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Me travestí y masturbé con las fotos de Candy

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Abrí los ojos con incredulidad. En mis más de 20 años de travesti de closet no había revelado a nadie mi secreto, no había conversado con nadie, ni siquiera comentado ninguna foto en grupos públicos. Pero hoy allí estaban. Sus fotos venían en dos correos diferentes: unas muy discretas y otras un poco más ilustrativas.

Luego de publicar mi último relato me contactó al correo con que lo calcé. Candy, se llama en secreto, también travesti de closet. Sin duda no escogió su nombre por casualidad, sino algún recuerdo muy profundo lo provocó. Intercambiamos algunas frases por esa herramienta de facilidad tecnológica y luego de algunos días, en un momento de soledad, sin que nadie me viera abrí mi cuenta de correo secreto, agitadamente apenas pude respirar de la emoción. No porque sea un tema romántico o de carácter amoroso, que no tiene sentido a estas alturas de la vida, sino simplemente porque sin esperarlo, yo provoqué en alguien el deseo de vestirse de mujer, acariciarse, estimularse y fotografiarse para mí.

Pasé todo el día esperando llegar a casa para homenajear como se debe ese gesto con que me habían honrado. Llegó la noche y nos despedimos en familia para irse cada uno a dormir. Mi madre y mis hermanos a su habitación. Yo temblaba de la emoción. Cerré con llave mi recamara. No había tiempo de elegir mucho, así que me desnudé completamente y me vi al espejo de cuerpo entero del closet y busqué el lugar escondido, ese de donde saqué unas bellas sandalias doradas de medio tacón y me las puse. Es una delicia sentir sus cintas delgadas rodear y amarrar mis pies.

Me vi al espejo de nuevo. Mis torneadas piernas, mi diminuto miembro y mi calzado hermoso. Me enfrenté a mi mismo la mirada: me había convertido en Genoveva de nuevo, sacándola de mi imaginación y del closet para que jugueteara libre.

Vi mi cuerpo de pie en el reflejo del espejo. Mis manos comenzaron a pellizcarme los pezones con los dedos medio y pulgar, mientras el índice sobaba la punta haciendo círculos sobre ella. Sobé una pierna contra la otra. Mi agujero se empezó a humedecer y mi pene comenzó a llenarse de sangre para crecer sus apenas 6 centímetros como máximo.

Me restregué el cabello y la cara con la mano derecha, mientras la izquierda acariciaba todo mi pecho, ombligo y piernas. Metí mi dedo medio a mi boca y lo mamé con lengua y saliva. Iba enloqueciendo cada vez más.

Miraba la mujer que imagino ser desnuda frente a mí en el espejo, e imaginé las fotos que Candy me mandó. Primero eran unas de por debajo de su falda. Ella se las tomó sentada, con una falda blanca y una tanga de encaje blanco/rosa: como cuando un adolescente se mete por debajo de la mesa para espiar a su hermana. Me acaricié toda. Mi piel estaba sensible al máximo.

Imité pegado a la pared otras de las fotos, donde la vi con medias, top transparente, tanga celeste y pechos hechizos.

Me acosté sobre la cama y continué mi juego de caricias a lo largo de mi misma. Imaginé que Candy estaba allí conmigo. Tomé la almohada e imaginé que era ella dándome un beso de lengua ardiente y enloquecida que serpenteaba dentro de mi boca. Me pellizqué de nuevo las tetillas. Acaricié con la palma de mis manos mis costados, cabello, rostro, pies en sandalias, pantorrillas y muslos.

Cuando estaba lista al fin, cuando mi miembro estaba ya endurecido por la pasión, abrí bien las piernas y comencé a acariciarme el perineo, esa pequeña región entre el ano y los testículos. Primero arañándolo lentamente con ambas manos, jugueteando delicadamente. En un súbito arranque, mientras mi dedo índice friccionaba el perineo, violentamente tomé mis testículos, apretándolos, arañándolos, exprimiéndolos; y, mientras eso ocurría, subí la mano izquierda y apreté el cuello de mi verga dura y chiquita, descapotando con rudeza la cabeza del miembro.

Cambié a la mano derecha para que esta agitara en irrefrenable masturbación mi pene. La mano izquierda bajó, como Candy imaginé que lo haría si estuviera vestida de mujer sobre mí, y abriendo mas las piernas, mis dedos acariciaron el perineo y bajaron a mi ano. Estaba muy caliente, deseaba el momento. Me sentía tan mujer con mis sandalias puestas, de modo que me metí el dedo índice dentro de mi culo. Se sentía delicioso: Yo desnuda, como una princesa, fantaseando con ser penetrada por otra travesti de closet como yo, metiéndome el dedo entre el ano, masturbándome duro mi pequeña verga.

Cambié de posición mi brazo y ahora desde debajo de la nalga me metí el dedo medio. Lo hacía fuertemente. Me imaginé a Candy sobre mi penetrándome duro y rico. Arremetí mas fuerte el sube y baja de mi mano con la que me masturbaba. Comencé a gemir incontrolablemente. Pasé dándome placer así buen tiempo, a decir verdad, mucho tiempo, hasta que llegó el momento. Recordé una foto de Candy en la que está de espaldas, con su pecho contra la pared, con un delicioso vestido y en la cual por debajo de su tanga se puede ver algo de sus testículos. Con esa imagen en mente esforcé mas mi masturbación y allí vino esa sensación: recorrió como un rayo desde mis pies hasta mi cabeza y regresó a mi área genital, era un hormigueo caliente electrizante en todo el cuerpo.

En mi recto y ano se produjeron múltiples contracciones, que subieron por mi perineo y como una botella agitada de refresco de cola, sentí una sensación espumeante en la base de mis testículos que subió hasta el cuello de mi verga y finalmente a la cabeza de esta. Un latigazo quemante interno fue lo que sentí cuando un chorro hirviente de semen salió de mi miembro, llegando hasta la altura de mis tetillas, agité rápidamente de nuevo y otros tres chorros de leche me salieron, mientras el agujero de mi ano convulsionaba incontrolable. Tomé el semen y lo embarré en mi cara, imaginando que era el de Candy que me lo vertía en ella. Me dejé el dedo dentro.

Si bien había sido una masturbada espectacular, la noche no terminó allí. Me masturbé 4 veces más. Ya no había semen, ya no podía mantener la erección, pero mi cuerpo quería otra vez sentir el placer de un orgasmo, provocado por esas fotos donde una travesti de closet como yo, se vistió, masturbó y posó para su cámara en mi honor y para mí.

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