Bajé las escaleras de prisa mientras llamaba a un taxi, nada me importaba más que llegar a casa, la espera y el viaje fueron los minutos más largos mientras mi cabeza era un sinfín de pensamientos, no tenía la más mínima idea de que decirle a Sasha, todo lo que pensaba me sonaba ridículo y ni decir de las imágenes que se me cruzaban eran las de Carlos Matías haciéndome tantas cosas.
Mientras me seguía hundiendo en mis pensamientos escucho una voz que me decía: señorita, señorita, hemos llegado, ¿está bien? – Sí, sí respondí, pagué y bajé del vehículo.
Mi sorpresa fue grande cuando veo a Sasha esperándome en la puerta del edificio. Me acerqué a ella mientras le trataba de sonreír, pero su mirada era de rabia, pocas veces la había visto tan enojada. Cuando llegué donde ella intenté darle un beso, pero fui rechazada.
– ¡¿Tanto demoraste en llegar?! ¡No llevé mis llaves y tuve que esperarte todo este tiempo bajo la lluvia!, te llamé 11 veces y no contestaste, ni te importé en todo este tiempo. Me reclamó.
Busqué las llaves en el bolso y entramos al edificio, subimos a nuestro departamento en el segundo piso sin decir ni una palabra, al entrar le dije: De verdad lo lamento mucho, ya sabes que a veces se me olvida que pongo el teléfono en modo silencio y bueno no veía a mi amigo de hace mucho, ni sabía que estaba acá. No me percaté en el tiempo que pasó.
Sasha no quiso ni mirarme, mucho menos escucharme, solo me dijo: no tengo ánimos de escuchar tus justificaciones, solo quiero darme un baño.
Como para tratar de calmar su enojo me puse a prepararle la cena, esperando que eso la calme, abrí la nevera y con lo que había podía prepararle una sopa castellana, al menos la ayudaría con el frío que había sentido, pensé.
Mientras cocinaba escucho que sale de la ducha, trato de apurarme y al terminar voy a la habitación llevándole la comida… – amor te preparé la cena, está caliente, no terminé de hablar cuando me dijo un rotundo: No, gracias. Voy a dormir, mientras me miraba fríamente, de esas miradas que sólo ella sabía darme y que me congelaban de inmediato.
Bueno era entendible su enojo así que me preparé un café y me senté en el sofá, mirando mi taza de café recordé todo lo que aquel aroma me hizo vivir, sola en el mueble mi mente viajó al departamento de Carlos Matías y lo que había pasado esa noche, en lo que yo había sido capaz de hacerle a Sasha, de lo que yo misma había podido ser capaz de hacer, como fui cediendo a mis más bajos instintos con un hombre al que acababa de conocer y solamente había compartido un café.
En esos momentos recordé cada segundo a su lado, cada azote, cada beso, cada palabra y como se fue apoderando de mi tan sólo con su presencia. Sin percatarme estaba presionando mis muslos mientras me sentía completamente húmeda. Mierda, como podía ser capaz de seguir sometiéndome aun estando tan lejos.
Empecé a tocarme pensando en él, sintiendo mis dedos suaves y húmedos deseando que fuera su pene el que se frotaba e introducía en mi vagina, cada dedo que metía me excitaba más, era como tenerlo a él, lo veía en mis recuerdos, en mi mente, casi podía tocarlo, sentía su aroma, su perfume, hasta su sudor en mí.
Después de unos minutos de tanta excitación me volví a venir acabando tan cansada, pero complacida, que pensé en tomar un poco de fuerzas cerrando mis ojos quedándome dormida hasta la mañana siguiente, al despertar me veo con una manta encima – todavía se preocupa por mí, pensé, seguro Sasha ya no está tan enojada – por lo que decido mandarle un mensaje: Gracias por cuidarme amor, espero que esta noche podamos conversar sobre lo que pasó y que ya no estés enojada conmigo. Ten un muy buen día, recuerda que te amo, besos.
Decido meterme a la ducha; mientras estaba de pie desnuda recibiendo el agua tibia por mi cuerpo y tratando de “quitarme” las huellas de Carlos Matías, pero ¿que estoy haciendo? Me pregunto, reflexiono el daño que podría causar a Sasha y a mí misma por lo que decido que todo quede como una aventura, que ya no puedo volver a verlo todo esto es muy peligroso para mí y debo detenerme.
Así inicio mi miércoles, me preparé unos huevos benedictinos y una taza de café; al terminar de desayunar salgo a las citas que tenía ya programadas. En cosas del trabajo se termina mi tarde y al caer la noche antes de ir a casa paso primero al supermercado por unas cuantas provisiones, casi no había comida en la alacena y quería prepararle su plato favorito a Sasha.
Llego y voy a la cocina para preparar la cena, sentía tantas ganas de abrazarla y que todo se arregle. Ya no quería pensar más en Carlos Matías ni en todo lo que me hizo. ¡Ya basta!, el viernes no irás a ningún lado, amas a Sasha, no puedes tirar por la borda 4 años de relación por una simple aventura, me repetía. Pero Carlos Matías estaba lejos de ser solo una aventura, él iba a cambiar mi mundo para siempre, algo dentro mío lo sabía, pero no estaba dispuesta a aceptarlo.
Sasha no demoró en llegar, cenamos tranquilas, le volví a pedir perdón y a prometer que no volvería a pasar. No la veía muy contenta pero aun así accedió a beber una copa de vino conmigo, mientras ella tomaba yo me puse detrás de ella y empecé a hacerle un leve masaje en el cuello y espalda, sabía que eso le encantaba por lo que luego de un rato me agaché para besarle el cuello, sus orejas, la giré y empecé a besarle los labios.
Casi le arranque la blusa mientras caminábamos al dormitorio donde entre besos y caricias terminamos en ropa interior, le quité las bragas y me puse entre sus piernas para lamer esa hermosa vagina que tanto me gusta, sentía como le fascinaba que hiciera eso, mientras jugaba con mi cabello y me jalaba un poco empezó a escurrir de tanta excitación, me dijo, quiero probarte también, así que me senté en su cara, mientas movía mis caderas y jugaba con ese cabello castaño medio corto que tiene, ella me lamía haciéndome humedecer más, pero también quería sentirla por lo que me inclino y empezamos a hacer un 69, gemíamos tan fuerte que sentía que todo el mundo nos podía oír, cada una comiéndonos por completo hasta que ella se detiene y me dice: espera, usemos algo, abre el cajón del velador y saca un dildo doble, me lo introduce y ella hace lo mismo, está montada encima mío podía sentir como teníamos hinchadas nuestras vaginas frotándose mientras nos penetrábamos con el dildo, me apretaba los pechos fuertes, así deslizándonos ella sobre mi tuvimos un orgasmo muy intenso quedando acostadas por unos minutos.
Al cabo de un momento le digo: vamos a bañarnos que estamos llenas de sudor, entre risas nos metemos a la ducha, nuevamente allí empezamos a tocarnos, a besarnos, me chupaba los senos como nunca lo había hecho y yo a ella. Metí mi pierna entre las suyas y ella hizo lo mismo conmigo nos empezamos a frotar las vaginas, era tan delicioso, aún con el agua podía sentir como lubricaba, como se sentía lo tibio de sus fluidos. Ay, amor, así, así córrete, córrete para mi le dije, mientras la sostenía desde una de sus nalgas apretándola y moviéndome más y más rápido. Esa noche tuvimos muchos orgasmos, terminamos agotadas y complacidas. Hacía mucho que no teníamos un encuentro sexual tan intenso.
El día siguiente todo fue normal entre ella y yo, éramos felices, pero dentro mío quería más, quería a Carlos Matías, a pesar de saber que no lo volvería a ver deseaba su presencia, deseaba sentirme sometida por él, a su antojo. Dejando de lado las ideas en mi cabeza fue un día normal, cené con Sasha y luego nos dormimos mientras veíamos nuevamente una serie que debimos de haberla visto ya unas 10 veces tranquilamente.
Cuando me di cuenta ya era viernes, no voy a ir a ningún lado, es mejor que esto acabe de una vez. Haré mis cosas normales, por la noche cenaré con Sasha y punto, cuando me dé cuenta el día habrá acabado, me dije.
A las 7 de la noche me metí a bañar, cuando salí me puse un vestido azul con medias negras transparentes y botas de taco alto. Voy a sorprender a mi novia, me dije, pero mi teléfono sonó: – Hola amor ¿Ya llegas? le pregunté. – Lo siento cariño salió una reunión de trabajo de último momento creo que esto puede demorar un poco.
Bueno ni modo, decidí salir a caminar al fin y al cabo ya estaba cambiada, no hacía tanto frío, pero cuando me percaté, estaba nuevamente frente a los jardines Falcone e Borsellino mirando ese edificio que tanto me gustó la primera vez que lo vi, mis pies caminaron de manera automática entrando y subiendo al 3er piso.
¡Mierda! ¿qué hago acá?, me dije, vi el reloj y eran las 8:10; con temor, pero a la vez como una emoción que me recorría de pies a cabeza, toqué el timbre y salió él, me miró enojado y me dijo: “Llegas 10 minutos tarde, te dije claramente a las 8, pasa perra”. Lo miré con asombro, le dije, ¿buenas noches no? A lo que él respondió: Parece que no entiendes que por cada cosa que hagas mal tengo que castigarte. Me daba incertidumbre ese “castigo” aunque dentro mío lo deseaba, entonces me llevó a una habitación decorada entre negro y rojo, tenía una serie de cosas de cuero y cadenas, algunos muebles, honestamente estaba tan nerviosa que no recuerdo al detalle todo lo vi, pero si recuerdo que me llevo hasta una estructura con forma de aspa forrada en cuero, con unas correas en cada extremo.
Quítate el vestido me ordenó, volví a sentir ese poder que tenía en mi para poder hacer conmigo lo que él quisiese. Quedé con las medias y las botas, me colocó frente a esa estructura y me ató los tobillos y muñecas con las correas formando una X con mi cuerpo.
Por cada vez que hables aumentaré uno más, dijo, terminando de escuchar esas palabras sentí un látigo en la espalda. Me tomó por sorpresa y mi reacción fue de gritar
– Ayyy!!! Pero que ha….
– ¡Silencio! Escuché mientras caía otro azote en mi espalda, te dije que te daría uno más si hablabas, ahora serán 21, te faltan 19.
Así pasaron los latigazos, uno tras otros, en diferentes partes de mi espalda, parte de atrás de los muslos y nalgas… me ardían esas zonas e imaginaba que mi piel debería estar ya muy roja cuando me dice: Tienes que aprender a ser puntual con tu Amo, – ¿Mi qué? Pensé, no entendía que quería decirme con eso, pero de una u otra forma me dominaba totalmente y no estaba muy lejos de que esa palabra sea tan real, todo mi ser reaccionaba a sus órdenes.
Mientras pensaba todo eso sentí el último azote en mis nalgas y procedió a pararse detrás mío pegándome todo su cuerpo, podía sentir su aroma empezó a tocarme el cabello y mi cuello, ya puedes hablar me dijo, a lo que respondí: ¿Querías que venga para esto?, ¡No! me respondió, aunque sólo aumentamos algunos azotes, espera…
Terminando de decir eso se alejó, fue hacia una mesa y vi que agarro algunas cosas, vino donde estaba yo así tan indefensa, pasó una de sus manos por mi espalda hasta mi cintura me rodeo y llegó a mi vagina que estaba completamente húmeda me frotó un poco mientras que yo trataba de moverme para sentirlo más pero las ataduras me impedían todo, muy rápido retira su mano y me agarra del cabello jalándolo un poco hacia atrás, mientras que con su otra mano empieza a introducir una bola pequeña por mi ano, luego otra y así poco a poco, logra meter todas las bolas chinas, me suelta del cabello y me da una nalgada.
Me libera de las manos y tobillos y me dice: arrodíllate perra, desde hoy vas a saber que tú lugar es así, arrodillada ante mí, no me vas a ver ni hablar hasta que Yo te dé permiso. Ahora besa a tu amo.
Mirándolo hacia arriba intento pararme para besarlo cuando escucho: shhh no te dije que te pares, bésame desde allí, mi cara apenas llegaba a su zona media pero estaba a un metro de distancia y no entendía como besarlo pero moría por hacerlo, me inclino hacia él para intentar besarle al menos las piernas pero se aleja por lo que caigo un poco y quedo a sus pies, no me había fijado que estaba descalzo pero no me importaba empiezo a besarlo, despacio sus dedos, su empeine, subo un poco y logro llegar a sus rodillas… él se acerca un poco y puedo seguir mi recorrido por sus piernas aunque sólo sentía la tela de su pantalón pero yo seguía besándolo, hasta que llego donde estaba su pene, aprecio un bulto y puedo sentir su dureza.
Lo quieres, ¿no perra?, deseas tenerlo en tu boca, me dice. Y la verdad lo deseaba con ansias, lo beso y lo lamo por encima dejando mojado su pantalón hasta que él decide sacarlo, rápidamente me meto su pene a la boca y empiezo a chuparlo, besarlo, lamerlo, disfruto tanto hacerlo. Mas antes ya había estado con otros chicos, pero nunca había sentido tanto deseo, por eso es por lo que mi bisexualidad conectó más con el lado femenino.
Pero Carlos Matías era distinto, tenía poder sobre mí que realmente no sabía cómo lo había adquirido. Seguía devorándome su pene cuando me vuelve a jalar del cabello retirándomelo de la boca, me deja arrodillada en el suelo agarra mis manos colocándolas a mis espaldas y me esposa, me pone el cuerpo hacia adelante como si estuviera en 4 pero con las manos atrás donde mi cara estaba prácticamente en el suelo y empieza a tocarme la vagina.
¡Pero que mojada estar perrita!, ¿deseas a tu Amo?
Sí, por favor, métemelo.
Si ¿Qué?
No entendí al momento, cuando me da una nalgada muy fuerte volviéndome a hacer la misma pregunta. Y me llega la respuesta a la mente.
Sí Amo, respondí.
Terminé de decirlo cuando siento como su pene frotaba mi vagina, como se deslizaba entre mis labios introduciéndose, como presionaba por dentro entre su pene con las bolas chinas, empieza a moverse penetrándome fuerte mientras jalaba el juguete, sacaba algunas bolas y luego las volvía a meter, pero sin dejar de penetrarme, sigue moviéndose cada vez más fuerte sintiéndolo encima de mí, pero no me importaba, disfrutaba cada segundo que me hacía suya. Yo gemía pidiendo más y más sentía que en cualquier momento tenía un orgasmo, mi cuerpo se estremecía cuando siento que jala con fuerza el juguete, sacando todas las bolas chinas de golpe, pero mete dos de sus dedos en mi ano moviéndolos en círculos, todo eso mientras no dejaba de meterme su pene cada vez más fuerte, no resistía más y siento como estoy al borde del orgasmo cuando él se detiene saca su pene de mi vagina y lo mete en mi ano, prácticamente me empieza montar mientras con sus dedos frota mi clítoris, toda tú eres mía perra me dice, y sí, él hacía con mi cuerpo lo que deseaba y mi mente la tenía completamente dominada, entre gemidos, jaladas de cabello y yo aún sin poder mover mis manos siento como empiezo a tener un orgasmo extasiada y con ardor en varias partes de mi cuerpo por los azotes sólo disfruto esa sensación y me dejo llevar cuando en un momento todo se detiene, Él me hace acostarme de lado y me coloca el pene en la boca terminando dentro haciendo que unas gotas de semen se me escurra por los labios.
Agotada pero llena de emociones trato de incorporarme, me quita las esposas e intento limpiarme las mejillas, pero Él me detiene…
– Te vas a quedar así Katia, eres mía recuerda.
– Pero ya debo irme, es muy tarde.
– Perfecto, te irás así.
No sabía que responder, pero me excitaba la idea de salir así “marcada” por Él, me quedé sentada en el suelo con una serie de pensamientos por mi cabeza hasta que mi celular vibra… era Sasha, ¡diablos! ¿Y ahora que le digo?…
Continuará.