Nuevos relatos publicados: 0

Mi papá y yo colaboramos (JAV 1)

  • 6
  • 23.671
  • 9,12 (26 Val.)
  • 0

Resumen de películas japonesas (JAV).

Papá está enfermo, de algo que no sé cómo se llama, pero que lo tiene postrado en casa. No da ningún problema, el pobre, sólo está allí acostado en el futón, y le damos puré y agua y le tenemos que lavar y cambiar el pañal. Sigue igual que siempre, salvo eso y no hablar; el médico ha dicho que estas enfermedades son así, y que con las medicinas en dos o tres semanas mejorará y volverá a la normalidad. Espero que sea así, porque, aunque no da un ruido, y no parece que esté sufriendo más de lo que es estar sin poder hacer nada, da pena que un hombre todavía no muy mayor esté así.

Bueno, pues el caso es que yo aquella mañana de sábado, que no tenía que ir a clase (estoy en la universidad y tengo la suerte de no tener que viajar demasiado), estaba limpiando la habitación con la aspiradora, mientras mamá preparaba la comida, andando de acá para allá buscando ingredientes y abriendo cajones, con lo que siempre aparecía o desaparecía delante de la puerta de la habitación. Es un poco desorganizada, mi madre.

Yo, como estábamos en casa, me había puesto unos calcetines largos, hasta más arriba de la rodilla, y una minifalda de cuadritos. Unos me protegían del frío, y la otra de la impudicia. Son cosas como de película, ¿verdad? Bueno, que yo estaba pasando la aspiradora y andaba alrededor de papá, que miraba y callaba. Otra cosa no podía hacer. Iba dando vuelta por la habitación y, naturalmente, a veces pasaba cerca de él, que miraba desde abajo; o bien me tenía que inclinar poco o mucho para mover algo, o tocar algún botón de la aspiradora.

Me di cuenta de que mi faldita de cuadros no era lo más apropiado para la tarea cuando te miran desde el suelo, porque los ojos de mi papá se abrían mucho, y su boca también. Le pregunté si quería agua, asintió y le di un poco, sujetándole la cabeza, y bebió ávidamente. Al irle dejando bajar la cabeza vi que se me quedaba mirando la blusa, o más bien el escote, pues con el gesto y la postura se me veían las tetas, ya que no tenía sujetador; como estaba en casa...

Pobre papá, la sed que tenía. Yo seguí con mi tarea, y papá con la suya de observación.

Al acabar, (que hay que ver lo que hay que moverse y agacharse e inclinarse para recoger el cable y los accesorios, porque el muelle del cable se estropeó hace poco, y no se pulsa un botón y ya está)… Al acabar, digo, me dijo mamá que por favor aseara a papá, que seguro que estaba sudado. Esa impresión si que daba, desde luego. Parecía que el pobre había estado haciendo un esfuerzo.

Lo destapé, le abrí el pijama y le fui pasando un paño húmedo, y parece que eso le aliviaba el calor. Me di cuenta de que tendría que quitarle el pañal, para que no se escociera y estuviera sequito. Lo destapé del todo, y le bajé el pantalón y quité el pañal. Estaba algo mojado, sí. Se lo quité del todo, y me puse otra vez con el paño. Una cosa noté, y es que si bien antes mi papá hacía algún ruido, ahora se había callado, o más bien el sonido era como sordo, y como de más adentro.

Según pasaba el paño, claro, tuve que limpiarle sus cosas. No sé qué palabra usar, esas cosas que tienen los hombres. Noté también que cuando las tocaba el sonido aumentaba un poco. Lo que también aumentaba era su cosita. Bueno, yo he estudiado y sé que se llama pene. Su pene crecía, y no es que antes estuviera pequeñito, era como si hubiera estado esperando. Miré con curiosidad al pene y la cara de papá. ¿Estaban relacionados? Me parecía que sí, con lo que decidí hacer algún experimento más.

Una vez que estaba lavadito del todo, y bien fresquito, tomé el pene con la punta de los dedos, y lo moví un poco. Sí, aumentaba de tamaño. Aprovechando la situación, y mirando de vez en cuando hacia la puerta, porque mi madre iba y venía por allí delante y a mí me parecía que no se iba a tomar bien aquello, sujeté ahora con la mano entera el pene, y fui moviéndola de arriba abajo, lo que parecía tenía efecto automático en mi papá. Diría que el sonido era más alegre, no sé cómo explicarlo. Seguí, y la verdad es que cuando iba moviendo una mano, la otra se me fue, sin darme cuenta a mi cosita, bien tapadita con las braguitas, pero que ahora estaban mojadas. ¡Debía haber relación entre mis cosas y las suyas!

Por interés científico puse gran empeño en destaparme un lado de mi vulva y tocarme por esa zona e incluso adentro, ese granito del placer que llaman. kritoris, me parece. Estaba muy atareada yo, y también empecé a tener calor, con tanto movimiento. Me parecía que estaría más cómoda de rodillas sobre mi papá, que así, a un lado, y eso hice, mirando otra vez con cautela por si mi mamá (que golpeaba una cacerola con denuedo) se interesaba por el estado de mi papá. Él estaba bien irrigado, se veía, por cómo iba aumentando el pene, y que la circulación iba bien. No hablaba, pero se expresaba perfectamente.

Para evitar incomodarme, me quité la braguita y me puse (no me daba vergüenza ya) enseñándole el culito a papá. Bueno, la verdad es que no es culito, es un culo bien formado, que no sé hacer twerking, pero está redondito y firme. Me puse como digo y, mirando el pene de papá, lo tomé en la mano y seguí con los movimientos. Con la otra mano, a lo mío. El calor iba en aumento, creo que para mi papá también.

Me pareció que debía fomentar la relación paterno-filial y decidí, (mirando la puerta otra vez), subirme a ver cómo se podía hacer el trabajo de dos en uno. Me subí al pene de papá y el pene entró, entró, entró, y yo abrí mi cosita y mi boca también se abrió, como la de mi papá. Recuperó un poco el movimiento, y yo ayudé, sin saber cómo, pues todo parecía natural.

Cada vez íbamos más rápido, no sé cómo nos poníamos de acuerdo, y más y más rápido y profundo él, y yo más rápido y alto para bajar más, ayudando, hasta que otra vez le cambió el sonido, y algo noté que le subía por el pene y se me desparramaba por dentro, y yo, con el dedito en el krítori me vi como metida en un tsunami en mi costa, y no tuve tiempo de subirme a una montaña, y me quedé un momento sin respiración, y mi papá también, pobrecito.

Un rato no pude hacer nada más que estar allí, y mi papá tampoco se movía más que en la parte superior del pene, y yo lo notaba dentro y un poco sí que me movía, no quiero mentir. Después, con cuidado, me levanté, me sequé como pude, limpié otra vez a papá y, ya sequito y con su talco y su pañal, le volví a tapar.

El médico ha dicho que papá ha experimentado un cambio para mejor notable, casi inexplicable de lo rápido que ha sido. Papá me mira y yo lo miro, y pienso que ha sido por la ciencia y la colaboración científica entre los dos.

Estoy deseando volver a colaborar con él.

(9,12)