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Raquel me da su culo y algo mas

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Karla estaba en su dormitorio pegada a la pantalla de su laptop tratando de estar en completo silencio para no ser descubierta por su madre. Ella vestía shorts rojos de algodón y un top azul apretado que recalcaban las grandes herencias de su mami. La muchacha de 20 años se pasaba la mayoría del año estudiando y viviendo en una universidad a 2 horas de su casa. Tenía el cabello ondulado como su mamá, pero rubio como su padre, tés blanca, una nariz un poco desviada por un pelotazo que recibió mientras jugaba futbol, cuerpo bonito con curvas pronunciadas, pero sin ser trabajadas en el gimnasio. Se pudiera decir que Karla poseía belleza natural que si la trabajase sería un mujeron, a pesar de poseer pequeña estatura.

En la sala Raquel estaba amarrada a la silla del comedor cerca del ventanal que daba a la calle frente a su casa. Era un día soleado así que era difícil ver el interior de la casa desde afuera pero que la vean en ese estado aumentaba la excitación para Héctor mientras atardecía. La vieja de casi 57 tenía casi toda la espalda sobre el asiento de la silla, su cabeza sobresalía del hueco del respaldar mientras cada pierna estaba atada al larguero en ambos lados. Sus manos atadas en los vértices frontales del asiento hacían que sus rodillas casi tocasen sus hombros exponiendo ambos orificios de su cuerpo. En otras palabras, estaba patas arriba con la cabeza colgada incómodamente fuera de la silla de madera. Como Héctor tenía planeado un show largo para ella, le puso una bola de mordaza en la boca con un gancho que permitía sujetar su cabeza al peinazo superior del respaldar, dándole a Raquel una posición más cómoda, pero con fácil acceso a su boca.

En el cuarto la chiquilla respiraba agitadamente con un sentimiento sucio de ver a su madre por la pantalla con las patas arriba dejando nada a la imaginación con el sexo y el ano totalmente depilados. Los crucifijos en las paredes no ayudaban a eliminar la sensación de pecado que estaba viviendo encerrada en esas cuatro paredes, pero la excitación de ver a Héctor dominar a su madre humedecía su entrepierna. Su mami había ido 3 días antes hacerse la famosa depilación brasileña a una ciudad lejos de su casa por vergüenza a que alguien le vaya a reconocer al entrar. Y dos horas antes ella misma se había aplicado dos inyecciones de enema para estar totalmente limpia. Karla se puso nerviosa al ver un látigo de cuero rojo estilo cola de caballo que Héctor jocosamente pasaba por la cámara y luego por la cara de Raquel provocándole un cosquilleo.

Las plantas de ambos pies fueron golpeadas levemente para probar el poder de resistencia de la vieja, le causo un poco de risa mientras las tiras rozaban sus pies. Raquel nunca había sido azotada y la sesión de hoy iba ser algo drástico para ella, ya que se debería comenzar poco a poco, pero ella no puso objeción cuando su amante se lo propuso. Los cabellos del látigo castigaron ambas nalgas dejando tiras rojas sobre su piel con cada vaivén. Raquel soltaba gritos de voz ronca soportando el dolor, eso excito a su amante y paso a enfocarse en su vagina bien depilada y asombrosamente rosadita. Héctor rosaba constantemente el látigo sobre el sexo de la señora mientras esta trataba de decir NO con los ojos bien abiertos y moviendo la cabeza de lado a lado.

La silla saltaba con cada golpe que daba directo sobre sus labios obteniendo un color rojizo como el rostro de Raquel mientras sus jadeantes gritos se confundían entre el placer y el dolor. Por la pantalla se notaba que el culo de su madre se convierto de un color rosa a rojo por el castigo proporcionado. Lo interesante para la niña es que el amo no hablaba solo proporcionaba los golpes, un sabroso detalle que la llevo a llevarse la mano sobre su clítoris un par de veces. Jadeante de dolor, la mordaza de Raquel fue removida dejando caer toda su cabeza fuera de la silla. Todavía Héctor no había terminado con ella así que fue por una mascarilla de cuero negra para taparle los ojos.

Héctor desapareció de la pantalla de Karla y con susto lo vio bajo el marco de su puerta. Con una mano en sus labios indico a la chiquilla mantenerse en silencio invitándola que pase a la sala. Ella sacudió la cabeza nerviosamente la cual causo una sonrisa a Héctor por recordarle como su mama lo había hecho minutos atrás. Una mano extendida y una potente mirada hizo que Karla le falseen las piernas al pararse olvidándose totalmente que sus shorts rojos delataban su excitación. Roja de la vergüenza se tapó con una almohada provocando una pícara sonrisa de Héctor que Karla maldijo porque era una expresión que siempre que le gusto. Héctor la dejó dentro del dormitorio para que se cambiase no sin antes decirle “Te espero”. La chica que siempre quiso que la vea como una mujer estaba indecisa en cambiarse de short y panty. Ya no quería ser Karlita, sino una mujer ya de casi 21 años que todavía era virgen pero que desde cumplió 18 deseaba secretamente saber más de su cuerpo. Al final decidió cambiar todo su atuendo y ponerse una tanga rosada que se compró en Victoria Secret meses atrás en su cumpleaños.

Descalza sobre el parque Karla se apareció en la sala en completo silencio vistiendo un short corto de jean y un top ancho que escondían sus bonitos senos. El short ya lo había usado, pero ella lo maldijo otra vez por no haberle prestado mucha atención. Casi mete la pata, se tapó la boca con ambas manos para evitar expresar al darse cuenta que estaba en el mismo ambiente que su madre. De la mano fue llevada a una silla al lado de la webcam por la cual estaba transmitiéndole para ella. Karla nunca había explorado su cuerpo o visto el cuerpo de una mujer al detalle, frente suyo estaban los dos agujeros de Raquel en todo su esplendor.

Madre e hija se mordían los labios cuando Héctor comenzó a chuparle la vagina a la vieja, su lengua exploraba su carne tierna con movimientos circulares y succionando el clítoris. Raquel clavaba sus uñas en la madera de la silla y Karla apretaba el cojín sobre la falda de sus piernas entrecruzadas. El látigo volvió a la mano de Héctor y golpeo esta vez un poco más fuerte a Raquel hasta dejarla sin aliento, Karla se preguntaba si sus gritos se escuchaban desde la calle y volteaba a ver por la ventana si es que había algún chismoso. Su sexo estaba sensible al tacto, un sonido de vibrador hizo que Karla quite la mirada del culo de su madre y observó como Héctor se lo acercaba a su clítoris. La vieja se sacudía descontroladamente tratando de escapar del placer, sus gemidos graves llenaban la casa, la chiquilla llevó su mano en su propia y húmeda chucha. Ver a Héctor como dominarla la excitaba, igual que quizás a su madre que ahora se había convertido en una puta del dolor y del placer.

Raquel chorreaba del placer manchando el piso de madera de la sala, Héctor no quería desperdiciar esta oportunidad para hacer “squirting” y hacerla explotar frente a su hija. Dos dedos entraron fácilmente en su depilado y lubricado sexo, poco a poco fue empujando más su mano haciendo movimientos circulares con sus dedos buscando su punto G. Los gemidos eran de una persona poseída, la silla saltaba y Karla estaba blanca del susto de lo que estaba pasando.

En un pequeño instante Raquel puro soltar un “NO PARES” entre gemidos y el vibrador cayó al piso, la mano izquierda de su amante fue para su vulva agarrando impulso para introducir todo su puño dentro de ella. La máscara que le cubría los ojos se había caído, pero de nada importaba porque Raquel estaba ya casi en el punto más alto del clímax y sus ojos estaban blancos del placer. Al ver esto y con una sonrisa, Héctor aumento el ritmo mientras Karla veía despavorida como su puño desaparecía dentro de su mami.

Héctor sintió una presión en su mano, Raquel se calló un instante, sus ojos se pusieron totalmente blancos soltando la cabeza y el chorro salió disparado desde su coño mientras su cuerpo se sacudía sin control. Sin quitarle la mirada a Raquel, su amante palmoteaba su chucha mientras esta hacia ruido de “Aiii” llorando de excitación. Karla seguía estúpida de lo que había pasado, ver a su madre disfrutar algo que ella no había experimentado todavía con Héctor empapado totalmente de los jugos de su progenitora, le provoco asombro y celos, olvidándose totalmente que su mamá ya no tenía los ojos tapados.

Después del segundo orgasmo, Héctor se sacó la playera mojada para tirársela encima de la cara de Raquel que todavía estaba temblorosa e indico que Karla regrese a su habitación porque iba a cambiar de posición a su madre. La chica se fue con cara de niña caprichosa porque mientras paso toda esa escena en ningún momento la miro cuando se masturbaba con las piernas abiertas. Héctor escondió una sonrisa al verla como se iba molesta por no haberle dado la atención que ella deseaba y noto que la hija tenía un culaso, un verdadero durazno y dudó a quien cogerse primero por el culo.

En el sofá, Raquel estaba tirada boca arriba recuperando aliento todavía atada de manos y con la playera en su cara. Su dueño aprovecho en tirar toallas al piso para después asear con pañitos femeninos a su esclava. “Vas a pagar por esto” se escuchó la suave voz de Héctor posicionado el vientre de Raquel sobre sus piernas con el trasero a su disposición. Las nalgadas iban y venían dejando marcas rojas en su culo con cada golpe. La vieja aullaba de dolor, lagrimas salían de su rostro ya al descubierto, pero no decía la palabra que podía parar toda esta situación. Al escuchar los aullidos de su mama, Karla se apareció cuidadosamente en la sala para ver tremendo castigo que su mami recibía. Héctor se sorprendió ver a Karla con otro short y claramente sin sostén ni calzón, la llamo con la mano no sin antes poner un cojín sobre la cabeza de Raquel para seguir castigándola.

En su mente Karla no entendía como alguien podía ser tratada de esta forma y poder sentir placer. Ver el culo rojo de y sus lágrimas le originaban sentimientos encontrados de salir disparada de su casa, pero su madre lo disfrutaba y la curiosidad era más grande que la razón. Raquel no tenía idea que su hija estaba presente en durante esta sesión, estaba agotada, lacrimosa y con las justas podía mantener los ojos abiertos de esta montaña rusa de emociones. Con las manos todavía atadas, Raquel se posicionó con el vientre sobre el brazo del sofá dejando su culo expuesto y su torso sobre el asiento. Una barra separadora de piernas fue puesta en sus tobillos para evitar que Raquel pueda cerrar las piernas. La vieja respiraba agitadamente.

Héctor se quitó el pantalón y ropa interior ignorando totalmente la presencia de Karla la cual se volteó para evitar verlo desnudo. Con una sonrisa el amante de su madre, y prontamente suyo fue a la mesa del comedor por el gel lubricante. Las piernas de Karla le temblaron y como la primera vez que los vio tuvo que apoyarse esta vez sobre la columna del arco que une la sala y el comedor. El ano de Raquel fue devorado mientras se estimulaba su clítoris originando gemidos de la vieja señora.

La posición iba ser incómoda para romperle el culo a Raquel, Héctor quería que su hija sea testigo de tremendo agarre así que la llevo al suelo y amarro sus muñecas también en la barra dejándola en posición de perrito con el culo bien levantado y la mejilla reposando en el piso. Para tenerla más cómoda y evitar que se lastime, Héctor posiciono una colcha suave entre la madera y el rostro de Raquel. Ambos cuerpos estaban paralelos al sofá donde Karla estaba sentada al borde admirada que ese ángulo le asentaba bien a su madre, su culo se veía redondo y fuerte. La pancita no se le notaba mucho y sus masivos senos se veían increíbles desde atrás. Sin duda algo que había excitado a Héctor porque ahora tenía su pene bien erecto con su glande escapando desde la punta de su miembro.

Un olor alcohol hizo que Raquel abriera sus ojos para encontrase con el falo de Héctor empapado en vino tinto, como mujer obediente se lo chupo con pasión y luego bebió la copa entera. Karla no se había dado cuenta que ambos estaban con unas copas encima, sabía que su mama cuando tomaba alcohol se convertía en una persona más libre y anteriormente vio como a Héctor le gustaba verla así. Un suspiro profundo se escuchó en la sala, Raquel sabía que iba a pasar y parecía estar totalmente de acuerdo con el plan.

El primer nudillo del dedo medio ya estaba dentro de su esclava, poco a poco Héctor iba empujando mientras la vieja gemía suavemente. Con calma y mucha paciencia todo el dedo de en medio estaba dentro de Raquel, un mete y saca hacía que su ano se expanda y contraiga lentamente. Mientras todo este proceso se daba, Karla se mordía el labio sorprendida lo limpio y sensual que era ese juego que fue tildado por su propia madre, como “Perversión”. La mirada atenta de la chiquilla era acompañada por su respiración y las quejas sensuales de su madre, dos dedos entraban y salían brillantes, cristalinos gracias al gel lubricante que se estaba usando.

Hector extendió la botella de gel hacia Karla quien la sujeto tentativamente. Él sonrió sin soltar la botella indicándole con un movimiento de cejas para que abra sus manos. La chiquilla sintió rico como el gel envolvía sus manos, pensó en masturbarse cuando Hector comience a follar a su mama, lo que no espero fuese que el amante de su madre llevase una de sus manos hasta su pene.

Sus amigas de universidad siempre contaban sus experiencias sexuales especialmente cuando uno chico era guapo, ella pretendía entender de lo que hablaban, pero le era extraño. Nunca había visto o sentido un pene en persona, su novio que era muy religioso no la presionaba para tener intimidad. Karla juró llegar virgen e inocente al matrimonio, pero ahora tenía el miembro de Hector entre sus manos y lo exploraba con lujuria. Karla acariciaba el pene de Hector a un ritmo sensual y curioso, le acariciaba las bolas con su mano derecha mientras ponía su dedo gordo izquierdo sobre la uretra. Hector sonreía porque ese movimiento delato la inocencia de la chiquilla, debió haber visto al menos una peli porno en su vida.

Su boca se le hacía agua por tener esas 8 pulgadas dentro de ella, se mordía el labio mientras le daba una paja y sus piernas abiertas chorreaban de ansiedad por tenerlo. Héctor saco los dedos dentro de su madre, mientras la chica se puso de rodillas con intenciones de pasarle la lengua. Una caricia al mentón la detuvo y con ojos grandes de gatita recibió la desilusión de no poder ser ella el centro de atención esta vez. Héctor puso su mano sobre la de la chica con dirección al orto de su madre, primero entro el glande con poca resistencia, pero la vieja no tardo en ponerse tensa y bloqueo todo avance. El amante de su mama le encargo que Karla que dirija el coito mientras él con su mano izquierda estimulaba el clítoris de la perra mayor para que se relajara. Héctor se estaba impacientando con ambas porque una no se relajaba y la otra pues no sabía más que hacer que agarrar su miembro. Le quito la mano a Karla suavemente, pero con autoridad y dijo que Raquel se relaje sino iba ser peor.

Raquel suspiro profundamente, indicio que ella quería tenerlo adentro a toda costa. Karla se sentó a la orilla del sofá queriéndose tocar por todo su cuerpo, la mano de Hector le alzo el polo para que se lo quite. Ella dudó al comienzo. Luego obedeció, pero se tapó con sus manos sus grandes y jóvenes tetas. Hector no le hizo mucho caso, pero no ocultaba la excitación de poder desflorarla en ambos orificios. Solo que ahora era el turno de su mamá.

“Mierda… mierda …mierda” se escuchaba de la boca de Raquel cuando su amo empujaba su miembro dentro de su culo. Una palmada mojada en la nalga derecha la hizo gritar mientras el pene se metía ya casi por la mitad. Su amante dejo un momento mitad de pene adentro para que la vieja tome un respiro y también para agregar mas lubricante. Ya muy bien lubricada y con la fantasía de tener ambas mujeres, su hombre tomó de las caderas a la vieja y se lo metió por completo. Estallo un grito de dolor que asusto a Karla en plena masturbación y que hizo reír a Hector diciéndole a Raquel: “Ahora me pagas tu rechazo, te rompo el culo puta.”.

La vieja gritaba descontroladamente, eran gemidos de placer, dolor y lujuria. Estaba descontrolada, parecía que la torturaban, pero entre esos aullidos pedía que Hector no pare. Raquel pensó que eso era todo, ese mete y saca era todo lo que su amante deseaba. Esto no fue así. Hector le ordeno a Karla arrodillarse detrás de él para que tenga una mejor vista de la penetración. El ano de Raquel comenzó a tirarse “pedos” al entrar y salir del ahora semejante pene de su dueño. Héctor abrió las piernas para un mejor equilibrio, acostando un poco su peso en las caderas de su madre para darle duro. Karla tenía dudas si su mama iba resistir su peso, pero se quedó callada al ver como ahora su madre era cogida sin piedad. Las 8 pulgadas desaparecían dentro de su ano para luego salir hasta casi la punta e introducirlo otra vez en cada embestida que destrozaba su viejo cuerpo.

Dos manos fueron directo a la cabeza de Raquel, todo el peso del cuerpo de su amante estaba sobre la vieja bombeándola perdido en su propio placer. Raquel solo era un objeto para él, ella lo sabía muy bien, un chico casi menor de 20 años no se iba a interesar en ella. Pero no le importo, solo quería sentirse libre sexualmente y por fin sentir verga otra vez dentro de ella. Esta vez la estaba recibiendo en su culo, era doloroso como la sodomizaba con cada empuje, pero sentía rico al llegar al orgasmo. Raquel sentía como su sangre se acumulaba en su cabeza al ser presionada contra el piso, ese maltrato le fascinaba. Siempre fantaseo como sentirse que un hombre la ultrajara, y la psique de esta después de ser tratada de esta forma. Por supuesto que Hector no la estaba violando, todo era con su consentimiento, y el dolor den su culo era solo un plus.

Raquel dejo de gemir como una mula, totalmente sin aliento se vino una y otra vez mientras Hector la insultaba diciéndole “Puta, perra. Que rico culo!”. La vieja perdida en el placer rebotaba contra el piso con sus músculos flácidos, entregada a su amante. Karla veía dos animales en celo coger salvajemente, las bolas de Hector rebotaban cacheteando las nalgas de su mami. Ella se masturbaba con tremendo show, se sobaba sus clítoris con ansiedad para llegar al orgasmo y venirse imaginando que Hector se follaba a ella.

Héctor exploto dentro del culo de Raquel exclamando “Ohhh Raquelita!!! Rico culo perra!!!” jalándole los cabellos para arriba levantándole la cabeza como un caballo. Su joven amante se quedó tumbado encima de ella hasta expulsar la última gota en su ojete. Karla en el piso se vino en silencio, quedando tirada en el piso con las piernas cerradas y su mano todavía en su pelada y gringa chuchita. Su mamá yacía muerta de cansancio en el piso con los cabellos todos desordenados, mojada de pies a cabeza. Hector desmonto a la vieja, agarro la mejilla de Karla y le dijo que era hora de irse. La chiquilla quedó fría al recibir ese mensaje, se paró y se fue a su cuarto a cambiarse. El amante de su vieja con el miembro ahora flácido fue a su encuentro para acariciar su rostro, tocarle delicadamente las buenas tetas mientras esta miraba al piso. Sus manos recorrieron sus curvas apreciando lo buena que estaba y de despidió dándole un beso en la mejilla izquierda, susurrándole al oído: “Te tengo una sorpresa la próxima vez”. Karla levanto los ojos queriéndolo besar, pero se fue antes que ella pudiera tomar esa decisión.

Una vez que la hija estaba fuera de la casa, Hector dejo libre a Raquel y se fue a tomar un baño. La vieja siguió en el suelo cuando Hector salió de la ducha. Su amante se sentó en una silla del comedor, y sin decir nada la señora de casi 60 se levantó del piso, se acercó donde su amo y cabalgó su pinga erecta mientras Hector se comía ferozmente sus tetas. Hector ahorcaba a Raquel con una mano cuando esta estaba por venirse. Ambos se vinieron casi al mismo tiempo, dejando ella caer todo su cuerpo encima de Hector, y este a su vez sobre sus senos.

- “Quién era? – Pregunto Raquel mientras recuperaba el aliento.

- “Ya sabrás, todo a su tiempo”- Replicó Hector con una sonrisa pícara que siempre le gusto a su vieja.

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