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Sábado, el destino final de una relación o tal vez de dos
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Tiempo de lectura: 19 minutos

En la mañana siguiente,  después de la noche vivida con mi sobrina en su rol de mi esposa, al despertar me percaté que ella ya no estaba en la habitación, por lo que procedí a levantarme y arreglar la cama, al salir la vi a ella en la cocina, se encontraba preparando el desayuno que me empezó a abrir el apetito, me acerqué y disfrute de la vista, ahí estaba Betsy con una blusa blanca de tirantes y un bóxer cachetero de color rojo, por lo que no me quise quedar atrás y dejándome solo mi bóxer, me acerqué por la espalda a Betsy y la abracé

– ¡Buenos días, hermosa!
– ¡Buenos días, mi amor!
-¿Qué cocinas que huele tan delicioso?
– Nada asombroso, solo unos huevitos con jamón
– Mmm, se ven deliciosos, – lo decía mientras apretaba sus pezones- y los huevos también
– Deja de andar de tentón, vas a hacer que me quemé
– Está bien, pero me impacienta el no poderte comer
– Tranquilo, ya podrás saborearte el postre. Por cierto, ya lavé la ropa que usé durante la noche, solo es cuestión de que se seque y poder guardarla.
– Ok, me parece perfecto.

Nos sentamos a comer el desayuno, platicando de varias cosas, principalmente de Betsy y sus estudios, pude enterarme de que le iba bien en cuanto a sus calificaciones, a pesar de las circunstancias provocadas por el COVID-19, y que ya le había agarrado el ritmo a las clases en línea.

Terminamos de comer y ayudé a Betsy a lavar los trastes, acomodamos las cosas y nos sentamos en el mueble a ver un poco de T.V., después Betsy se recostó sobre mis piernas viéndome fijamente

– ¿Te pasa algo Betsy?
– No tío, no me pasa nada
– ¿Entonces por qué te me quedas viendo así?
– Por nada
– ¿Cómo que por nada?, anda, dime, ¿qué te pasa?
– Es que a veces me pongo a pensar si todo esto es real, siento que estoy viviendo como en un sueño del cual no quiero despertar, es algo tan bonito que he estado viviendo últimamente que no quisiera perderlo.
– Pero esto es real, Betsy, ¿por qué piensas eso?
– Porque tarde o temprano despertaré de este sueño y volveré a la realidad, aquella que era antes de iniciar toda esta aventura, y no quiero dejar de soñar, no quiero perder esto, pero sobre todo no quiero perderte a ti. Eres una persona con las que muchas mujeres quisieran compartir su vida, eres atento, amoroso, responsable, protector y bueno en el sexo, eres todo eso, pero no me pertenece solo a mi, eres de mi tía y es ella la que puede disponer de todo ello sin ataduras, sin arrepentimientos.

Betsy había pensado en algo que yo ni siquiera me atrevía a pensar, cada vez que tenía el mismo sentimiento me convencía a mi mismo de pensar en otra cosa, pero era cierto, tarde o temprano esto acabaría y tal vez no terminaría con la misma intensidad para todos los involucrados.

Todo lo dicho por Betsy provocó que comenzara ella a llorar, por lo que la atraje a mi y la abracé, quería que dejara de llorar pero no paraba, por más que la consolaba seguía llorando, así que solo dejé que se desahogara, tal vez era lo que necesitaba. Al paso de los minutos logró tranquilizarse, por lo que aproveché para hacer que se sentara en mis piernas y así de frente me sinceré

-Betsy, sé que esto no es algo que a lo mejor hubieses pensado que pasaría entre nosotros, al fin de cuentas somos familia y todo lo que hemos hecho ha sido diferente a lo que se supone es normal, sin embargo quiero que sepas que yo estoy consciente de todo esto y que me atengo a las consecuencias que puedan suscitarse y asumo toda la responsabilidad. Yo tampoco quisiera que acabara, por eso podemos seguir con todo esto tal como lo hemos hecho hasta ahora, y así no dejar de tener este sueño que hemos forjado juntos.
– Pero tío, al final del día no estarás conmigo, como por ejemplo hoy, regresaré a mi casa y tú no estarás ahí conmigo, y yo, yo te quiero a ti, solo para mí, ni siquiera compartirte con mi mamá o mi prima, pero no puedo hacerle daño a mi tía, ella no se lo merece y luego lo de mis padres, que si se separan o no se separan, ya no sé qué hacer.
– Tranquila corazón, lo de nosotros puede seguir y sobre lo de tus padres de eso no tienes de qué preocuparte, ellos van a estar bien y te puedo asegurar que no se van a separar.

Le di un fuerte abrazo y después un beso en la boca, sentí el sabor salado de sus lágrimas, sequé sus ojos con mis manos para seguir dándole de besos, bajando poco a poco por su cuello y su pecho. Le bajé los tirantes de su blusa para dejar libre sus tetas y así poder comenzar a comerle sus pezones, lo hacía de manera suave, quería que sintiera esa ternura para que se diera cuenta lo bien que lo podemos disfrutar.

Mientras tanto, Betsy enredaba sus manos en mi cabello y pegaba sus tetas más a mi boca para que se las comiera. Mis manos recorrían su espalda, metía mis manos entre su bóxer para acariciar sus nalgas, las apretaba y recorría con mis dedos la división de su culo, pasando por su orificio anal, podía escuchar los gemidos suaves de Betsy, se notaba que le gustaba, así que fue el momento para pasar al siguiente nivel.

Por un lado de mi bóxer saqué mi pene, haciéndole a un lado el bóxer de ella, para después acomodarla lentamente en mi verga y metérsela por completo, no me moví, seguí comiéndole sus tetas, quería que la sintiera bien adentro.

– Mmm, tío, que rica verga la tuya, puedo sentirla bien adentro, mmm, me lo estás haciendo suavemente, me encanta que me lo hagas así.

Betsy comenzó a moverse poco a poco, ella sola llevaba su ritmo, así que la dejé ser, podía sentir lo bien que estaba mojada, mi pene no tardó en cubrirse de blanco producto de sus jugos vaginales, mientras que Betsy seguía en lo suyo.

Pasados los minutos le pedí que parara, quería cambiar de posición, así que la desnudé por completo, haciendo yo lo mismo, para después pedirle que se acomodara para hacer un 69, donde una vez acomodados Betsy comenzó a comerme mi verga, podía sentir su boca y lengua jugar con mi pene, por momentos se encargaba de engullir mis huevos, definitivamente sabía lo que hacía, así como yo también me encargaba de darle placer a su vagina, mordía sus labios, metía mi lengua lo más profundo que podía, succionaba su clítoris, le daba placer a más no poder.

– Tío, se siente rico todo lo que me haces, pero ya se me cansó mi mandíbula, ¿podemos cambiar de posición?
– Si mi amor, lo que tú pidas

Betsy se bajó del mueble, yo me quedé sentado, por lo que puse de Betsy de espaldas y la acomodé en mi verga, ella comenzó a darse de sentones apoyándose de mis piernas, mientras que yo la tomé de la cintura para acompañar sus movimientos, seguían siendo movimientos suaves, sin ser tan salvajes, quería que fuese lo más suave posible, y así lo fue, poco a poco la excitación de Betsy fue subiendo a tal grado de que, inesperadamente, comenzó a venirse, pude sentir cómo su venida escurría por todo mi pene, bajando por mis huevos y empezando a gotear, mientras que Betsy se aferraba a mis piernas apretándolas.

– Ay, tío, me vine bien rico
– Si corazón, lo pude sentir, me bañaste bien rico mi verga, pero esto debe continuar, agárrate de mi cabeza

Betsy, sin saber lo que pasaría, obedeció a la indicación, mientras que yo preparaba mi movimiento. En esa misma posición, la tomé por debajo de sus piernas y me puse de pie, cargándola, sin sacar mi verga y así comenzar a subirla y bajarla sobre mi verga.

– Tío, qué difícil postura, me da pena que me tengas así, toda abierta de piernas, puedo ver mi puchita bien mojada y abierta
– ¿Te encanta?
– Si, por supuesto que sí, solo tú sabes cómo hacerme gozar con cosas nuevas
– Pues qué bueno mi amor, porque es justo lo que quiero que sientas

Seguí metiéndosela, pero mis brazos se estaban cansando, así que decidí bajarla, y así parados los dos seguí cogiéndola con todas mis fuerzas, ya había dejado atrás los movimientos suaves, ya era momento de ser un poco más salvaje, por lo que metía y sacaba mi verga lo más duro posible, hasta escuchar el rebotar mi pelvis con sus nalgas. Después la coloqué en cuatro sobre el mueble y continúe con la faena, estaba sintiendo que pronto me vendría así que cambiaría a una última posición, por lo que me senté en el mueble y le pedí a Betsy se sentara de frente a mí sobre mi verga.

– Cariño, estoy a punto de venirme, quiero que me cabalgues con todas tus fuerzas
– Si tío, te cogeré lo más duro que pueda

Betsy comenzó a cabalgarme, era tan intensa que repentinamente comenzó a venirse a chorros, por lo que la levanté para que dejara salir todos sus jugos e inmediatamente le volví a meter mi verga

– Tío, ya no, ya no puedo con tanta verga, me tienes bien ensartada, así, así, ay tío, me vengo otra vez – Betsy comenzó nuevamente a venirse, dejándome totalmente empapado
– Qué rico Betsy, mmm, pero aún falto yo

Betsy parecía una muñeca en mis manos, estaba totalmente a mi merced debido a sus intensos orgasmos, pero yo seguía en lo mío, quería venirme igual de sabroso que ella y así lo conseguí, comencé a verterle mi semen en su interior hasta derramar mi última gota.

– Pero Betsy, ¿qué ha sido todo esto?, mira cómo me dejaste
– Uff, tío… no sabes lo rico que fue… no me quedaron fuerzas…

Si a Betsy no le habían quedado fuerzas, mucho menos a mí, me sentía cansado, por lo que me recosté en el mueble dejando a Betsy encima de mí y sin sacarle la verga, ambos nos quedamos dormidos por casi una hora. Al despertar mi pene estaba totalmente flácido, cubierto de semen que había salido de la vagina de Betsy, mientras que ella aún yacía en mi pecho, así que me dediqué a darle besos en su frente, mientras que con mis manos recorría lentamente su espalda y nalgas, hasta que Betsy poco a poco fue saliendo de su trance.

– Tío, creo que hemos dejado un desastre en este mueble
– Sí lo creo, pero no te preocupes, me encargaré de limpiarlo después. Por cierto, me dejaste bien seco
– ¿En serio tío?, me da gusto escuchar eso
– Anda, vayamos a ducharnos para después salir a comer

Nos dirigimos al baño, donde solo jugueteamos para después cambiarnos e irnos a comer a un restaurante. Betsy se había colocado una blusa escotada que permitía ver el nacimiento de sus tetas, sin brasier ya que se le marcaban los pezones, así como una minifalda negra ajustada, combinándola con su tenis blanco. Se veía estupenda, que ganas me daban de comérmela ahí mismo.

– Tranquilo tío, ya me disfrutaste hace un rato, ¿es que acaso no tienes hambre?
– Pues sí, pero también me dio hambre de tu cuerpo
– ¿En serio quieres comerme?
– En serio
– Entonces tío, necesito que me prometas algo
– ¿Algo como qué?
– Que esa verga tuya será solo para satisfacer a mi tía y a mi, a nadie más, ni siquiera a mi mamá
– ¿Estás bromeando verdad?
– No, lo digo muy en serio. A partir de hoy quiero que me prometas que solo serás de mi tía y mío
– Pero Betsy, esto no lo puedo decidir así de rápido
– ¿Sí o no, tío?
– Sí, está bien, te lo prometo
– Ok. Solo una última cosa
– ¿Cuál?
– Quiero que hoy, cuando regresemos a mi casa, le digas a mi madre que ya no podrás cogértela, tú sabrás que excusa le inventas, pero quiero que seas firme con tu decisión, de lo contrario olvídate de que podrás seguirme cogiendo.
– Dalo por hecho

Betsy había escalado un nivel más en su personalidad, tal vez ya lo venía planeando, tal vez no, pero si algo puedo asegurar es de que Betsy hablaba en serio. No me quedaba de otra más que acceder a su petición, ella era con la que mejor había cogido, se llevaba el primer lugar y eso era algo que pesaba mucho para mí, así que tendría que idear algo para cortar de tajo la relación con Mary pero sin llegar a lastimarla, lo menos que quería es separarla por completo de mi vida.

Eran casi las tres de la tarde, salimos a comer al restaurante, estuvimos charlando plácidamente, al final pagué la cuenta, dimos un paseo por la plaza comercial, le compré ropa a Betsy, nos sentamos a comer helado, hasta jugamos en las máquinas de peluche sin que tuviéramos suerte. La tarde caía, eran casi las siete por lo que se acercaba el momento de regresar a casa de mi cuñada. Durante el trayecto podía ver el semblante en Betsy, se veía contenta, feliz, sin ninguna preocupación, con una confianza en lo nuestro que bien lo emanaba con su forma de ser, no habíamos tenido un día como ese. Por una parte era algo que también a mi me agradaba, ya que después de toda esta aventura con Mary, Betsy e Itzel, sería conveniente tener a solo una de ellas y qué mejor que a Betsy, ya que con Itzel era más difícil poder tener un encuentro, no así con Mary quien estaba casi a la misma disposición que Betsy, pero ahora con su problema marital sería una buena excusa con tal de cumplir con la petición de mi sobrina.

Llegamos a su casa, cerca de las ocho y treinta, le pedí a Betsy que ella entrara primero en lo que yo me encargaba de llevar su maleta y rosas que le había regalado, porque obviamente no las podía dejar en mi casa. Al entrar bastó solo con abrir la puerta para ver a Mary ahí para esperándome con una gran sonrisa, por lo que procedí a saludarla de beso para después dejar sobre el piso la maleta de su hija. Betsy no estaba a la vista, al parecer se encontraba en la cocina sirviendo un poco de agua en un florero, apareciendo después con el recipiente, pero justo cuando se acercaba para tomar sus flores, su madre comenzó a desabrochar mi cinturón y pantalón, quedándose Betsy ahí parada sin saber qué hacer.

– Mary, espera, Betsy está también aquí
– Y eso qué, no creo que le importe
– Pero Mary, espera un momento
– Bueno, si te preocupa la presencia de Betsy no tengas cuidado. Betsy, por favor ve a tu cuarto, que tu tío y yo vamos a coger de lo lindo, y si es posible ponte tus audífonos para que no escuches cómo me coge o a menos que quieras tocarte mientras oyes como gimo de placer – todo esto lo decía Mary mientras se levantaba su vestido floreado con tirantes y despojándose de su pantie –
– Pero mamá… – Mary no dejó de terminar que Betsy hablara –
– Ya te dije que te vayas a tu cuarto, tú ya lo tuviste toda una noche y parte del día, si no lo disfrutaste no es mi problema
– Mary, no seas así con tu hija – mientras que yo ya tenía mi pantalón por el suelo, con mi bóxer a la altura de las rodillas y con mi verga en proceso de erección- primero mejor hablemos de algo que quiero decirte
– Deja la plática para después, ahorita lo que quiero es comerme esta verga

Mi pene ya estaba erecto y Mary se encargaba de masturbarlo, mientras que yo volteé a ver a Betsy, quien tenía los ojos llorosos a punto de arrojar sus lágrimas, solo logrando decirme a mí – Lo prometiste– para después irse apuradamente a su habitación

– Betsy, espera
– Déjala Sam, solo está haciendo berrinche, es algo que a pesar de que ya está grande no puede dejar de hacer – eso decía Mary ya con mi verga en la boca –

Por un momento me preocupé por los sentimientos de mi sobrina, el ver esos ojos llorosos me recordó lo ocurrido en la mañana al estar ella recostada sobre mis piernas, ver esa mirada de tristeza por segunda vez me estaba provocando querer ir tras ella, derribar la puerta de su habitación y abrazarla fuertemente, sin embargo ese pensamiento solo duró muy poco, mi cuerpo comenzaba a disfrutar la lengua de Mary, quien con destreza engullía mi verga.
Mary estaba arrodillada con mi verga en su boca, cuando de pronto de la habitación salió Betsy con un vestido de tirantes color morado tornasol, ignorándonos por completo, dejando la casa sola para nosotros dos, sin que Mary pareciera importarle.

– Mmm, Sam, no sabes cuánto extrañé tu verga, me encanta sentirla en mi boca

Mary terminó de quitarme mi pantalón y bóxer así como mi playera, para después hacerme sentar en el mueble. Ella se subió a mis piernas comenzando a desabotonar su vestido por la parte de enfrente, liberando sus tetas y así ensartarse, hasta el tope, mi verga.

– Mmm, así, así, dame verga, ay, qué rico – Mary cabalgaba a más no poder, era notoria su urgencia de tener mi verga, sus jugos vaginales bañaban por completo mi pene, tanto que se escuchaba el chapoteo. Cambió de posición, se bajó de mis piernas, dándome la espalda para abrir mis piernas lo más posible y sentarse nuevamente en mi verga. Desesperada realizaba los mismos movimientos, apoyándose de la mesa de centro, mientras que yo no podía soportar tanto placer, me estaba volviendo loco, no tenía cabeza siquiera para pensar en Betsy.

– Mmm, Mary, que rico te mueves, estoy a punto de venirme
– Si amor… en serio, ¿ya mero?, entonces dame más fuerte

Sin pensarlo dos veces, la tomé de la cintura y con movimientos fuertes hacía que se sentara sobre mi verga y le llegara lo más profundo posible, pero no duré así por mucho tiempo, ya que comencé a venirme para lo último ella desparramarse sobre mi pecho, sin sacarse mi verga.

Mi erección comenzó a ceder y el semen hizo su presencia, poco a poco fue escurriendo hasta salir por completo de la vagina de Mary, quien no quiso desperdiciarlo, así que comenzó a degustarlo sin dejar rastro alguno, donde una vez logrado su objetivo se sentó en la mesa del centro, con sus piernas abiertas y dejando sus brazos apoyados en la mesa, dejando ver su vagina bien abierta, brillosa, totalmente depilada. Nos quedamos viendo fijamente, sin decir una sola palabra, podía ver a una Mary muy distinta a la que conocía, aquella que era mi cuñada pero ahora era también mi amante, se notaba lujuriosa, satisfecha en el sexo, con una nueva personalidad que tenía muy escondida y que yo fui parte de ese cambio. El silencio no duró mucho, tuve que terminar con ello, así que fui el primero en decir algo

– ¿Qué te pasa?, ¿por qué me ves así?
–  Solo estoy disfrutando tu cuerpo, quiero dejar bien guardado en mis recuerdos así como estás ahorita
– ¿Por qué lo dices así?
– ¿Así cómo?
– Si, como si fuera algo que vas a ver por última vez

Mary solo sonrió, para después pedir que fuéramos al baño para darnos una ducha, dejando en el aire la conversación, no sé para ella, pero así había sonado para mí, una especie de despedida que no se atrevía ella a decirlo.

Salimos del baño y ella se dirigió a su habitación, me pidió que la esperara en el comedor, mientras ella se vestía acorde a la ocasión, y ahí la esperé. El reloj marcaba ya las once de la noche y Betsy no hacía acto de presencia, consulté su última conexión en Whatsapp y marcaba a las 21:00  horas, la verdad ya me estaba preocupando así que le envié mensajes pero solo marcaban como enviado y peor aún sin obtener respuesta, así que me atreví a llamarle pero resultó lo mismo, no había forma de poder saber sobre ella, estaba pensando en la forma de poder contactarla cuando detrás de mí apareció Mary, quien con sus manos me tapó los ojos.

– Te tengo una sorpresa, pero necesito que mantengas cerrados los ojos, ¿vale?
– Ok
Mary quitó sus manos para después hacerme girar sobre la silla y a la cuenta de tres abrí los ojos. Tenía frente a mi a una Mary con un vestido que le llegaba a media pierna, de color rojo vino de tirantes con la parte del pecho en forma de V un tanto arremangado, unas zapatillas de color rojo, pero al darse la vuelta no podía ser más sexy, su espalda era adornada por los tirantes del vestido en forma cruzada, y el escote llegaba en V hasta lo más bajo de su cintura, marcándole perfectamente ese trasero. Definitivamente iba a extrañar mucho el cuerpo de Mary.

– Wuau!, pero que hermosa te ves con ese vestido. Si saliéramos a dar una vuelta serías la envidia de todos.
– Gracias corazón, anda, bebamos algo, que la ocasión así lo amerita.

Mary sacó de su refrigerador un par de cervezas y así comenzamos a hablar de varias cosas. Mientras charlábamos, podía ver cómo Mary tan pronto se terminaba una cerveza seguía inmediatamente con la otra, donde yo apenas llevaba 1, ella ya llevaba tres, pareciera que ella estuviera tomando valor al fervor de la cerveza.

– Samuel, tengo algo serio que decirte. Es algo que me ha estado dando vueltas en estos días y que hoy por más que quiero hacer eterna la noche y no decírtelo, no puedo.
– Pero Mary, qué sucede, anda, dime.
– Mi vida ha dado un cambio drástico este año, me he liberado de ciertas ataduras que por estar casada había dejado guardadas, sin embargo, tu llegada hizo que me sintiera con la libertad de poder hacerlas sin temor a ser juzgada, tanto así que ahora puedo ser yo misma. Tú me abriste ese camino y afortunadamente has sido un buen acompañante, en quien he encontrado ese respaldo para no sentirme sola. Me enseñaste que aún puedo sentirme amada como mujer y que puedo experimentar y disfrutar de cosas nuevas.

Pero lamentablemente creo que he tocado fondo. Nuestra relación no es la correcta, por un lado ambos estamos casados, compartimos lazos familiares a través de mi hermana y eso implica el tenernos el respeto debido, no por nuestro estado civil, sino precisamente por Adriana. Por momentos se me olvida que mi hermana es tu esposa, pero cuando soy consciente de ello, me remuerde la conciencia el simple hecho de haberle fallado a ella y a Sergio. Y precisamente hablando de Sergio, también a él le fallé, ya que él me dijo que lo que pasó en ese motel era apenas la segunda ocasión y que todo era reciente, entonces eso quiere decir que yo fui quien falló primero pero eso él no lo sabe y es otro cargo de consciencia que tengo, el hecho de que él piense que fue el primero quien falló y que yo sepa que no es así, es algo que no me deja dormir y por todo eso y más quiero decirte que lo nuestro no puede seguir más, me duele en el alma aceptarlo, pero ahora tengo que concentrarme en mi matrimonio, me duele profundamente el tener que dejarte ir, no solo porque ya no podríamos disfrutar de nuestra relación sexual, sino también por qué ahora te conozco mejor y me entristece saber que a mi vida llegaste tarde, me hubiera gustado haber estado disponible para ti cuando aún estabas soltero, que fuera yo a quien hubieras enamorado y que fuera yo con quien tú compartieras tu vida y tu cama, pero la realidad es otra.

Mary estaba a punto de soltar sus lágrimas, todo lo que me había dicho lo decía con pausas prolongadas, aguantando el llanto bebiendo su cerveza, acumulando ya cinco latas vacías y con ello las consecuencias de beber desmedida y apresuradamente. Yo comprendía su situación, la cual no se comparaba con la mía, pero aún así era entendible lo que sentía. Por otra parte, era justo lo que yo necesitaba para cumplir con lo prometido a Betsy, pero ahora la situación con mi sobrina también había dado un giro inesperado, estaba a punto de perder a ambas y quedarme con las manos vacías.

Me acerqué a Mary, hice que se pusiera de pie y la abracé, ella en automático comenzó a llorar, provocándome un nudo en la garganta, pero tenía que hacerme el fuerte por Mary.

– No debes preocuparte Mary, te entiendo y respeto tu decisión. A mi también me duele, no sabes cuánto, pero es entendible lo que dices y aunque yo no quiera, estaré de acuerdo contigo. Recuerda que siempre puedes contar con mi apoyo para cualquier cosa que necesites, como familia, como amigo y cómo alguien que alguna vez fue tu amante.

Mary me miró fijamente, comenzando a quitar los rastros de sus lágrimas, provocando que su maquillaje se corriera.

– Te amo – dijo Mary – y no es necesario que tú también lo digas, pero quiero que sepas que para mi no fue solo una aventura, sino que también se compenetró muy dentro de mi y que serás una persona muy especial. ¿Puedo decirte una última petición?
– Si, por supuesto, dime.
– ¿Podemos tener una última noche juntos?
– Si Mary, lo que tú pidas yo lo haré.
– Que bueno. Entonces dame un momento en lo que voy a darme un retoque con maquillaje, no tardo- Mary se encaminó a su habitación, pero justo antes de llegar a la puerta se tambaleó, alcanzando a recargarse del marco, evitando su caída – Uff, parece que los efectos del alcohol está subiendo de intensidad.

Pasado unos minutos se apareció de nuevo Mary, ya con el maquillaje en su lugar se acercó al refrigerador y sacó una última cerveza, para después tomarme de la mano e irnos juntos a su cuarto. Ya ahí Mary abrió la lata de cerveza, le dio un trago prolongado para después comenzar a besarme, podía sentir el sabor amargo característico de la cerveza y eso hacía más cachonda la situación.

Le quité el vestido por completo y ella se recostó en la cama bocabajo, llevaba puesta una tanga de hilo dental color rojo con formas de corazones al centro, aproveché ese instante para desnudarme y acercarme a ella, para con mi boca comenzar a recorrer sus piernas, su espalda, su cuello y después hacer a un lado su tanguita, abriendo sus nalgas para adentrarme con mi boca en su vagina, lamía y metía mi lengua lo más profundo que podía, provocando los primeros gemidos de placer en Mary, podía sentir escurrir sus jugos en mi lengua, así que ya era momento de meter mi verga, y en esa misma posición me acomodé y se la fui metiendo poco a poco hasta tenerla toda dentro.

Comencé a moverme y a empezar a jugar con el orificio anal de Mary, en esa posición y con esa lencería me ponía más cachondo y también a ella. Podía ver cómo su ano se dilataba al meter mi dedo pulgar, me tentaba a que le metiera mi verga, así que sin más le saqué la verga de su vagina para después comenzar a metérsela en el ano, poco a poco se fue abriendo camino hasta tenerla toda adentro, me tomé unos segundos para que Mary se acostumbrara, para después iniciar mis movimientos combinándolos con palmadas en sus nalgas, hasta comenzar a ponerse coloradas, no importaba el dolor que sintiera Mary, así que la coloqué en cuatro y seguí con mis embestidas, Mary solo gemía y daba pequeños gritos de dolor, pero ni eso me pararía, podía sentir cómo me apretaba la verga deliciosamente, así que cambié de posición, ahora estábamos recostados, de lado, Mary con la pierna en alto y yo por detrás de ella, de momentos aprovechaba para acariciar su clítoris y sus labios vaginales, llenando mi mano completamente de jugos, Mary estaba al punto de venirse al igual que yo, así que le saqué mi verga para después pedirle que se recostara en la cama, frente a mi, y en esa posición le pedí que se volviera a meter mi verga en su culo, ella se la acomodó y solita se la fue ensartando, para después comenzar a moverse con frenesí, mientras que yo la masturbaba, hasta que por fin Mary se vino bien rico, tanto que me baño todo con su venida, mientras que yo le llenaba su ano con todo mi semen.

Mary se sacó mi verga de su culito para después metérsela en su vagina, aprovechando aún mi erección, comenzando a moverse e increíblemente hizo que me viniera una vez más, vertiéndole un poco de semen en su vagina, dándose por satisfecha hasta ese momento.

– Uff, Sam, no sabes lo rico que fue todo esto. Me dejaste bien llena de leche.
– Eres increíble Mary, me dejaste bien seco otra vez
– Ni que lo digas Sam, mira cuánta leche hay en la cama, pero ya me ocuparé de ello mañana.

Mary se levantó de la cama, tambaleándose por un segundo para después recobrar el equilibrio, dándole un trago a su cerveza, la cual no le agradó ya que ya no estaba fría
– Que asco, sabe feo ya – dijo ella- mejor voy otra más fría
– Mary, ¿no crees que ya debas pararle a la tomadera?
– Por qué, si apenas llevo – Mary se quedó pensando en el número que iba a decir – cuatro, no, no, cuatro no, son cinco ¿o seis?, no sé, pero no es necesario que lleves la cuenta Samuel, es más, para que veas te voy a traer una también a ti
– No te preocupes Mary, estoy bien así
– Ok, tú te lo pierdes

Mary salió de la habitación, fue al refrigerador, sacó una cerveza más y comenzó a beberla hasta la última gota, mientras que yo solo la veía, sabía bien que tanto alcohol sucumbiría en el cuerpo de Mary.

– Ya deja de verme así Samuel, ni que fueras mi marido para verme así
– Mary, estás tomando mucho sin siquiera disfrutarlo, mira, te acabas de beber una cerveza en menos de cinco minutos
– Y qué, soy yo no tú. ¿Quién está enculada?, yo, ¿quién ha estado engañando a su marido?, yo, ¿quién fue la primera en decir “te amo”? pues yo, solamente yo.
– Mary, ya deja de decir tonterías
– Ya Samuel, caes mal de veras, anda, mejor vamos al baño a limpiarnos – esto lo decía mientras sacaba una cerveza más del refrigerador y llevándose al baño mientras le daba tragos

Mary se sentó en la taza del baño, mientras que yo me metí a la ducha perdiéndome en mis pensamientos hasta que caí en cuenta que no se escuchaba ningún otro ruido que no fuera el agua cayendo de la regadera, así que me asomé a ver a Mary para darme cuenta que se había quedado dormida, ahí sentada, por lo que rápido me enjuagué y sequé y me dirigí a Mary, le hablé pero no despertaba, así que la moví hasta que comenzó a balbucear, pero ella, tal cual animalito que llega a su nariz el olor a comida, comenzó a buscar mi verga con sus manos y una vez localizada, comenzó a metérsela en la boca, intenté desprenderla de mi verga pero ella se aferraba con sus manos en mis nalgas, y a pesar de la situación comencé a tener una erección y así fue como me doblegó, me entregué al placer provocado por su boca y lengua hasta que logró que eyaculara, bebiéndose todo.

La levanté y la llevé a la regadera, la ayudé a bañarse, saliendo ambos rumbo a su habitación pero ella se desvió del camino para ir al refrigerador, si, por una cerveza más a la cual le dio dos tragos para después irse a su habitación, el reloj ya marcaba las doce y treinta. Ya ahí, se recostó y yo a su lado, se acomodó en mi pecho, no tardó mucho en dirigir su mano a mi pene, para comenzar a alborotarlo, subía y bajaba su mano y con su dedos jugaba con la cabeza y punta de mi pene, provocando saliera el líquido preseminal, para después subirse en mi verga y recostarse en mi pecho, comenzando el vaivén.

– Sam, cariño mío, te amo mucho, muchísimo, gracias por todo

Mary dejó de moverse, así que yo me encargué de los movimientos, sin embargo, pasados unos minutos, me percaté que ella simplemente estaba inerte, así que me detuve, le hablé y no contestó, hasta que le puse atención y me di cuenta que se había quedado dormida, algo que jamás me había pasado, pero en su estado de embriaguez era algo obvio, así que la levanté, le saqué mi verga y acosté en la cama, quedándome descansando un momento hasta que escuché un fuerte rechinido de llantas, por lo que me levanté y me asomé por la ventana, la casa estaba en completa oscuridad salvo la habitación de Mary. Al asomarme, me di cuenta que se trataba de Betsy, quien tambaleándose bajó de un vehículo, llevando en una de sus manos sus zapatillas, acercándose a ella un sujeto a quien Betsy abrazó y besó, mientras que el sujeto la agarraba del culo, apretándolo y dándole una nalgada, para después subirse de nuevo al auto e irse del lugar.

Betsy como pudo pasó el portón principal, pero al llegar a la puerta de la casa y debido a la oscuridad, estaba batallando para poder abrir con su llave, así que le ahorré el esfuerzo y abrí, encendiendo el foco de la sala, mostrando ante mí el desastre en el cual venía. Llevaba su vestido tornasol con los tirantes fuera de sus hombros, enrollada la parte de abajo dejando ver su conchita depilada, mientras que en su mano no solo llevaba sus zapatillas sino también una tanga azul.

– Upss… perdón – dijo Betsy haciendo notar su estado de ebriedad – creo que hice mucho ruido, ¿te desperté?, a no, no, no, creo que estabas cogiendo con mi mamá – dijo eso porque yo andaba desnudo y semi erecto – pareces exhibicionista.
– ¿Exhibicionista yo?, que no te das cuenta de en qué condiciones llegas a tu casa
– Y qué, ¿cuál es tu problema?, ni que fueras mi papá para estarme cuestionando
– Pues te cuestiono porque me importas
– Ahora resulta que te importo – comenzó a caminar rumbo a su habitación agarrándose de la pared, percatándome que de su entrepierna escurría algo blanco, inclusive dejando una que otra mancha en el piso.
– ¡Betsy! – la detuve del brazo – que carajos es eso – señalándole su entrepierna –
– ¿Qué? – buscando la evidencia – ah, ¿esto?, pues es semen, qué más va a ser
– ¿Semen?, y lo dices así nomás, como si no fuera la gran cosa
– Pues qué tiene, ¿qué quieres que te diga?, tú mismo lo estás viendo
– ¿A caso es del idiota ese con el que llegaste?
– Pues – Betsy se quedó pensando en la respuesta – creo que sí, no sé, solo quiero ir a dormir
– Tú no vas a ningún lado hasta que me contestes, ¿o acaso hubo más de uno que estuvo contigo?
– Ay, ya Samuel, si quieres martirizarte con esto, pues si, fueron dos… no,  a ver, deja y hago cuentas, mmm, tres, cuatro, seis, siete, no, fueron seis, hubo uno que no me agradó y mejor escogí a su amigo
– Pero qué dices, seis Betsy, seis te cogieron y te dejaron así
– No, no, no, los cinco me cogieron de lo lindo pero me bebí sus lechitas, deliciosas por cierto, de este último no lo tenía contemplado, pero pues me dio raid y durante el trayecto comenzó a manosearme y como forma de agradecerle el raid pues le di chance a que me cogiera antes de llegar aquí, aprovechando la oscuridad y la poca gente alrededor, pero el muy bruto no duró ni dos minutos de mis sentones y se vino dentro. Y así, eso fue lo que ocurrió, ¿contento?, además qué te preocupa, tú y yo no somos nada.
– ¡Eres una idiota! – mi frustración hizo que le contestara así, mientras que ella solo se quedó en silencio, mirándome fijamente para que después de sus ojos comenzaran a caer lágrimas, dándose la vuelta y entrando a su habitación.

La sinceridad con la que me hablo Betsy fue aterradora, sentí un dolor profundo, inexplicable para mi edad, sentí rabia, impotencia, frustración, una combinación de todo. En una sola noche había perdido a Mary y Betsy, pero lo que más me dolía era cómo se dieron las cosas con mi sobrina. Estaba a punto de entrar a la habitación de Betsy, cuando escuché un fuerte sonido en el cuarto de Mary, por lo que fui a ver qué había sucedido. Se trataba de Mary, quien intentaba sujetarse de la cama para poder ponerse de pie, sin éxito alguno, así que me acerqué y le ayudé a pararse.

– Me siento mal – dijo Mary – todo me da vueltas, creo que tengo ganas de vomitar

Sin más, me llevé a Mary atrás de su casa, había un pequeño patio en el que ella vacío su estómago, donde una vez terminado le di agua para que se enjuagara la boca, después la cargué en brazos y la llevé a su habitación, recostándola en la cama, la cubrí con una sábana y la dejé descansar. Me vestí y le di un último vistazo a Mary, quien plácidamente yacía dormida, solo me acerqué y le di un beso en la frente para salir de la habitación. Estuve a punto de irme sin despedirme de Betsy, pero me arrepentí y mejor fui a su habitación, ahí estaba ella, acostada boca abajo en la cama, con las piernas abiertas, escurriendo de su vagina el semen del último idiota que estuvo con ella. Me acerqué a ella y para sorpresa mía Betsy se volteó y me vio, para solo decir:

– Tío, hermoso – mientras que con una mano acariciaba mi rostro – eres lo mejor que me ha pasado, te amo mucho, pero ahora mismo también te odio.

Esas fueron las últimas palabras de Betsy, quien después de decirlo solamente se quedó dormida, mientras que yo no pude hacer más que tragarme mi dolor e irme de esa casa en la cual ya nada tenía que hacer. Mi historia con ellas se había cerrado, no sé si para siempre, pero no quería darme falsas esperanzas.

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