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Natalia, la hermana divorciada

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¡Hola, amigos!, está es la historia de cómo me cogí a mi hermana. Es completamente real.  De ustedes dependerá si me lo creen o no. Ella y yo nos llevamos por diez años. Ella tiene 35 y yo 25.

Somos diez hermanos, de los cuales 7 son mujeres y 3 somos hombres. Yo soy el menor. Mi hermana, se llama Natalia (Por razones de seguridad cambie el nombre) y es la 7° hija de la familia. Desde siempre me ponía cachondo con ella pues vivíamos amontonados, era común ver su ropa interior y masturbarme con sus calzones o sostenes. Recuerdo incluso una vez, estar en el cuarto, ella se iba a trabajar, acababa de regresar y solo entró al cuarto a vestirse para irse a su trabajo, pude verla completamente desnuda, desde ahí me empezó a interesar probarla como mujer, pues yo era virgen.

Ella es de piel morena, delgada con 1.55 cm de estatura, cabello negro, largo y lacio, con unas nalgas que, para haber tenido dos hijas, aun se le veían paraditas, pues no lucían decaídas y se miraban aun firmes, con unos senos que, aunque no sé cuál sea el número de su copa, se le ven de buen tamaño, sin que holgarán.

Pero vayamos al grano. Esto empezó desde la navidad de hace dos años, ella estaba casada, pero su esposo se había ido a otra ciudad a trabajar y eso le ocasionó problemas en su matrimonio, hasta que se divorció. Esa navidad, ella seguía casada y mi mamá me mandó por ella a su casa, su marido no pudo pasar la navidad con nosotros.

El caso es, que yo fui por ella y me dijo que la esperará en lo que se terminaba de arreglar. Cuando me abrió la puerta, me quedé bien pendejo, por qué traía un vestido corto de color negro entallado, con un escote en V, que hacían resaltar sus atributos. Ya en la cena, yo estaba impresionado, por qué se miraba muy bien. Baile con ella, y cada que podía la acariciaba discretamente. Ya pasados de copas y cansados, estábamos hablando todos en familia, y no recuerdo bien que le dije, que ella me dice:

-Pues jálate la verga, para que se te quite lo amargado.

Eso me saco de onda, por qué no es normal que tu hermana te diga así, y menos frente a toda la familia. Ya bien enfiestado, me fui a mi habitación, ya eran cerca de las 5 de la mañana, y todos ya estaban bien alcoholizados, unos ya estaban durmiendo, solo recuerdo ver a una prima con sus padres que seguían en la sala, pero ya se iban a dormir.

De repente, tocan a la puerta y era mi hermana que susurraba detrás, que la acompañara al baño porque tenía ganas de vomitar, se mareo cuando llevo a sus hijas a la cama, y siendo mi habitación la que quedaba a lado, me dijo a mí, para no despertar a nuestros padres, que ya andaban bien borrachos.

En el baño, le recogí su cabello y ella se inclinó al lavabo, me puse atrás y cuando se inclinó, ella se echó para atrás o yo me fui para enfrente, no recuerdo bien, pero eso me permitió darle un arrimón, eso me puso muy caliente, sentir como sus nalgas eran cubiertas por unos cuantos centímetros de tela, me la puso más dura que una piedra, estuve así un rato con ella, todo eso se sentía delicioso, sobre todo porque ella movía el trasero, que incluso llegué a pensar que estaba tratando de hacerme venir o algo así por el estilo, pero por el ruido que hacía en el baño, se acercó mi prima, quien me ayudó a llevarla a su cama y ella se encargó de que se durmiera.

Pasaron unos meses, solía recordar mucho lo rico que se sentía ese culo, más porque era el de mi hermana. Ella se divorció, y pues como estaba triste, empezó a meterse a unos grupos para conseguir dinero, de esos que venden productos para bajar de peso. En una de sus conferencias o cursos que les dan por parte de la empresa, le tocó en la ciudad donde yo vivo. Me dijo que podíamos vernos, que se quedaría tres días, por qué también iba a comprar ropa para una piñata que la invitaron por sus hijas, por lo que todos esos días, me los pasaría con ella.

Después de la conferencia, yo la acompañé a comprar ropa. Ella encontró la ropa para sus hijas, pero faltaba la que ella se quería poner, me dijo que la acompañara al departamento de damas de la tienda. Al pasar por el departamento de lencería, en exhibición estaban uno de esos calzones “mata pasiones”, y le digo que esos le quedarían a la perfección. Ella con tono molesto me dice:

- ¿Cómo crees?, lo que menos quiero es sentirme como vieja amargada.

Armándome de valor le dije:

-Bueno, pues si te quieres ver cómo zorra, cómprate este, y le enseñé un babydoll.

Me creerán que si lo compró y aparte un vestido. Después de pasar todo el día juntos, regresamos a mi departamento, ya era de noche y ya casi nos íbamos a dormir, yo le dije que dormiría en el sofá y ella en la cama. Pero me insistió que cabíamos bien, platicamos durante un buen rato, y en eso le digo, estoy muy cansado, pero no me puedo dormir.

-Hazte una chaqueta para que duermas, acabo te gusta eso -me dijo.

Y con ese comentario me volvió a pendejear, menos podía dormir, pero le seguí el juego, y con un tono burlesco, pero serio, le dije que me hiciera compañía o me ayudará, solo se río, y yo también me reí. Pero andaba caliente, y solo pensé que quizás ahí sería mi única oportunidad y lentamente fui acercando mi mano al pantalón de mi pijama por debajo de las sábanas.

- ¿Qué haces? -Preguntó ella, mientras levantaba la sabana, teniendo a mi miembro bien agarrado.

Solo traía un short de tela, con rayas horizontales, eso me prendió más, y con mi otra mano, agarré la suya y la acerqué a mi pene, que ya estaba erecto. Decía que no y forcejeaba para no tocarla, pero no estaba molesta o indignada, sino más bien se reía, y empezó a decir bromas sobre mi miembro, entres sus bromas y mi lucha para que ella la agarrará, acerqué mi cara entre sus senos, que se veían suculentos por el escote que su blusa negra de tirantes, daban una buena vista, y movía mi cabeza, de un lado a otro, seguía riéndose por lo que hacía. Me empujo, pero al hacerlo, dejo sus manos libres, ahí aproveche para jalar su mano derecha y llevarla directa a la verga. Es difícil escribir esto, pero en el preciso momento que me la tocó, sentí como un calor inundaba mi cuerpo, más aun, porque si la sostenía y trataba de no bajarme el prepucio, pero si descubría el glande.

-Se siente suave dijo -Mientras yo cerraba los ojos, porque sentía rico, más aún por ser mi hermana quien lo hacía.

-Tú tienes manos suaves -sonreí, la tomé de su mejilla y la besé.

-Esto está mal, somos hermanos -dijo, sin dejar de agarrar mi pene.

Mientras yo hacía caso omiso, solo disfrutaba lo que hacía y llevaba mi mano a su vagina, qué ya se sentía caliente y estaba húmeda. Se imaginarán el calor que sentía, por qué no era cualquier mujer a la que le hacía eso, era mi hermana, más por qué siempre le había tenido ganas.

-Somos hermanos, pero ve nada más como te he puesto-. Le dije, mientras ella seguía sosteniendo la verga, manteniendo un movimiento de arriba abajo constante.- Es que se me antojo desde que me la tallaste en el baño en Navidad, ¿Lo recuerdas?

Al decir eso, solo pude maldecir que, en aquella ocasión, pude habérmela follado, de no ser por los ruidos y que llegó mi prima, porque ese culo se le veía delicioso esa vez, además de que por el vestido hubiera sido muy fácil, solo levantárselo y follarla ahí, pero ahí estábamos, masturbándonos mutuamente, y eso se sentía genial.

-Claro que sí, como olvidarlo, tenía unas ganas tremendas de cogerte esa noche, lástima que no pude, pero espero que pueda hacerlo esa noche -le dije, mientras me acomodaba en la cama, para ponerla encima de mí, aunque ella dejó de agarrarme el miembro.

-¡Estás loco!, claro que no, somos hermanos -Decía mientras se cubría con la manta.

-¿Por qué no?, si ve como me la pusiste -Le dije mientras me paraba y me ponía de rodillas en la cama, señalándole mi verga, y ella se acostaba con la manta cubriéndole las piernas.

Así estuvimos un rato, yo le decía sobre lo bien que tenía el cuerpo y las ganas tremendas que tenía de cogerla, también sobre las ganas que posiblemente otros hombres le tenían. Poco a poco fue cediendo hasta que logré levantar la sabana, yo me masturbaba para que no se me bajara la erección. Ella cruzó sus manos en la zona de su vagina, cuando yo trataba de hacerle a un lado el short.

-Ándale -suplicaba tratando de mover su prenda a un lado.

-Ya te dije que no -Decía, mientras se mordía los labios, se resistía lo más que podía, pues con mi dedo, le rozaba el clítoris y sus labios, que ya estaban cubiertos de sus fluidos.

Con mis dos manos, le hice cosquillas en su vientre y ella levantó las manos, colocándolas ahí mismo, fue el preciso momento en donde aproveché para hacerle a un lado la ropa y con el glande le acaricie su clítoris, haciendo movimientos circulares y dándoles pequeños golpecitos, que posteriormente me ayudó a meterle la “puntita”. Ella dio un pequeño gemido, saliendo de su boca un pequeño no, aunque ya no ponía resistencia alguna para que pudiera penetrarla, y se agarraba el short junto con su calzón, librando camino para que pudiera entrar mi verga sin dificultad.

Metérsela toda, fue lo más delicioso que había sentido, ninguna mujer me había provocado eso. Y así me quedé un buen rato, me movía despacio y ella “tratando” de empujarme, puso sus manos en mi cadera, pero solo las tenías ahí, pues yo la embestía con facilidad. Ya se imaginarán lo caliente que me sentía y el ruido que se producía, cuando nuestros cuerpos chocaban, sumado a eso, los gemidos que ella trataba de ahogar mordiéndose los labios.

-¿Te gusta verdad? -Le decía con mi respiración agitada, mientras aceleraba el ritmo de mis embates, ella dio un grito, que la hizo llevar su mano a la boca, para que bloqueará los gemidos que salían de su boca.

-No, sí, bueno no sé, pero ya no pares -exclamaba, poniendo su brazo en la frente y moviendo la cabeza de un lado a otro, y sin dejar de moverme, puse mis manos en sus senos, para sacárselos de la blusa.

Esos suculentos melones, con ese tono moreno que la caracterizaban, hacían inevitable que no me inclinará para succionárselos. Se los mamé, y ella levantó la cara para que la besará, mientras me abrazaba con fuerza, y yo la tomaba de la cintura sin dejar de embestirla.

-Ya no pares, cógeme, coge a tu hermana.

Esas palabras me excitaron más de lo que me sentía, y eran una clara señal de que ella ya estaba entregada, al igual que yo.

-Te gusta lo que te hago, ¿verdad?, siempre pensé que eras una perra bien caliente, pero no creí que tanto.

-Si soy tu perra, tu zorra, lo que quieras que sea, pero sígueme cogiendo.

Me respondió, ya sin taparse la cara, sin empujarme, pero aun tratando de ahogar sus gemidos, para que los vecinos no pudieran escucharla gemir. La tomé de la cintura, y me acosté en la cama, dejando a ella libre. En este punto, jamás pensé tener a mi hermana así, tan libre, sin agarrarle las manos o la cintura para cogerla. Se quitó su blusa, lo cual dejó sus senos libres, que rebotaban de arriba abajo, mientras ella me cabalgaba, moviendo ese rico culo que siempre había tenido ganas de follar. Se movía muy rico, se notaba que no había cogido en meses, quizás años, pero eso ya no me importaba, yo estaba haciendo lo que siempre había querido, cogerme a mi hermana.

Aunque ya no la veía así, solo la veía como una mujer cualquiera, de esas que se esconden de sus maridos o novios cuando se van con sus amantes, y de las cuales yo me follaba cada que podía. Pero ella no era una mujer cualquiera, era mi hermana que ya sin tener pudor, seguía cabalgándome, haciendo la cabeza para atrás cada que sentía que se venía. Estaba bien empapada, eso era un océano, cual olas golpeando la arena caliente en la playa, es como lo puedo describir. Yo solo trataba de no venirme, fue tanta la calentura que teníamos ambos, que ni siquiera nos importó ponernos condón, aunque ya no era necesario, pues mi hermana ya se había hecho la cirugía, para no quedar embarazada.

-¡Que rico te mueves!, se ve que no te habían cogido en meses, y eso que no querías -Le dije.

-Cállate -respondió riéndose y llevando sus manos a mi pecho, lo cual la ayudó a levantar mejor su cadera, que se movían de arriba-abajo, por si sola como si tuviera vida propia.- Es que se siente bien rica tu verga -decía eso mientras aceleraba el ritmo.

Sentir como me cabalgaba así, era imposible para mi aguantar por más tiempo, y sin darme cuenta, me vine dentro de ella, pero de lo caliente que estaba, no se percató y siguió cogiéndome hasta que se vino. Se inclinó hacia mí, buscando mi boca y nos hundimos los dos en un beso largo.

Se levantó de la cama, y se fue al baño, la seguí para ver si estaba bien y me dijo que sí, regresamos a la cama y nos dormimos después de un rato. Ya se imaginarán la “cogedera” que tuvimos esos tres días que estuvo ella en mi casa, la agarraba donde sea, en la cocina, en la sala o en el baño. Aunque vivimos en otra ciudad, cada vez que visitó mi ciudad natal, la visitó, para follarla si es posible, pues no suele estar en su casa sola, por sus hijas, pero de vez en cuando si me la llevó a un motel.

Siempre quise cogerme a una madurita, jamás creí que esa madurita sería mi hermana, y mucho menos que sea tan buena en la cama. Pero guarden nuestro secreto.

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