Los grillos y las cigarras dejaron de cantar al comenzar a ladrar un pastor alemán que estaba encadenado en una caseta. Un hombre de unos cuarenta años que tenía un vaso de vino tinto en la mano y que se sentaba en una silla de la cocina de su casa le dijo a otro hombre de cincuenta años, con canas en las sienes, alto, moreno delgado y trajeado que tenía otro vaso de vino tinto en la mano:
-Cuando el perro ladra es porque alguien está ahí fuera, debe ser su ahijada, don Tomás.
Don Tomás se levantó de la silla, miró por la ventana de la cocina y vio un taxi enfrente de la puerta de casa. Hizo una llamada con su teléfono móvil desechable.
-¿Hay moros en la costa?
Una voz le respondió:
-No, don Tomás. En el cuartel y en la comisaría no hubo movimientos. Nadie ha seguido a su ahijada.
-Buen trabajo, Paco.
Pasaban las doce de la noche cuando don Tomás salió de la casa, una casa que estaba apartada de la ciudad y que era de uno de los muchos que trabajaban en las descargas de tabaco rubio, de hachís y de coca. Una muchacha le abrió la puerta trasera de un taxi, era su ahijada. Cerró la puerta detrás de él, entró en el auto y después de sentarse en el asiento del conductor, le preguntó:
-¿A dónde quiere que lo lleve, padrino?
-A Vigo.
-Para allá vamos. ¿Es un viaje de ida y vuelta o solo de ida?
-De ida y vuelta y con una espera de entre dos y cuatro horas.
Celia, que era una joven de 26 años, morena, de ojos color avellana, cabello negro y corto, con buenas tetas y buen culo y que trabajaba de taxista hacía dos semanas al haberle comprado una licencia y un taxi su padrino, llamó a su marido y le dijo que iba a llegar al amanecer.
Al par de minutos de empezar el viaje recibió una llamada y puso el manos libres. Era una amiga la que la llamó:
-¿Estás en casa, Celia?
-Voy conduciendo, pero puedes hablar. ¿Ocurrió algo?
-Sí, otra vez el pelotudo me está puteando. Salió de joda y me dejó en casa tocándome las lolas y con la concha caliente.
-Si te sirve de consuelo el mío también tiene sangre de pato, pero no es el momento de hablar de eso, estoy con mi padrino en el coche.
-Solo decime si o no.
-Solo te diré que la cosa se ve bonita.
-Vos sí sos hermosa.
Celia miró para su padrino por el espejo retrovisor y le dijo a la amiga:
-Vamos a dejarlo que nos estamos pasando de frenada.
Siguió conduciendo cómo si no hubiese tenido la conversación con su amiga. Al rato habló por segunda vez con don Tomás:
-¿A qué calle de Vigo, padrino?
-Avenida Atlántida.
-¿Va a alguna fiesta?
Don Tomás empezó a entrarle a su ahijada.
-¿Cuándo harás tú la fiesta con tu amiga?
-Nunca, soy heterosexual.
-Yo creo que la harás. Llevas más de cinco años casada y la rutina seguro que empezó a comerte.
-No me contestó a lo de la fiesta
-No voy a ninguna fiesta, voy a cerrar un negocio.
-Eso ya me lo imaginaba al salir de la ciudad por la puerta de atrás. Sé que no debería preguntar, pero… ¿Es verdad eso que dicen que después de cerrar los negocios hay orgías alcohol y coca?
-¿Vas a acostarte con Ariela?
-¿Cómo supo que era ella?
-Tienes solo una amiga argentina.
Celia era curiosa cómo ella sola.
-¿Me dirá lo que quiero saber si le respondo?
-Te lo diré. ¿Follarás con ella?
-Sí, necesito experimentar con cosas nuevas. ¿Hay orgías, alcohol y coca?
-¿Te gustaría estar en una de esas fiestas?
-No, era simple curiosidad.
-Y a mí que me da que te atreviste a hacer la pregunta porque te gustaría follar hasta no poder más…
-Usted pilla las mentiras por el aire.
-Soy perro viejo, y sí, las hay, pero a mí mi no me van las orgías. Lo máximo que hice fueron tríos con dos mujeres.
-¿Y le da la herramienta para las dos?
-Más que para una, la mitad de la juerga se la montan ellas solas.
-¿Cómo son las mujeres que le gustan?
-Me gustan aquellas mujeres a las que les guste el sexo sucio y salvaje, pero no las que por dinero hagan lo que sea, me gustan las que lo disfrutan y se corren cómo cerdas.
-¿A qué llama sexo sucio?
-A comerle el culo a una mujer, eso me va más que un buen plato de comida, y comerle el coño, eso me va más que una buena bebida, y sus corridas, sus corridas me gustan más que la mejor de las bebidas.
-¿Y salvaje?
-A follar a romper, a romper lo que toque, culo, coño… Me gusta follar a una mujer hasta que echa leche por las orejas.
-¿Leche por las orejas? Eso será un decir.
-Eso es un hecho. ¿Nunca se corrieron en tus orejas. Celia?
-No.
-Pues a mí me gusta lamer mi leche de las orejas de las mujeres.
-¡Coño!
-Y del coño también.
-Eso suena rico, rico, rico.
-¿Te gustaría hacer un trío esta noche?
-¿Con usted?
-Y con otra chica.
-Sí
La pregunta era obligada.
-¿Lo harás por dinero o por placer?
-Por placer.
Una hora más tarde don Tomás se reunió en una habitación de hotel con tres sudamericanos, cerraron el negocio y después en otra habitación más grande comenzó la fiesta donde corrió la comida el alcohol, el hachís y la coca.
Celia comió, bebió, fumó y esnifó en compañía de su padrino y de una joven brasileña de piel muy oscura. La joven tenía los ojos marrones, su cabello negro era rizado y corto y su cuerpo era de modelo. La habían traído para don Tomás, ya que no sabían que llegaría acompañado.
Al acabar la fiesta Celia, la brasileña y don Tomás se fueron a una suite.
En la suite Don Tomás cogió una botella de champán que había sobre un mueble en una cubitera, llenó tres copas y le dijo a sus acompañantes:
-Vamos a brindar por una noche de desenfreno.
Las muchachas cogieron las copas que le estaba ofreciendo y bridaron con él. Luego la brasileña cogió por la cintura a Celia y le dio un beso con lengua, largo, muy largo, tan largo y baboso que de sus bocas cayeron pequeñas cascadas de saliva que mojaron sus vestidos. Don Tomás sentado en un sofá con la copa de champán en la mano derecha veía la lujuria que había en sus bocas. Después vio cómo su ahijada se subía a la parra, ya que le dio la vuelta a la brasileña y le bajó la cremallera del vestido. Cuando el vestido cayó al piso la brasileña quedó desnuda cómo vino al mundo, ya que no llevaba ropa interior. A don Tomás le bajó el champán por mal sitio, lo tosió y después dijo:
-¡Qué hijos de puta!
Celia estaba tan cachonda que ni lo oyó. Besando el cuello de la brasileña le masajeó sus redondas y duras tetas, luego bajó besando y lamiendo su espina dorsal, después le abrió las duras nalgas con las dos manos y le lamió el ojete. Acto seguido le dio la vuelta, abrió los ojos como platos y exclamó:
-¡La hostia puta! ¡¡Qué sorpresas nos da la vida!!
Delante de ella tenía una polla gorda, larga y tan tiesa que se marcaban en ella las venas. Le echó la mano a los gordos huevos y luego metió la cabeza de la verga en la boca y la mamó. Don Tomás le dijo a su ahijada:
-Se ve que pasas hambre, Celia.
Celia ya tuteó a su padrino.
-Ni te puedes imaginar cuantas, Tomás, ni te puedes imaginar cuantas.
De mamar la polla pasó a mamar las tetas de la brasileña, unas tetas con areolas grandes, tan negras cómo su piel y con unos pezones gordos, luego le volvió a comer la boca, después de la boca tocaba follar. Le dijo:
-¡Te voy a dejar seca, morena!
La brasileña solo se dejaba manejar por quien le pagaba.
-Cuando yo te mande, blanquita. ¿No me decías que te gustaba el sexo salvaje?
-¿Y?
-¡Y toma sexo salvaje!
La brasileña le echó las manos al cuello del vestido y se lo rompió de arriba a abajo. Celia en ese momento estaba tan caliente que no le preocupó que no tuviera nada con que vestirse para salir del hotel. La brasileña era fuerte, ya que le rompió el sujetador y después las bragas. La cogió en alto, la empotró contra la pared y le clavó el cipote en el coño. Celia con las tetas de la brasileña aplastadas contra las suyas, chupándose las lenguas, lamiéndose la una a la otra y sintiendo cómo aquella verga entraba y salía de su coño acabó corriéndose cómo una cerda y diciendo:
-¡Me muero de gusto!
No se murió. Al acabar de correrse miró para Tomás y le dijo:
-Si me follas el culo me corro otra vez.
A Tomás ya se le había ido el cabreo. Aunque eso de querer meterle gato por liebre se lo iban a pagar. Hacía rato que estaba empalmado, así que les dijo:
-Ir para cama.
La brasileña sin quitarle la polla de dentro del coño se echó boca arriba sobre la cama con Celia encima de ella. Tomás se desnudó y fue a la cama con una copa de champán en la mano, se la echó en el ojete y las nalgas a su ahijada y después lamió nalgas y lamió y folló el ojete con su lengua. Mientras Tomás lamía y metía y sacaba la lengua del culo. Celia y la brasileña se comían las bocas. Al ir a clavársela en el culo, le dijo a la brasileña:
-Sácala la tranca, morena.
La brasileña, con la colaboración de Celia, sacó la verga hasta dejar solo la punta dentro del coño. La polla de Tomás entró en el culo lentamente, pero de un tirón, una vez dentro comenzó el mete y saca, o sea, cuando Tomás metía la brasileña sacaba y cuando metía la brasileña sacaba Tomás. Celia no paraba de gemir, de besar a la brasileña y de girar la cabeza para que la besara Tomás, pero Tomás la ignoraba, él no iba a besar a nadie… No besó a nadie hasta que no comenzó a correrse Celia, ya que al hacerlo le chupó el cuello a la brasileña y esta se corrió dentro de su coño. Viendo y sintiendo cómo se corrían se corrió él, y entonces sí, entonces la besó, besó a la brasileña.
Al acabar de correrse se tomaron otras tres copas de champán y esnifaron otras tres rayas. Después le dijo Tomás a la brasileña:
-Quiero ver cómo Celia se corre en tu boca. Cómele el coño.
Celia se echó sobre la cama. La brasileña debiera comer más coños que biberones, ya que su lengua tenía vida propia. Era como si tuviera el mal de san Víctor en la lengua, ya que la hacía vibrar sobre sus labios vaginales. Vibrando se metía dentro de su vagina y vibrado salía y se posaba sobre su clítoris. Luego dejó de hacer que vibrara y lamió su ojete. Después fue subiendo hasta entrar en su vagina, salió y lamió el clítoris. Todo esto lo hacía la brasileña sin dejar de magrear las tetas de Celia con su mano izquierda y de masturbarse con la derecha. Tomás, encima de la cama, le daba a su ahijada los huevos a lamer y a chupar y la polla a mamar, Celia gemía y las únicas palabras que dijo fueron:
-Esto sí que es salir de la rutina.
Después de muchos recorridos la lengua volvió a vibrar en sus labios vaginales, entró y salió de su vagina, al llegar al glande erecto del clítoris lo chupó y Celia gritó:
-¡¡Me corro!!
La brasileña no paró de lamer hasta que Celia dejó retorcerse y de gemir.
Al acabar de correrse Celia, la brasileña se la metió en el coño encharcado y le dio caña brava. Tiempo después Celia sintió cómo Tomás se corría en su oreja derecha y después en la izquierda. Seguía dándole a mazo la brasileña cuando Tomás le lamió la leche de una oreja…, luego el de la otra… Sintió cómo la brasileña le llenaba el coño de leche y se volvió a correr cómo una cerda.
-¡Me matáis! -dijo entre convulsiones- ¡¡Me matáis!!
Después de gozar descansaron. Tomás pidió más champán y algo para picar y tiempo después volvieron a la faena.
La brasileña se echó sobre la cama y empezó a menearla para ponerla dura. Celia la iba a ayudar lamiendo su ojete. Tomás se la frotó en el coño a su ahijada para empalmarse y cuando la tenía dura se la clavó. Pasado un tiempo Celia dejó de follar con su lengua el ojete de la brasileña y le dijo a Tomás:
-Quítala de mi coño y métesela en el culo, padrino.
La brasileña estaba deseando que le follaran el culo.
-Sí, por favor, papi, métemela.
Tomás viendo aquel ojete listo para ser penetrado, les dijo:
-Sí os empeñáis…
Celia subió encima de la brasileña, metió toda la verga dentro de su coño. Tomás le clavó la polla en el culo y la follaron a romper, lo que hizo que en nada se corriera dentro del coño de Celia. Al acabar de correrse la brasileña, Celia, se dio la vuelta y frotó su coño lleno de leche y flujos contra la lengua de la brasileña moviendo su pelvis de atrás hacia delante y de delante hacia atrás. Tomás le dijo:
-¡Cómo gozas, golfa!
Celia mirando a los ojos a Tomás, le dijo:
-¿Es esto suficiente guarro para ti, padrino? Es… ¡Ay que me corro!
Se corrió en la boca de la brasileña y Tomás al ver cómo se corría su ahijada, como temblaba y cómo gemía, se corrió dentro del culo de la morena.
Siguieron follando una hora más… Luego Tomás llamó por teléfono, le dio a alguien la talla de los vestidos de su ahijada y de la brasileña, las tallas y los colores que querían cada una, y en nada tenían dos vestidos nuevos para volver a sus casas.
Sé que algunas y algunos de vosotros os gustaría saber si la brasileña le dio por culo a Tomás, pues sí, le dio y le dio bien dado.
Quique.