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Me violaron, tuve amantes y me sentí virgen con mi hombre
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Todo se desató cuando yo tenía 18 años, me faltaba poco para los 19.  Yo estaba durmiendo en mi cuarto, cuando de golpe una mano me tapó la boca con fuerza y me desperté. Cuando abrí los ojos vi que era mi padrastro, Juan, que me tapaba la boca y con la otra mano quitaba la sabana. Se puso sobre mí, corrió mi tanga y me penetro brutalmente. Yo era virgen, grite pero su mano impidió salir mi grito, me soltó y grite nuevamente pidiendo ayuda. Vi que en la puerta de mi habitación mi madre se masturbaba sonriendo y miraba todo. Los insulte a los gritos y me dio una trompada que me desmayo.

Cuando reaccioné, estaba sola en mi habitación, como pude, totalmente dolorida y sangrando por la boca me levante como estaba, solo con la tanga y una remera. Tome mi bolso y me pude escapar de la casa. Corrí, una, dos cuadras. Caí en una esquina. Dios mandó que pase una patrulla. Me hablaban y yo no escuchaba. Tampoco hablaba, me subieron a la patrulla y ahí busque mi celular. Lo llame a mi tío Tono, hermano de mi padre, que murió cuando yo era chica, pero él siempre siguió presente en mi vida.

“Tono ayudame” repetía y repetía. Uno de los oficiales tomo mi celular y me desmaye. Cuando desperté lo primero que vi fue a mi tío.

– Tranquila, estás segura. Soy Tono mi amor. Estamos en el hospital de la fuerza. Te va a hablar Fernando, es médico y un amigo personal. Solo asentí con la cabeza.

– Hola Silvia, soy Fernando. Soy Doctor. Conmigo está Marisa, también doctora. Entre los dos te vamos a revisar, estás herida.

– Me violaron… Alcance a decir.

– Lo sabemos. Tranquila preciosa. Tenes un suero puesto, y te vamos a pasar un relajante. Seguramente te vayas a dormir. Después hablamos tranquilos.

Y me dormí tomada de la mano de mi tío. Desperté en una habitación, y Tono sostenía mi mano. A su lado una mujer.

– Hola Sil. Estoy con vos. Ella es Carmen, una buena amiga. Me dijo guiñándome un ojo.

– Hola. Dije.

– No hables, ya vienen Fernando y Marisa, los médicos que te vieron. Asentí con la cabeza.

– Hola Silvia, Soy Fernando y ella es Marisa. Te atendimos en la guardia.

– Si me acuerdo algo. Me violaron. Dije.

– Lo sabemos mi amor. Dijo Tono.

– Fue Juan tío, y mamá se estaba masturbando en la puerta mirando. Dije.

– Juan es el padrastro. Dijo Tono con la cara dura como piedra.

– Silvia, te cuento. Por suerte no hay lesiones graves. Estás muy golpeada, fue muy violento. Tenes muchos hematomas en el cuerpo y especialmente en el pubis. La violación fue solamente vaginal. También tenías un corte en un labio, que ya cerramos. No te va a quedar cicatriz. Te pasamos antibióticos, por cualquier infección y la droga del día después, por las dudas. Recolectamos muestras de semen. Como Marisa y yo somos médicos legistas también, documentamos todo. Las muestras están preservadas. Si queres hacer la denuncia…

– No, no quiero. Dije.

– Entiendo. Igual esta todo guardado. Vas a quedar cuarenta y ocho horas internada, queremos controlar tu evolución por si aparecen otras lesiones o golpes, sobre todo en la cabeza. Dijo el médico.

– Gracias.

– Silvia, si queres hablar con un profesional, tenemos gente muy buena que puede ayudarte. Dijo la doctora.

– No, no quiero hablar. Dije.

– Bueno, pero no dudes en pedir ayuda.

Se fueron de la habitación y nos quedamos Tono, Carmen y yo, obviamente. Les conté como fue todo. Mi tío me miraba imperturbable.

– Ahora estas con nosotros. Yo tengo que ir a hacer un trámite pero Carmen se va a quedar con vos. No dudes en hablar con ella. Es como si fuera yo. Dijo.

– Tío, por favor, no quiero volver a esa casa. No sé como voy a hacer, trabajaré para alquilar algo, pero no quiero volver.

– Mi amor, de acá, vamos derecho a mi casa. Yo le prometí a tu padre que te iba a cuidar. Lamento no haber podido protegerte anoche, pero ahora… ahora vas a vivir con nosotros.

– Te amo tío.

Dos días después me dieron el alta, y como me lo dijo, me llevaron a su casa. Cuando llegué, tenía una habitación para mí. Y estaba toda mi ropa y absolutamente todas mis cosas. No faltaba nada. Una semana después, mientras cenabamos me dijo:

– Silvia, voy a pedir a un juez ser tu tutor hasta que tengas 21 años. Ya hablé con él, es un amigo. En realidad, fuimos con Fernando y Marisa. No necesitamos que declares ni nada. Solo tengo que presentar el pedido y me nombra tu tutor. ¿Estás de acuerdo?

– Sí, claro tío.

Tiempo después me enteré que cuando fue a buscar mis cosas mi “madre” negó todo, lo insultó y le dijo que yo era una puta que se acostaba con cualquiera. Él pudo sacar mis cosas por la fuerza. Dos compañeros del grupo comando de la fuerza que lo acompañaron, declararon lo mismo que él, mi madre tratando de golpearlo, rodó por las escaleras y golpeo con la cara en los escalones, por eso el golpe en el ojo y la boca. A su pareja, tiempo después lo encontraron divagando por la calle, desnudo y empalado por un fierro. Al parecer lo habían violado varias veces.

Mi tío me pagó la carrera. Yo no hablaba con nadie, cantidad de chicos me invitaron a salir, pero yo nunca accedí. Pero en el anteúltimo año, hice un click. Me di cuenta que los hombres querían estar conmigo. Y me decidí a usarlos.

Te imaginas, que con 23 años, tenía el cuerpo que tengo ahora. Para ciertas materias, usaba ropa provocativa. Uno de mis profesores era Gerente en una empresa. Un día me invito a tomar un café. Fui. Se puso a tratar de levantarme y yo no hablaba. Hasta que por fin le dije: “Quiero un trabajar en tu empresa”

Una semana después estaba trabajando. Solo tuve que acostarme una vez. Un par de meses después, en una reunión de la empresa, el Gerente General me invitó a salir. Acepte. Fui directa: “Quiero alquilar un departamento, allí nos podríamos ver dos veces por mes”. Y un mes después, dejaba la casa de mi tío. El tipo me pagaba el alquiler. Me recibí, con excelentes notas y me llamaron de otra empresa para entrevistarme.

Fui, y el GG, era muy baboso. Me querían para subgerente de Sistemas. Para la entrevista tenía una camisa blanca y con un botón abierto más de lo necesario. El sueldo era el doble. Y me contrataron. Con el GG anterior me seguía viendo. Un mes después de estar trabajando, cuando terminamos una reunión el GG de donde trabajaba me invitó a cenar.

El acuerdo fue mi tarjeta de crédito por acostarnos dos veces por mes. Tenía tarjeta y departamento pago. Estuve dos años trabajando y de otra empresa me llamaron para cubrir el puesto de Gerente de IT. La negociación fue directa con el dueño.

– Le agradezco el ofrecimiento, pero tengo un muy buen trabajo, muy buen sueldo y además, fuera de contrato, un departamento y el pago de mi tarjeta de crédito. Le dije directamente.

– Entiendo… Como le dije, necesito contratarla. Todo el mundo la recomienda como la mejor. Y el sueldo que le ofrecemos es casi el doble del actual.

– Sí, pero quiero departamento y tarjeta cubierto. Es para mitigar el shock del cambio de trabajo. Dije.

– Bien, la llamo en 48 horas.

En realidad se tomó cuatro días. Fuimos a almorzar un sábado.

– Silvia, mi mujer es quien maneja los números de la empresa. Por eso mucho margen no tengo. Pero yo tengo un departamento que ella no sabe, bien ubicado y muy bien amueblado. Me gustaría que lo viera. Sobre la tarjeta…

– Vamos a verlo y después hablamos de la tarjeta.

Terminamos de almorzar y fuimos. Es donde vivo ahora. Muy bien ubicado, en Palermo. Y hermoso, con todo lo necesario y más.

– Me gusta. Dije.

– Sobre la tarjeta…

Tome la mano del tipo y fuimos a lo que sería mi habitación, el tipo abrió su bragueta y saco su pija.

– Pongamos algo en claro. Puedo ser muy puta en la cama, pero no soy una puta barata para que haga eso. Dije.

– Disculpame.

Cuando terminamos de coger, tenía mi tarjeta cubierta. Podía dejar a los otros dos. Y con Rodrigo, solo me veo una vez por semana. El año pasado, puso el departamento a mi nombre. Y me paga la tarjeta, claro.

Esa es mi historia y mi realidad Franco.

– Wow, tremenda historia. Nunca lo hubiera imaginado.

– Lo sé. Nadie. Y quise contártela porque me gustas, mucho me gustas. Y no quiero esconder cosas, soy frontal.

– Lo sé y ahora lo demostras.

– Nunca me atrajo ningún hombre, hasta que te conocí. Y me gustaría seguir conociéndote y viendo si podemos llegar a algo.

– Eso es una trompada directa a la mandíbula. No es la primera vez que te invito a tomar algo, te das cuenta que me interesas, y mucho pero esto me descoloca totalmente.

– Y lo entiendo. No te preocupes. Y entiendo que no quieras seguir hablando. Paguemos y vamos. Dije.

– Hey, espera, no pongas palabras en mi boca que no dije. Quiero seguir hablando.

– De acuerdo. Hablemos.

– Primero, aflójate. A mí también me interesa conocerte más, y también llegar a algo. Supongo que vos seguirías viendo al dueño de la empresa…

– Sí, hasta que decidamos que rumbo toma esto.

– Entiendo, y yo también podría ver a otras chicas…

– Te rompo la cara. Soy muy celosa, ya soy celosa de las chicas que te miran. Dije.

– Ah… Vamos a otro lado. Dijo.

– ¿A dónde?

No dijo nada, solo me miró sonriendo, pagó la cuenta y subimos a su auto. Antes de arrancar me dio un beso increíble, me dejo totalmente excitada. Ese fue nuestro primer beso. Y vaya que beso. Nada que ver con los que me habían dado antes. Puso en marcha el auto y en diez minutos llegamos a su departamento. En realidad, un piso. No habló en todo el trayecto.

Entramos, me ayudo a sacarme el saco y me dio otro beso impresionante. Me tomó de la mano y me llevo a su dormitorio. Entre besos muy tiernos y suaves, me fue desvistiendo y el quitándose la ropa. Nos acostamos y los besos no paraban yo estaba super excitada. Su boca empezó a recorrer mi cuerpo, mis hombros, mi cuello, mis pechos. Eran oleadas de placer que me invadían en cada beso, algo que nunca había sentido.

Cuando chupó mi concha, pensé que me desmayaba. Su lengua me daba golpes en el clítoris, su boca lo succionaba, su lengua penetraba mi concha o su boca succionaba mis labios. El primer orgasmo fue maravilloso. Fue el mejor que hubiera tenido nunca. Me puso boca abajo y se acostó sobre mí, sentía su pija en mi culo. Grande y dura. Me besaba la nuca, los hombros. Allí tuve el segundo orgasmo y separé mis piernas, quería que se de cuenta que esperaba que me penetrara, pero no lo hizo.

Recorrió mis espalda con su boca, dejando un rastro con su lengua rozando mi piel, justo hasta donde empieza el culo. Me hizo poner boca arriba y con su boca fue subiendo desde mi concha lentamente. En su camino, beso mis pezones con suavidad y luego los mordisqueo. Yo ya estaba con las piernas un poco levantadas para recibirlo.

Me penetró lenta y suavemente. Cuando sentí que la cabeza había me había penetrado, sentí que algo se desgarraba y di un grito de dolor. Él se sorprendió y se detuvo. Le pedí que siga. No sentía dolor, solo placer. Entraba y salía con fuerza pero sin violencia, me agarre con las uñas de su espalda, sentía que en cualquier momento vendría otro orgasmo y así fue. Cuando sentí que llenaba mi concha con su semen, tuve un orgasmo tremendo, único, algo que nunca había sentido. Me aferre a él con todo. Tenía los ojos llenos de lágrimas.

Me dio un beso infernal y no lo dejé mover por varios minutos.

– ¿Estás bien? Me preguntó.

– Muy bien, genial.

– Me alegro mucho.

Era domingo por la tarde. Nos quedamos abrazados en la cama hasta el anochecer, casi sin hablar.

– Ya es hora. Dije.

– Quedate a dormir. Dijo Franco.

– No tengo ropa y mañana tengo que ir a trabajar.

– Estamos solos, con la camisa sobra. Y mañana nos bañamos juntos y te llevo temprano a tu departamento.

– ¿Estás seguro? Le pregunté

– Muy.

Me sorprendió haciendo la cena, muy rica por cierto. Tomamos vino, y después, un café y un whisky en un sillón del living. De nosotros no volvimos a hablar en toda la noche.

– ¿Te jode que tenga dos hijos, una mujercita y un varón? Me preguntó.

– No, para nada. No tengo experiencia con chicos, pero todo se aprende. Dije.

– Son buenos chicos, Milena tiene 14 y Pancho 12. Los adoro. Este fin de semana estuvieron con la madre.

Me contó de su relación con la madre, con los chicos, el viaje que tenían planeado y nos fuimos a acostar. Nos abrazamos y nos dormimos. Cuando nos despertamos fuimos a ducharnos y bajo la ducha nos besamos e hicimos el amor como dos adolescentes. Desayunamos y me llevo a mi departamento.

Cuando llegue a la empresa, fui directo a hablar con el dueño.

– Buen día Rodrigo. Lo saludé

– Buen día Silvia. ¿Qué pasa? Tu cara me dice que no son buenas noticias.

– Renuncio Rodrigo. Me voy de la empresa.

– ¿Cómo? ¿Tenes otro trabajo, en otra empresa?

– No. Estoy enamorada. Hace un tiempo conocí a un hombre, me enamoré, y el fin de semana decidimos darnos una oportunidad, conocernos y ver si podemos avanzar en una relación. Y no quiero serle infiel. No puedo empezar a pensar en una relación teniendo un affeire con vos. No sería honesta. Aunque él sabe lo nuestro.

– ¿Por qué no me sorprende tu forma de actuar? Sabía que este momento iba a llegar. Lo esperaba. Y sinceramente, me alegro mucho. Sos una mujer muy joven, tremendamente hermosa e inteligente. Mereces un hombre a tu lado, un hombre que cuide de vos. Te felicito por la decisión de cortar conmigo. ¿Podemos quedar como amigos?

– Claro, pero sin derecho a roce. Dije sonriendo.

– Por supuesto. Solo cambiaremos de lugar las charlas. Y quiero que sigan, y que sean en esta oficina. No acepto tu renuncia. Te quedas trabajando. Y ni pienses que vas a tener problemas conmigo.

– Gracias Rodrigo. No me defraudas, siempre supe que eras un buen tipo. Me tomo el día, ¿Te molesta?

– Para nada. Nos vemos mañana.

Salí de la empresa y subí a mi auto. Lo llamé a Franco.

– Hola, soy yo.

– Hola, ¿Pasa algo?

– No, tranquilo. ¿Puedo pasar a verte ahora?

– Claro, veni.

Cuando la secretaria me hizo pasar, él se levantó para saludarme con un beso.

– No quiero sacarte mucho tiempo. Vine a contarte que hablé con Rodrigo, el dueño de la empresa. Le dije que se terminó nuestro asunto. Que no quería ser más su amante. Le explique por qué. En realidad, renuncié, pero no quiere que renuncia. Me dijo cosas muy lindas. Como que esperaba esta noticia.

– ¿Por qué lo hiciste?

– ¿Vos pensas que después de como me hiciste el amor ayer, yo puedo estar con otro hombre? Imposible. Lo que sentí ayer es demasiado fuerte como para ofenderte estando con otro hombre. No puedo Franco.

– Te amo. Y te agradezco la honestidad que tenes.

– Yo también te amo. Y gracias por hacerme descubrir que es hacer el amor. Ah, viste que ayer me quejé cuando me penetraste, pues, sentí que estaba perdiendo la virginidad, hasta sentí dolor. Ahí me di cuenta que te amo, que quiero ser tu mujer.

Me dio un beso tremendo. Llamó a la secretaria para que venga a su oficina.

– Brenda, te presento a Silvia, mi novia.

– Un gusto señorita.

– Igualmente Brenda.

– Brenda, me voy. No vuelvo hasta mañana.

– ¿Lo encuentro en el celular?

– Brenda, si me encontras, y no es algo tipo que dejo de girar el planeta…

– Si, ya sé, me echa. Dijo ella riendo.

– Correcto. Hasta mañana.

Fuimos a su departamento en los dos autos, subimos y nos tiramos en la cama a hacer el amor como dos locos. Más tarde, fuimos a buscar algo de ropa a mi departamento. Desde esa tarde vivimos juntos.

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