“Hijo de puta, me mataste. Sos el segundo hombre que me hace sentir sumisa, y al que le dejo hacerme el culo. Gocé como una bestia.” Me dijo la primera vez que estuvimos juntos…
Un miércoles a la noche de marzo, que en mi país es el comienzo del otoño, salí a dar una vuelta en mi nuevo coche. Era una réplica convertible Lotus 7, con motor algo preparado. Yo tenía 32 años y era el coche de mis sueños.
En esa época yo trabajaba de Gerente en unos locales en un shopping. Ganaba bien, y no tenía ni novia ni mujer. Si algunas amigas con las que cada tanto nos juntábamos solamente por sexo.
Esa noche, luego de manejar un rato paré en una costanera y me bajé a fumar un cigarrillo. Unos cinco minutos después, una chica, pasa caminando, mira el coche y me mira. Solo por educación hago un gesto con la cabeza saludándola.
Ella sonríe y me lo devuelve. Eso me dio pie para tratar de iniciar una conversación.
“Hola, ¿te gustan los convertibles antiguos?”
“Hola, la verdad es que no se mucho de autos, pero este la verdad que me llamó la atención.” Dijo ella
“Mi nombre es Marcos. Este en realidad es una réplica, un original sale fortunas. Y en nuestro país no se consiguen, solo buenas réplicas como este”
“Hola de nuevo Marcos, soy Tatiana, pero me dicen Tati. Igual es muy lindo.”
“Te propongo ir a tomar un café, y charlar un rato. De paso ves si te gusta andar en uno de estos.”
“Me tienta probarlo, pero la verdad, no subo con desconocidos. Pero allá hay un café, si querés nos encontramos allí.”
“No tengo problemas, te entiendo. Voy yendo.”
Estacioné y ella enseguida llegó. Nos sentamos en una mesa, me contó que era turista, que trabajaba como abogada en un estudio jurídico en su provincia, que tenía 36 años, soltera. No era una mujer infartante, aunque se notaba que tenía buen cuerpo. Si era muy sensual, seductora.
Estuvimos más de una hora hablando, yo le conté sobre mí, de mi trabajo y nos despedimos.
Al día siguiente, estaba en uno de los locales cuando ví que entraba. Yo estaba dando indicaciones de como armar presentación de prendas y se acercó.
“Hola Marcos, que lindo está el local.”
“Hola Tati, que sorpresa. Si, este es todo ropa de hombre, y el otro de mujer.”
“Bueno, sigo caminando, nos vemos.”
Un rato después cuando entro al otro local, veo que ella sale de uno de los probadores.
“Mujer, me hubieses dicho que venías, te atendía yo.” Dije sin ninguna intención, lo juro.
“Perdón, como dijiste” dijo ella con una sonrisa pícara.
“Uff, que yo te mostraba la ropa, que mente sucia que tenés.”
Ella compró dos remeras y se fue.
Cuando cerré los locales fui al patio de comidas a cenar. Ella estaba tomando café en una mesa. Sin pedir nada, fui a su mesa.
“Hola Tati, ¿ya cenaste?”
“No, solo tomo un café”
“¿Te puedo invitar a cenar? Un amigo abrió un restaurante en Santa Clarisa, a unos kilómetros y le debo conocerlo. Que mejor que en tu compañía. Y ahora ya me conoces, hasta donde trabajo.”
“Si, esa excusa ya no me sirve. Además me caes bien. Acepto”
Fuimos a la cochera y subimos al Lotus. Todo el camino era bordeando el mar, su cabello volaba al viento, y ella cerraba los ojos sonriendo. Era evidente que le gustaba la sensación. Llegamos y entramos.
Nos recibió mi amigo, nos ubicó en una mesa que daba directamente a la playa y el mar. El ambiente del lugar era muy intimista, luces bajas, velas en las mesas.
“Creo que caí en la boca del lobo. Este lugar es súper intimista, romántico. Noche, mar, luna, pocas luces. Difícil decirle no a un hombre apuesto.” Dijo ella.
“Eso porque no viste que en el salón contiguo hay una pista de baile, sillones, y luces más bajas.” Dije sonriendo y mirándola a los ojos.
Ella sonrió y levantó sus cejas.
Cenamos y mi amigo se acercó a la mesa para ver como había estado todo.
“Muy buena cena, realmente, lo felicito.” Dijo Tati.
“Totalmente de acuerdo, muy rico todo.”
“Me alegro, permítanme invitarlos una botella de champagne. ¿La toman acá o en el otro salón?” Preguntó
Yo la miré, ella sonrió y bajo la mirada.
“En el otro salón.”
Fuimos, trajeron el champagne y le dije:
“Por vos y el placer de conocerte.”
“Por una hermosa cena, y una muy buena compañía”
Charlamos un poco y le tomé la mano para ir a bailar. Era música lenta de los años 80.
“Marcos, no sos el tipo más lindo, pero sos uno de los mejores seductores seguro.” Me dijo al oído. Yo la tomaba por la espalda y ella me rodeaba la cintura. Un rato después, dos o tres canciones le di un beso en el cuello aprovechando que estaba apoyando su cabeza en mi hombro.
“Marcos, ojo que las hojas que caen están secas, una chispa puede provocar un incendio.” Me dijo sin mirarme.
Momentos después, otro beso. Ella suspiró profundamente y pasó un brazo por mi nombro y me acarició la nuca.
Un rato después nos sentamos uno frente al otro, tomamos una copa de champagne en silencio y cuando tomé su mano nuevamente, ella tomó su cartera. Saludamos a mi amigo y subimos al auto.
“Yo estoy con mis padres en un hotel.”
“Yo vivo solo.”
“Que oportuno.”
Fuimos, guardamos el auto y subimos al departamento.
En el ascensor la besé, ella respondió mi beso y sonrió.
Entramos fuimos al dormitorio y nos desvestimos el uno al otro. Nos tiramos en la cama y comenzamos a besarnos y acariciarnos. Yo bajé a besar sus pechos y succionar sus pezones, ella gemía dulcemente. Mientras lo hacía mi mano comenzó a acariciar sus labios vaginales y su clítoris, ella jugaba con mis cabellos, oprimiendo mi cabeza hacia sus pechos. Fui bajando y ella con sus manos acompañaba mi cabeza. Jugué con su clítoris, introduje mi lengua en su vagina, totalmente mojada. Volví al clítoris mientras dos de mis dedos acariciaban su punto g.
“Por Dios, que hermoso Marcos, seguí por favor” un par de minutos y ella llegó a un orgasmo que la hizo estremecer. Levanté sus piernas y la penetré lentamente. No porque yo tenga una gran pija, solo para hacerla sentir bien como la penetraba. Empecé a bombear y ella levantó los brazos. Fue la primera señal. Fui aumentando el ritmo de mis bombeos y ella el de sus gemidos. La penetraba hasta el fondo, mis pelotas golpeaban su culo. Ella bajó su mano y se tomó de la garganta y tiraba la cabeza hacia atrás. Yo comencé a acariciar sus pechos pero ella con la otra mano apretaba mi mano para sentir la presión en sus pechos. Yo los comencé a apretar y a bombear más violentamente. Tati gemía sin parar. “Más, más” Pedía u ordenaba. De pronto tomó la mano que yo tenía en su pecho y la puso en su garganta. Comenzó a tener orgasmos, uno tras otro. Minutos después, me fui dentro de su concha. Ella gritaba de placer. Me tumbé a su lado y nos quedamos en silencio.
Al rato ella dijo:
“Te dije que las hojas estaban secas. Vos las encendiste.”
Le convidé un whisky y fumamos un cigarrillo. Cuando ella lo apagó, bajó a chuparme la pija. Yo todavía fumaba, y estando casi sentado busque mi vaso y tomé un trago. Fue la primera vez que una mujer me chupó la pija mientras yo disfrutaba mi whisky y un cigarrillo. Ella me miraba y sonreía.
“Que placer, por favor.” Dije.
“Disfruta.” Me dijo Tati.
Cuando no resistí más, dejé el vaso de whisky y apagué mi segundo cigarrillo. La hice poner boca abajo y me senté en sus piernas con mi pija apoyada en su culo, puse sus manos sobre su cabeza, y tirándome sobre ella, comencé a besar su cuello. Enseguida comenzó a gemir. Fui recorriendo su espalda con mi boca y llegué a su culo, separé sus cachetes y comencé a besar su orto. Cuando comencé a meter mi lengua en su orto ella comenzó a jadear, y a insultarme.
“Hijo de puta, me estas poniendo al rojo vivo.”
Metí un dedo en su cocha y estaba empapada, lo llevé al culo y lo fui metiendo de a poco.
“Guacho, sí que sabes calentar a una mina.”
“Bien que te gusta que juegue con tu culo. Abrilo bien”
Ella bajó sus manos y se lo abrió bien. Cuando metí el segundo dedo, le di un suave chirlo en el culo.
“Si, más, quiero más”, fueron dos o tres chirlos y ella pedía más y más fuerte.
La hice poner en cuatro patas y se la fui metiendo lentamente hasta que entro la cabeza.
“No me tengas piedad, rómpeme el culo”
Haciéndole caso, la embestí y entro hasta el fondo. Fui entrando y saliendo cada vez más fuerte, sin pensarlo tiré de su pelo hacia mí. Su excitación no paraba de subir. La puse boca arriba, metí nuevamente mi pija en su culo hasta el fondo, puse dos dedos de su mano en su concha y la tomé del cuello.
“Goza, goza con todo.”
Ella metía y sacaba sus dedos a toda velocidad, con la otra mano se acariciaba el clítoris mientras yo disfrutaba de su culo.
“No siento que sean muchos tus orgasmos”
“Hijo de puta, no paro de tener orgasmos, me estas reventando el culo y no puedo parar de gozar.”
Escuchar eso fue lo que necesitaba para llenarle el culo con mi leche, ella tuvo un doble orgasmo y quedó como en trance, semi desvanecida.
Me salí de ella, y me acosté a su lado. Cuando se recobró dijo.
“Hijo de puta, me mataste. Sos el segundo hombre que me hace sentir sumisa, y al que le dejo hacerme el culo. Gocé como una bestia.”
La llevé a su hotel, intercambiamos números de teléfono y nos despedimos con un beso. Al día siguiente por trabajo tuve que viajar a la capital y no volví a verla. Siempre recuerdo esa noche hermosa.