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Tiempo de lectura: 6 minutos

Cuando llegué a los 15 años y vi a todas mis compañeras con sus curvas en crecimiento me sentía emocionada porque sabía que eventualmente mis senos y mis nalgas crecerían. Sin embargo ahora tengo 21 años, y el momento en el que tenga mi glow up nunca llegó. Tengo 21 años y mis senos, caderas, y nalgas son muy pequeños, ganándome así apodos como la “tabla del salón”. Muchas veces siento vergüenza de mi cuerpo, ya que no importa que tan ajustado sea el vestido, o revelador sean las faldas, no suelo robar la atención de los chicos. Por tal motivo no suelo salir muy seguido a discotecas o bares, ya que por lo general soy el blanco de burlas o directamente de ser la ignorada del grupo. Mi nombre es Yane, soy de tez blanca, pelo café, y siempre fui la Tablita del grupo.

Hace algunas semanas conocí a una chica por mi universidad llamada Sara, es una persona increíble, además que siempre me hace sentir bien con mi cuerpo a pesar de mis defectos. Esta semana me convenció a salir con ella y un grupo de sus amigas a una fiesta.

Llegó la noche y me disponía a salir con ropa holgada, al final de todo, igual no tengo mucho para presumir. Ni bien vino a recogerme Sara pegó el grito al cielo, quejándose que mi ropa no era adecuada para una noche como la que teníamos.

“Esta noche nos vestimos como divas, seremos unas gatas” Me decía Sara y yo solo podía corresponder con risas incómodas. Era obvio, ella tenía para presumir, yo a duras penas a regañadientes acepté que me ayude con mi outfit.

Quedé sorprendida, sabía que la idea de Sara era algo más revelador, pero no pensé en ningún momento que fuera tanto. Me vi al espejo viendo una chica con un pantalón de cuero negro, y un croptop que parecía mas solo un sostén. Mis inseguridades saltaron inmediatamente, pero con un silbido y una nalgada de Sara en modo de piropearme, se fueron cambiando a una sencilla risa. Sentía aquella sensación de travesura que tenía cuando era niña, y eso me emocionaba.

“Vamos potra, que esta noche nos agarramos a dos galanes pase lo que pase” Exclamó Sara mientras salíamos de mi apartamento y nos dirigimos al boliche.

Llegamos al lugar, y me sorprendió que más de uno se nos quedaba mirando, era normal que Sara robe miradas, pero la impresión quedó en que yo también tenía algunas miradas indiscretas. Admito que si bien era un poco incómodo, como no era algo normal en mi, me gusto.

“Hola me permites invitarte un trago” Me dijo un chico alto de pelo rubio. Yo con una sonrisa solo asentí y nos dirigimos a la barra.

Pasaron unos cuantos minutos charlando en un inicio, luego bailando. Cada vez hacía cosas más arriesgadas mi acompañante. Pero yo tenía en la mente la idea de llevarme a alguien esta noche, me dije a mi misma que sería una “fácil” esa noche.

Bailamos pegado, y cada vez se acercaba más a mi cuello haciendo que sienta su respiración cada vez más agitada. Eventualmente sentí como su mano que estaba en mi cintura bajaba lentamente, hasta tocar descaradamente mi trasero. Mordía mi labio esperando a que este galán se atreva a besarme, estaba tan caliente que si me pedía que nos fuéramos en ese instante a un lugar privado, lo seguía corriendo. Sin embargo cuando cruzamos miradas, y nos acercábamos para comernos finalmente sonó su celular.

– Oh mierda, perdón, debo irme, surgió una emergencia- Exclamó, antes de irse casi corriendo.

Decepcionada me dirijo a la mesa donde están sentados varios del grupo con el que vine, sé que la culpa no fue mía, pero mierda que tenía las ganas de tirar a flor de piel. Ni bien me siento uno de los muchachos de la mesa me mira con una media risa burlona.

¿Se te escapó la presa esta noche? – En tono burlesco y amistoso a la vez se dirigía a mi.

Otra línea mas al tigre- Exclame con clara frustración en mi voz

Creo que no nos presentaron formalmente, Pedro un gusto- Me dijo extendiendo su mano

Pedro era un muchacho de altura media, moreno y de pelo oscuro. No era guapo, pero tampoco alguien feo, era una persona normal, alguien que no llama la atención por ninguno de los extremos. Conforme avanza la noche conversamos teniendo cada vez más y más tragos encima. A veces habiendo Ron en nuestros vasos, y a veces singani, ambos tomamos hasta estar sumamente ebrios.

Vamos a bailar- Exclamó Pedro de manera muy efusiva y poco más gritando mientras extendía su mano. Tome su mano y acepte dicha propuesta con una sonrisa risueña gracias al alcohol, dejándome jalar del brazo fuimos a la pista de baile.

Con pasos torpes, y movimientos de personas claramente alcoholizadas estuvimos unos minutos en la pista, hasta que tropecé y caí, lo siguiente que me doy cuenta es Sara ayudándome a ponerme de pie.

Creo que es hora que los dos ya vayan a descansar- Decía mientras intentaba ocultar una gran risa claramente ocasionada por nuestro estado etílico.

Pedro aceptó y reconoció su estado deplorable, me pidió acompañarlo a casa y admitiendo que por su estado no podría llegar solo a su cama. Incluso me propuso que yo durmiese en su cuarto y él dormiría en el cuarto de invitados. En mi mente estaba el plan de acostarlo e irme a mi casa, ya que no quería molestarlo haciéndolo no dormir en su cama, pero para evitar que insista y perder tiempo, le dije simplemente que si.

Llegamos a su casa en un taxi y quedó impresionada. Es básicamente una mansión, estábamos en uno de los barrios más caros de la ciudad, era una casa con un jardín bastante grande. La planta baja básicamente era un garaje en el que estaban unos 6 autos, y aun había espacios vacíos. Un primer piso con una cocina, sala de estar y comedor de lujo, un segundo piso con varias habitaciones, todas amuebladas, finalmente una terraza la cual contaba con piscina, jacuzzi y sauna.

Nadie se enojara porque llegues es este estado- le dije mientras entrabamos a la habitación que me indico que era su cuarto.

Vivo Solo, no hay nadie acá- Me dijo mientras poco a poco se recompone de su borrachera

Llegamos a su cuarto y de manera conjunta caímos los dos a la vez lado a lado en la cama. Si bien el plan era irme de ahí ni bien deje a Pedro, la cama al ser cómoda y esponjosa me hizo querer quedarme un rato acostada. Me acosté de lado y solo vi que mi nuevo amigo se me quedó mirando, quedamos viéndonos unos segundos a los ojos. Fue un impulso, los dos nos acercamos hasta que nuestros labios chocaron.

En un inicio el beso empezó suave y romántico, pero conforme avanzaba el beso se volvía mucho más salvaje. Sentía como su lengua poco a poco rozaba mi labio como pidiendo permiso para invadir mi boca, invitación que lógicamente di. Conforme su lengua jugaba con la mía en mi boca sentía como su mano empezaba a presionar mi cintura, y como poco a poco bajaba hasta poder rozar mis muslos, aquel tacto no duró mucho ya que al poco rato sus manos se dirigieron a poder tocar mis nalgas. Las presionaba y apretaba, jugaba con ellas, si bien nunca destaque por tener un buen cuerpo, él las apretaba como si fueran mucho más grandes.

Sentir sus manos en mis nalgas, y su lengua en mi boca generó que de mis labios saliera un leve gemido. Pero por muy leve que haya sido Pedro lo llegó a escuchar tomándolo como una invitación a que siga arriesgando más. Sus manos empiezan a desabotonar mi pantalón y empiezan a luchar por bajarlo. Si bien tenía el calor y desesperación por dar el siguiente paso, me puso a mil verlo desesperado por quitarme el pantalón, en sus movimientos podía percibir que si por el fuese rompería todas mis prendas, tome la decisión de poder ver como el me quitaba el pantalón sin que yo la ayudara, pero al sentirme quieta sin hacer nada aunque de segundos se tratase, supe que era mi turno de jugar lleve inmediatamente mi mano a su paquete. Impacte mi mano presionando y apretando, solo vi en su rostro y cuerpo como si de un electroshock se tratase y se paraliza brevemente, viéndome a los ojos correspondí solo con una mirada coqueta y como si de sus últimas fuerzas fuese al fin lograría quitarme el dichoso pantalón.

La escena, los dos en la cama, yo sin pantalón teniendo solo mi ropa interior cubriendo mi intimidad, teniendo mi mano presionando y reclamando su paquete. Era mi turno de tomar el control, me subí encima, dejando inmovilizadas sus manos al yo sujetarlas, mientras presionaba mi culo en si paquete, me meneo de manera lenta, sintiendo como su amigo se desespera por salir. Siento que es suficiente tortura para él y bajo lentamente hasta la altura de su pantalón, desabrocho su cinturón y pantalón, de un tirón bajo no solo su jean si no que igual su bóxer, a lo que inmediatamente salta su p… casi golpeando mi rostro.

Le doy una sonrisa traviesa y apoyo lentamente mi rostro al lado de su masculinidad. Sujeto con firmeza a su amigo y solo escucho un pequeño gemido salir de su boca. No aguanto más y doy una lamida desde el centro de los huevos hasta la punta de la cabeza. Sí bien no era de un tamaño impresionante, no era pequeño, por lo que cuándo intenté meterlo a mi boca no entró por completo. Y ahí estaba subiendo y bajando mientras su masculinidad entraba y salía de mi boca haciendo ese ruido característico. Mientras tanto con mi mano derecha masajeaba sus testículos, con la izquierda sólo podía agarrar su mano y sentir como la apretaba.

Era cuestión de tiempo sí seguí así para que el terminé, pero no planeaba que nuestra noche terminara tan rápido. Me quito mis bragas y subo encima de él poniendo a su amigo a la altura de mi entrada. Mientras miro sus ojos solo me dejó caer mientras su miembro va penetrando en mi interior. Sus manos se posaron en mi cadera y yo solo pude dejar escapar un leve gemido.

Subiendo y bajando mis caderas sentía cómo él invadía mi interior además del sonido del choque de mis nalgas estrellándose contra él. Cada vez mis gemidos iban creciendo más y más. En medio de la embriaguez, más del momento, que de las copas, solo exploto con un grito final que estoy segura hasta los vecinos podrían haberlo escuchado, caigo derrotada apoyada en mi amante de la noche. Siento como levemente un calor recorre el interior de mis muslos y me doy cuenta que aquel líquido tibio emana de mi interior. Entre el temor de que haya terminado dentro mío, pesó más el morbo, y no pude ocultar aquella sonrisa traviesa de mi rostro.

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