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Mi sobrino de 21 y yo su tía de 44
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Me estaba volviendo a correr, soltando pequeños chorros de mi vagina sobre mi sobrino, líquido que luego lamía y depositaba entre mis labios empapándolos aún más al pasar su legua sobre ellos y volviendo a meter en su boca mi clítoris succionándolo.

Nunca nadie me dio tanto placer, este último orgasmo había hecho que mi pelvis se levantara de la horizontalidad de la cama, arqueando tanto mi espalda que mi cabeza me sujetaba con la almohada dibujando un puente perfecto con mi cuerpo sobre la cama, apretando fuertemente las sabanas con mis manos casi rompiéndolas mientras chillaba de placer como una loba.

Así terminaba aquella mañana en la que permití que mi sobrino me follara y no una ni dos ni tres veces, no digo que esté bien y no quiero justificarme ni excusarme, pero después de meses de no tener sexo, de no tener un hombre en mi cama, después de meses de llorar por el amor de mi vida que un día decidió irse con una mujer 18 años más joven que yo, se me fue la cabeza.

La historia comenzó el primer día de vacaciones a comienzos de agosto, cuando mi sobrino vino a pasar unos días a mi casa en la playa como era habitual en él, ese día decidimos levantarnos pronto e irnos a la playa, otro día iríamos al campo, habíamos planeado toda la semana hasta que llegaran sus amigos.

Aquel primer día, me levanté y después de ducharme y arreglarme entre por quinta vez en la leonera de mi sobrino, subiéndole la persiana y sentándome al borde de su cama dándole pequeños empujones para que se levantara, salvo por el eslip negro que llevaba el cuerpo desnudo de mi sobrino estaba tirado a lo largo de la cama sin arropar, le empecé hacer cosquillas y él a refunfuñar para que le dejara dormir más.

Al no conseguirlo por las buenas iba a ser por las malas, así que me senté encima del haciéndole cosquillas por todo el cuerpo, riéndome y diciéndole que se levantara de una vez, mi sobrino se movía de un lado a otro levantando mi cuerpo con su pelvis, fue cuando note por primera vez su erección, cuando note que su pene se había empalmado sintiéndolo por debajo de su eslip, me sentía avergonzada al estar botando encima de su pene y que además aquello me gustase, me bajé de la cama enseguida dándole un ultimátum para que se levantara.

Tardo, pero al final salimos y ni él ni yo hablamos de aquel episodio en la cama hasta que al día siguiente la misma historia, los mismos errores por mi parte, pero con una particularidad añadida, esa noche algo cambio en mí, ya que me encontraba excitada en la cama, me desperté con las bragas mojadas y pasando mis manos sobre mis pechos apretándolos con suavidad al igual que por mi sexo, en mi cabeza había una imagen que quería borrar y no podía, el volver a ponerme encima de mi sobrino y sentir su pene golpeándome.

Esa mañana estaba tan excitada que mi atuendo cambio, digamos que libere un poco más mi cuerpo, llevaba un pantalón corto de deporte bien ceñido a mi figura y una camiseta ajustada, al entrar misma rutina, persiana, coquillas al borde de la cama, sentarme encima de él a horcajadas haciéndole más cosquillas y por parte de mi sobrino los mismos gruñidos, pero sentía que algo había cambiado en él, sus movimientos ahora eran diferentes.

El día anterior eran movimientos rápidos y sin control, los de ese día eran controlados y dirigidos, su pene nuevamente empalmado buscaba y rozaba mi vulva, aquello me descoloco hasta tal punto que empecé a sentir calor por todo el cuerpo y una excitación me subía hasta la cabeza, sentía como mi vagina se humedecía y notaba mis pezones endurecerse e intentar traspasar la camiseta.

Tuve que saltar repentinamente de la cama, estaba ruborizada y le balbuceaba que se levantara de una vez mientras entraba en el baño para darme agua fría y quitarme el sofoco que me había causado mi sobrino con esos roces de su pene sobre mi vulva, roces que por otra parte los había buscado yo también.

El día volvió a transcurrir como los anteriores, ni una palabra de lo sucedido y por la noche más sueños húmedos pensando y soñando con él, esperando y deseando que amaneciera.

El tercer día me levante dispuesta a parar aquella locura, cuando entre en la habitación de mi sobrino parecía como si me estuviera esperando, su eslip ya no era tal, era un bóxer amplio y abotonado, no sé por qué volvía a cometer los mismos errores, quizás porque casi podía ver su enorme polla al tener los botones abiertos del bóxer, y misma rutina que en días anteriores, pero esta vez su pene golpeaba mis nalgas por detrás, ya que mi ropa también iba cambiando y menguando.

Una vez más estaba subida encima de mi sobrino con tan solo un tanga blanco de encajes y una camiseta igual de ajustada que la del día anterior, pero más corta, enseñando mi ombligo y ese día, permití que su polla que había salido de su cárcel de tela golpease mis nalgas y se rozase continuamente con mi tanga.

Seguía haciéndole cosquillas moviendo mis caderas para sentir su polla desnuda, notando el roce de su piel con la mía, era demasiada excitación, pero en un momento de lucidez al final me levanté cuando le vi con la intención de tocarme y apretarme los pechos.

Sabía que estaba mal, pero algo me impulsaba a seguir y a la mañana siguiente mi vestuario se componía tan solo de una camisa blanca a medio abotonar, sin sujetador, enseñándole pero sin enseñar mis pechos y el tanga lo había sustituido… por nada, nada que pudiera hacer tope entre su polla y mi coño, me había vuelto loca, no razonaba con claridad, se me había ido la cabeza totalmente por un deseo carnal, no pensaba las consecuencias de lo que buscaba y deseaba, solo quería averiguar que pasaría si…

Al entrar la persiana ya estaba subida, la ventana abierta y mi sobrino me esperaba desnudo encima de la cama con su polla empalmada, no hubo la preparatoria de otras veces, no había nada que preparar, tan siquiera nada de que hablar y sin decir ni una palabra me dirigí hacia su cama a la vez que nos mirábamos, directamente me senté encima de él para empezar hacerle cosquillas, pero además esta vez mirándole a los ojos movía mis caderas adelante y atrás, haciendo que su polla se frotara con cuerpo, sintiendo mi vulva desnuda, él estaba esperándome, pero lo que no sabía mi sobrino que yo a él, también.

Aparte de fingir los dos las cosquillas, nuestras caderas se movían al unísono, buscándonos, rozando él mis nalgas con su polla y yo mi vulva contra su vientre, fue entonces cuando el noto algo extraño, notaba como le humedecía su piel al roce con mis labios vaginales, sus ojos se clavaron en mí y yo simplemente le sonreí.

Mis manos pararon de hacerle cosquillas, ya no hacía falta, me fue a decir algo y antes de que dijera nada le tape sus labios con un dedo, al verse en esa situación volvió a intentar tocarme los pechos y esta vez nada se lo impidió, me tumbé para besarle en los labios y mi vulva quedo al descubierto ante su polla que seguía buscándome, nuestros labios se unieron por primera vez, dejándole entrar en mi boca y besándonos apasionadamente.

Tuve que parar sus movimientos bruscos lanzando su pene al aire sin que hubiera premio alguno, fueron las únicas palabras que pronuncie haciéndole que se detuviera, sentía su polla dura como una roca golpeándome, lo busque con los movimientos lentos de mi cadera, ahora mis labios vaginales subían y bajaban por esa polla tan deliciosa que tenía mi sobrino, empapándosela de mis fluidos a la vez que yo le decía.

– Espera, no tan rápido.

– Déjame a mí, tranquilo ya verás cómo al final se mete.

– Sshhh tranquilo así, despacio, ves, así.

Mi clítoris rozaba por toda la extensión de su polla causando que pequeños gemidos salieran de mi interior, estaba tan excitada que mi vagina ya rezumaba flujo en abundancia e iba buscando la manera que su polla entrara en mi coño, pequeños movimientos que hacían que poco a poco se acercara más hasta sentirla en centro de mi vagina y poco a poco fui bajando por ella.

– Ves ¡aahh!, así, ves como vaaa entrando ¡aahh!

– La notas como entra ya mmmm.

La polla de mi sobrino se iba metiendo y yo empezaba a subir y bajar con suavidad, mi sobrino apretaba con fuerza mis senos dibujando mis pezones, me rompió los botones de la camisa quitándomela y tirándola al suelo a la vez que me empezaba a comer mis pechos, mordiendo mis pezones, notaba como su polla me llenaba entera, como se deslizaba por mi coño y como me hacía sentir, empecé a mirar a mi sobrino, mordiéndome del placer los labios, cerrando mis ojos a la vez que galopaba sobre su polla haciéndola entrar y salir de mi coño mientras me sujetaba con mis manos sobre su pecho, mi querido sobrino me estaba follando, lo tenía muy dentro de mí hasta que exploto en un orgasmo que previamente me aviso para que me pudiera retirar.

– Tita, tita me corro, me corro.

Un movimiento más alto y su polla salió de mi vagina y como un volcán exploto saliendo su leche disparada a mi espalda, no contentos me volvió a follar, esta vez con un preservativo y esta vez si llegue a experimentar un orgasmo provocado por las penetraciones profundas de la polla de mi sobrino.

Después de los dos polvos estaba tumbada mirando la ventana y junto a mí, mi sobrino acariciando y besando mi cuerpo a la vez que recuperaba sus fuerzas, la verdad que había aguantado bastante tiempo a pesar de la excitación que tenía, pocas veces llegaba yo a un orgasmo y con él lo había conseguido.

Mi sobrino acariciaba mis pechos y le sentía moverse por detrás rozando su cuerpo sobre el mío, me levanto una de mis piernas y volvió a metérmela, yo estaba en shock por lo que había permitido ó más bien por lo que había buscado, cuando sus penetraciones me sacaron del ensimismamiento y empecé a gemir nuevamente.

Sentía su polla nuevamente rozar contra mis paredes, llenando mi coño, entrando y saliendo con suavidad debido a que estaba realmente mojada en mi interior, esta vez me gire para mirarle, para que viera mi cara de placer nuevamente y yo la suya, busque sus besos, me la metía y me besaba, me la sacaba y acariciaba mis pechos.

Me tumbo boca abajo y como si fuera un experto me follo haciendo que gritara del placer, le sentía jadear en mi nuca, estábamos los dos totalmente tumbados en la cama y él sobre mi espalda, metiéndome su polla, mis manos buscaban sus muñecas apoyadas sobre la cama y se las apretaba con fuerza cada vez que me penetraba.

Me subió poniéndome de rodillas y me empezó a follarme como a una perra, los golpes secos contra mi vagina y profundos hacían que mis gemidos salieran volando por la ventana abierta, los sonidos de su pelvis golpeando contra mis nalgas, sus gemidos y mis gritos hacían el coro perfecto a la vez que mis pechos bailaban.

Mi sobrino paso una mano por debajo de mi estómago buscando con sus dedos mi clítoris, lo empezó a masajear circularmente mientras me seguía penetrando, una combinación perfecta para que un segundo orgasmo me hiciera temblar y que mi sobrino esta vez sin avisar y sin preservativo se corriera dentro de mí.

– Tita perdóname, me corrí dentro de tu coño.

– No pasa nada sobrino, paso y ya está.

– Te ha gustado tita.

– Me ha encantado, tienes una polla realmente deliciosa.

– Entonces te ha gustado de verdad, te has corrido.

Me hacían gracia las preguntas de mi sobrino, interesándose por si me había gustado o por si me había corrido.

– Si quieres te la puedo meter otra vez

– ¡Ya!

– Si tita, ven que esto te va a gustar.

Me dejé llevar, y de nuevo mi sobrino me puso como a una perra a cuatro patas, sabía lo que me iba a hacer, pero no lo tenía claro hasta que empezó a lamer el anillo exterior de mi ano, metiendo un dedo dentro de él, nunca nadie me había follado mi culo en eso era virgen y estaba nerviosa pero a la vez muy excitada y caliente, estaba pasando su mano por mi culo, salivándolo continuamente, metía sus dedos en mi vagina todavía mojada y los volvía a pasar por mi culo, empecé a sentir su glande en la entrada de mi agujero, golpeando y presionando para entrar.

– ¿Qué vas a hacer? Mmm

– Nada tita, tú disfruta que ya verás cómo te gusta.

– Pero la tienes muy gorda, me vas a hacer daño.

– No tita, ya verás cómo te entra bien.

– ¡Aahh!

Poco a poco su polla se introducía en mi culo, la metía despacio, la sacaba despacio, sentía como mi ano se agrandaba, como su polla se metía cada vez más en mi interior y como después de un breve dolor me empezó a gustar aquella sensación, ahora más rápido y más fuerte, mi sobrino parecía estar poseído me estaba partiendo en dos, sus dedos empezaron acariciar mi clítoris y aquello me remato por completo, mi culo abriéndose para él, mi clítoris súper estimulado y yo gritándole como una histérica.

– ¡Sigue sobrino!, sigue, no pares.

– Mmm fóllame, folla mi culito así, así.

– Por favooor, siii, siii.

– ¡Aaahh!

En ese momento mi sobrino con un gemido enorme soltó toda la leche que tenía preparada, llenándome de semen el interior de mi culo, en esos momentos estaba chillando como una verdadera puta rogándole que no parara, estaba a nada de sentir otro orgasmo, que al final llego mojándole los dedos y cayendo chorros de mi flujo sobre las sábanas blancas, los dos caímos desplomados en aquellas sabanas húmedas como si nos hubiéramos meado en ellas.

No me dio tiempo a descansar, no pude ni reaccionar porque enseguida me tumbo boca arriba y todavía con una erección envidiable volvía a metérmela en el coño esta vez, volvía a follarme, volvía a darme placer y volvía a gritar, mi vagina volvía a inundarse de mis flujos y de su semen, la cama empapada mi cuerpo rebozado de nuestros fluidos, pero todavía mi sobrino no había terminado conmigo.

El cómo terminó esa mañana ya lo conté al principio, el cómo terminó toda esta locura está por ver, porque mi sobrino y yo nos hemos aficionado a follar juntos cada vez más, el 21 años y yo 44, él mi sobrino y yo su tía, no sé qué pasara en un futuro, pero de momento lo voy a disfrutar.

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