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Obsesión por la dulce Claudia
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Cuando Fernando vio por primera vez a Claudia en aquel centro comercial, quedó enamorado. Aunque se comportaba como una niña con sus papás, tenía el cuerpo hermoso. Delgada, bonita, él le calculó diecisiete. Luego supo que acababa de cumplir diecinueve. La siguió por cada sitio del centro comercial e incluso compró un boleto para el cine, parado detrás de ella. Escucho que verían toy story. Llevaba años sin ver una película de dibujos. Y así seguiría. Pasó la película mirándola. Comer sus palomitas, reír con la mirada frente a la pantalla. Cuando salieron y los siguió hasta su auto, alcanzó a ver el suéter de un colegio privado. Así que rezo porque un milagro sucediera.

El lunes entre las doce y las dos de la tarde, espero paciente, leyendo como de costumbre pasaron las horas hasta que la vio salir con un grupo de amigas. Subió al transporte público sin notar su presencia. Perdida en la pantalla del teléfono ignoraba todo a su alrededor. Incluso le dio en la mano el billete para que pasara su pasaje. Camino detrás de ella hasta que la vio entrar en esa casa de paredes blancas de dos pisos. Todo por ese día.

Después de dos días de la misma rutina, espero a que saliera y choco con ella, pareciendo accidental. El café en su mano manchó el uniforme de Claudia. Ella se disculpaba, pero Fernando fingía estar apenado.

—Mira, como quedaste —le dijo señalando la gran mancha de café en su blusa blanca.

—Perdón, no me fije —apenada agacho la cabeza, pero Fernando insistió y no dejaría las cosas así.

—Ven, te debo una blusa, seguro en la plaza encontramos algo, para que no te vayas así, por favor déjame hacer eso.

—De verdad, no gracias —ella solo miraba su cara sonriente, tendría unos años menos que su papá. Pero sin la cara de ogro de todos los de esa edad.

—Insisto, es más. Yo voy y tú me esperas aquí —Dijo acomodándola en la banca donde esperaba si transporte y se alejó sonriente.

Claudia sin saber la razón espero, mientras el sacaba de su auto, estacionado en la plaza comercial. Así que regresó muy rápido. Trajo consigo dos blusas, esas que días antes Claudia veía junto con sus padres.

—No sabía cuál y te traje dos —Dijo extendiendo su mano con la bolsa.

—En serio no.

Cuando abrió la bolsa, sus ojos se iluminaron. Eran en efecto las blusas que deseaba. Sonreía, pero no quería aceptarlas.

—Anda, ve a cambiarte y si gustas te llevo a tu casa.

—No, como cree. Aquí pasa mi Combi —dijo cerrando la bolsa.

—Ok, solo ve a cambiarte. Y cuida de no chocar con nadie —se alejó sonriente, aunque esperó a verla salir con esa blusa floreada. “Hermosa” pensó para sí. Aguardo un par de días, cuando la vio entrar a la plaza, sabía que iría por un helado con cubierta de chocolate. Se instaló en una mesa de la heladería y la vio llegar.

—¿Me estás siguiendo? —le dijo sonriente.

—¡Hola! No, vengo por un helado.

—No me imagino que compres lámparas aquí —Dijo con sarcasmo y se levantó— ¿de qué vas a pedir?

—Pues de chocolate.

—Que rico —él se refería a su culito, la miraba un poco mientras sacaba su cartera para pagarle el helado.

—No, yo traigo dinero…

—Igual yo te invito, si te lo comes conmigo.

—Ok —dijo Claudia y se sentó con él, así pudo llenar los vacíos de información.

Supo que tenía diecinueve, hija única, además tenía esa cara de ángel frente a él. Aprovechó para acercarse afectivamente a ella.

—Hoy si me dejas llevarte a casa, no es pregunta.

—No, como cree señor.

—Señor, bueno ya está. Me veo muy viejo lo sé.

—No se tu nombre —dijo mientras pasaba nuevamente su lengua por el helado.

—soy Fernando, dime así Claudia

—Ok

—Entonces te llevo.

—Bueno, pero vivo lejos —dijo sonriéndole.

—No importa.

Ya en el auto, después de pedirle que abrochara su cinturón le preguntó.

—¿qué quieres oír?

—me gusta Dua Lipa o Billie Eilish

—Ok, en seguida sonó “one kiss” de Dua Lipa y Calvin Harris.

—Esa me gusta —dijo sonriente mientras tomaban camino.

—me dices por donde, ¿tienes cuenta premium de esta aplicación?

—No, las descargo y las paso a mi teléfono.

—descárgala y usa mi clave. Y dime por dónde ir.

—No como crees, no. Acá a la derecha.

Antes de llegar a su casa, Claudia tenía acceso multimedia a música y plataformas de películas y series.

—Ahí a la vuelta y me dejas en la esquina, no quiero que me vea mi mamá o me va a regañar.

—No queremos eso, toma mi teléfono y anota el tuyo. No te voy a acosar lo prometo.

Fue ella quien por la noche le mando mensaje.

—¿qué haces?

—Hola, pues leyendo, ¿y tú?

—Veo una serie.

—¿cuál? ¿De qué trata?

Claudia le platicó de Stranger Things, de los personajes y un demogorgon al que combaten los niños de la serie. Después casi una hora mensajeando, ella le dijo que se tenía que dormir.

—que tengas buenas noches, sueña bonito.

—Si me mandas Una foto, seguro sueño bonito y con un angelito —ella se tomó una selfie acompañada del emoticón de beso.

—Dulces sueños Fernando.

—Descansa bonita.

Ella suspiró y aunque siguió explorando el contenido de las aplicaciones de video, se durmió pues tenía escuela al día siguiente. Ella soñó con Fernando.

El dejo pasar unos días, aunque los mensajes seguían, al igual que las fotos. El viernes la invito al cine. Ella aceptó encantada. Parecían un padre y su hija entrando a la sala. Pidieron un gran combo de palomitas, nachos, helados y refrescos. Mientras veían la película, él tomó su mano. Claudia se recargó en su hombro, el cosquilleo en su panza era algo raro. Pero le gustaba estar con aquel hombre, sin importar su edad.

—¿te gusto la película?

—Obvio, cuando van persiguiendo al malo esta padrísimo.

—A mi me gusto verla contigo.

—¿en serio?

—Sí, y más que temerte a mi lado.

Antes de bajar del auto, Claudia le dio un beso en la boca, Fernando fingió estar sorprendido.

—Guau, me gane la lotería.

—Menso —dijo ella mientras repetía el beso. Ahora el contexto y sus lenguas se conectaron.

Por la noche ella comenzó la plática.

—¿te gusto?

—¿qué cosa? ¿La película?

—Obvio no, el beso.

—Me gusto más el segundo. Aunque no sé, estas bien chiquita.

—Ya soy mayor, ¿me ves como una niña?

—eres una mujer hermosa, me gustas mucho. Pero ya no estoy en edad de juegos de adolescente.

—Pues juguemos como adultos.

—¿Segura?

—obvio Menso.

El la dejó de ver y de contestar sus mensaje, fue hasta el jueves en la noche, después de leerla llamándolo “patan” que él respondió.

—Hola amor.

—Te odio, no me hables.

—Ok, te veo mañana enfrente de los helados.

—No, bye.

Obviamente ella llegó al lugar de la cita.

—¿sigues enojada?

—Si

—Bueno, vamos a cómprale ropa a mi nena gruñona.

—No —la tomó de la mano y entraron a las tiendas, el escogía la ropa y ella entraba a los probadores para después modelársela. Vestidos, faldas, blusas. Después fueron al cine. Ella lo beso apenas empezó la película, ya traía puesta una falda corta que le acababa de comprar.

—Dijiste que como adultos —metió discretamente su mano en la falda y frotó por encima de su ropa interior. Ella cerró las piernas, entonces el beso su cuello y sus piernas fueron cediendo. Sentía la humedad en su ropa interior. Cerraba los ojos y se controlaba para no gemir ahí en la sala de cine.

—¿te gusta niña grande?

—Si

—¿puedo meter mi dedo?

—No sé…

Cuando sintió el dedo dentro de su sexo suspiro tan alto que una pareja de viejitos los miro por un momento. Luego volvieron a mirar la pantalla. Mientras Claudia tenía un orgasmo, ahí a media sala. Fernando sacó su dedo y se lo dio a probar. Ella chupo saboreando su propio sabor y luego lo beso apasionadamente.

Ya en el auto, después de disimular durante los pasillos aquella relación, Fernando se bajó el cierre.

—Juegos de niños grandes —Ella miro el pene duro salir del pantalón, sabía que tenía que hacer. Pero… ¿ahí?

—Bueno…

Ella se inclinó hasta llegar a su verga, lamia aquel pene con suavidad, mientras escuchaba el motor del auto arrancar. Mientras el conducía, ella chupaba su pene. No levantaba la mirada pues le daba miedo ver las calles. Aunque escuchaba el ruido del tráfico, seguía chupando con afán aquella verga. El auto se detuvo. Ella no, siguió hasta que sintió el semen entrar en su boca.

El sostuvo su cabeza hasta que sintió que no había más semen por salir, luego levantó su cara hasta quedar de frente.

—Abre la boca

—¡aaaah! —podía ver su semen aún en el interior de su boca, la cerro con sus manos y sonriente le dijo.

—Ahora trágatelos —Ella con gestos, trago todo el semen.

—¡gulp!

—¡abre! —obedeció mostrándole el interior de su boca vacío, luego miró a su alrededor. Estaba a una calle de su casa. El trayecto era de al menos veinticinco minutos. Estuvo chupando verga tan febrilmente que se olvidó del tiempo.

—Anda ve, no queremos preocupar a mamá —le dio un beso y al bajar, una nalgada.

—¡Auch!

Por la noche le dijo que la vería hasta el miércoles, cosa que ella reprochó. Pero así fue. En el mismo sitio.

—Te tengo un regalo.

—¿qué es?

Fernando le dio una bolsa y a ella le brillaron los ojos.

—¡No manches!

—ve al baño y te lo metes, te espero en la fila del cine.

Obedeció, nerviosa y emocionada metió un dildo de forma extraña en su interior. Luego volvió un poco incómoda.

—¿para qué quieres que haga estas cosas?

—espera y verás.

En la sala, después de los cortos y algunos besos. Sintió que el dildo vibraba.

—¡No mames!

—¿que?

—vibró… hay… otra vez.

—sorpresa, lo controlo con el teléfono.

Durante la película Claudia se retorcía, la vibración en su interior la tenía muy mojada, muy caliente, mordía los oídos de Fernando y frotaba su verga. Cuando salieron la llevo a comer y siguió estimulándola vía Bluetooth. Ella se retorcía, reía aguantando las ganas de gemir.

En cuanto subieron al auto, Claudia buscó frenéticamente la verga de Fernando. Chupo como si fuera un caso de vida o muerte, el cerraba los ojos ante aquel placentero gozo. Pero seguía estimulándola. Ahora podía darle el tiempo de gemir a gusto.

—¿Te gusta?

—Obvio menso —siguió chupando y meneando su culo en el asiento de copiloto.

—Eres mi putita, me gusta que seas mi perra —las palabras sucias surtían efecto en Claudia, movía sus caderas y metía con más placer aquella verga en su boca.

—Soy tu putita mi amor

En cuanto se vino, ella misma sostuvo el semen para mostrárselo, luego lo tragó sonriente y frotó su clítoris frente a él.

—¿Que rico se siente?

—No sé, Déjame probar —palpó su ropa interior empapada, sobo y ella gimió con fuerza.

—¡aaaah aaaah sí que rico!

—Eso mamita, ¿dime que eres?

—Soy tu putita, siii! Aaaah! Me gusta ser tu perrita! Aaah! Voy a ser obediente aaah!

Llegó al orgasmo con los ojos en blanco, el disfrutaba de verla así, sabía que podría tenerla ahí mismo. Pero el platillo era tan delicioso que quería tomar su tiempo.

Durante el camino, ella siguió frotándose, mirando como el disfrutaba. Bajo del auto con las piernas mojadas. Así camino hasta su casa, cuando sacó el dildo, sus jugos escurrieron aún más. Durmió toda la tarde.

—¿y si el lunes faltas a la escuela?

—no puedo, tengo examen.

—Bueno, te veo luego.

—Espera… salgo a las doce…

—Ahí te veo

El lunes, en cuanto subió al auto y sonriendo le dijo.

—traigo puesto el dildo.

—Ok —sacó su teléfono y lo puso a funcionar, ella buscó chupar su verga, pero la detuvo.

—Espera, vamos a un lugar bonito.

—¡pero yo quiero chupártela!

—seguro lo vas a chupar.

Entraron a un fraccionamiento que parecía vacío, el bajo para abrir su puerta y entraron. Pocos muebles y un refrigerador. La llevo de la cintura a una habitación ya quitándole el uniforme.

—te compré ropa —lencería hermosa reposaba sobre la cama— póntela.

Claudia, con un poco de pudor se desnudó frente a él, se puso la lencería y el aguantó para no saltar sobre ella. Luego sacó un par de esposas y pasando sus manos por detrás, las sujeto con ellas. La tumbó en la cama y arrodillándose separó sus piernas, solo percibir el olor lo ponía loco. Separó la tanga y lamió suavemente su clítoris, dentro, el vibrador seguía soñando y ella retorciéndose.

—Vamos a cambiar de casa el juguete

—¿como…? —lo sacó de un tirón, provocando el gemido de Claudia, luego lamiendo su culito lo metió despacio. Estaba muy apretado y a ella le dolía.

—¡aaaay! Despacito haaay!

El siguió hasta meterlo por completo y así ocuparse de chupar su panochita, era tan deliciosa como lo imaginaba.

—¡qué riiico!

—¡deliciosa!

Luego de un rato, por fin se quitó el pantalón y metió su verga, fue igual de difícil, su panochita era pequeña y además podía sentir el dildo ocupando su colita.

—¡haaaa! ¡Haaaa!

—por fin… ¿sabes cuánto soñé esto?

—¡haaaa! Que rico! Haaaa! Me duele mi haaaa! Colitaaa!

—Ya se, que rico…

Conforme subía la intensidad al penetrarla, ella gemía más fuete. Era claro que ambos estaban gozando. Luego la giro para ponerla boca abajo, con las manos detrás de su espalda, quedó empinada, lista para ser usada a su antojo.

Empinada, recibió aquella verga sin poder evitar nada. El la jalo del pelo para que fuera más brutal el cogerla, para que ella se sintiera una puta, usada y manipulada a su antojo.

—¡aaah! ¡Siii! ¡Masss! ¡Siiii!

Ahora su culo recibía además de verga y dildo, unas fuertes nalgadas que enrojecían sus nalgas.

—¡haaay meee dueleee!

—siiii

—¡haaaay no parees sigue! Siiii!

Sonaba estruendoso el golpeteo de sus nalgas, al igual que las nalgadas que le daba sin medir su fuerza.

Sacó su verga y se dio a mamar, ella parecía una experta. Chupaba completa aquella verga. Luego la volvió a empinar y de un tirón sacó el dildo para poder destrozar su culito.

—¡haaaay me dueleee sácalo!

—Si claro…

Fernando fue igual de brusco, aferrado a sus nalgas. Claudia con la cara unidad solo gemía, él no sabía si de dolor o placer, pero le daba lo mismo. Desde la primera vez que la vio se propuso destrozar aquel culito hermoso y ahora lo estaba logrando. Tanto que estaba a punto de terminar, pero aún tenía otro sueño por cumplir. Sacó su verga y jalo a Claudia hasta el suelo. Ella abrió la boca pensando que mamaria su verga. Pero unos fuertes chorros de semen cayeron sobre su cara. Apenas pudo cerrar los ojos. Agitada sentía el calor líquido escurrir por su cara. No podía limpiarse con las manos atadas a su espalda.

Aún sentía el semen escurriendo, el seguía restregando su verga sobre su rostro. Sintiendo y disfrutando de ensuciar esa cara angelical.

—Voy por papel para que te limpies

—siii —dijo ella entre dientes, apenas moviendo los músculos de la cara para no sentir como escurría ese líquido espeso en su rostro.

No traía papel, en cambio sacó su teléfono, comenzó a tomar desde diferentes ángulos aquel rostro sucio. Ella solo escuchaba los flashes. Luego la volvió a empinar y metió su verga en el culo.

—¿más?

—Si amorcito, nunca me aburriré de este culo

—¡haaaa haaa haaa!

—¡me encantas!

Luego de un muy corto tiempo, la volvió a poner en posición y unos chorros cayeron donde ya había semen, Claudia sentía como le cosquilleaba la cara nuevamente.

—ya no me saques fotos

—No amor —era verdad, ahora grababa su rostro. Haciéndole preguntas.

—¿te gusto?

—siiii

—¿Eres mi puta?

—siiii

—¡Dilo!

—Soy tu putita, tu putita llena de leche.

—¡Eso!

Luego de quitarle las esposas y desnudarla, se bañaron juntos. Abrazados y besándose. Durmieron un par de horas y la llevo a su casa. Nos vemos le dijo ella.

—Gracias —respondió el con el corazón en la mano.

En la entrada la esperaba su papá, quien marcó a la escuela y sabía que salió al mediodía. Eran las cinco y debía e placar, ¿qué hizo? ¿Dónde y con quién estaba?

Ella rogaba porque ese aparato dentro de su sexo no comenzará a vibrar o su padre la mata.

@MmamaceandoO

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