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Una fina dama

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Tenía recién mis 18 años había retrasado un año mi ingreso a la Universidad,  no era de muchos recursos, así que si deseaba darme algún placer tenía que trabajar, me dedique a limpiar jardines y pintar casas. No me importaba que me vieran de menos por hacerlo, así que para una reunión de padres del colegio en que estudié deje un volante con mis datos, por si alguien le llegaba a interesar.

Algunos "amigos" me hicieron burla de que tenía que trabajar pero poco me importaba, incluso unas ex compañeras las más “finas” me miraban con desdén.

-Oye… mi mama vio tu anuncio y se lo comento a mi tía, me dijo que fueras a la casa.

-gracias- se lo dije casi en el mismo desdén con que me lo dijo. La chica era Yordana, teníamos más o menos la misma edad, ella era pelirroja, cabello rizado, ojos negros, tenía una bonita boca pequeña, de labios carnosos, unas cuantas pecas en la cara y los brazos, media 1.60, era delgada, con pechos y caderas que comenzaban a darle formas de mujer, una de las chicas más bonitas del colegio, ese sería su ultimo año y despues ingresaria a la Universidad, era bastante engreida conmigo.

Quede de ir el sábado por la mañana, ella me dio la dirección -no llegues tarde, a mi tía le disgustan los impuntuales- me dijo dando media vuelta y volviendo con sus amigas que la esperaban; la mire un rato cuando se alejaba, tenía unas piernas bonitas y se movía con gracia, lástima que fuera tan grosera conmigo, porque si me gustaba.

Ese sábado llegue en la mañana, ahí estaba Yordana impaciente, después de sus quejas, las que ignoré, me llevó a presentar con su tía. La tía Evelyn tenía 36 años, media 1.70, ojos y cabello oscuro, una cara de facciones finas, algo redonda, porque sus mejillas resaltaban, cuerpo de hombros anchos, un busto generoso, cintura marcada y unas llamativas caderas. Tenía una piel que se notaba el gran cuidado personal, además de que vestía muy a la moda, era una mujer que llamaba la atención donde estuviera. Me saludó con una sonrisa tendiéndome la mano muy gentil, no parecía igual de subida que la sobrina, le devolví el saludo y comenzamos a platicar sobre porque hacia estos trabajos y desde cuándo, le gustaron mis respuestas porque decidió que fuéramos directo a ver el trabajo, así que me invito a subir a su auto y fui con ella y la odiosa sobrina a su casa, me indico que me senIsabel al lado del conductor, ella manejaba una camioneta muy moderna, a ratos en la plática mis ojos se iban o más disimuladamente que podía para ver su escote o sus piernas, pues la falda subía un poco arriba de sus rodillas.

Al llegar entramos a la casa, que tenía un amplio jardín y garaje interior.

-Veremos que tal tu trabajo, porque no quiero traer a cualquier desconocido aquí- dijo cuándo se adelantó a la puerta de la casa para abrir, lo que me permitió ver su espalda, en un momento se le cayó la llave, yo me adelante a recogerla y ella también se agacho, pero ella se movió rápido y me hizo una ligera mueca de triunfo, pero me dio un fugaz vistazo de sus muslos, por la abertura de la falda. No me quería ver como pervertido, pero inevitablemente ella me hacía verla, pero pude controlarme al empezar a ver el trabajo.

Me explico de todo lo que deseaba pintar y que otros detalles hacer, al parecer la casa era una propiedad que paso a sus manos después de divorciarse y deseaba cambiar totalmente el color. Por suerte eran vacaciones de verano, tendría tiempo para trabajar, talvez conseguir algún otro trabajo y disfrutar un poco, le dije que me tomaría como 2 semanas terminar, a ella no le molesto el tiempo, y que bueno, porque tendría un buen dinero trabajando solo. Ella tenía ya elegidos los colores, yo saque las cantidades necesarias de pintura y ese fin de semana fui con ella a comprar la pintura y los materiales, fuimos a dos tiendas y llenamos el baúl de su camioneta de las baldes con pintura. Ese día ella vestía más informal, pero no dejaba de ser un espectáculo verla, usaba una blusa color azul claro, manga larga holgada, debajo de la cual un centro de color blanco, con escote en v, un pantalón caqui y unos tennis planos, el pantalón se amoldaba a sus caderas.

Pues los primeros dos días ella llegó para supervisarme y también a ver cuándo retiraban unos muebles que según me dijo, quería quemarlos, pensé que lo decía en broma, pero recalco que los quemaría. Una tarde, que ella llego a ver el avance, le quise proponer algo.

-Disculpe- le dije acercándome desde atrás

-Dime- me respondió girando hacia mí. Ese día llevaba el cabello suelto, usaba una chaqueta de uno toco ocre sobre un vestido entallado y escotado de color azul, la falda entallaba muy bien sus caderas y tenía un corte trasero que dejaba ver sus pantorrillas, se notaba su estilo porque hasta sus zapatos de tacón alto eran del color de la chaqueta.

-¿cuánto pide por ese sofá?- le pregunte señalando uno de los que aún no habían salido de la casa, que se miraba prácticamente nuevo.

-lo quieres?

Me dio el precio y era más de la mitad de lo que me pagaría, pero serviría en casa de mis padres, le explique porque lo quería.

-Podría considerar dejártelo en menos- Se sentó en el sofá cruzando las piernas muy atrevidamente

-genial! Cuanto menos?

-bueno, depende si puedes ayudarme con algo

-usted dígame en que

-sígueme- me contesto, se puso en pie y subimos al segundo nivel, aún estaban varios muebles en las habitaciones, yo iba detrás de ella, era imposible no fijarse en su andar, en su andar resaltaba el tono claro de su piel, tenía unas pantorrillas preciosas, la falda tenía un corte posterior, que dejaba ver algo más que sus pantorrillas y algo más arriba de detrás de sus rodillas.

Entramos a la habitación principal, yo había colocado varios plásticos y lonas sobre los muebles, ella prendió las luces y me dijo que revisara en el baño por unas toallas. Cuando volví ella había quitado los plásticos con que estaba cubierta la cama.

-ven, quiero saber algo de ti- me dijo, dando una vuelta por la habitación viendo la vista por la ventaba sin cortinas.

-puedes poner las cortinas por favor?- las saque de un armario y me puse a colocarlas, mientras ella me hacía algunas preguntas de cuales eran mis planes para después del colegio, le conté que pensaba estudiar ingeniería y ella dijo que le encantaban mis planes.

Al terminar de poner las cortinas y dejarlas descorridas frente a la ventana, me dijo que me acercara, quedando frente a ella, casi pegado a la pared, mientras ella estaba sentada al borde de la cama, con los pies juntos, con el cabello hacia atrás y apoyada en sus manos sobre la cama. Se había quitado la chaqueta, la blusa era sin mangas, escote en v.

-Te gusta mi sobrina verdad?

-pues es muy bonita

-eso lo sé, lo que quiero saber es si te gusta

-sí, me gusta, pero yo no le agrado

-no es eso corazón! es que ella todavía vive en fantasía, no sabe la realidad de la vida

-pues, será por eso, pero igual no somos amigos

-un día puede que vea lo que tienes para ofrecer

La quede mirando intrigado y solo hizo una mueca de satisfacción por tenerme absorto en ella

-no le comprendo- fue lo que alcance a decir.

-Porque se ve que tú tienes iniciativa para superarte- Se reclino hacia adelante y comenzó a frotar sus piernas y yo las quede viendo por un rato, no eran unas piernas estilizadas de modelo, eran unas piernas carnosas y bien torneadas, con una piel reluciente y en ese juego de frotarlas me dio vistazo de más arriba de sus rodillas.

-y estas en buena forma por tanto trabajo manual- fue cuando se puso de pie y se acercó a mí, el aroma que venía de ella era delicioso, me estaba poniendo muy nervioso, me estaba poniendo duro y creo que lo noto, pero no dijo nada, más bien eso parecía gustarle.

-parece que te pongo nervioso- dijo entre risas, llevándose la mano a los labios y bajándola por su cuello, hacia su busto y luego a su cintura.

-es que… no sé qué… en que quería que la ayudara…

-bueno, primero que nada, ayúdame con esto…

Se dio la vuelta y llevo las manos a su espalda por sobre los hombros, se recogió el cabello y dejo al descubierto su cuello, usaba un collar de piedras azules que resaltaban la belleza de su cuello y hombros, busco con los dedos el cierre del vestido y lo fue bajando dejando sus hombros descubiertos, su piel era clara, apenas vi dos lunares; no siguió bajando, creo que espero a que yo siguiera, pero estaba paralizado y excitado.

-debemos hacer algo para que mejores tu reacción ante una chica- se giró y tomo mis manos e hizo que las pusiera alrededor de su cintura, se me fue poniendo dura sin que lo pudiera controlar, ella se pegó a mí de modo que sentí como sus pechos se apretaban y como su cintura presionaba contra mi erección.

-vaya! Tienes algo ahí abajo muy avispado Corazón!- luego poso sus brazos sobre mis hombros, los sentí pesados, pero no por la presión que ejercían sobre mí, sino por como ella me manejaba a su gusto, no podía evitarlo, no quería evitarlo; comenzó a oler mi cuello, a acariciarme la nuca y revolverme el cabello, me dio un suave beso en la mejilla y fue dándome más antes de susurrarme al oído…

-corazón, ayúdame con el cierre, quieres?- mis manos que estaban congeladas en su cintura, reaccionaron a su suave pedido, aunque ella termino guiándome a su espalda hasta encontrar la cremallera y sentir donde bajaba el cierre, comencé a jalarlo con suavidad y este se deslizó, primero pase por sobre el broche de su sostén, luego baje hasta que llegó a su espalda baja y ahí se detuvo.

-tócame, quiero tus manos en mi espalda- otra orden que no resistí.

Comencé a meter mis manos por debajo de la espalda del vestido, sentí su piel cálida y suave, era como tocar seda, deslizaba mis manos por ella, sentí el borde de su prenda interior, obviamente tocaba más debajo de su cintura. Ella deslizo el vestido por sus hombros, revelando primero su busto hasta que se terminó de deslizar a la altura de sus caderas; su vientre, su ombligo pequeño, apenas una tira horizontal, aunque tenía algunos rollitos en su cintura por efectos de la vida, tenía un seductor encanto.

Se sentó otra vez al borde de la cama y me hizo acercarme, fui a ella y comenzó a acariciarme el pecho, me levanto la camiseta y me beso en el estómago, eso me prendió mucho, me soltó el pantalón y tiró de él, dejándome solo con el bóxer, soltó una risita de placer, al tiempo que se inclinó sobre mi erección presionando con su barbilla, eso me dolió un poco, pero hizo que se me pusiera aún más dura.

-lo que podría gozar mi sobrina contigo y no imagina- dijo al momento de bajarme el bóxer, mi verga saltó en reflejo, lo que mereció una expresión de alegría de ella, me lo agarro y comenzó a jalármelo, yo no pude más que poner mis manos sobre mi cabeza, no me atrevía a tocarla, pero ella me instigo.

-vamos corazón, aprovecha que hoy eres mío- me miró a los ojos, esa hermosa cara, sus ojos grandes y negros brillaban, su boquita fina parecía más roja, puse mis brazos sobre sus hombros, ella se quitó el vestido deslizándolo por su cadera y mostrando toda su lencería de seda color carmesí, resaltando con intensidad su piel.

Me hizo acostar en la cama y siguió frotándome la verga con energía, a la vez que me besaba el cuerpo y yo trataba de alcanzar sus pechos, ella se recogió el cabello en una cola mientras giró el cuerpo y puso sus nalgas frente a mí y su boca se fue encima de mi verga, me estremeció al sentir sus labios húmedos comenzando a envolverme el miembro y su lengua explorando, con su mano me acariciaba las bolas y me frotaba las piernas, me estaba llevando a la gloria con ese mover, chupar y frotar.

Sentada encima de mí, se quitó el sostén y sus pechos quedaron libres, eran redondos y pesados, la piel tenía el mismo tono claro y terso de su cuerpo, ligeramente unos pliegues bajo los pechos, pero eran una vista maravillosa, sus pezones tenían una forma más o menos redonda, y un color más oscuro, ligeramente café, supongo que efecto de tener hijos y dar a mamar, ella solo se sonreía de mi expresión, se inclinó hacia mi poniendo un pecho sobre mi cara, comencé a chupar el pezón apenas estaba sobre mis labios, ella soltó un bufido y siguió frotando sus caderas sobre mi entrepierna y alternando sus pechos en mi boca.

Hizo que me estremeciera con fuerza cuando en una de sus chupadas me corrí, ella lo recibió en la cara, lo que la hizo lanzar un bufido, pero rápidamente volvió a poner su boca sobre mi verga, yo acariciaba sus nalgas redondas y sentía sus pechos rebotar contra mi vientre

-Ok, nene… por hoy estuvo bien, vuelve a lo tuyo, esto no se lo cuentes a nadie-

Me levante y puse de nuevo la ropa interior y el overol y volví al trabajo, media hora después ella salió de la habitación, bajo las escaleras, se despidió y salió.

-el sofá ya va siendo tuyo Corazón, sigue trabajando así- me guiño el ojo y se fue.

Esa noche dormí aun sorprendido y extasiado por lo que había pasado.

El día siguiente volví a mi quehacer todo normal hasta que a las 3 pm, apareció ella nuevamente, esta vez venía con dos personas más, una pareja que al parecer estaba mostrándoles la casa y les dio un recorrido, yo seguí pintando en la planta baja, subieron a las habitaciones y después de un rato volvieron, se despidieron en el jardín y se fueron, ella regreso a la casa, se acercó a preguntarme por cómo iba el trabajo, le dije que ya estaba por terminar el 1er piso, ella asintió y dijo que subiría a la habitación. Yo seguí en lo mío, hasta que escuche que me llamó, desde arriba, dijo que subiera en un rato.

Estaba en bata y descalza frente a la cama, me hizo seña de que cerrara y luego solo dejo caer la bata tras sus hombros, estaba totalmente desnuda, su pubis recortado, las curvas de su cuerpo maduro, sus pechos redondos y su expresión de mucha confianza.

Se recostó de lado en la cama, llamándome, me acerque y me quite la ropa, me acosté a su lado y me acaricio la cabeza y luego empujo hacia sus pechos, comencé a chuparlos con ansias mientras ella tanteaba a mi entrepierna y comenzó a masajearme.

Me atrajo hacia ella y comencé a meterla, estaba en la gloria, aunque no era mi primera vez, no conocía el placer de una mujer que manejaba su sexualidad como ella, comencé a moverme muy aceleradamente y ella me pellizco un pezón y apretó sus nalgas, haciendo que me detuviera

-precioso, cálmate… sígueme el ritmo, te gustará

Me dijo que me pusiera de pie al lado de la cama, con mi cuerpo entre sus piernas, entonces empezó a mover las caderas de forma lenta, aflojo la presión sobre mi verga para que me moviera y siguiera su ritmo, sacándola y metiéndola profundo, pero más lento, puso una pierna sobre mi pecho y la otra a mi costado, dejándome mejor acceso, luego alternaba su pierna, me encantaba poder besar su pantorrilla en alto, extendió su mano para alcanzar la mía y llevarla a frotar su pubis, su pierna sobre mi pecho me fascinaba, le besaba la pantorrilla, no eran piernas delgadas, huesudas, eran carnosas, fuertes y bien formadas, piernas con estilo, que no se podrán borrar de mi mente.

Me corrí dentro de ella, inunde su cavidad con mi leche y ella dio un bufido y apretó su cuerpo haciéndome que se sintiera una más fuerte el calor y el roce -no pares!- me exigió y ahora se masajeaba los pechos los dejo bambolearse frente a mí, seguí dándole cuanto pude, hasta que ya no hacía nada porque mi verga se había puesto blanda, en eso se movió y me hizo acostarme, esta vez ella se fue sobre mí, su boca comenzó a chupármela, me masajeo hasta recuperarme y se sentó sobre mí, puso sus pechos sobre mi cara al tiempo de contonear su cuerpo encajándose sobre mi verga.

Después de dos horas, ella me mando a la ducha, cuando estaba ya bajo el agua ella entro, comenzó a frotarme y regar gel de ducha por mi cuerpo, a la vez también trate de reconocer cada espacio de su cuerpo, desde sus pies hasta el cuello, me enseñaba por donde debía empezar a chuparle los pezones, luego a como explorar entre sus piernas y darle atención a su clítoris, busque entre sus piernas y detrás de sus nalgas, luego me masturbo hasta que pude correrme nuevamente, aunque no como la primera vez, pero ella solo quería jugar, se agacho a besármela y darle una lamida rápida antes de salir y secarnos.

El resto de la semana y la semana siguiente de trabajo, fueron muy tranquilas para trabajar, pero no deje de masturbarme por varios días solo con el recuerdo de esa tarde.

Me dio unas inolvidables tardes de placer, me hizo pasar por la gloria y al final pude tener mi paga, un sofá casi nuevo y de mucho estilo, me dio de regalo el reloj que su ex había dejado al irse, me permitió conservar un juego de sus prendas íntimas para recordarla siempre.

(9,00)