Después de aquella noche loca, de aquellos días de sexo se atisbaba unos días tranquilidad y relajación en la finca de mi tío, pero una vez más una tranquilidad ficticia, ya que el deseo que tenía era más fuerte.
Aquella mañana estuve horas pensando sola en aquel colchón tan enorme al pie de la piscina, estaba feliz por el último beso de mi tío sentado en mi cama, no sabía que significaba, pero significaba algo, por otro lado sentía que mi tío sin querer me había vendido y había hecho de mí una puta aunque no era el único responsable claro está, ya que yo, fui la única en tomar la decisión final de ofrecerme para ayudarle incluso desoyéndole, yo me había metido solita en aquella turbia historia.
Realmente no le culpaba, bueno si, algo si porque los besos fingidos que me dio, parecían reales que antes de estar con Alekséi ya mojaba mi tanga con sus besos y caricias, de hecho en el salón cuando follaba a Alekséi a quien veía era a mi tío, de otra manera no hubiera podido empezar y así, en cada penetración cerraba los ojos y veía a mi tío, siendo el quien metía su polla en mi vagina.
Era una imagen que ahora se repetía una y otra vez, como miraba su polla desaparecer dentro de mi vagina a la vez que gemía con su entrada, no sé, quizás esa semana con él, con su risa, con las atenciones que tenía conmigo, era el hermano de mi madre, un hombre realmente atractivo de 50 años que siempre estuvo en mi vida desde que nací, de hecho era mi padrino y sabía que algo entre nosotros había cambiado desde que fingimos aquellos besos al pie de la escalera y me lo corroboraba el beso de esta mañana, un beso, unos besos que me sabían a poco.
Aquella noche en el sofá tuvimos que fingir que éramos amantes, Alekséi nos miraba y estaba en juego aquel negocio que le iba a reportar a la empresa de mi tío pingüe beneficios, pero a qué precio, tuvimos que volver a besarnos como si estuviéramos enamorados, sus labios sobre mi cuello y luego sobre mi boca hasta que nuestras lenguas se juntaron y aquella sensación lo cambio todo, sus besos lo cambiaron todo, Alekséi estaba devorando a su mujer prácticamente desnudándola delante de nosotros, con lo que mi tío mirándome a los ojos y pidiéndome perdón con ellos empezaba acariciar por encima del vestido rojo, besándome los hombros y metiendo su mano por debajo del vestido acariciando mi sexo, nuestros besos cada vez más apasionados y empezaba a notar que aquello ya no era ficción.
Yo sentía algo en mi interior, algo que me llevaba a estar más receptiva con sus caricias y besos, estaba sintiendo placer con las caricias fingidas de mi tío y sabía que a él le pasaba lo mismo, porque los primeros besos, las primeras caricias eran frías, del frío pasamos a la calidez de sus labios y más tarde al ardor de sus dedos cuando me hicieron gemir por primera vez al meterse por debajo de mi tanga y penetrando en mi vagina, la música sonaba lentamente, lo que aprovechamos a darnos un respiro y quizás el ruso se cansara de aquella pretensión de cambiar las parejas.
Fue en ese momento cuando bailábamos lentamente, con su mano pasando por mi espalda desnuda, con mi mano en su nuca mirándonos fijamente, sin tener que fingir en ese momento dado que Alekséi no miraba, fue en ese momento cuando nos besamos y aquel beso ni mucho menos era fingido, cuando mi tío me apretó contra su cuerpo y sentí su erección ni mucho menos era fingido, cuando note por primera vez mi tanga húmedo ni mucho menos era fingido y cuando mi tío deshacía mi moño dejando mi melena libre sobre la espalda besándonos y moviéndonos bailando una melodía interminable como nuestros besos ni mucho menos era fingido, hasta que Alekséi nos interrumpió y reclamo su premio por la firma en aquellos documentos y… El resto, el resto era ya parte de la historia.
Me sentía confundida, el sentimiento hacia mi tío era real o parte de una ficción debido aquel negocio, me tiré de cabeza al agua y un par de largos después, apoyada al filo de la piscina desde donde solo se veía mar a pesar de estar en una pequeña colina, pensaba y disfrutaba viendo el atardecer, veía como los rayos del sol se iba escondiendo por el horizonte llenando un cielo despejado de rojo y naranja a la vez que su calor se apagaba, al salir de la piscina me sentía observada, mi tío había llegado y me miraba detrás del ventanal del salón con una copa de whisky en la mano, tan guapo como siempre, sonriéndome y mirando cada movimiento de mi cuerpo.
Sus ojos verdes, su barba corta, sus labios hacían de mí una presa fácil, había pasado todo el día pensando en él, pensando en sus besos y caricias, en sus dedos dentro de mi vagina llegando a la conclusión que le deseaba, deseaba que me desnudase y me hiciera el amor, pero… y él, sentiría lo mismo, me desearía también o solo era ficción, un engaño para poder cerrar el trato, una y otra vez me lo preguntaba ¿me desearía como yo a él?, sé que era una decisión difícil sobre todo para mi tío, pero tenía que averiguarlo.
Sabía que me miraba así que empecé a secarme el cuerpo de forma muy sensual, sobre un marco incomparable, la silueta de una mujer sobre un cielo anaranjado, secándose las piernas con la toalla despacio, agachándose y dejándole intuir mi sexo por detrás, tapado por un bikini blanco, secándome la tripa, el pecho, meneando mi melena de arriba a bajo para al final ponerme la toalla sobre ella, el sol casi extinto, pero dándole de frente, no dejaría ver bien, así que me quite el sujetador del bikini, cambiándomelo por otro seco, al igual que mi braga, dejándole ver en sombras mi sexo y subiéndome la braga de un bikini seco muy despacio de espaldas a él, primero una pierna y luego la otra, subiéndomela despacio por mis muslos hasta dejarla en su sitio, colocándola bien.
Al girarme mi tío me observaba detenidamente, no se había perdido ni un solo movimiento de mi cuerpo, su vaso vació y un bulto enorme bajo el pantalón que agarraba con la otra mano, sabía que me deseaba, lo sabía, sabía que me deseaba y que no todo fue ficción, ahora solo tenía que esperar que él diera el primer paso y seria mío y yo suya.
La noche paso, esperando desnuda y despierta en mi habitación, pero me desperté a la mañana siguiente una vez más sola en aquella enorme casa, me extraño aquel día no ver a nadie del servicio, ni el jardinero, ni el personal de limpieza, a nadie.
A media mañana estaba tumbada en la colchoneta ladeada mirando hacia el mar y entonces note la presencia de mi tío junto a mí, tumbándose a mi lado y sin querer darme la vuelta espere a que me dijera algo, ese algo fueron sus caricias sobre mis muslos, subiendo por mis brazos hasta mis hombros y sentir sus labios sobre ellos, el sonido de la brisa sobre los árboles, el de los besos sobre mi cuerpo, el tacto de sus dedos sobre mis pechos y la sensación de tener la polla de mi tío dura golpeando mis nalgas, era un sueño cumplido, un sueño que la noche anterior no se cumplió y ahora salvo una catástrofe natural nadie lo iba a impedir.
Los besos y caricias de mi tío se detuvieron.
– Hola, Lara ¿me esperabas?
– Si tío, te he estado esperando desde hace tiempo.
– Lo sé.
– Te esperé anoche en mi cama.
– Lo sé.
– Te he esperado esta mañana.
– Lo sé.
– Pero ahora estás aquí conmigo ¿verdad?
– Lo estoy Lara.
– Y… y ahora que tío.
– Ahora nada y ahora todo Lara.
– ¿Nada? ¿Todo? Pero…
– Lara, nada porque nada puede pasar entre tú y yo, pero todo porque todo va a pasar si tú quieres que pase y me dejas, porque hoy si quieres soy tuyo, hoy si quiere te voy a hacer el amor durante todo el día.
– Si tío, si quiero, pero no te entiendo.
– Ya lo entenderás Lara, pero ahora quiero que te quedes quieta, quiero que me dejes besarte y quiero hacerte el amor, solos tú y yo, no digamos nada, no pensemos en nada, solo quiero que disfrutes mi pequeña niña.
Entonces volvía a sentir sus besos, a notar como desabrochaba el sostén de mi bikini y sus manos se apoderaban de mis pechos, nuevamente su polla se apoderaba de mis nalgas, frotándose y penetrando entre mis muslos, no me permitía darme la vuelta cuando sus dedos cogieron la braga de mi bikini y empezó a deslizarla muslo abajo, flexionando una de mis piernas para sacarla despacio y dejando el bikini en la otra pierna, ya no me dejo bajar la pierna, sus dedos una vez más acariciaban mi sexo, apretando el monte de Venus y haciéndome gemir, la otra mano acariciaba mi pelo y sus labios bajaban por mi espalda haciéndome temblar de placer, era mío, iba a ser mío, lo deseaba, cuanto lo deseaba.
Mi vagina más que húmeda, mojada, bien lubricada para cuando su dedo corazón me penetro sintiendo mi excitación, luego subía por mis labios mojando sus dedos en ellos, acariciando mi cuerpo hasta mis pechos y resbalando sus yemas sobre mis pezones, dibujándolos y pellizcándolos, salvo mi cara mi cuerpo se giró un poco sobre él, sus labios habían hecho presa de mis pezones, repasando con su lengua mis areolas mientras su mano acompañaba a su polla entre mis labios vaginales, subiendo desde mi vagina hasta el clítoris, bajando desde el clítoris hasta mi vagina y penetrándome unos pocos centímetros, mojando su glande en mi interior, con la cabeza en alto, mi boca abierta dejaba escapar un gemido, mis ojos cerrarse a la vez que mi cabeza iba bajando despacio y apoyándose en los cojines, cuando la sentía entrar por primera vez en mi vagina aunque fuera solo su glande, excitándome más si cabe.
– Tío… fóllame, métemela ya mmm
– Todavía no Lara, quiero que estés más excitada.
– Ya lo estoy tío, por favor métela ya, quiero sentirte dentro de mi mmm.
– Todavía no Lara, bésame, bésame Lara.
Fue entonces cuando gire mi cabeza para buscar sus labios, cuando mis ojos se clavaron en los suyos, cuando nuestras lenguas jugaban libres fuera de nuestro cuerpo y cuando su glande siguió su exploración en mi interior metiéndose y saliendo de mi vagina, subiendo una vez más por mis labios como si fueran los raíles del tren, presionando, acariciando y golpeando mi clítoris con su glande, mis gemidos no paraban ni un momento, no aguantaba más, cada vez que la notaba en mi vagina yo misma apretaba hasta tenerla aún más dentro de mí, pero él enseguida la sacaba y un beso fue el inicio, un beso profundo penetrando con su lengua mi boca buscando la mía para no parar de bailar.
A la vez que ese beso un empujón suave iba metiendo toda su polla por fin en mi vagina, despacio deslizándose por mi carne realmente mojada para que no tuviera problemas en llegar a su meta, hasta el final de mi vagina, hasta el final de su polla, metiéndomela hasta su raíz, esa sensación de placer, esa sensación de inmenso placer me paralizo, dejándole de besar, con su lengua dentro de mi boca semiabierta y gimiendo, la sensación de sentirla salir de mi vagina y volverla a sentir entrar, una y otra vez, mojándola con mi flujo, repasando cada milímetro de mi vagina con su mano apretándome un pecho, con su boca besando la mía apasionadamente, sintiéndola por fin dentro de mí, por fin era de mi tío, por fin mi tío me follaba.
Poco a poco me iba dando la vuelta, mi tío saco su polla de mi vagina para follarme en otra postura, mi tío me puso los cocines a modo de almohada, metiendo uno por debajo de mis riñones elevándome un poco, mis piernas abiertas y mis rodillas flexionadas, mi tío con su cabeza metida entre mis piernas estaba lamiendo mi sexo, bebiendo de mis labios y de mi vagina, rozando circularmente mi clítoris con la yema de sus dedos, llevaba ya un buen rato masturbándome y una vez más mi tío quería que gozara, quería que le suplicase que parara y que me la metiese, pero eso ahora no iba a ser posible, mi cuerpo temblando expulsaba de mi cuerpo el flujo que salía a pequeños chorros.
Mi tío paraba y bebía con su lengua cada vez que expulsaba mi flujo de mi vagina mojando el colchón, un orgasmo intenso, un orgasmo que me hacía gritar y decirle todo tipo de palabras a mi tío para que no para, para que me follara.
Todavía sintiendo el orgasmo mi tío empezó a penetrarme con su polla, entrando y saliendo de mí como surfeando en un mar embravecido, con olas de placer que van y vienen, los gritos continuos y ahora entendía a Nadia cuando chillaba, ahora entendía lo que sentía cuando mi tío se la follaba, su polla me estaba llenando, llegando y golpeando mis paredes uterinas, era una polla enorme, dura y muy, muy suave, mi tío no dejaba de empujarme, de subirme con cada penetración, sentía como mi cuerpo una vez más me abandonaba, como mis ojos se cerraban, como mis manos se aferraban a su cuerpo, arañándole la espalda, mi cabeza a un lado y a otro, mi espalda se empezaba a arquear de un nuevo orgasmo más intenso si cabe que el anterior, con unas penetraciones profundas mi tío también llegaba a su orgasmo, llenándome la vagina con su semen, tan dentro de mí, que era arrastrado por mi flujo hasta el exterior de mi vagina.
– Sí, sí, fóllame, fóllame.
– Aahh!! Sí… sobrina si aahh!!
– Joder, joder así, así
– Sigue metiéndola tío, sigue aahh!! Por dios así, así mmm… Si
Los dos caímos rendidos, sudorosos, besándonos y riéndonos, estábamos los dos felices, mi tío me había hecho el amor, yo me sentía como en una nube después de haber follado con él, su polla seguía dentro de mi cuerpo, entrando y saliendo despacio, dejando salir su semen y mi flujo por mi vagina y resbalando hacia mi ano, sus manos acariciaban mi cara, su cuerpo sobre el mío presionando mis pechos, su cadera no paraba de moverse metiendo y sacando su polla y el semblante de la cara volvió a cambiarnos, de las rizas y besos pasaron a las miradas nuevamente apasionadas, a los gemidos cuando notaba como su polla se iba hinchando y haciendo cada vez más grande dentro de mi vagina.
No tardamos en volver a follar, nuevas posturas, nuevos orgasmos, un día con su tarde haciendo el amor, duchándonos y arreglándonos para salir a cenar y volviendo pronto a casa porque no podíamos aguantar más, teníamos que volver a follar.
Lo que la familia supo fue que el negocio salió adelante, pero se torció teniendo que quedarnos durante tres semanas más, él lo que a nosotros respecta fueron tres semanas, 21 días con sus noches para hacer el amor, no salíamos de la finca, no salíamos de la piscina, la cama fue nuestra gran aliada, noches interminables haciendo el amor
Cuando llegamos nuevamente a Valencia, supe lo que quiso decir mi tío con aquello de nada y todo, todo lo tuvimos allí en Ibiza en aquella villa que no volvería a pisar y nada porque desde que llegamos todo se enfrió, como él decía no podía ser y yo lo entendía aunque me hubiera enamorado de él.