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Papá me rompió el culo en la cocina
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Mi nombre es Alexandra, tengo 27 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello castaño claro, me gusta traerlo largo, me llega hasta la mitad de la espalda, soy delgada, tengo una cara bonita afilada y ojos color café claro me gusta maquillarme ligeramente y usar labiales rojos. Considero que tengo bonita figura ya que me gusta hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, mis senos medianos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. Conservo una cintura definida y un culo muy bien formado, sobre todo cuando uso jeans, se me marcan muy bien mis nalgas levantaditas y al juntar mis piernas se me forma un huequito apretando mi zona íntima, tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen. Soy divorciada, sin hijos y actualmente vivo con mi mamá en Zapopan, Jalisco.

Como ya les relaté en “sábado de gloria con papá”, desde mis 18 años, comencé una relación incestuosa con mi progenitor quien actualmente tiene 53 años. Desde aquel entonces hemos mantenido lo que nosotros decidimos llamar un “noviazgo”. Convenientemente mi papá ha seguido viviendo en Morelia, Michoacán, lo que nos ha permitido llevar dicha relación sin ningún problema, ya que allá nadie sabe que somos padre e hija, sino que nos conocen como pareja. Debido a que vivo con mi mamá, solamente visito a mi papá una vez por mes, para pasar todo un fin de semana con él.

Hace tres días renuncié a mi trabajo en Zapopan, debido a que mi patrón era un prepotente y ya no soporté más sus groserías, por lo que decidí mandarlo al carajo haciéndole un buen desplante en la oficina y saliéndome por la puerta grande. Mi mamá actualmente está jubilada, después de haber trabajado como enfermera durante muchos años. Así que le propuse ayudarle a cocinar en una cenaduría que estableció junto con una amiga suya, y también auxiliar a mi papá en Morelia, con la administración de sus bodegas en el mercado de abastos, por lo que tendría una buena razón para visitar a mi papá con mayor frecuencia.

Le comenté a mi mamá que necesitaba ir a visitar a mi papá en Morelia, para ponerme al corriente con las cuestiones administrativas de sus bodegas en el mercado de abastos, por lo que me ausentaría unos días. En la noche preparé mi maleta con algunas cosas personales, acostumbro viajar ligera, ya que allá tengo todo lo que necesito, literalmente es mi segunda casa.

A la mañana siguiente, me levanté muy temprano para depilarme completamente, me hice limpiezas anales con mi enema y me bañé con mi shampoo favorito, que me deja el cabello muy sedoso y la piel muy suave. Al salir del baño me apliqué lubricante en el ano y coloqué mi plug anal, para sentirme excitada y dilatada. Apliqué mi crema corporal de marca victoria´s con olor a vainilla, me dejó la piel deliciosa y fresca. Yo sabia que debía ir preparada pues mi papá tenia semanas sin verme y en cuanto me tuviera a su merced me penetraría muy violentamente pues sabe que así me gusta.

Yo quería verme muy linda y provocativa para Eduardo (mi papá), debía irme vestida de forma que él pudiese hacerme suya, en cuanto me viera, sin que la ropa fuese un contratiempo. Así que, opté por usar un vestido color verde lima, muy ajustado, cortito, de manga larga y cuello alto. Ese vestido me hace ver preciosa, me permite bajarlo a medio muslo o subirlo justo debajo de las nalgas. Además de que fue un regalo suyo y sabía que le fascinaría vérmelo puesto. Me puse unos botines negros muy lindos. Me alacié el cabello y maquillé ligeramente usando tonos cálidos y labial rojo. También me puse unos piercings pequeños en los hélix de mis orejas. Me miré al espejo mientras me rociaba un poco de loción victoria´s de vainilla, me veía hermosa como le gustaba a mi papi. Muy sexy, lista para que me cogiera con todas sus fuerzas, en cuanto me viera. Como se habrán dado cuenta no llevaba puesta ropa íntima, ya que me excita viajar sin llevar nada debajo del vestido.

Cuando ya estaba lista para partir me despedí de mi mamá.

—Mami, ya me voy.

—¿Y por qué vas tan arreglada? —Me preguntó con curiosidad.

— Ah, es que, no quiero ir toda desaliñada. —Le dije nerviosamente.

—Pues cuídate mucho hija, no me gusta andes tan provocativa; es peligroso. Me avisas cuando llegues.

—Sí, mami. No tengas pendiente, yo te llamo en cuanto llegue.

—Que te vaya bien hija.

—Gracias mami —Le dije mientras le daba un beso y un abrazo.

Tomé mi maleta y la puse en la cajuela de la camioneta y partí con destino a Morelia, Michoacán. Durante el trayecto llevé puesto el plug anal y fui escuchando música pop y reggaetón. Después de casi 4 horas de viaje, por fin llegué a casa de mi papá en Morelia, eran aproximadamente las 12 del día. Entré a la casa, que por cierto estaba sola, ya que él se encontraba trabajando en sus bodegas en el mercado de abastos. Así que, subí a nuestra habitación para dejar mi maleta, desempacar y llamarle por teléfono a mi mamá, para avisarle que había llegado con bien.

Después, fue el momento de llamarle a mi papá, así que marqué su número y me contestó:

—Princesa, ¿eres tú? —Me preguntó al reconocer mi número de celular.

—¡Hola papi! buen día. Adivina donde estoy. —Le dije traviesamente.

—¿estás en la casa? ¿ya llegaste?

—Sí, ya estoy aquí papi, acabo de llegar.

—Ah, que bien hermosa. ¿Cómo te fue en la carretera? ¿Todo bien?

—Sí todo bien, estoy esperando a que llegues. ¡Tengo ganas de verte! Ya sabes a que me refiero.

—También yo tengo muchas ganas de verte princesa. Les daré instrucciones a los trabajadores y llego a la casa en 20 minutos.

—Ok papi, te voy a estar esperando en la cocina. ¡Mua! ¡Mua!

En cuanto colgué, fui directo a retocar mi maquillaje, peiné mi cabello y mirándome al espejo me retiré el plug anal, que tenía 4 horas dentro de mi ano. Al sacar el plug, sentí un ardor delicioso, mi ano estaba muy dilatado y lubricado. Listo para recibir la verga enorme de Eduardo. Me apliqué un poco más de lubricante sabor a cereza, dentro de mi ano, coloqué nuevamente el plug y levanté mi vestido un poco más, para que dejara ver la mitad de mis nalgas levantaditas; dibujándome una linda silueta.

Faltaban unos minutos para que llegara mi papá, estaba un poco nerviosa porque sabía que llegaría directo a romperme el culo, pues teníamos semanas sin vernos y mi papá es un hombre con una verga enorme y gran apetito sexual. Y hablando de apetito yo tenia un poco de hambre, así que bajé a la cocina, la que por cierto es amplia y tiene una cocina integral de madera, con una barra grande en el centro. Mi papá siempre tiene fruta fresca que, intercambia por aguacate en el mercado con algunos de sus amigos. Agarré una sandía y la llevé a la barra para rebanarla sobre una tabla de madera, la piqué en cubitos y comí algunos de ellos, estaba muy dulce y fresca. Justo en ese momento escuché que mi papi abrió la puerta. Entró hasta la cocina y pude verlo tan guapo como siempre con su barba de tres días, peinado hacia el frente y con un copete estilizado, playera negra desfajada que dejaba ver su cuerpo definido por el ejercicio, pantalón de mezclilla con cinturón de cuero y botas casuales cafés. El aroma de su perfume cítrico tan varonil me hizo lubricar, podía sentir como mis fluidos calentaban mi vagina y el ano me latía pidiéndome ser penetrada.

Yo me veía preciosa, con ese vestido que me dejaba descubierta hasta la mitad de las nalgas, lista para ser penetrada, ya que no llevaba puesta ropa íntima. Mi papá se acercó a mí y me tomó por la espalda abrazándome, yo agarré un cubito de sandía con mi mano y se lo di en la boca para que lo probara.

—Está muy rica papi, ¿verdad?

—Sí, princesa. Esta muy dulce.

—¿te gusta como se me ve el vestido que me regalaste? —Le pregunté muy cachondamente.

—Sí, preciosa. Te ves buenísima mi amor.

—Tengo muchas ganas papi. Quiero que me cojas muy duro.

—¿Te gusta como se me descubre mi culito? —Le dije con voz dulce.

—Tócame la verga, mira como me la pusiste de dura, nada más de verte.

—Ay papi, esta durísima —Le dije mientras le daba un beso de lengüita—. Cógeme ya, hazme tuya. Házmelo fuerte como nos gusta mi amor.

Eduardo, me abrazó por la espalda de nuevo y comenzó a frotar su verga durísima contra mi culito, me lo restregaba muy rico. Recorrió mi cuello a besos y se acercó a mi oído para meter su lengua, me lamía y succionaba el lóbulo de mi oreja, provocándome gran excitación mientras me apretaba los senos sobre el vestido color verde lima.

—¡Sí, papi! ¡Me gusta se siente muy rico! ¡Te quiero mucho papi bésame y hazme el amor!¡Estoy aquí para ti papi hazme tu mujer! ¡Quiero ser tuya!  —Se me erizaba la piel.

—¡Ahhh! —Yo gemía de placer.

—Me encantas, princesa eres una zorrita muy cachonda. —Me dijo ardiendo de lujuria.

—Sí, papi. Soy tu zorrita. Me excitas mucho papi.

Yo estaba contra la barra al centro de la cocina, me incliné en la barra levantando mis nalgas, mientras mi papá se agachaba para lamer mis piernas desde las pantorrillas hasta el culo, deslizando su lengua ardiente sobre mi piel, se acercó a mis nalgas y las lamio y comió a mordidas juguetonas. Se aproximó a mi ano y retiró el plug suavemente. Sentí como el lubricante sabor a cereza se escurrió como miel por mi ano. Mi papá comenzó a lamerme el ano con tal experticia que me estremeció el abdomen y arrebató fuertes gemidos.

—¡Que rico papi! ¡Aayy!

De pronto él introdujo su lengua dentro de mi ano, saboreando mi lubricante sabor cereza. La sensación de sentir su lengua entrando y saliendo de mi ano fue algo hermoso, yo no paraba de gemir.

—¡Ay papi que rico!¡Sí mi amor! ¡Lámeme el culo papi!¡Me encanta!

De pronto sentí como se acercó a mis labios vaginales, los que comenzó a lamer exquisitamente, alternando entre mis labios mayores y menores, succionando, mordiendo suavecito y lamiendo muy rico. Ensalivó los dedos de su mano derecha para pasarla por enfrente y estimular mi clítoris. Lo que me hizo comenzar a gemir como pendeja.

—¡Que rico papi! ¡Sí, siento muy rico así bebe! ¡Sííí! ¡Ay! ¡Que rico! ¡Sííí, papi así que bien lo haces! —Le decía yo muy cachondamente.

Él continuó dándome cunnilingus durante algunos minutos, después se puso de pie y me jaló del cabello haciendo que me arrodillara frente a él, de una forma imponente y sometiéndome como me gusta.

—Ahora te toca mamarme la verga princesa. Ya sabes como me gusta mi amor.

—Sí, papi. Quiero tu verga dentro de mi boca. La extraño mucho bebe. —Le dije con mis ojos cristalinos.

Entonces desabroché la hebilla de su cinturón, desabotoné y bajé su pantalón hasta el suelo. Su verga estaba reventando de gruesa y excitada, tanto que estiraban la tela de su boxer. Yo mirándolo a los ojos con mi cara cachonda, agarré su boxer y lo bajé completamente, ipso facto, su deliciosa verga quedo liberada, pude verla después de semanas, esa verga tan hermosa, limpia y jugosa, con el vello púbico rasurado de tres días, los testículos afeitados y su glande rosa pidiéndome ser mamado. Yo no pude resistir ni un segundo y en cuanto la miré, abrí mis labios rojos y me tragué esa enorme verga, hasta llegar a la base, impactando mis labios hasta su pubis. Sentí como su glande carnoso y tierno, estaba en mi garganta. Saqué su verga por completo y un hilo de saliva se escurrió colgando de su verga. Volví a meterla en mi boca, lamiéndola, besándola y mamándola, cual si fuese una deliciosa paleta. Yo mamaba sin cesar estaba gozándola, mientras le acariciaba sus testículos con mis manos para después metérmelos a la boca y succionárselos. Se que a mi papa le encanta que le mame los testículos.

—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —Mi padre jadeaba de placer.

En ese momento él me levantó jalándome del cabello, subió mi vestido descubriendo mi culito bien formado y me dio tres nalgadas muy fuertes que me dejaron marcada, continuó quitándome el vestido para dejarme completamente desnuda. Acto seguido, se lanzó contra mis senos lamiéndolos como bestia hambrienta, se los estaba comiendo a lengüetadas, que iban desde la parte externa de mis senos hasta llegar a mi aréola, provocándome una tremenda excitación que me endureció mis pezones rositas, dejándolos alargados como montañitas.

—¡Que rico papi! ¡Mmm! ¡Me gusta mucho! ¡Ay que rico! —me encanta como se ven mis pezones excitados—. ¡Ay, que rico papi! ¡Chúpame mis pezones amor!

—Están bien buenas tus tetas princesa, me pones bien caliente hija. Ya tengo la verga bien dura. ¿Cómo quieres que te coja? —Me preguntó ansioso.

—Quiero que me lo hagas duro papi, muy fuerte. Tengo ganas de sentir mucho dolor y que me pellizques los pezones. Que tal, si esta vez, me penetras analmente de un empujón y después alternas, vaginal y anal hasta que te vengas sin detenerte, aunque llore.

—Me gusta la idea hermosa, se ve que andas bien cachonda princesa.

—Sí, papi. ¡Cógeme! ¡Hazme tu puta! —Le dije mientras me inclinaba en la barra de la cocina, abriendo mis piernas y entregándole mi culo.

Yo solo conservaba mis bonites negros puestos, de pie inclinada contra la barra y con mi papi detrás de mi abrazándome, acariciando mis senos. Él tenia los pantalones hasta el suelo, así que se los quitó y lo mismo hizo con su playera, a bien de estar más cómodo para cogerme con ímpetu. Sin más preámbulos coloco su gruesa verga a la entrada de mi ano, la metió solo un poquito para guiar la penetración. Sentí como su glande abrió mi ano ligeramente, provocándome un ligero ardor al estirar mi esfínter anal. Yo inclinada apoye mis codos en la barra esperando a ser penetrada por detrás. Entonces mi papi, me tomó de las caderas y me jaló violentamente contra su verga, a la vez que de un solo empujón me embistió con su enorme verga, reventándome el ano. Fue un dolor que me quebró por dentro, a pesar de la dilatación previa, siempre que él me penetra lo hace tan fuerte que es inevitable sentir un terrible dolor y más cuando lo provoca deliberadamente. Sentí un ardor insoportable por dentro, mi esfínter se vio obligado a abrirle paso a esa verga caliente y ensanchada que, entró destruyéndome a su paso hasta topar dentro de mí. a sensación de sentirme tan vulnerada y destruida me hizo gritar.

—¡Aaaah! —Grité fuertemente mientras rompía en llanto.

—¿Te gustó hermosa? ¿Quieres más? —me preguntó con morbo.

—¡Aaay! Sí, papi. No te detengas.

Entonces él, abrió mis nalgas y restregó su verga en mi culo para hacerme sentir mas dolor. Me pellizcó muy fuertemente los pezones estirándolos y apretándome los senos. Yo estaba llorando entrecortadamente. Mi papá sabe que yo disfruto mucho sentir dolor, es algo que me excita sobremanera.

Él saco su verga y volvió a penetrarme agresivamente, sin tientos. Me embestía muy fuertemente hasta topar, y cada que lo hacía, me mandaba chocando contra la barra. Siguió penetrándome despiadadamente a jalones y empujones que me destrozaban el culo. Yo estaba llorando sin parar, tenía mi cara manchada del rímel de mis pestañas que, escurría por mis lagrimas saladas, las que saboreaba provocándome gran excitación. Me sentí muy cogida y querida por mi padre, que me estaba cogiendo de tal manera para complacer a mi lujuria. Como es normal el dolor comenzó a despedirse, dándome las gracias por haberle invitado ese día a participar en mi encuentro incestuoso. Cuando el dolor se retiró, le di la bienvenida al placer, quien me saludó con un lujurioso abrazo que, recorrió mi cuerpo con un fuego abrazador.

—¡Que rico papi! ¡Ay sí, así! ¡Más fuerte papi! ¡Que rico se siente amor! ¡Ay que rico papi! ¡Soy tuya! ¡Cógeme mucho!

—Mi princesa hermosa, estas riquísima mi amor. Eres una puta bien sabrosa. Hueles muy rico, tu frescura me excita mucho, que piel tan suave tienes hija.

—¡Soy tuya mi amor! ¡Cógeme duro! ¡Ay que rico papi! ¡Sí méteme la verga bien duro! ¡Así papi así! ¡Más rápido! ¡Rómpeme mi culo! ¡se siente rico papi! ¡Que rico! ¡Ay! ¡Así!

De pronto, sin previo aviso, él saco su verga de mi ano, ipso facto, sentí como ensartó su verga en mi vagina, abriéndose paso súbitamente entre mis paredes vaginales, me lastimó mucho y eso me gustó y causo una gran plenitud al saberme tan violentada. Mi padre jalo de mis caderas y dio inicio a una penetración vaginal frenética, me estaba penetrando de forma incesante. El sonido de nuestros cuerpos húmedos impactando, podía oírse en toda la casa, mis gemidos no se hicieron esperar.

—¡Aaah! —yo me desvanecía de placer.

—¡Mamacita que rica estas, mi putita preciosa! —mi padre es un experto en el sexo sabe cómo hacerme sufrir dolor y sentir placer a la vez.

—Que buen culo tienes princesa, eres una zorra —me decía mientras me jalaba del cabello hacia atrás.

Continuó cogiéndome vaginalmente durante algunos minutos y después comenzó a penetrarme alternando vaginal y anal, lo que me produjo una serie de sensaciones encontradas, por un lado, la sensibilidad y placer que genera sentir una penetración vaginal, ya que mis terminales nerviosas me llevan a tener un orgasmo. Por otra parte, la penetración anal que se convierte en un dolor placentero, que me resulta como una adicción. Ya que me hace daño y me causa un tremendo placer el sentir mi ano abierto, caliente y sensible. Una vez que me penetran no quiero que dejen de hacerlo. Así que, con tal mezcla de sensaciones, sentí mi vagina como un rio desbordante de excitación y mi ano como un pozo lleno de agua de manantial caliente.

Mi papi me siguió penetrando cambiando a cada minuto de orificio, mientras me pellizcaba los pezones y me lamía el cuello, me sentí tan amada y vulnerada al mismo tiempo. Eduardo hace que me derrita en sus brazos, soy como un helado de vainilla que se derrite en su boca. Yo aventaba mis nalgas contra su verga y para que la penetración fuera más profunda, dejé apoyados mis senos contra la barra, tome mis nalgas con mis manos y las abrí muy fuertemente hasta sentir mi piel ardiendo por el estiramiento. Mi ano y vagina quedaron completamente expuestos para ser penetrados sin ninguna limitación. Cada que Eduardo sacaba su verga mi ano se quedaba abierto, ya no se podía cerrar, eso es algo que me causa un poco de vergüenza, pues es como si mi ano pidiera más y no puedo hacer nada para cerrarlo, por que él quiere seguir siendo penetrado, me hace quedar en vergüenza mostrando y evidenciando lo puta que soy, al permitir ver el interior rosado y carnoso de mi culo.

—¡Así papá! ¡Cógeme fuerte! ¡Me duele mucho! ¡Aaau! ¡Me lastimas mucho! ¡Así me gusta papi! ¡Ay! ¡Me arde! ¡Cógeme más papi! ¡Te amo papi que rico me coges! ¡Sí hazme tu zorra! ¡destrózame el culo! ¡Ay! ¡Me duele mucho! ¡Me arde! ¡Más rápido amor! ¡más fuerte mi papi lindo!

—Estas bien rica hija. Me gustas mucho princesa, que culo tan rico tienes. Estás bien caliente preciosa —Me decía con la respiración agitada y poseído de lujuria—. Te está sangrando el ano princesa. ¿Te gusta?

—¡Ay papi que rico! ¡Así, me duele mucho! ¡Que rica verga mi cielo! ¡Desgárrame el culo! ¡Que rico me sangra el culo! ¡Sí! ¡Así! ¡Cógeme más profundo papi!

—Ya me manchaste de sangre la verga preciosa. —Miré al suelo y pude ver gotas de lubricante con sangre que, se escurría entre mis piernas.

La fuerza vigorosa de Eduardo, es notable. Aun teniendo 53 años él esta en muy buena forma ya que hace mucho ejercicio en el gym, se alimenta y suplementa muy bien. Tiene un físico musculoso y definido, lo amo.

La verga de mi papi me estaba destruyendo por dentro en cada embestida, el placer que recorría mi cuerpo me colmaba de dicha.

—¡Ay que rico papi! ¡Me encanta como me penetras papi! ¡Ay que rico! ¡No te detengas! ¡Sigue así papá! ¡cógeme, hazme tuya! ¡Házmelo fuerte papi lindo te quiero! —Le dije, sintiendo mi vagina lubricada, mi ano dilatado y sensibilizado.

—Puedo ver que lo estas disfrutando mucho princesa.

—Sí, papi. Siento muy rico, me quiero venir, ya falta poquito.

—Quiero que tengas un squirt mi amor, para bebérmelo. ¿Crees que puedas?

—Lo intentare papi, lo voy a hacer por ti. Quiero que me cojas analmente con todas tus fuerzas mientras yo me masturbo.

—Aquí voy mi princesa.

Eduardo comenzó a embestirme analmente de una forma brutal, como si fuese un obrero con un martillo hidráulico, me jalaba de las caderas reventándome el culo con su gruesa verga. Me embestía incesantemente, así continuó durante unos minutos mientras yo con mi mano derecha frotaba mis labios vaginales y mi clítoris, pasando por mi uretra, lo hice con mis 4 dedos frotando muy rápido y haciendo fricción según me lo pedía mi zona íntima. Lo que mi cuerpo me pedía yo se lo daba, más suave, rápido, lento o intenso. Hasta llegar al punto de explotar.

—¡Ay que rico! ¡Ay papi me voy a venir!

En ese momento Eduardo, sacó su verga ensangrentada de mi ano. Yo me di la vuelta de frente a mi papá y abrí mis piernas que escurrían fluidos sexuales. Y con mi mano izquierda me froté los senos y pellizqué mis pezones, para provocarme más excitación, a la vez que con mi mano derecha comencé a dedear mi vagina para estimular mi “punto G”. Cuando sentí que había llegado el momento y estaba por explotar, froté fuerte y rápidamente mi zona íntima con mis dedos.

—Ya viene papi, acércate. —Mientras yo seguía estimulándome frenéticamente.

—Vente princesa, quiero beber de tu fuente. —Me dijo morbosamente y sacando su lengua para beber sediento como bestia.

—¡Sí! ¡Ay que rico! —yo estaba gimiendo como loca, mientras agarraba a mi papi de su cabello para pegarlo a mi uretra y se bebiera todo mi squirt.

—Que rico mi amor, que rico esta tu squirt princesa, eres una putita.

Acto seguido mi papá se levantó y me inclinó bruscamente contra la barra de la cocina de nuevo dejando sobre de ella mis senos túrgidos. Juntó mis piernas y me penetró violentamente por la vagina.

—Ahora te voy a hacer tener un orgasmo princesa, te va a encantar.

—Sí, papi. Cógeme lo más fuerte que puedas amor —Se lo pedí muy cachondamente con mi voz dulce y sensual.

Eduardo, me penetró despiadadamente, como si quisiera lastimarme. Me aventaba contra la barra en cada embestida. Mis senos se restregaban en la superficie, mis pezones rositas y duros frotaban la madera barnizada de aquella barra rustica. Sentí mis piernas cansadas y adormecidas. La piel se me erizó y un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, los pezones se me pusieron mas sensibles. Cada que el me penetraba una llama se avivaba en mi vientre. Una sensación de angustia, cariño, vulnerabilidad y plenitud de sentirme amada me hicieron llorar de placer. Las piernas se me entumieron y quedé rendida sobre la barra.

—Me estoy viniendo papi. Hazlo más fuerte, no te detengas. —Le pedía llorando entrecortadamente, haciéndole un gesto con la mano indicando que continuara.

—También yo me estoy viniendo mi amor, quiero que nos vengamos juntos.

—¡Ay que rico! ¡Ay papi me voy a venir!

—Aquí voy princesa —Me dijo acelerando el ritmo y destrozándome con unos últimos y potentes empujones que toparon hasta el fondo de mi vientre.

—¡Ya me vine papi!

—¡yo también preciosa! ¡Que rico venirme adentro de ti mi amor!

En ese momento sentí como Eduardo disparó dentro de mi vientre un fuerte chorro de semen, que me inundó por dentro, me sentí muy plena y bendecida por tan deliciosa experiencia de nuevo con mi papi. Él permaneció dentro de mi durante unos segundos y después retiró su verga, que aun estaba erecta, de mi vagina. Yo me arrodillé para mamarle la verga hasta dejársela limpia; mostrándole mi lengua.

—¡Que rico papi! ¡Gracias amor! ¡siento tu semen calientito adentro de mí! ¡me siento muy complacida! ¡Gracias papi! ¡Gracias bebe! ¡Me encantas! ¡Te amo!

—¡Gracias a ti mi princesa! Que me complaces tanto cada ves que vienes. ¡Eres muy hermosa! Cada día estas más preciosa mi cielo y te vuelves más cachonda ¡Te amo!

—Yo te amo más —Le dije.

—No, yo más —Me replicó y nos reímos.

Comimos algunos cubitos de sandía, mientras nos abrazábamos y dábamos besos apasionados de lengüita.

Posteriormente me limpié las piernas y mi zona íntima, con unas toallitas húmedas que tenía en mi bolso y lo mismo hice con mi papi. Como tenía hambre le propuse que saliéramos a comer unas hamburguesas, así como estábamos, ya que me parece muy excitante salir a la calle conservando el olor a sexo y el semen de mi padre dentro de mí, por lo que, solamente retoqué un poco mi maquillaje y arreglé mi cabello. En cuanto al vestido, lo dejé muy cortito casi mostrando mi culito recién penetrado.

Fuimos a comer hamburguesas y después a tomar un frappé. Caminamos abrazados por la calle y dándonos besos acaramelados.

Alexandra Love.

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