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Me gusta tu verga sudada

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Con Marta Lucia nos encontramos por casualidad en una excursión que emprendimos en unas vacaciones de primavera. Fue un viaje repentino y por esas casualidades de la vida la volvía a ver después de mucho tiempo. Siempre creí que teníamos buena química y ambos nos gustábamos pero nunca intentamos en acercarnos pues ella iba a una escuela diferente y también por esta época estábamos en el primer año en la universidad en campos diferentes. Cuando nos vimos fue una gran sorpresa y esos días en las playas de Rosarito en la baja California, terminamos yéndonos a la cama en una experiencia que realmente me pareció muy especial. No éramos novios… creo que ambos lo mirábamos así y, solo sabíamos que nos gustábamos y por esos días de vacaciones y en fines de semana subsecuentes intentábamos encontrarnos y darnos una buena follada.

Marta Lucia era de esas niñas bonitas, de carita tierna y angelical. Tenía una sonrisa bonita y algo cohibida que le daba una percepción de chica buena. La verdad que buena lo estaba, pues desde los catorce años que la conocí ya se le veía que venía desarrollando unos buenos bustos, unas piernas de pronunciados muslos, una cintura curvilínea a unas caderas y trasero de ensueño. Era de personalidad agradable, siempre intentaba integrarse a ayudar y ser parte de cualquier grupo en el que estuviera y creo que eso le agradaba a mi madre, pues aunque Marta Lucia no era mi novia, ella creo que la miró así por esos días que visitaba mi casa y obviamente esta chica actuaba como sí lo fuera con ese acercamiento de mucha confianza entre nosotros pues ya veníamos cogiendo por algunas semanas.

En un relato anterior os conté este reencuentro y esa primera follada que nos dimos con esta linda chica, pero lo que les voy a relatar en esta ocasión es una especie de fetiche que esta chica tenía y que por esos días me sorprendió, pues a pesar de que ya me había follado a varias chicas, todavía estaba en el proceso de entender los comportamientos sexuales que pueden existir. Creo que ya habíamos cogido algún par de veces y este día ella me acompañó a un partido de fútbol en los cuales uno termina completamente sudado después de noventa minutos de juego. En aquella ocasión los demás chicos disfrutaron en ver la belleza de Marta Lucia, pues esta chica no solo era un cuerpo escultural pero esa carita era una delicia. En esa ocasión llevaba uno de esos pantalones con varios bolsillos tipo militar, (moda de la época) sus zapatos tenis y una blusa blanca que le marcaba a perfección esa sensual cintura. No subimos a mi coche el cual era un Mustang del 1965 y Marta Lucia se me acercó a darme un beso. Obviamente yo la intenté de mantener alejada, pues definitivamente estaba muy sudado.

Pensaba llegar a mi casa y darme un chapuzón en la piscina, pero a Marta Lucia se le ocurrió algo totalmente diferente y que me tomó de sorpresa: - ¡Estaciónate ahí! – La zona residencial donde vivía era un lugar poco transitado y muy silencioso. Me estacioné paralelo a unos arbustos bastante altos y Marta Lucia me ofreció su boca para besarla. La verdad que me sentía incómodo, pues aunque me había cambiado camisa y pantalón corto, estaba muy sudado. Ella me dijo lo siguiente: ¡Quiero mamártela! – Sin que yo le diera respuesta ella se abalanzó hacia mí y mientras me daba un beso intentaba a la vez bajarme ese pantalón corto que llevaba. Obviamente le dije que me sentía incómodo… que estaba muy sudado. No me dio una explicación y solo agregó con una sonrisa sensual: - ¡Es por eso por lo que te la quiero mamar! - Marta Lucia no perdió el tiempo y parecía que le importaba poco que estuviéramos en una calle publica y sin pensarlo mucho se fue a chupar mi verga que a esa edad y de la manera que se daba todo esto, aquello salió como un resorte comprimido entre mis calzoncillos. Yo podía sentir el olor de mi verga sudada, pero Marta Lucia se apoderó de mi glande con sus labios y comenzó a mamármela delicadamente.

Para esta edad mi verga alcanzaba fácilmente 22 a 23 centímetros, imposibles para que Marta Lucia con su boquita pequeña se la pudiera tragar toda. Mientras ella me mamaba la verga yo le acariciaba las nalgas por sobre los pantalones. Me tenía tan excitado que pasé a desabrocharle su pantalón y bajarle el cierre. Ya sueltos podía meter mi mano entre ellos y llegar a su conchita y masturbarla a la vez. Ya tenía la conchita mojada y me dediqué a sobar su clítoris con alguno de mis dedos. Nunca imaginé que a Marta Lucia se le antojara mamarme la verga así de sudada, pues ella era de aspecto delicada, de esas chicas que se esmeran en tener siempre puesto un buen maquillaje y oler bien. En esa ocasión adentro de mi reducido vehículo solo se podía sentir el olor del sexo muy penetrante y más que todo por lo sudada que estaba mi verga. Marta Lucia me hizo quitar mi pantalón corto e hizo que encorvara mi cuerpo para ella poder chupar mis bolas. Tanto le excita lo que hacía que tuvo que hacer una pausa, pues me decía que se estaba corriendo pues yo no paré de chaquetearle su panochita. Se corrió de esa manera típica de Marta Lucia, gemidos que siempre intentaba apagar mordiéndose sus labios y con ese tic nervioso que se le miraba en esos potentes muslos que tenía a la edad de 18 o 19 años.

Yo no aguanté mucho más escuchando a Marta Lucia correrse y le dejé ir una corrida tan espesa que se le miraba lo blanco de mi esperma entre sus labios e incisivos. La mayoría de mi corrida se la había tragado y era la primera vez que la miraba tragándosela pues anteriormente me la había mamado pero nunca me había corrido en su boca. Cuando medio nos limpiamos con mi camisa, pues era lo único que teníamos, ella recostó su lindo rostro contra mi pecho desnudo y me chupaba las tetillas saladas de mi sudor y me decía:

- Quizá te parecerá extraño, pero me gusta como hueles cuando sudas… cuando nos subimos al coche y pude olerte más de cerca, se me antojó chupártela así de sudada.

- Disculpa, pero yo siento que apesto.

- No… no apestas. Me gusta como hueles sudado y me gustó chuparte el pito y tus bolas saladas.

Marta Lucia fue la primera chica joven quien me hizo un rimming o me dio lo que llaman besos negros. Yo se lo hice desde la primera vez que follamos, pues tiene como dije un culo de ensueños y un ojete que se antoja chupar. Creo que Marta Lucia fue la primera chica a quien le provoqué orgasmos con solo chuparle el culo. Aquello le gustaba, pues le volvía loca aquella experiencia de correrse así. Desde esa ocasión siempre me pedía que no me bañara antes de follar, siempre quería sentir el olor natural de mi cuerpo, aunque a ella siempre la encontraba bien bañadita y perfumada. A esta chica me gustaba verla con sus faldas cortas y aunque no eran en sí minifaldas, las usaba por sobre el nivel de la rodilla. Tenía unas piernas sedosas y con unos muslos muy sensuales y siempre imaginaba esos calzoncitos cacheteros que regularmente usaba. Siempre eran blancos o color beige y siempre que se los quité estos tenían esos relieves de una especie de bordado donde sus nalgas se le miraban espectaculares.

Quizá la recuerdo de esa manera pues la última vez que follamos vestía una de esas faldas con estos tipos de calzones. Estábamos en su casa pues sus padres habían viajado por el fin de semana a visitar a unos familiares y su hermana mayor a quien también conocía y quien era igual de hermosa, ella nos dejó a solas y lo más probable se fue a follar igual con su novio. Como siempre Marta Lucia comenzaba con su felación delicada… no era agresiva para mamar, pero si muy constante en la mamada. Me chupaba las bolas a no más poder y luego me hacía el rimming que me volvía loco. Le gustaba la posición del misionero, pues le encantaba que la penetrara mientras le mamaba esos hermosos pechos de buen tamaño que creo llegaban a la copa D. Sus pechos eran redondos y con un pezón oscuro de buen tamaño también. Le gustaba atraparme la verga con esos dos exquisitos melones aunque nunca me corrí entre ellos. Siempre me daba los tres postres, pues comenzaba con un oral, continuábamos por el orificio de su vagina y casi siempre dejábamos el anal para terminar. Marta Lucia lograba orgasmos en todas esas maneras pero parecía que le encantaba y que la hiciera correr de perrito, ya sea dándole por su conchita o por ese hermoso culo. ¡Que rico era ver desaparecer mi verga en ese hermoso culo! La recuerdo por todo esto, pero lo que más me llamaba la atención, que parecía ser una chica muy delicada, pero le gustaba chuparme el falo cuando lo tenía muy sudada. Me decía que le gustaba el olor y cómo sabía de salado.

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