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Orgía con mis sobrinos embriagados
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Era 31 de diciembre por la mañana y estaba a punto de darme una ducha caliente. Me quité la ropa lentamente y la arrojé al cesto del baño. Medie un poco el agua caliente con la fría y medí la temperatura con mi mano. El agua estaba perfecta. Por la mañana había corrido en el parque. Mis senos rebotaban tanto que comenzaron a dolerme. Había varios hombres que estaban observándome entretenidos haciendo como que usaban los aparatos mecánicos de ejercitación. Su mirada lujuriosa me hacía sentirme deseosa.

Entre a la ducha. El agua abrazo mi cuerpo acariciando mi rostro, bajando por mis montañosos senos y terminando su camino en mi vagina llenándola de calidez. Dejé que el agua llenara de vitalidad cada centímetro de mi cuerpo. Estaba tan relajada que podía sentir como cada gota recorría su suave camino a través de mi piel. Tome entre mis manos el jabón y lo froté un poco. Se deslizo suave sobre mi cuerpo. La espuma se formaba como si quisiera censurar mi voluptuosa figura. Mis pezones se despertaron por el suave roce de mis manos. Mordí mi labio y mi temperatura corporal se elevó. Mi dildo estaba listo para la acción a todas horas, no se cansaba y siempre estaba firme para mí. Puse la base de succión en el piso del baño. Me apoye con ambas manos en la pared y comencé a montar esas diez pulgadas de placer. Lo monte como toda una vaquera. Pellizque mis pezones mientras subía y bajaba. El agua caliente caía sobre mí.

Mi cabello mojado se movía sin control. Se pegaba a mi rostro como pegamento, a mis senos y mi espalda también. Mi clítoris se inflamaba mientras mi sangre hervía apasionadamente. Mi clítoris rogaba, imploraba por sentirse amado. Mi mano se deslizo como si tuviera vida propia hacia mi clítoris. Mis piernas no dejaban de montar y mis manos no cesaban de acariciar mi cuerpo. Aquel enorme pene falso me daba el placer que muchos de mis previos amantes no habrían podido darme en cien años. Mis gemidos escapaban de mis labios suavemente. Pronto el placer se desbordaba y mis gemidos se tornaban algo salvajes.

Mis dientes crujían mientras yo trataba de contener aquel orgasmo bestial que se acumulaba dentro de mí, como un globo que se llenaba con agua hasta llegado el punto de un segundo antes de estallar. Una gran corriente eléctrica ultrajo mi cuerpo de manera salvaje. Los músculos de mi vagina se contraían y relajaban de una forma violentamente rápida. Frote mi clítoris a toda velocidad y un grito de placer estallo en mi boca. ¡Ahhh! Un gran chorro salió disparado de mi vagina. Otro igual de grande acompaño la siguiente contracción. Un tercero más pequeño me hizo caer al suelo sentada y un cuarto beso mi pubis mientras cerraba mis ojos recostada en el piso del baño repleta de mi orgasmo y el cálido abrigo de mi ducha caliente. Mi respiración agitada pronto se calmó y puse ponerme en pie. Un orgasmo ejemplar.

Esa noche tendríamos la cena de fin de año. La familia vendría a celebrar y los chicos, todos mis sobrinos habían pedido permiso para quedarse en mi casa para divertirse. Mis hermanos y hermanas habían estado de acuerdo por lo que me quede tranquila en ese aspecto. Mis hijos iban a ir a celebrar a un antro con sus novias el año nuevo y luego se quedarían en unas cabañas en las montañas tres días. Mis sobrinos al ver que estaría sola se ofrecieron en pasar año nuevo conmigo. Mi hermana llevaría la cena y yo solo tendría que organizar algunas cosas y decorar. Ya tenía listo casi todo para las dos de la tarde y solo necesitaba encontrar algo adecuado que ponerme. Últimamente por todas las posadas y fiestas a las que había acudido mis senos y glúteos habían crecido un poco. Tengo la tendencia de que cuando subo de peso la grasa llega a estacionarse a esos lugares concretamente. Subí a mi cuarto y saque de mi armario los posibles atuendos que usaría. Casi ninguno me convencía hasta que vi un nuevo vestido que había comprado hace meses pero no había tenido la oportunidad de usar por el frio. El día estaba perfecto y cálido por lo que era la oportunidad perfecta. UN vestido blanco entallado con un gran escote. Quería incitar la lujuria de todos los invitados así que iba a hacer algo más atrevido, usarlo sin ropa interior. Me lo probé y me mire directo al espejo. Mis pezones se remarcaban claramente pero no se podía ver el color por el grueso de la tela. Mis senos parecían querer desbordarse de mi pronunciado escote y mis glúteos formaban un perfecto y regordete durazno. Era perfecto. La familia y amigos llegarían y me verían. Sería el centro de las miradas como me encantaba serlo. Secretamente siempre me ha gustado serlo porque me excita demasiado, incluso me mojo en ocasiones al sentir tantas miradas.

Pasaron ocho horas y la familia y las amistades habían llegado. Incluso gente que no podía recordar que había invitado. Algunos vecinos se presentaron también. Y claro mis sobrinos. Todos arreglados muy guapos. Vinieron los cuatro juntos en el auto de mi sobrino Jorge. Cuando entraron todos pude ver como sus miradas se dirigían a mis pechos. Mi sobrino Jorge se abalanzo rápidamente sobre mí. Me dio un beso peligrosamente rosando mi labio con el suyo. Apretó fuerte mi pecho contra el suyo en un fuerte abrazo.

Pude sentir la fuerza de sus grandes músculos que tanto le gusta ejercitar en el gimnasio. Mis senos cambiaron de forma cuando se apretujaron contra sus duros pectorales. Mientras me abrazaba me dijo: -Te ves hermosa tía-. Después cada uno de ellos me saludó efusivamente. Rodrigo, Raúl y Carlos. No había estado con ellos nunca en la cama. Pero no me faltaban ganas. Rodrigo era un chico algo gordito pero muy guapo. Raúl era algo delgado y tímido Y Carlos era el más listo de todos, se había ganado una gran beca para la universidad. Me llevaba de maravilla con todos, en parte por eso habían querido quedarse conmigo, la pasábamos muy bien juntos.

Siempre nos divertíamos bromeando acerca de sus padres y sus otros tíos y tías. Cuando llego el momento de la cena yo fui la encargada de cortar y servir el pavo que había preparado mi hermana. Lo corte cuidadosamente y de manera picara me acerque primero a mis sobrinos. Inclinándome les ofrecí pechuga de pavo mientras les regalaba una buena vista de las mías que casi se salían de mi escote al agacharme. Ellos se quedaban perplejos, A cada uno le preguntaba: ¿Quieres pechuga amor? Todos asentían con la cabeza sin dejar de ver mis protuberantes senos. Esa noche reímos y cenamos como familia. Nuestras amistades cenaron y de inmediato comenzaron a beber. Como todos mis sobrinos ya eran mayores de edad no le vi problema en que bebieran con nosotros. Estaban de vacaciones y no irían a la escuela al siguiente día, así que estaba bien. Estuvimos charlando de cosas triviales y bebiendo mucho. Después de un rato alguien puso música bachata.

Mi sobrino Rodrigo se ofreció a bailar conmigo. Me abrazo con decisión y comenzamos a bailar sensualmente. Podía sentir su pierna rozar suavemente mi vagina. El alcohol me había puesto muy cachonda y el alcohol no ayudaba. El roce de mi sobrino tampoco. Me miraba a los ojos intensamente como queriéndome decir algo. Miraba mis labios como si los ansiara o al menos eso pude percibir. Mordí mi labio por la excitación mi sobrino lo noto y dejamos de bailar. Creí que lo mejor era ya no bailar con nadie, pero muchos de mis amigos y vecinos me sacaron a bailar. Ya estaban muy borrachos y cada uno de ellos se propasaba de mano larga conmigo. Me tocaban el trasero al bailar, trataban de tocar mis senos. Decidí después de sentirme algo abusada irme a esconder al baño.

Regrese solo cuando habían llegado las doce. Todos nos deseamos feliz años, no sin antes comerme más arrimadas de polla y manoseos de más de una docena de personas. Mis hermanos y hermanas se fueron para seguir festejando en sus casas. Yo sabía que aprovecharían que sus hijos no estarían para tener sexo desenfrenado y envidiaba un poco a todos. Nos quedamos solos. Uno de mis sobrinos saco una botella de whisky y unos vasos de shots.

-Hay que seguir festejando. Yo propongo un brindis, por la tía más hermosa y sexy que tenemos.

Todos mis sobrinos levantaron sus pequeños vasos.

-Salud –grito Jorge.

-Por la bailarina más sensual –dijo Rodrigo.

De nuevo gritaron salud.

-Por los sobrinos más guapos que tengo –dije levantando mi vaso.

-Salud –dijeron todos, riendo al final.

Todos ya estaban visiblemente tomados y se habían puesto más atrevidos e impertinentes. Jorge no paraba de verme los pezones que los tenían completamente erectos en ese entonces.

-Sabes tía, yo no sé cómo teniendo unos senos como unos grandes y jugosos melones no te has vuelto a casar –dijo Jorge sin dejar de mirar mis tetas.

-Bueno, yo no pienso aguantar a otro hombre borracho y malo en la cama por otros veinte o treinta años.

-¿Entonces te gusta vivir más libre tía? –pregunto Carlos mientras le daba un sorbo a su vaso.

-Así es –respondí.

-Muchos en la fiesta decían que te vestías así porque te gustaba provocar a los hombres porque te gusta ser puta. Me dieron ganas de partirles la cara tía Julia, pero no quería arruinar la fiesta -dijo Jorge visiblemente molesto.

-No te preocupes por esos pendejos mi amor, son hombrecillos patéticos con penes diminutos con los que no quise acostarme.

-¿Entonces si te lo propusieron? –pregunto Raúl.

-Claro, pero aparte de ser feos, les tome la polla y era diminuta así que no me anime por ningún lado –dije soltando la carcajada.

Ellos rieron también.

-Aunque no se crean si hay muchas veces que me siento sola.

-Si yo tuviera una mujer como tú, nunca la dejaría sentirse sola tía-dijo Carlos.

-Hay mi amor, muchas gracias –dije.

Lo abrase y hundí su cara en mi pecho. El me abrazo con fuerza y no me soltaba. Movía su cabeza entre mi pecho. Todos demandaron un abrazo igual. Yo me reí y les dije –hay amor para todos-. Hundí cada uno de sus rostros en mi cálido pecho por algunos segundos. Se levantaban algo mareados, cosa que me resultaba muy graciosa.

-Estas buenísima tía, no sabes lo que daría por estar con una mujer como tú –dijo Jorge.

-No eres el único cabron –dijo Raúl.

-¿Enserio les parezco guapa?

-Todos respondieron que sí.

-Yo ya no aguanto, puta madre –dijo Jorge.

Acto seguido me tumbo en el sillón donde estábamos sentados y jalo mi escote hacia abajo. Uno de mis senos se desbordo y se lo metió a la boca. Todos se quedaron viendo.

-Mi amor, estas muy borracho, contrólate un poco -dije mientras lo tomaba de la cabeza.

El hacía caso omiso a mi sugerencia. Yo también quiero de eso-dijo Rodrigo. En un par de segundos sentía su rostro redondo rozar mi otro seno. Se alimentaban de mi pecho como dos bebes hambrientos. Mis esfuerzos por tratar de detenerlos eran inútil.

Mis otros sobrinos Carlos y Raúl comenzaron a acariciar mis piernas por debajo de mi vestido. Carlitos incluso se aventuró más y metió la mano justo por el canalillo hacia mi vagina.

-No trae calzones wey –dijo sorprendido.

Y metió sus dedos en mi vagina. Un gran gemido de placer se escapó de mis labios.

-Están muy borrachos mis amores, por favor pare, -dije.

No hubo respuesta. Cada uno había comenzado a besar mi cuerpo por alguna parte. Jorge me tomo con fuerza de la boca y me beso. Pude sentir su lengua invadiendo mi cavidad bucal.

–Está bien húmeda-dijo Carlitos mientras seguía dedeandome.

-Por favor Carlitos, ya para amor.

-No puedo tía, se siente muy rico tu vagina.

Jorge me beso de nuevo. Mi mente se estaba poniendo en blanco. Raúl le ayudo a levantarme el vestido hasta la cintura y comencé a mamármela. Raúl tenía una lengua muy hábil. Todas aquellas manos navegando mi cuerpo me hacían sentir muy excitada. Me basto un par de minutos y explote en placer. Ahhh!! Un gemido grande de placer acompañado de varios chorros de mi orgasmo mojaron a Carlitos y a Raúl.

-No mames, se viene a chorros cabrones, que chingon -dijo Raúl.

-No esperaba menos de mi tía –dijo Jorge.

Jorge se quitó la camisa y el pantalón y me tomo del cabello. Todos lo imitaron y se comenzaron a quitar todo.

-Bueno cabrones, parece que hoy vamos a tener nuestra primer orgia. Jorge saco su pene grueso y algo venido y lo metió brutalmente en mi garganta.

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