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Pobres pero cogiendo

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Eran unos días críticos, pensábamos en cómo, ante tanta adversidad, podríamos sentir que estábamos vivos y que el deseo no podía estar relegado a lo estrictamente económico.

Soñábamos con rituales sexuales colectivos, cuerpos sedientos de sexo y de erotismo superlativo, cuerpos sin sexos definidos, ver mis curvas acariciadas por manos y lenguas ardientes que lamieran cada uno de mis fluidos.

Él, fogoso y caliente, adulto y con una sexualidad totalmente lista para darme cada uno de mis gustos, que coincidentemente son los suyos.

Deseo que él me observe chupar mi primera conchita, que con sus manos la abra mientras besa sus labios carnosos y me invita a sumarme a lamerla y disfrutarla, quiero mirarlo a los ojos y que los gemidos que le provoco a ella, a él lo haga calentarse como nunca.

No me imagino pagar por ello, no podría hacerlo, también imagino verme vestida entre sedas y desnuda a la vez, rodeada de mujeres con vibradores de diferentes colores y entre todas darnos placer, siempre deseo que mi marido me observe, que se le pare bien la pija y su mirada se trasforme en fuego vivo.

Él, desea más que a su vida, verme entre vergas diferentes, que cada pija me contornee el cuerpo y sus fluidos y babas, marquen senderos donde luego irá cada gota de cada acabada, desea verme ser penetrada al unísono, ver cada hueco de mí, repleto de vergas duras y grandes, cabezonas y potentes.

Yo, deseo, ver su lengua junto a la mía chupando cuerpos con esencias de frutas frescas…

Pero pienso, cuánto del goce se ve afectado por falta de dinero, y me pregunto ¿los pobres cogen como yo deseo coger?...

No me interesa el sexo colectivo tal cual ustedes se lo imaginan, yo deseo seres que conecten con lo prohibido, deseo verme cogida y excitada con fuerzas bestiales, meterme pijas en la boca suavemente, lamerlas y acariciarlas mientras ellos me masturban, imagino a tres hombres de etnias diferentes, que ninguno entienda el lenguaje del otro, y formemos prismas de cuerpos ardientes y sedientos de sexo puro, yo arrodillada sobre el césped, de costado dos con las vergas duras sobre mis pezones, y uno de frente a mi refregándome la pija en la cara, suaves y contundentes, ellos me manosean toda, y dentro de la casa ver a mi marido cocinando, para todos ...

Imagino que de postre llega ella, una negra hermosa de conchita rosa y pezones oscuros y grandes, con una melena bien vaporosa, y me la cojo para que vean los cuatro, pero nos cogemos mucho y nos olvidamos de que están ellos allí, los vemos tocándose los huevos y las porongas, nos besamos con lengua y nuestros pezones se rozan, cada una se pone un cinturón con unas pijas transparentes, y nos damos, acabamos, nos lamemos las conchas y los invitamos a ellos para que nos sigan cogiendo…

Los pobres pensamos, los pobres también podemos gozar y esperar a que un día todo el mundo comprenda que coger bien siempre fue gratis…

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