuve un par de minutos chupándolos, hasta que los sacó y sentí que los apoyaba en mi culo y lo empezaba a presionar. No uno, los dos juntos. Me entraron y se puso a chuparme nuevamente mientras me daba otro chirlo y me empecé a mover como loca hasta lograr meterlos totalmente y masturbarme con sus dedos. Lo que no esperaba, era que meta otros dos en la concha, de la misma mano y así, con dos dedos en cada lado me chupara como desesperado, mientras con la otra mano me apretaba los pechos y me retorcía suavemente los pezones.

Cuando tuve el orgasmo quedé temblando y supe que había sido el más intenso de mi vida, hasta ese momento… Sin darme tiempo, me puso de rodillas y se colocó detrás de mí. Su embestida fue tremenda. Juraría que entro toda en mi concha, y de allí me dio duro y parejo, tomándome de la cintura con las dos manos como si yo tuviera ganas y fuerza para escapar. Yo casi no emitía sonido, no porque no quisiera no me salían ni gemidos ni gritos. Cuando acabo en mi concha lo hizo en forma bestial con mi culo pegado a su pelvis, se corrió y me ayudo a ponerme de rodillas.

Empezó a morderme y chuparme los pechos, mientras con una mano juntaba su propio semen y mis jugos que caían de mi concha, los llevaba a mi boca y yo los chupaba, así cuatro o cinco veces y yo cada vez más excitada. Sabiendo bien lo que hacía, mientras chupaba mis pechos y con una mano me frotaba concha y clítoris, tomo dos dedos y los metió en el culo. Y yo sola, me movía masturbándome. Deseaba esa pija en mi culo con locura. Le pedía que me suelte y no lo hacía. Se acostó a mi lado, sin sacarme los dedos del culo yo subía y bajaba mirando como se masturbaba. Metió un tercero y mi excitación era de locura total… De pronto saco los dedos y me desato con facilidad…

Contra lo que yo había planeado, me puse a chuparle la pija mientras le mostraba como yo misma me masturbaba con tres dedos el culo sin parar… Hasta que no di más y lo monté. Tome su pija y la dirigí a mi concha. Lo miraba y apretaba los dientes. Ya casi habituada después de su cogida, me entro sin problemas y me empecé a mover. Vi que tomaba su vaso de Whisky y levantándose un poco tomaba un trago y sonreía.

—Maldito desgraciado…

No podía soportar estar tan caliente y el señor tomando whisky y sonriendo… me lleve dos dedos al culo y los enterré y el desgraciado se puso a jugar con mi clítoris con sus dedos… Cuando tuve el orgasmo se me nublo la vista y sentí como me temblaba todo el cuerpo. Me quede quieta unos segundos hasta que pude levantarme, tomar su pija y guiarla a mi culo. Lo mire, sonreía y me guiño un ojo.

—Hijo de puta… me voy a meter esta pija en el culo y vas a ver como te cojo, desgraciado… Grite.

Muy lentamente fui bajando y mi culo se fue abriendo para recibirla. Cuando paso la cabeza respire profundo y largue todo el aire. Lo peor ya había pasado. Pero me faltaban más de veinte centímetros. Me tomo un par de minutos logra meter toda su pija y empezar a moverme. Me tomo de la cintura y me dio un chirlo. Fue la señal de largada para subir y bajar, cada vez más rápido, cada vez más adentro. De pronto empecé a gritar de placer y él más fuerza tomaba mi cintura. Tuve un orgasmo y vi su mirada y me asustó por algo que no supe definir. De pronto metió dos dedos en mi concha y se puso a jugar con el punto G, mientras con el dedo gordo frotaba mi clítoris con todo.

Eso desato la locura total, me apretaba los pechos, saltaba como loca, tomaba su mano para que no la quite, yo misma me apretaba los pechos. Cuando acabé fue brutal, trataba de gritar y no me salía la voz, otra vez se me nublo la vista y temblando me tire sobre la cama… Él se levantó, me puso de costado y la pierna que quedaba arriba, me la plegó haciendo que la rodilla toque mi pecho. Y me enculo con todo. Pensé que me había lastimado pero solo fue la impresión, ya estaba lo suficientemente abierto para recibirlo y me cogió el culo como animal, yo como podía mantenía los ojos abiertos.

De pronto me puso en cuatro y siguió dándome con todo en el culo, tomándome de la cintura con una mano mientras con la otra me tiraba del cabello…

—Dos dedos a tu concha, vamos… quiero escucharte aullar de placer…

Y lo hice, me metí dos dedos y me masturbaba como loca mientras él me sodomizaba con todo y yo gritaba… Y fue increíble, porque cuando acabo en mi culo yo sin pensarlo aullaba como loba… Se quedó quieto, con la totalidad de su pija en mi culo, hasta que la saco y como pude me di vuelta para chuparlo y limpiarla…

Agarrándome de paredes y muebles llegue al baño y me lave la boca con los dedos y jabón de tocador, volví a la cama y me tire sobre él y lo bese con todo… Primera vez que nos besamos y fue tremendo… En ese instante sentí que algo se quebraba en mi mente.

Nos sentamos en la cama y tomamos whisky. Yo estaba sonriente…

—¿Qué te pareció la pendeja de 25?

—Una bestia total… nunca estuve con una mujer como vos, te lo aseguro, que se entregue tanto, que sepa como gozar y hacer gozar.

—Y yo nunca con un animal que me haga gozar tanto y por todos los lados posibles…

Volvimos a coger y nos quedamos dormidos. A las 7:30 la luz del sol nos despertó, y nos quedamos abrazados en la cama.

En ese momento sentí que vibraba mi celular. Lo saqué de mi bolsillo del pantalón y lo miré. Me sorprendió lo que vi. La app de nuestro lavarropa me avisaba que había terminado el lavado. Y con la aplicación de las cámaras de seguridad pude ver que Walter sacaba ropa de lavarropa mientras mi amiga Estela y otra chica, ambas en ropa interior lo ayudaban. Puse para grabar y lo llamé mientras miraba y hablaba con las manos libres.

—Hola Walter, ¿Pasa algo que me sonó la alarma del lavarropa?

—Nada, nada.

—Ah bueno… Walter, yo vuelvo el martes, seguro que por la tarde. Espero que Estela y la otra chica no estén en la casa, vos tampoco ni toda tu ropa, porque la quemo. Te olvidaste que hiciste instalar cámaras de seguridad adentro boludo… tengo todo grabado, estoy grabando, saluda querido.

—No Marcia, no es lo que parece, escuchame…

—Dame con Estela.

—Marcia yo, fue Walter yo no quería.

—Estela, saluda a la cámara, que bueno que todas nuestras amigas se van enterar de como cuidas a sus maridos. Chau. Dije y corté. Estela se dejó caer al piso llorando, y corte.

Así son las cosas parece… Bueno…

—Mierda que sos dura…

—Esteban, era algo que sospechaba… Y él puso las cámaras adentro para controlarme a mí… boludo… Bueno Esteban, ¿qué hacemos ahora?

—¿Qué querés hacer?

—Mira, no quiero hablar, pase un día y una noche espectacular, me cogiste en forma maravillosa… Llévame al hotel, voy a tomar mi vuelo como planeaba, voy a ir a lo de mis padres y luego veré.

—Bueno, te llevo entonces.

—Espera, ¿vos que querés hacer?

—Me gustaría hacer un viaje aburrido, sin hablar hasta Mar del Plata. Tampoco quiero hablar, pero quiero llevarte.

—Acepto.

Cada uno fue a su hotel, recogimos las cosas y partimos. Hicimos noche en Santa Rosa, La Pampa, dormimos en la misma cama, sin sexo, sin abrazos sin contacto, sin hablar. Nos bañamos, nos cambiamos delante del otro casi sin mirarnos, desayunamos y seguimos viaje. Al atardecer, me estaba dejando en la casa de mis padres.

—Llegamos. Dijo Esteban.

—Cierto. ¿Queres mi número?

—Por supuesto.

Intercambiamos números, nos dimos un beso en la mejilla y entré a lo de mis padres. El partió en su camioneta. Hablé con mis padres, les conté, y llame al abogado. El martes fui a mi casa, las cosas Walter no estaban y me reinstalé. No quería pensar en Esteban…

No tuve noticas de él por un mes. Hasta que un viernes a la tarde me llamo.

—Hola Marcia.

—Hola Esteban…

Creo que nos debemos un café.

—Cierto… Cuando tengas ganas, ven por Mar del Plata o esperemos a la próxima expo.

—¿Tan mal estas?

—Prefiero no hablar por celular.

—Entiendo. Estoy estacionado afuera.

—Hijo de puta. Dije y salí corriendo del hotel.

Me esperaba al lado de su camioneta, sonriendo y con los brazos abiertos.

—Somos muy escandalosos para tu hotel… Dijo después que nos besamos.

—Conozco otro.

Fuimos, cogimos-hicimos el amor como locos, toda la tarde, sin hablar casi. Con la misma ropa a la noche fuimos a cenar afuera.

—¿Qué haces acá loco?

—Eh… vine a coger a una tremenda mina, que me comió la cabeza por completo y a preguntarle si tengo alguna chance con ella.

—Alguna… solo si prometes cogerme siempre como animal. ¿Y tu proyecto?

—Lo vendí. Esperaba tu respuesta para venirme a vivir, y comprar un hotel ya listo. Si querés acompañarme, hoy firmo el boleto.

—Sabes muy bien que quiero acompañarte, pero siempre.

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