Mi amiga Gilda me convenció de que le ayudara a organizar un negocio, quedamos de vernos en la casa que según me dijo había sido muchos años de su familia, pero que actualmente estaba en desuso. Entramos a ver y en efecto era un espacio amplio, tenía un bonito patio y entrada, estaba descuidado, las plantas muy crecidas y las paredes muy manchadas, fuimos a ver el interior, tenía muchas paredes descascarándose y algunas piezas de cerámica en la cocina estaban quebradas.
-Ayúdame con esto! Tu sabes de organización, me puedes dar toda una guía para empezar el negocio!
Yo solo hice en mis cuentas lo que costaba una asesoría de negocios y organizar un negocio… los trámites, los procesos, la cultura laboral, reglamentos…
-Me pides justamente algo en lo que ya trabajo, te puedo dar algunas luces, pero no todo, tengo que cumplir con los trabajos que ya tengo
-Sí, ayúdame aunque sea un poco!
Después de las veces que nos sentamos a revisar todo lo que le indique que hiciera, además de corregir varios detalles y de plantearle ajustes a la idea de negocios, me pidió otras cuestiones que representaban un gasto económico que ya no pasaba por la asesoría gratuita.
-Si me ayudas, te pago lo que gastes y… puedo ayudarte a conseguir a Rebecca
Pensé en Rebecca, un amor platónico desde que me la presentó hace unos años, alguien muy reservada, pero siempre amable y sonriente, no tenía novio, pero si un pretendiente que aparecía donde ella estuviera, así que al final se hicieron novios y luego se casó, pero nunca dejo de gustarme y hasta Gilda una vez me lo hizo notar, que me vio la desilusión cuando me dijo que ya se casaba.
-Pero ella está casada ya… no veo como
Ahí me hizo callar y le brillaron los ojos, porque se dio cuenta de que me despertó el interés.
-Solo porque sé que te gusta y lo mucho que ya me ayudaste…
Creo que trague saliva en esa pausa que hizo, se me calentó el cuerpo en solo ese pequeño lapso.
-el esposo es un patán, se fue a EE UU a trabajar y la dejo a aquí, ya lleva como 6 meses allá y apenas le ha mandado algo, la dejo sola
-y es que, está pensado en divorciarse?
-ella? Pues… no está contenta, pero como los papas son muy cerrados, le dicen que aguante, pero ella ha estado demasiado reprimida
-y cómo estás pensando que yo pueda… bueno, que es lo que piensas que puede pasar?
Se sonrió otra vez, una sonrisa de oreja a oreja, porque me tenía interesado, comenzó a darme vueltas la cabeza imaginando lo que antes no pensé.
Días después, cuando por la simple mención que me hizo le dedique tiempo a ayudarle, me dijo que nos viéramos en la recién remodelada casa, que ahora sería una bistró café, aun sin abrir, pero totalmente arreglado. Me dijo que me vistiera casual, que fuera a la casa, así que me prepare y a la hora indicada estaba tocando el timbre; espere un rato y me abrió Gilda, nos saludamos de beso y me lanzo una amplia sonrisa, me tomo de la mano y me hizo pasar, cerré la puerta y fui detrás de ella por el jardín hacia el patio, el cual estaba cubierto con una pérgola de madera, tenía ya las mesas y sillas, aun cubiertas con el plástico, pero listo para abrir, había quedado un espacio hermoso y amplio para varias mesas, ella estaba muy eufórica, se notaba porque al hablar de cómo quedaba todo hizo un giro como de baile, ella usaba un vestido sencillo de una pieza, al momento de girar, dio tres vueltas lo suficiente para que la falda se levantara por sobre la rodilla dejando ver sus piernas bronceadas. Ella es una chica morena de 1.70 de alto, largo cabello negro, ojos negros gran sonrisa, de curvas generosas y bien proporcionadas.
Tenía una mesa arreglada dentro del salón, me había dicho que preparó una pequeña reunión de los tres para ir acercándonos y que yo pudiera encantar a Rebecca. Estuvimos platicando mientras esperábamos, me sirvió vino, dijo que para estar relajados, y que quería brindar primero conmigo por mi ayuda, me pareció normal, para bajar la ansiedad que sentía por ver de nuevo a Rebecca, pero no esperaba lo siguiente.
-Ella no vendrá hoy
Me quede desconcertado y ella me miraba con la copa de vino en la mano, pero había algo distinto en el ambiente, algo que no había pasado en tantas ocasiones que estuvimos solos.
-Y entonces qué?
-Es que primero, quería agradecerte tu ayuda en esta locura mía
-No te entiendo
-Bueno… es que, mi agradecimiento es profundo y quiero ayudarte con Rebecca, pero…
Tomo un sorbo de vino, alzando la barbilla y vaciando la copa, luego la dejo en la mesa y volvió a verme sonriente.
-Bueno, te escucho- insistí en saber que pasaba
Se puso de pie y se acercó a mí, comenzó a soltar los broches del vestido, uno a uno, llego a la cintura y se detuvo un momento como para darme chance a pararla, pero la verdad es que a este momento ya esperaba que siguiera, el vestido abierto dejaba ver desde su pecho al vientre, sus pechos eran grandes, pero nunca habían estado tan al alcance de mí, ella tomo mi mano y la llevo hacia su vientre, pose un dedo sobre su ombligo, ella me sonreía muy ufana, muy excitada también.
-Te gusta lo que ves?
El tacto con su piel, la sensación de su cuerpo ahí frente a mí, exponiéndose me empezó a enloquecer
-Sí, me gusta
-Sígueme, quiero darte las gracias por todo
Se sonrió muy segura de sí, se vino hacia mí y se quedó de pie poniendo frente a mi cara sus pechos; su sostén de color azul, contrastaba con su piel morena, ella tenía algo de gitana en su ser, o eso me hice pensar, era exótico, llamativo, y eso aloca a cualquiera…
Pensando eso ya estaba agarrando sus caderas y recorriéndolas hasta llegar a sus nalgas, ella me miraba muy alegre, tenía una amplia sonrisa, con labios carnosos, unas largas pestañas sobre unos ojos negros intensos, un lunar muy sugestivo en su mejilla, que parecía cambiar de lugar cuando sus mejillas se proyectaban por su amplia sonrisa y es que se sonreía de manera muy sensual, se dio la vuelta dándome la espalda y exponiéndome sus nalgas.
No me resistí a tocarlas, apretarlas, se sentó sobre mí, la agarre por la cintura, su pelo recayó sobre mi cara, sentí el peso sobre mi entrepierna, que rápido comenzó a ponerse dura, ella se froto y me llevo las manos a sus pechos, agarre cuanto pude, eran grandes y duros, además de estar apretados en la prenda.
-sígueme- Se levantó de sobre mis piernas y mi verga saltó, el pantalón me apretaba, ella lo vio y se puso aún más sonriente, rápidamente puso la mano encima y lo apretó, la quede viendo y ella solo rio. Me atragante con la propuesta, que raro, me sentí como que fueran a desflorarme, dio unos pasos y me hipnotizaba el contoneo de sus caderas, se descubrió los hombros y se giró a verme, dejando caer su vestido hasta su cintura y nos quedamos mirando.
-caminas o te llevo?
Me puse de pie y la seguí, me tendió la mano y se la tomé, estaba cálida; me guio hasta el segundo piso, ahí frente a la puerta de la habitación, la agarre nuevamente de la cintura, ella soltó un suave pujido y levanto los brazos sobre mi cabeza, me dio un beso y luego bajo las manos a desabrocharme el pantalón; comenzamos un largo beso, nuestras manos se pasaban por todo el cuerpo del otro, metí mano en todo espacio que estuvo a mi alcance, en un instante la ropa había saltado de nuestros cuerpos, agarre sus piernas, tan carnosas y firmes, solo tenerlas pegadas a mi cuerpo sentía su calor, me sumergí entre sus pechos, eran dos maravillosas montañas de las que me dirigí a chupar sus pezones, que eran como las cimas de dos volcanes queriendo estallar, tenían un tono más oscuro que su piel, me dedique a lamerlos cuanto pude, cuanto aguante la respiración, mientras ella frotaba sus piernas contra mi cuerpo, también el roce de su pubis, me excitaba, me rozaba las bolas dándome una sensación excitante de cosquilleo.
Entramos al cuarto y mi pantalón cayó, al igual que su vestido, lo que me dejo un claro panorama de ese cuerpo moreno y frondoso. Me fui acomodando y ella también, mi verga estaba dura y ella… estaba lubricada, estaba lista, fui metiéndola, que sensación, la diferencia de la primera vez de una chica, es que nunca se ha preparado para el momento, mientras que mi amiga, ya conocía más de la vida, mi verga se deslizó cómodamente con ella, nos miramos con complicidad, yo tenía mis mañas para lograr estar con una chica y ahora, yo era quien caía en las mañas de mi amiga, los dos disfrutamos ese momento, comencé a bombearla y ella se contoneaba con maestría, con conocimiento de que yo era su juguete ahora, así que me retaba con la mirada, solo para seguir excitarme y sacar más de mí. Me concentraba en mantener el ritmo y no correrme, en que no me ganara el placer que estaba dándome con su contoneo y calor.
Puso su pierna sobre mi hombro, así que llegue más profundo, sus pechos se bamboleaban de forma hipnótica en cada embestida que le daba, ella estiraba un brazo por sobre su cabeza, apoyándose en la cabecera de la cama, mientras con el otro trataba de controlar el movimiento de los pechos.
-Dame más, dame más!
Me aparte un poco para acomodarme y ella se giró para ofrecerme sus nalgas, se arqueo dándome la mejor vista de su trasero y simplemente apunte a su sexo, seguí bombeando y palmeando sus nalgas, cada palmada parecía que retumbaba en la habitación, me incline a morder su espalda, agarre sus pechos que se bamboleaban libres, se sentían pesados y duros, apreté sus pezones, ella lanzo un largo gemido. Ella movía su trasero frotándolo contra mi cuerpo, lo que me llevo al límite, la sacaba para correrme pero ella apretó las nalgas, no me dejo salirme.
-Córrete, córrete!
Fue como lo dijo, con jadeos, con deseo, lo que hizo que explotara y la llenara con mi leche, soltó un gemido al sentir el chorro caliente en su interior, seguí bombeando y ella se estremecía, aguante cuanto pude y ella también, se recostó y yo me tumbe al lado, los dos a recuperar el aliento. Nos miramos y me sonreía, nos dimos un beso y se acomodó sobre mí, sus pechos aplastándose contra mi cuerpo y sus manos, explorando hacia abajo, tanteando, sentí como lo agarraba y comenzaba nuevamente a frotarlo, se acomodó sobre mí y comenzó a mover su cuerpo, haciendo círculos, excitándome nuevamente. En la segunda vuelta, ella arriba de mí, contoneándose sobre mi verga ya recuperada, en su sexo aun chorreante, agarrando sus grandes pechos, duros, pesados y brillando de placer. No sé cuánto tiempo más seguimos hasta que llego un gran orgasmo de ella y me corrí nuevamente ni que más siguió antes de caer dormidos.