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¡Mira cómo me corro, papá, mira mira!

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Mi nombre es Enriqueta, mido un metro setenta y dos centímetros, tengo 26 años y trabajo de abogada. Soy morena, mi cabello negro lo llevo corto, mis tetas son medianas, tirando a grandes, con areolas rosadas y pezones gorditos, mi cintura es estrecha, mi culo redondo y mis caderas anchas. Dicen de mí que tengo las piernas perfectas y una mirada seductora en mis ojos negros, lo cual debe ser cierto porque no hay mujer soltera o casada que se me resista. Tengo que decir que soy muy cabrona y que los hombres me ponen, pero no tanto cómo las mujeres. Las mujeres casadas son las que más me atraen. Saber que le meto los cuernos a un hombre es algo muy especial. Os voy a contar lo que tuve con mi amiga Lorena, mi padre, mi hermano Cesar y Laura.

Laura se había casado un tiempo atrás con mi hermano. Yo no le fuera a la boda porque sin conocerla ya la odiaba y con motivo, para que lo entendáis voy a volver unos años atrás.

Un día de invierno mi hermano Cesar y yo volvíamos de la universidad y comenzó a llover a cántaros. Nos resguardamos en una caseta abandonada. Al rato estaba temblando con el frío y le dije a mi hermano:

-Abrázame y dame calor.

Me abrazó y al sentir mis tetas pegadas a su cuerpo se empalmó. Sentí su polla entre mis piernas y aún temblé más, pero ya era con los nervios de la calentura. Mi mano derecha tocó su polla y sentí cómo latía. Nos dimos un pico. Él metió su mano dentro de mis bragas, me cogió el coño con pelos y todo y no supo qué hacer con él. Sacó la polla y me la puso en la mano. Se la agarré, movió el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás y al ratito se corrió. Yo me quedé con el calentón, ya que paró de llover y nos fuimos para casa, avergonzados y sin decir palabra. Esa noche nuestros padres se fueron a trabajar, mi madre le fue a hacer el turno a una amiga enfermera y mi padre de guarda jurado y nos dejaron solos. Cenamos, recogí la mesa y le dije:

-¿Ya lo hiciste con alguna chica?

-No. ¿Y tú lo hiciste con algún chico?

-No. ¿Cierro la puerta con llave?

Le estaba diciendo que si se quería estrenar conmigo y me dijo que sí al contestar.

-Ya la cierro yo.

Nuestro primer polvo se iba a convertir en una odisea. Mi hermano no sabía besar ni comer las tetas y cuando me quiso penetrar se corrió al meter la puntita. Luego me metió la cabeza y me hizo ver las estrellas con el dolor. Él debió ver la luna porque rompió el frenillo, pero aun así la siguió metiendo hasta que me la metió toda. Cesar cuando se iba a correr la quitaba y se corría fuera. La polla se le ponía blanda y al ratito se le ponía dura de nuevo. Se había corrido cuatro veces cuando sentí que me corría yo. Al ver mi cara de placer se volvió a correr, pero esta vez dentro de mí. Tuvimos suerte que no quedé embarazada. En fin, que aprendiendo a follar juntos me enamoré de mi hermano.

El hizo oposiciones a policía, las quitó y lo destinaron a Barcelona. En seis meses se había casado con una picoleta llamada Laura, que era una mujer de 25 años, un poco más alta que yo, rubia, de ojos verdes, preciosa, tenía el culo gordo, buenas tetas y anchas caderas.

Mi hermano me había pedido que le buscara un piso, y cómo el que estaba enfrente del mío acababan de dejarlo vacío se lo hice saber. Tres semanas más tarde se mudaron al piso, ella desde Barcelona y mi padre, que estaba separado de mi madre, desde Orense. Mi hermano vendría una semana después. Nada más instalarse vino a visitarnos acompañada de mi padre. Laura vestía una blusa blanca, unos pantalones de pitillo negros y calzaba unos zapatos negros con tacón de aguja del mismo color que el pantalón. Dejé de odiarla nada más cruzar miradas y sonrisas. Sus ojos eran unos de los más bellos que había visto y sus labios carnosos y pintados de rojo de los más sensuales. Yo cuando miró a una mujer que me gusta la desnudo con la mirada, y la mujer en cuestión lo nota, o sea, que ella lo notó y hasta se puso colorada. Mi padre comiendo unas gambas y bebiendo un Albariño Rías Baixas no se enteraba de nada... Pero vamos al turró

Tres días después, Laura, vistiendo con una bata azul y calzando unas zapatillas que simulaban un peluche de gato llamó a mi puerta. Abrí vestida con unas bragas azules, descalza y con un top blanco, la vi con una tacita en la mano, y ella vio cómo se me cerraban los ojos y me encogía, me preguntó:

-¿Te encuentras bien?

-Si. ¿Te quedaste sin azúcar?

-Sí, y quería hacer una infusión antes de meterme en cama.

-Pasa.

-Si molesto...

-¡Qué vas a molestar, mujer! Pasa.

Entró en mi piso y la llevé a la cocina, una cocina sencilla. Tiene una vitrocerámica, el fregadero al lado izquierdo, sobre la cocina unos muebles empotrados, donde tras unas puertas está el calentador y cuatro muebles más donde están los útiles de la cocina, en la parte inferior hay tres muebles más, uno a la izquierda y dos a la derecha, luego una nevera y en el centro una mesa con cuatro sillas, en una de ellas estaba mi prima Lorena tomando un vino, vistiendo solo con unas bragas rojas y con sus gordas tetas al aire, tetas que tenían areolas casi negras y pezones gordos. Laura al verla se puso colorada cómo un tomate maduro y me dijo:

-Creo que será mejor que me vaya.

Lorena me preguntó:

-¿Es tu cuñada? Por esos ojazos verdes...

-Calla, Lorena

-Es tu cuñada, la picoleta, la que te hace tilín.

No me gustó que me descubriera.

-¡Calla de una puñetera vez!

La muy falsa se vengó por mandarla callar.

-Callar te callas tú.

Me volví a encoger y esta vez se me escaparon unos cuantos gemidos. Laura me miró con mucha seriedad.

-¡¿Os estáis riendo de mí?!

Haciendo un esfuerzo para hablar, le dije:

-No, es que... ¡Ooooh!

Se me cerraron los ojos, me temblaron las piernas y no pude evitar gemir. Laura vio cómo se me encharcaban las bragas de jugos y supo que me estaba corriendo. Al poner Lorena el control remoto del vibrador sobre la mesa supo que había interrumpido un juego. Laura le dijo a Lorena:

-Me marcho.

-Espera que te doy el azúcar.

Le había cogido la taza de la mano y estaba cogiendo el paquete de azúcar en la alacena cuando acabe de correrme. Le dije:

-Disculpa, Laura, pero mi prima Lorena, a veces, es muy cabrona.

-No hay nada que disculpar.

Le pregunté:

-¿Quieres tomar un vino antes de irte?

-No, gracias.

-¿Te molestó que le dijera a mi amiga que me gustas?

-No, allá cada una con sus gustos sexuales.

Eché un vino en mi vaso y se lo ofrecí.

-Toma un vino con nosotras

-No me apetece. Buenas noches.

-Charlemos un poco. Solo para conocernos mejor. ¿O es que mi padre te está esperando para tomar la infusión?

-Tu padre ya se retiró a su alcoba.

-¿Entonces que prisa tienes?

-A ver, tu amiga está en bragas y con las tetas al aire, tú estás en bragas y enseñando el ombligo. Te acabas de correr delante de mí. Sé que te hago tilín. ¿Qué clase de conversación íbamos a tener?

Lorena le dio el azúcar, después se puso detrás de ella, la cogió por la cintura, la besó en el cuello y le quitó el cinto de la bata. No llevaba ropa interior. Lorena le echó una mano a sus grandes tetas, otra al coño, y le dijo:

-A ver, tu suegro ya se retiró a su alcoba, vienes sin ropa interior a la casa de una mujer que sabes que te desea. ¿Quieres que siga hablando?

Laura más seria que una piedra giró la cabeza y mirándola a los ojos, le dijo:

-¡Suéltame si no quieres acabar entre rejas!

Lorena le dio un pico, y cuando quiso meterle la lengua en la boca, Laura volvió a decirle:

-¡Te la estás jugando, morena! Y tú también por cómplice, cuñada.

Lorena ya estaba cachonda y no quería soltarla. Le dijo:

-¡Qué polvo tienes, rubita!

Mirando para su coño rasurado, pasé la lengua por mis labios y con unas ganas locas de comerlo, le dije a Lorena:

-Déjala ir que nos podemos meter en un lío.

-Cómele el coño. Vino a eso.

Mi cuñada me echó una mirada asesina, y dijo:

-¡Ni se te ocurra!

Vi cómo tres gotitas de flujo caían de su coño peladito. Se me hizo la boca agua y tiré para delante. Me agaché delante de Laura. Le lamí el coño y la lengua se me pringó de babas espesas. Estaba realmente mojada. Su reacción fue instantánea.

-¡Haz eso otra vez y de un rodillazo que te salto los dientes!

Me levanté y la besé con la lengua cubierta por sus babas. No me devolvió el beso pero tampoco lo rechazó, ya que cerró los ojos y dejó que le chupara la lengua y le diera las babas a saborear.

-Este beso te va a salir muy caro.

-Lo sé, soy abogada.

-Si sabes que es un delito grave. ¿Por qué lo hiciste?

-Porque aún sería un delito grave no haberte besado.

Lorena le giró la cabeza y la besó con lengua y tampoco le hizo la cobra, después de besarla la soltó, y le dijo:

-En el resto de tu vida miles de veces te vas a preguntar cómo sería si te hubieras dejado follar.

Laura se ató el cinto de la bata y dijo:

-Seguro.

Se fue sin la taza con el azúcar.

A los diez minutos volvieron a llamar a la puerta. Desnuda fui a ver quién era, abrí la puerta y allí estaba Laura vestida con su uniforme de guardia civil, con unas esposas en las manos y una pistola en la otra. Me comenzó a latir el coño. Empujó por la puerta, me dio la vuelta y me puso las esposas en una mano. Ahora el coño y el ojete se me abrían y se me cerraban cómo si estuvieran buscando aire. Cerró la puerta de una patada y caminado detrás de mí fue hasta la habitación.

Mi habitación no es gran cosa, está pintada de blanco solo tiene una cama grande, un espejo en una pared, un armario, una mesita de noche con una lámpara encima, una cómoda, una alfombra persa de imitación y unas cortinas de flores en la ventana

Lorena estaba desnuda sobre la cama, al ver a Laura con la pistola en la mano y a mi esposada exclamó:

-¡Coñooo!

Laura con voz autoritaria, le dijo:

-¡Levántate y vístete!

Le dije a mi prima:

-Ni caso, Lorena. A Laura le quedó la boca dulce y viene a follar.

Laura la apuntó con la pistola, y le gritó:

-¡Qué te levantes y te vistas, hostias!

Lorena sabía tan bien cómo yo que no iba a disparar. Le dijo:

-De eso nada, yo sigo los consejos de mi abogada, y si ella dice que te quedó la boca dulce y vienes a follar, es por qué te quedó la boca dulce y vienes a follar.

Laura, sorprendida, me preguntó:

-¿Por qué piensas que vengo a follar con vosotras?

-Porque si vinieras para llevarnos al cuartel no cerrarías la puerta detrás de ti con una patada y además hubieras pedido ayuda -la cogí por el cuello con la mano libre-. Quita esa mierda de mi mano.

Me puso la pistola en el vientre, y mirándome a los ojos con cara de mala hostia, me dijo:

-Suéltame el cuello o te reviento.

Lorena vino a nuestro lado, le apartó la pistola para un lado, levantó una mano con la palma abierta, y le dijo:

-¿A qué esperas para quitárselas?

Muy a su fingido pesar me quitó las esposas, y me dijo:

-Si llego a saber que iba a pasar esto cargo la pistola.

Le di una bofetada sin dejar de apretar.

-¿Venías a follar?

-No te voy a decir lo que quieres oír.

Lorena le quitó la pistola y el tricornio y los puso encima de una silla. Laura cerró los ojos y se le escapó un gemido. Lorena, me dijo:

-¿Crees que le va la marcha?

-Mucho, mi hermano es un masoquista de cojones.

-En ese caso dale más.

Le di otra bofetada, le cogí los mofletes, se los apreté, la morreé y le pregunté:

-¿Con qué te da mi hermano?

-Tu hermano no me pega.

-¡Mientes! ¿Con qué te pega?

-No te lo voy a decir.

Le escupí en los labios, la morreé yo, la morreó Lorena, e insistí:

-¡¿Con qué?!

-Son cosas íntimas.

La besamos las dos en el cuello. Lorena le magreó las tetas y yo le bajé la cremallera del pantalón, le metí una mano dentro de las bragas y con la yema de mi dedo medio la masturbé frotando sus labios vaginales y metiendo y sacando mi dedo medio en la vagina. Apretando sus pezones, le dijo Lorena:

-Estamos entre amigas. A mí me da Enriqueta con una zapatilla en el culo y a Enriqueta le doy yo y le daba su padre y tu marido.

Laura no se lo podía creer. Me preguntó:

-¡¿Follaste con mi marido, Enriqueta?!

Masturbándola, le respondí:

-Jugando a ser novios.

Por la cara que puso parecía que le sentara cómo un tiro.

-¡Jugando a ser puta, cabrona!

-Es otra manera de verlo. ¿Te azotaba alguien antes de mi hermano?

-¡Vete a tomar por culo!

-Cada cosa a su tiempo. ¿Quién te azotó por primera vez?

A ti qué coño te importa! ¿Te follaba a ti tu padre después de azotarte?

-Sí, me azotaba, me hacía tocamientos y me follaba. ¿Y tú follaste con tu padre?

-No, yo no soy tan pervertida cómo tú.

-Yo creo que sí, creo que te lo follaste. Dime la verdad.

Mi dedo dentro de su coño acariciaba su punto G y se encharcaba. Laura ya estaba tan cachonda que comenzó a cantar.

-Follaba con mi hermano después de calentarme el culo mi padre con su pantufla.

Seguí insistiendo.

-¿Y con tu padre al ponerte cachonda?

-Cachonda estoy ahora, si sigues masturbándome me voy a correr.

-No me respondiste.

-¡Sí, follé con él, pesada! Me calentaba tanto su pantufla roja con aquel piso amarillo de goma que me dejaba las nalgas en carne viva que acababa follándolo hasta que la polla le quedaba cómo un guiñapo.

-Joder, Laura, me estoy mojando al oírte.

Lorena, que era una chismosa, dijo:

-Y yo. Ya que estamos de confesiones. ¿Cómo empezaste a follar con tu hermano?

-¡Ay que me corro!

Dejé de darle dedo. La seguimos besando en el cuello y en la boca, y le dije:

-Cuéntanos.

-Fue después de calentarme el culo mi padre. Como después de azotarme y hacerme tocamientos, si había alguien en casa, siempre iba a su habitación... Una vez que dejó la puerta entreabierta lo espié y vi cómo se masturbaba su gran polla -le volví a dar dedo-, llegó mi hermano, vio lo que estaba haciendo, me levantó la falda, me bajó las bragas y... ¡Ooooh! ¡¡Me corro!!

Se corrió apretando las piernas, temblando cómo una descosida y buscando nuestras bocas, bocas que no le dimos para su desesperación.

Después de correrse, Lorena le quitó la chaqueta y la blusa y yo le quite los zapatos, el cinto y los pantalones. Puse mis manos sobre sus hombros para hacer que sentara en una silla, quité las bragas, puse una pierna encima de la mesa, el coño cerca de su boca, quité el vibrador pringado de jugos, se lo puse en los labios y le dije:

-Chupa.

No le hizo ascuas, lo chupó bien chupado, Luego puse el vibrador sobre la mesa, le acerqué el coño a la nariz, y le dije:

-Huele

Olió profundamente.

-Me pone cachonda el sabor y el olor de tu coño. Soy muy mala. ¿Vas a azotarme?

Le restregué el coño en la cara y después me senté en otra silla.

-Échate en mi regazo.

Se echó sobre mis rodillas. Lorena cogió dos pinzas de tender la ropa y una cuchara de palo con una pala cómo una mano. Le puso la pinzas en los pezones, me dio la cuchara de palo y le largué.

-¡Plas! -¡Aaaah!- ¡Plas! -¡Aaaah!

Laura gemía en vez de quejarse. Lorena me dijo:

-¡Qué puta nos salió la cabrona!

-¡Plas! -¡Aaaah! ¡Plas! -¡Aaaah!

Lorena le abrió las nalgas, le lamió el ojete y yo le volví a dar.

-Plas plas plas! ¡Ooooh!

Le metió el vibrador en el coño y le dio marcha al mando a distancia. Laura se volvió loca:

-¡Putas! ¡¡Me vais a matar de gusto!!

Le volví a largar en las nalgas, nalgas que ya tenía al rojo vivo.

-¡Plas! - ¡Ooooh! ¡Plas! -¡Ooooh!

-¡¿Te calienta el culo así mi hermano, zorra?!

-¡Me da con más fuerza, endeble!

-¡¿Endeble yo?! ¡¡Ahora verás!!

-¡¡Plas!! -¡Ooooh!!- ¡¡Plass!!

Lorena puso el vibrador al máximo y Laura se corrió cómo una loba.

-¡¡¡Putasss!!!

Cuando dejó de jadear la dejé salir de mi regazo. Se puso en pie y dijo:

-Sois unas cabronas maravillosas.

Me puse enfrente de ella, y le dije:

-Aún podemos ser más cabronas

Le tiré de las pinzas y sus pezones se estiraron, después se las quité y le mordí los duros pezones que rodeaban sus grandes areolas. Lorena, que era tan viciosa cómo yo, se agachó y abriendo sus nalgas con las manos le clavó la lengua en el ojete, yo también me agaché, le quité el vibrador y le clavé mi lengua en el coño. Laura después de treinta o cuarenta clavadas de culo y de coño y de muchas lamidas de clítoris, dijo:

-¡Me corro, golfas!

Se corrió retorciéndose y jadeando cómo una cabrita.

Al acabar de correrse estaba más contenta que un cuco en primavera. Nos preguntó:

-Me gustó mucho, mucho, mucho.

Le pregunté:

-¿Tanto como para comerle el coño a Lorena?

Laura, que en su vida había comido un coño, me dijo:

-Si me enseñas cómo hacerlo, si.

-No hay nada que enseñar. Tienes que comerle el coño cómo te gustaría que te lo comiesen a ti.

Laura le echó las manos a la cintura y metió la cabeza entre las piernas de Lorena. Lamió el clítoris con dulzura, luego le clavó la lengua en la vagina muy lentamente, siguió lamiendo el clítoris y succionándolo, lamía los labios...

Lorena le preguntó.

-¿Seguro que nunca comiste un coño?

-Seguro. ¿Te gusta lo que te hago?

-¡Joder si me gusta! Si sigues así en un ratito te lleno la boca con los jugos de una corrida.

Fui al cajón de la mesita de noche y saqué un consolador de color negro y un succionador de clítoris, chupé y lamí el consolador, se lo froté a Laura en el culo y después le metí la punta. Me dijo:

-¡Cabrona!

En nada su ojete ya se dilatara y el consolador entraba y salía dándole placer. Cuando los gemidos y la respiración de Lorena le dijeron a Laura que se iba a correr, lamió más aprisa, y ocurrió lo que tenía que ocurrir.

-¡Me corro en tu boca, Laura!

Sabía cómo se corría Lorena. Primero soltaba un chorro de orina y después flujos en cantidad. Laura no desperdicio nada, ni orina ni jugos, hizo lo mismo que hacía yo, se los tragó todos. Al acabar de tragar se puso en pie. Le puse el succionador sobre el clítoris y la follé con violencia con el consolador hasta que dijo:

-¡Siii!

Después de correrse nos fuimos para cama... Cuando se recuperaron se pusieron a cuatro patas y caminando sobre la cama cómo si fueran dos perras se acercaron a mi. Me eché boca arriba para dejar que hicieran conmigo lo que quisieran.

Laura me puso el coño en la boca. Se lo lamí encharcado de jugos. Me relamí cómo una gata con lo rico que estaba, poco después fue Lorena la que me lo dio a comer... Me volví a relamer. Me encanta comer un coño después de haberse corrido, su sabor y su olor son tan deliciosos que me pongo a mil. Luego se echaron una a cada lado y me besaron con lengua... Cuando una lengua salía de mi boca entraba la otra... Yo las traía hacia mí con mis manos en sus nucas. Aquellas pupilas verdes de Laura fijas en las mías antes de que sus carnosos labios se juntasen con los míos hacían que me estremeciera. Lo mismo le debía ocurrir a Lorena cuando acercaba sus cabezas para que se comieran la boca, ya que le dijo:

-¡Qué hermosa eres, picoleta!

Laura y Lorena mientras me besaban me metieron un dedo cada una en la vagina y me masturbaron con ellos... Al rato mientras una me besaba la otra me chupaba las tetas y viceversa. Estaba gozando cómo una loba. Ellas lo sabían al oír mis gemidos y me comían cómo si fuese un pastelito al que le estaban lamiendo la crema... Cómo no soy de las que al hacerle las cosas bien le hace falta mucho tiempo para correrse, poco después, les dije:

-Besarme las dos al mismo tiempo.

Al tener sus lenguas dentro de mi boca comencé a correrme. Se las chupé con fuerza el tiempo que me duró la corrida, que fue larga, muy larga y muy intensa.

Ahora la que quedó sin fuerzas fui yo, y lo aprovechó Laura para coger las esposas y ponérmelas a la espalda. Las muy cabronas no me dieron tiempo ni a recuperarme. Laura se sentó en el borde de la cama y Laura hizo que me pusiera sobre sus rodillas. La mano de Laura se levantó, al bajar impactó con fuerza en mi nalga derecha, y me dijo:

-Esto es por haber follado con mi marido.

-¡¡Plas!!

La vacilé.

-¡Enclenque!

No le sentó bien que me riera de ella

-¡¿Enclenque yo?! Ahora verás

-¡¡¡Plas, plas, plas!

Con el culo ardiendo la seguí vacilando.

-Para qué te vas a hacer daño en la mano.

Lorena, que había cogido una de mis zapatillas rojas con piso de goma del mismo color, le dijo:

-Así no se azota un culo, aprendiz de ama, se azota así:

Me iba a hacer ver las estrellas.

-¡¡Zas!! -¡Puuuta! ¡¡Zas!! -¡Cabrona!

Laura reía cómo una sádica.

-Hostias, Lorena, le dejaste las cachas en carne viva.

Lorena, que me conocía cómo si me pariera, le dijo:

-No te preocupes, le gustas que le den, sigue.

Laura me dio de nuevo con la palma de la mano.

-¡¡Plas, plas!!

La seguí encabritando.

-Tienes la fuerza de una hormiga.

-¡Me cago en tus muelas!

-¡¡¡Plas, plas, plas!!!

-Se te va toda la fuerza por la boca.

Laura viendo que no paraba de vacilarla le cogió la zapatilla de la mano a Lorena y me largó.

-¡¡¡Plas!!! ¡Ooooh! ¡¡¡Plas plas plas!!! -¡Me encanta!

Lorena me lamió el culo, después me metió el dedo medio dentro y follándome, le dijo:

-Dale a romper.

Laura tenía la cara roja cómo mi culo y estaba excitada cómo una perra cogiendo con un perro. Quiso darme, pero le dio a Lorena en la mano.

-¡¡¡Plas!!!

-¡Ayyy! A mí no, cabrona.

La cabrona dejó que me levantara, me empujó sobre la cama, me puso el coño en los labios, y frotándolo en mi boca, dijo:

-¡Come, delincuente!

Saque la lengua, frotó su coño empapado con ella y en nada se corrió temblando una barbaridad y jadeando cómo una loba.

Al acabar de correrse se echó boca arriba, estiró los brazos sobre la cama, y dijo:

-¡Qué bien he quedado!

Al salir de la cama y ponerme en pie Lorena pasó la lengua por los labios, mordió el labio superior, en inferior, me miró para el coño con cara de diablesa, y me dijo:

-¡Quiero tragar los jugos de una corrida!

-Primero sácame las esposas.

-Primero te voy a sacar la corrida.

Laura le dijo:

-¡Sécala!

Lorena echó una mano a mis tetas y me metió un dedo en el ojete. Por llevarme la contraria, le dije:

-¡Perra!

-¡Calla, viciosa!

Comenzó a lamerme el coño

-Para, para, no, no, no pares, no pares, no pares...

No paró y con un brutal temblor de piernas le llené la boca con los jugos de una deliciosa corrida.

Al acabar de tragar, se levantó, se relamió, me besó con lengua, y después me dijo:

-Eres mi putita favorita.

Estaba aún esposada cuando entró mi padre en la habitación. Mi sorpresa fue inmensa.

-¡¿Cómo has entrado, papá?!

Me respondió Laura.

-Le enseñé a entrar en las viviendas.

Lorena y yo nos miramos. No hizo falta decirnos nada. Las dos pensábamos lo mismo, Laura nos había engañado. Le dije a mi cuñada:

-¡Serás cabrona!

Mi padre me reprendió.

-¡Un respeto a la autoridad!

Laura me quitó las esposas y me dijo:

-Quería darte una sorpresa. Tu padre y yo no tenemos secretos. ¿Sabías que también se follaba a tu prima?

-¿A qué prima?

Laura miró para Lorena. Le dije a mi prima.

-¡No! Tú, no.

-La carne es débil, Enriqueta.

Mi padre nos dijo:

-Dejaros de tontería y follemos cómo si no hubiese un mañana.

Lorena estaba con él.

-Eso.

Laura fue junto a su suegro, le quitó la chaqueta, la puso junto a su ropa y después comenzó a desabotonar la camisa. Lorena y yo lo flanqueamos y lo besamos. Él giraba la cabeza y nos correspondía. Al quitarle la camisa besar y lamer sus mamilas, nos cogía las cabezas y hacía que nos besáramos. Luego nos besamos las tres, por turnos y juntando las lenguas. Al quitarle mi cuñada los calcetines, los zapatos y el pantalón vimos su polla tiesa. Se la cogí con mi mano derecha, Lorena le cogió los huevos y Laura se puso en cuclillas y se la mamó. Masturbando yo la polla, acariciando sus huevos Lorena y mamando la polla Laura, nos dijo:

-¡Vaya tres putas!

Laura le preguntó:

-¡¿Qué nos has llamado?!

-¡Putas!

Laura conocía tan bien cómo yo a mi padre. Así que con nuestra colaboración le iba a dar lo que más le gustaba.

-¿Le damos su merecido, muchachas?

Le respondí yo.

-Damos.

Laura lo fue empujando hasta llevarlo a la cama, allí se dio la vuelta, se sentó en el borde de la cama, y le dijo:

-¡Lame mis pies, perro!

Lorena y yo vimos cómo mi padre se trasformaba en un pelele. Lo de llamarnos putas estaba en un guion no escrito. Lamió sus pies.

-¡Trae esa zapatilla roja que hay en el piso!

Caminando cómo un perro cogió la zapatilla con los dientes y se la dio.

-¡Échate sobre mis rodillas!

Mi padre con la lengua fuera y jadeando cómo un perrito se echó en su regazo. Laura le dijo a Lorena:

-¡Tú, perra, lame su culo!

Lorena se mosqueó.

-¡A mí no me llama perra una picoleta de mierda!

-¿Juegas o miras?

Lorena se dio cuenta de que había metido la pata y se ratificó.

-No lo había pillado, juego.

Lorena le lamió el culo y después a mi padre le cayeron unos zapatillazos que se lo dejaron a arder.

-¡¡¡Plas, plas, plas!!!

-Lamer las dos sus nalgas.

Lamimos las dos sus nalgas, Laura le metió un dedo en el culo y le volvió a dar con la zapatilla.

-¡¡¡Plas, plas, plas!!!

-Ordéñalo, Enriqueta.

Le cogí la polla a mi padre, una polla tiesa cómo un palo y lo masturbe. Laura le volvió a dar con saña.

-¡¡¡Plas, plas, plas!

-Mete un dedo en su culo, Lorena.

Lorena le metió un dedo en el culo, yo lo seguí ordeñando y mi padre se corrió soltando su leche cómo si fuese una vaca.

Después de esto, Laura, lo echó sobre la cama. La polla seguía empalmada. A saber que tomara mi padre para mantener la erección, Laura preguntó:

-¿Quién lo folla primero?

Lorena levantó la mano cómo si estuviera en la escuela, y dijo:

-¡Yo!

Lorena montó a mi padre y poniendo las manos sobre su pecho, comenzó a follarlo, Laura se echó al lado de ellos y me dijo:

-Ven. Vamos a ponernos a punto para corrernos sobre su polla.

Yo puse mi coño en su boca y ella en el mío... Tiempo después se corría Lorena en la polla de mi padre. Mi cuñada, que tenía la cara al lado de la suya, al ver el rostro de placer de Lorena, de sentir sus gemidos y de ver salir de su coño aquel manantial de orina y jugos se corrió en mi boca... A mi me dejara a punto, por eso nada más sacarse Lorena de encima de mi padre lo monté yo, y nada, no duré nada, fue meter la polla hasta el fondo y decirle:

-¡Mira cómo me corro, papá, mira, mira! ¡¡Me corro!!

La fiesta siguió, pero no quiero pasarme de frenada.

Quique.

(9,41)