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Mi abuelo y el manjar de mis tetas lactantes (2)

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El frágil cuerpo de mi abuelo yacía sereno, respiraba con tranquilidad después de aquella marejada de leche que había salido de su gran miembro viril. Tenía los ojos cerrados y sudor en su frente, de cierta manera me recordaba a mi hijo después de alimentarlo, que paradójicamente era lo que acababa de hacer. Había alimentado a mi abuelo con mi leche maternal, lo tuve amorosamente en mi regazo dándole de beber de mis nutrientes y al mismo tiempo dándole un placer que seguramente desde hace mucho tiempo no experimentaba.

A pesar de aquel fugaz encuentro intimo entre nosotros, aquella bestia fornida y llena de venas entre sus piernas aún no estaba satisfecha. Pulsaba y se erguía como un soldado fuerte y listo para una gran batalla. Lo que valía la pena recalcar ya que eso no era muy común en hombres de su edad, ya estaba bastante entradito en años. Aun con restos de esa leche y queso que había secretado en aquel instante su enorme y vieja verga lucia extremadamente apetecible. Su embriagante aroma me invitaba a acercarme. Me llamaba a degustar aquel sabor particularmente amargo, esa mezcla tan deliciosa de orina, semen y esmegma.

Mi boca salivaba profusamente mientras acercaba cada vez un poco mas mi rostro a su glande reluciente. Saque mi lengua, estaba llena de saliva, la pase desde la base de su gran pene. Desde sus tremendos testículos llenos de semen que colgaban por la edad hasta la punta de su deslumbrante glande. Su pene reacciono poniéndose aún más duro. Las venas se sobresaltaron y una gotita de pre eyaculación se asomó de manera tímida por el agujero de su uretra. La recogí despacio con la punta de mi lengua. Un sabor exquisito y dulce me hizo añorar aún más. Puse sus testículos en mi boca y comencé a masajearlos con mi lengua en forma de torbellino. Sus grandes gónadas bailaban al ritmo de mi lengua traviesa mientras eran bañadas por la calidez de mi saliva. Su pene no perdía su erección. Era un gran guardia vigilante que no abandonaba por ninguna razón su puesto. Me excite demasiado y una mordida se me escapo. Sentí estremecer su cuerpo y enseguida se despertó.

-Hija que estás haciendo.

-Nada abuelito, solo estoy atendiendo a tu linda verga, necesita de mi cuidado y no me gustaría que estuvieras todo el día con tanta tensión acumulada, no es para nada bueno para tu salud.

-No es necesario que hagas esto hija, yo puedo encargarme solo de esto.

-Para mi es un verdadero placer, es lo menos que puedo hacer por todo el amor que me has dado y la manera en la que nos ayudas, tu solo relájate, descansa y déjamelo todo a mí.

-No es necesario hija, esper…

No pudo terminar su frase. Me metí más de la mitad de su verga en mi garganta de golpe. Su reacción fue tan placentera que perdió el habla por unos segundos, acto seguido se reclino y me dejo seguir con mi acto sexual. Las lágrimas me brotaban cada vez que intentaba ir más lejos, su verga debido al grosor representaba un enorme reto, pero no iba a rendirme tan fácilmente. Cada vez me empujaba un poco a ir un centímetro más lejos. Cada lagrima viéndolo a los ojos, cada ataque de tos me hacía mejorar. En un momento tosí y enormes hilos de saliva, pegajosa y larga salieron de lo mas profundo de mi garganta. Los tome con mis manos y lo use para seguir lubricando su enorme falo. Lucía húmedo y deslumbrante, por fin estaba listo para ser insertado en mi vagina. Tome un poco de la abundante saliva que había en su pene y la frote en la entrada de mi vagina. El me miró fijamente y me dijo:

-Hija, que estás haciendo, no podemos ir tan lejos.

-Lo necesito, abuelo por favor solo déjeme hacerlo.

-Somos familia mi amor, no podemos.

-No estoy pensando en eso ahora mismo, solo puedo pensar en que usted este dentro de mí.

-No lo hagas, detente.

-Ya es tarde, seré suya por completo.

Me senté rápidamente en él. Una gran punzada de dolor recorrió desde mi pelvis hasta mi estómago. Sentí como si algo hubiera golpeado por dentro mi vientre. Algo demasiado duro. No entro del todo y aun así sentía como el brazo de alguien perforando mis entrañas. Grite de dolor y placer. Su cabeza se reclino y no dijo una sola palabra. Mi cuerpo se movía simplemente por instinto. Puse mis manos en su pecho grisáceo y comencé a brincar sobre él. Mis enormes senos aplaudían, “clap, clap” mientras hacia el baile del amor con el rebotando mi pelvis sobre la suya.

El solo estaba inmóvil ahí, con la cara fijamente mirándome y la boca abierta sin poder gemir. Yo estaba embriagada de placer, mis senos se sentían a reventar de nuevo y mi sudor comenzaba a humedecer mi cabello. En un momento el ya no pudo resistirse más al martirio de mi figura y aun sin quererlo tomo mis grandes glúteos. Yo sujeté mis pechos y empecé a exprimir aquel dulce manjar desde dentro de ellos. EL hizo un esfuerzo por erguirse y comenzó a beber de ellos nuevamente. Disminuí en intensidad para que el pudiera sujetar tranquilamente mi pecho en su boca.

Me movía lentamente, pero, el pene de él estaba tan profundo que sentía como se acalambraba todo mi interior de dolor. La leche de mis senos salía profusamente en varios hilos. Podía notarlo por la manera en que exprimía con su mano el seno que no tenía en la boca. Ambos estábamos bañados en sudor y fluidos lácticos. Comencé a besarlo con mi lengua, danzando en un tango sexual dentro de mi boca. Acariciaba su cabeza mientras me meneaba lentamente frotando mi clítoris con su vientre. Sentía que estaba en un orgasmo infinito, el placer era suculento y no quería que acabara, pero mi interior me hacia el llamado urgente, me clamaba por poder estallar en una cascada de humedad. Me acerque a su oído y le susurre- hazme venir y vente dentro de mi abuelo, demuéstrame que aun te queda algo de hombría-. El me abofeteo y me tiro boca abajo. Me tomo de los cabellos y me empujó la cabeza hacia abajo aplastándola.

-Te voy a enseñar a respetar a tus mayores.

-Abuelo espérate, estaba solo jugando un poco.

-A la chingada con jugar, te voy a tratar como lo que eres, una puta cualquiera.

-Espérate ahí no!

Empujo con fuerza y destrozo la entrada de mi ano sin piedad. Sintió resistencia de parte de mi culo, pero no le importo. Tomo un gran mechón de mi cabello y jalo hacia atrás al mismo tiempo que empujo aún más su gran pepino. No le importo mi integridad ni tampoco fue cuidadoso, su bestia interna se desato por completo. Yo grite de dolor, su enorme falo destrozaba todo a su paso como un gran tornado. En un momento ya no hubo mas resistencia por parte de mi ano. Se rindió ante su gran verga. Él se rio burlándose de eso y fue aún más brutal en sus embestidas gimiendo como una bestia en celo, haciendo sonar mis nalgas tan rápido como podía.

Yo tenía los ojos desorbitados por el placer y una corriente cálida recorría mi cuerpo entero. De pronto lo supe un gran orgasmo se desbordaría de mi vagina. En ese instante lo escuche gruñir -tómala toda puta-. Una gran cantidad de semen fue inyectada a través de su verga hacia mi ano. El calor quemante de las heridas en mi culo se mezcló con la lava hirviendo que era su semen senil haciendo estallar en llamas mi trasero, no pude más y grité que la lengua de fuera babeando de éxtasis y placer como la perra en celo que él me había convertido. Mi vagina erupcionó en grandes chorros orgásmicos, con una presión como de manguera de bomberos mojaba todo el lugar. El me dio dos nalgadas, déjalo salir todo putita -dijo mientras me observaba venir una y otra vez. Caí rendida boca abajo en un gran charco de mi placer y el me miraba, podía sentir su mirada. En un segundo sentí su pene tomando mi vagina a la fuerza, esto aún no terminaba.

Continuará…

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