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Mi sueño mas erótico

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La verdad es que el mundo de los juguetes sexuales es un mundo aparte. Estaba viendo la tele y en un programa estaban hablando de ellos. Sacaron uno nuevo, la bala por control remoto (hoy esas balas ya se pueden controlar desde una APP, pero en aquel momento, solo llegaban al mando por control remoto). Por mi cabeza empezaron a pasar mil imágenes del juego que ese juguete podía dar. Me parecía increíble y sentía el deseo de poder probarlo algún día.

Creo que mi cabeza se quedó imaginando en todo lo que podía hacer con ese juguete, porque cuando me fui a la cama, tuve el sueño más erótico que haya tenido nunca. Tanto, que me desperté cuando me estaba corriendo con muchísima intensidad.

Te cuento como fue o al menos lo que recuerdo.

Estoy en mi habitación, me estoy vistiendo después de haberme dado una ducha y maquillado. Estoy frente al espejo, mirando cómo me queda el vestido negro que he elegido para la ocasión. Es ajustado, escote generoso, de tirantes, espalda al aire, por encima de la rodilla. Deslizo las manos por mis caderas y sonrió. Me doy el visto bueno en el espejo, salgo del baño y me voy hacia la cama.

Sobre la cama hay una caja con un pequeño mando y la bala. Muerdo mi labio mientras la cojo, la llevo a la boca, la humedezco y apoyando el pie sobre la cama… la acerco a la entrada de mi coño, mientras aparto un poco el tanga para poder meterla. Empujo suavemente y poco a poco entra. Siento como se desliza sin problema, me siento mojada y excitada.

No puedo evitar llevar los dedos hacia mi nariz para olor mi excitación. Agarro el mando y lo meto en el bolso. Me pongo mi perfume favorito y salgo de casa. He quedado a cenar con un hombre.

El taxi me deja en la puerta de un restaurante. Me despido con una sonrisa del taxista y voy hacia la puerta.

El camarero me recibe y le digo que me están esperando.

Me dice que le acompañe. Camino detrás de él. No puedo evitar mirar su bonito trasero, redondo, firme, duro y espalda ancha. Impresionante. Es un hombre muy atractivo.

Me lleva hacia un rincón del comedor. Las mesas guardan cierta distancia, no están juntas. Todas las mesas tienen mantel de tela hasta el suelo. Apenas hay clientes y nuestra mesa parece estar pedida para esta ocasión. Justo apartada del resto. Podemos ver a los clientes, pero no escuchar lo que hablan.

Siento como se para, se aparta dándome paso y veo al hombre con el que he quedado. Nunca le he visto, no sé quién es, no sé qué relación tenemos o qué tipo de amistad. Me acerco, nos damos un beso y no puedo evitar aspirar su perfume. Huele muy bien. Sonrío tímidamente al separarme y le miro fijamente.

El camarero se retira un momento mientras me siento.

Mis ojos se clavan de nuevo en él, le observo. Es alto, moreno, tiene unos preciosos ojos verdes, lleva barba muy recortada y le queda bastante bien.

Dejo el bolso sobre la mesa y mi mano sobre esta. Siento como él pone su mano sobre la mía, la acaricia deslizando sus dedos y suavemente la retiro. Él retira la mano y veo como mira fijamente lo que he dejado bajo ella. Lo mira extrañado, sin saber muy bien que es.

De pronto siento como la bala vibra dentro de mí y aprieto mis piernas a la vez que se me escapa un pequeño jadeo.

Le miró fijamente, mientras se dibuja una sonrisa maliciosa en sus labios carnosos al darse cuenta de lo que tiene en la mano.

El camarero se acerca a la mesa y me tiende una de las cartas que lleva en sus manos. Mientras charla con él sobre si lleva el vino que le había pedido. No puedo evitar bajar la mirada, evitando los ojos del camarero. Me controlo como puedo. No sé si el camarero puede llegar a oír esa vibración.

Aprieto los puños y levanto la mirada mirando a mi acompañante. Sigue sonriendo y pulsa de nuevo el mando.

El camarero se retira.

Resoplo al subir el ritmo y muerdo mi labio. Mis flujos mojan cada vez más mi tanga y me alegro de haberme puesto un vestido negro.

El camarero se acerca, le muestra la botella y sirve nuestras copas.

Nos pregunta si hemos decidido ya lo que vamos a tomar y siento como de pronto la vibración para. Nos miramos fijamente. Se nota mi nerviosismo.

Se me escapa un suspiro. Me acomodo como puedo sobre la silla. Al mirar al camarero está sonriendo. Creo que me estoy poniendo roja…

Bajo la mirada a la carta y le digo que solo voy a tomar una ensalada.

Él le pide lo que va a tomar y seguido le tiendo la carta al camarero sin mirarlo.

El camarero se marcha y nosotros charlamos un momento.

Es un pervertido. Saber que tiene el control, hace que no pueda evitar sonreír y mirarme de esa manera.

De pronto se activa de nuevo… jadeo al sentir como se mueve dentro de mí.

Resoplo y me muerdo el labio. Me muevo sobre la silla, intentando encontrar una postura cómoda.

El camarero pone sobre la mesa la ensalada, no lo esperaba y subo la mirada mirándonos fijamente.

Sonríe…

Deja el otro plato sobre la mesa y mi acompañante sube el ritmo de la bala.

Jadeo sin poder controlarlo.

El camarero me mira y me pregunta si estoy bien.

Como puedo, le digo que si… pero que siento mucha calor.

El amablemente me dice que va a preguntar si puede bajar un poco más la temperatura del aire. Se retira y la bala sube el ritmo.

Mi mano aprieta con fuerza el tenedor que tengo en la mano. Mis piernas se aprietan también. Sube un poco más… y más. No puedo evitar retorcerme de placer. Mi piel se eriza, un escalofrío recorre mi cuerpo. Mi respiración se agita por segundos.

De pronto la bala se para y el camarero se sitúa a un lado de la mesa mientras me cuenta que ha bajado un poco el aire acondicionada para que estemos más fresquitos.

Mi voz tiembla al darle las gracias.

Por su forma de mirarme, siento que se imagina cualquier cosa de lo que está pasando allí.

Para dar normalidad, como un poco de mi ensalada. Mi piel está húmeda, empiezo a sudar. Tengo la respiración acelerada y mi pecho se hincha con fuerza. Se me ve agitada.

Se retira de la mesa y al subir la mirada hacia mi acompañante, le veo con esa sonrisa.

Me pregunta si me gusta la ensalada, si está a mi gusto y si la estoy disfrutando.

Sonrío al decirle que si.

Pincho un poco de mi ensalada y al llevármela a la boca, la bala se activa de nuevo. Mastico como puedo y trago. Mi mirada esta fija en él, mientras sigue subiendo la intensidad de la bala.

Dejo el tenedor sobre la mesa y retirando la servilleta de mis piernas… aparto un poco la silla. Me agacho como si fuera a recoger algo del suelo y poniéndome de rodillas, me cuelo bajo la mesa. El mantel es tan largo, que nadie puede ver que estoy debajo.

La bala no para de vibrar dentro de mí, lo que hace que mi desesperación crezca cada vez más.

Me acerco a él, agarro sus rodillas y las separo para poder colocarme entre sus piernas. Mis manos van a su cinturón. Al sentir mis manos en el, las agarra casi parándolas. Al estar por debajo del mantel, sigo buscando mi objetivo. Abro el cinturón, el botón, la cremallera… mientras el tira un poco más del mantel para taparse.

Tiro del pantalón un poco, para poder bajar el bóxer y sacar su polla.

Sin remilgos, la agarro y la meto directamente en mi boca. Mi boca está húmeda, caliente y mi deseo se siente en ella al comenzar a chuparla. Hundo su polla, succiono, suelto, succiono de nuevo… entra y sale.

Mi mano se mueve en su polla mientras sin poder evitarlo, jadeo en ella. Aprieto su polla con la mano y la boca. Giro en ella. Hasta que en un momento dado, su mano empuja un poco mi cabeza y me pide que pare. Saco su polla un momento y le digo que no parare hasta que no apague la bala y no le dejare correrse.

Siente como mi boca vuelve de nuevo a su polla y escucho al camarero fuera. Pregunta si puede retirar los platos y si estoy bien, porque no estoy allí. Ahora el que tiene la voz temblorosa es él y como puede le dice que estoy bien y que fui al baño.

En ese momento hundo su polla hasta el fondo en mi boca y aprieto en la base suavemente. La bala se apaga de golpe y saco su polla de mi boca. La sujeto con la mano y deslizo la lengua desde la base, hasta el glande recorriéndolo y deslizando los dientes en él. Escucho como sigue temblando su voz y como se estremece.

Escucho los pasos del camarero como se retiran de la mesa y aprovecho para salir de debajo.

Estiro mi vestido antes de sentarme y me siento. Sonrío maliciosamente mirándole fijamente y me relamo. Él se coloca el pantalón y se abrocha. Agarra de nuevo el mando, me dice que soy una chica mala y activa la bala. Sube poco a poco las velocidades.

Mi tanga esta empapado. Jadeo al apretar las piernas, mi pecho se hincha con fuerza, siento que no puedo más y me levanto de golpe de la silla y salgo rápido hacia el baño. Paso por delante del camarero sin hacerle caso y me cuelo en el aseo.

Cruzo la primera puerta sin cerrarla a mi paso. Entro en el aseo y al cerrarla, siento como una mano la empuja y mi acompañante entra detrás de mí. Nos miramos fijamente. Me empuja contra la pared, mientras empuja la puerta con su pie. Siento su polla como una barra de acero. Levanta mi vestido, aparta el tanga y saca la bala de un tirón. No dejamos de besarnos. Escucho como abre su cinturón y su pantalón. Saca su polla y la acerca a la entrada de mi coño, mientras agarra una de mis piernas para levantarla y así poder tener más acceso. Se hunde de una embestida y grito al sentirla hundirse hasta el fondo.

Fuera se escucha una puerta que se abre.

Me agarro a su cuerpo con fuerza, no deja de follarme con fuerza e intensidad. Jadeo fuerte, intentando controlar que no me escuchen fuera. Ambos estamos tan excitados, que la intensidad es frenética. Me besa con fuerza, sabe que me voy a correr y ahoga mi orgasmo en su boca.

Mi cuerpo tiembla, se estremece con fuerza, toda mi piel esta erizada y los pezones como piedras. Antes de recuperarme, saca su polla y me gira. Agarra mis tirantes y tira de ellos hacia abajo, dejándolo a la altura de mi cintura con el resto del vestido. No llevo sujetador, sus manos aprietan mis pechos, mientras siento el calor de su cuerpo en mi espalda y sus dedos aprietan mis pezones pellizcándolos y estirándolos. Hace que ponga las manos sobre la cisterna y mete su rodilla entre mis piernas indicando que las abra.

Su glande se desliza por mi coño, sube, baja y cuando está en la entrada, se hunde de una embestida poniéndome de puntillas.

Empuja con fuerza contra mí, levantándome un poco más.

Su polla empieza a salir y entrar. Su ritmo es cada vez más rápido, chocando en mi culo, agarrándome con fuerza, mientras me folla descontroladamente.

Fuera se escucha un ruido. Siento que el camarero pueda estar fuera.

No deja de embestir, lleva su mano a mi cuello, a mi boca… intentando ahogar mis gemidos para que no me escuchen… al menos demasiado.

Me folla destrozándome literalmente por la intensidad. Haciendo que me ponga de puntillas y mis manos paran sus embestidas para no terminar empotrada en la pared.

Su boca se acerca a mi cuello escuchando sus intensos jadeos. Se que se va a correr de un momento a otro, su respiración está completamente disparada como la mía.

Azota mi culo, sus dedos se clavan con saña en mis caderas. Me hace suya sin parar, follándome como un puto animal descontrolado. Hace que mi piel se erice con fuerza y sin parar. Mi cuerpo tiembla, se estremece de placer.

Embiste una y otra vez hasta el fondo hasta que ambos estallamos juntos corriéndonos como desesperados. Mi coño no deja de contraerse con fuerza en su polla. Mi cuerpo tiembla y se estremece sin parar. Mi orgasmo es largo e intenso. Nos besamos con nuestras respiraciones aceleradas. Empuja de nuevo poniéndome de puntillas. No deja de moverse, bajando el ritmo poco a poco, mientras no dejo de correrme. Llevándome a un orgasmo interminable en cada uno de los roces de su polla.

Despierto en la intensidad de este orgasmo, mientras mi coño se contrae una y otra vez sin parar, con fuerza. Mi respiración esta disparada como en el sueño. Llevo la mano a mi coño y esta encharcado, hinchado, sensible. Palpita aun por el orgasmo.

La sensación de haber despertado con un orgasmo tan intenso, es muy placentero.

Pero a la vez me da rabia de haber despertado, sin saber que pasaba al otro lado de la puerta. Si estaba el camarero, si hubiera tomado la decisión de entrar porque no aguantaba más, no se…

Como hubiera terminado la noche después de haber salido del restaurante.

Hubiéramos salido los dos solos de allí… o el camarero nos hubiera acompañado?

Hay cosas que me hubiera gustado saber antes de haber despertado.

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