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Unas vacaciones con mi madre (P.3) Por la mañana en la playa
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Cuando Luis se despertó ya no estaba su madre en la cama. Recordó lo ocurrido y su cara se iluminó con una gran sonrisa, había logrado su sueño. Se levantó y se puso los bóxer, salió al salón, muy iluminado por los rayos del sol de la mañana que penetraban implacables por el ventanal del jardín. Mientras acostumbraba sus ojos a ese vendaval de luz, apareció su madre con una bandeja con cafés y bollos procedente de la cocina. Una bata corta veraniega cubría su cuerpo y una sonrisa esplendida moldeaba su cara.

– Buenos días dormilón!

– Buenos días madre! Que buena pinta tiene el desayuno!

– Gracias! Agregó Luis dándole un beso corto sobre los labios.

– Gracias a ti, hijo!

Contestó ella con una sonrisa de complicidad. Se sentaron a desayunar y Luis quiso hablar de lo ocurrido durante la noche.

– Te gusto lo de anoche?

Ella dio un sorbo al café y le miró a los ojos. Quería quitarse la timidez y decírselo abiertamente, mirándole a la cara.– Si hijo, me gustó mucho!

– A mi también! – Dijo el – Me alegro que te gustará y disfrutaras!

Ella veía los ojos de su hijo pidiendo que le dijera más. Dio otro sorbo al café.

– Me hiciste disfrutar como hacía mucho tiempo que no disfrutaba! Y has despertado en mi cuerpo algo que llevaba escondido hace tiempo!

Añadió Elena con palabras lentas y penetrantes. La sonrisa de Luis se hizo más amplia.

– Haré todo lo que esté en mi mano para que te lo pases bien y disfrutes durante estas vacaciones!

Seguían mirándose a los ojos intentando adivinar cada uno los pensamientos del otro y el deseo casi se podía respirar.

Elena se acercó a su hijo y le dio un beso tierno en los labios. Los despegó para mirarle a los ojos y sentir el deseo con que la miraba, y seguidamente le dio otro beso, pero ahora fue largo y lascivo mientras sentía las manos de Luis sobándola.

– Que haremos hoy? Preguntó ella para saber las intenciones de su hijo.

– Bueno, hemos venido a la playa, a si que… nos bajaremos y tomaremos el sol por ser el primer día! Dijo Luis de una forma alegre.

– De acuerdo! Iré a ponerme el bikini! – Cual te vas a poner? Preguntó Luis. Ella sonrió.

– Elígelo tu!

Luis se acordó de uno rojo que le había llamado la atención.

– Creo que el rojo te quedará estupendo. Recojo la mesa mientras te lo pones!

Luis llevo la bandeja a la cocina y fregó las tazas. Cuando volvió al salón, Elena ya estaba en el con el bikini puesto. – Ummm! Que bien te queda madre! Dijo abriendo los ojos. Elena se giró sobre sí misma para que la vista fuera completa y Luis sintió como el deseo volvía a ocupar su mente. Se acercó hasta ella y sin darle opción, la besó en la boca, primero un beso corto que acabó convirtiéndose en uno largo lleno de calor y humedad. Él le había rodeado por la cintura y ella no dudó en rodearle el cuello con sus brazos. Al cabo de unos segundos, Elena noto como los bóxer se abultaban contra su pelvis y despegó los labios suavemente.

– Para, para! No querrás salir a la playa así! Le dijo sonriendo.

– Contigo a mi lado, no me importa salir de cualquier manera! Dijo Luis atravesándola con la mirada.

Elena se acordó de lo dulce y cálido que había sido con ella la noche anterior y la sensibilidad que había tenido para hacerla disfrutar. Pensó que ahora le tocaba a ella hacer que él disfrutara.

– Ven, siéntate! Le dijo poniéndole una silla, y antes de que lo hiciera le bajó el bañador.

Luis se quedó sorprendido, pero no dijo nada. Vio como su madre se quitaba el sujetador del bikini mirándole con ojos lascivos y sonrisa pícara. Después se inclinó agarrándose las tetas y con ellas envolvió su polla. Luis dio un respingo al sentir esa deliciosa carne abrazar su miembro. Elena sacó la lengua y comenzó a lamer el capullo mientras masajeaba la polla con sus tetas. Después de un buen rato de lamidas y masaje, abrió la boca y engulló el hinchado glande, lo succiono con suavidad varias veces, y avanzó con los labios pegados al tronco venoso. Los jadeos de Luis se hicieron rápidamente sonoros y Elena dio varias chupadas aumentando el ritmo. Al momento sintió un chorretón llenando su boca, seguido de otro y otro… Tragó un poco, pero la mayoría se desbordó entre sus labios cayendo por la barbilla. Se acabo sacando la polla de la boca con una leve tos.

– Lo siento cielo! No me lo esperaba tan pronto y he perdido práctica!

– Pero qué dices mamá! Ha sido genial!

Elena sonrió mientras se limpiaba la cara del líquido denso.

– La próxima vez será mejor! Dijo Elena.

– Ahora si podemos ir a la playa! Jajaja! Rio finalmente.

– Voy a ponerme otro bañador! Dijo Luis eufórico.

Salieron atravesando el jardín y cruzaron la estrecha calle que separaba los chalets de la arena de la playa. Había poca gente y pudieron elegir una zona al lado del agua. Tendieron las toallas y se tumbaron sobre ellas. El cielo se veía de un azul intenso y el sol ya comenzaba a calentar. – Me das crema solar? – Por supuesto, mamá!

Elena se tumbó boca abajo y Luis vertió un chorro sobre el centro de su espalda y comenzó a repartirla lentamente por toda la piel. Elena cerró los ojos y disfrutó de la frescura de la crema y del sobo de las manos de su hijo. Ahora notaba cómo se estimulaba su cuerpo al mínimo contacto. Luis vertió algo más sobre las piernas y volvió a repartirla lentamente con sus dos manos. Elena sentía como presionaba con suavidad sus muslos, y como llegaba con los dedos por la zona interior de ellos, después pasó al culo, tan solo cubierto con la fina tira de tela del tanga, que más que cubrirlo, se insertan entre los dos glúteos. Noto como la mano de su hijo se deleitaba pasando de una nalga a la otra. Le apretaba el culo y volvía a sobarlo bajando lentamente por los muslos. Elena pensaba lo que había cambiado su mente desde el día anterior, por la noche, en el restaurante, intentaba parar a su hijo y ahora el sobo que le estaba dando, no solamente le gustaba, sino más bien lo deseaba llegando a sentir una agradable excitación.

– Hola! Dijo una voz femenina. Los dos volvieron la cabeza a la vez, era Estela que se acercaba caminando por la orilla con una toalla en la mano. La chica rubia de la noche anterior llevaba un pequeño tanga naranja y las dos grandes tetas al aire, una visión que perturbó ligeramente la mente de Luis.

– Que tal Estela? Preguntó Luis.

– Bien! La verdad es que me he venido paseando a ver si te veía!

– Pues aquí estoy, con mi madre! Acabamos de llegar y andábamos con la crema solar.

– Quieres tumbarte con nosotros? Le ofreció Elena.

– Hace calor y había pensado darme un baño! Me acompañas? Dijo ella mirando a Luis.

Él, a la vez, miró a su madre.

– Anda, ves con ella al agua y divertiros un rato! Dijo Elena ante la mirada de su hijo.

– Vale! Pues vamos!

Le dijo a Estela que prácticamente tiro la toalla sobre la arena y le agarró de la mano. Los dos corrieron hasta la orilla y después saltaron las olas hasta zambullirse. Nadaron un poco y se quedaron en la zona que les cubría por el cuello. Estela se acercó hasta el muchacho y le puso las manos sobre los hombros a la vez que pegaba su cuerpo al de él. Luis sintió como las grandes tetas se aplastaban contra su pecho y las piernas de Estela le rodeaban bajo el agua. Giraron y saltaron al son de las olas hasta que Estela pego sus labios a los de Luis. Fue un beso rápido seguido de varios más hasta que los labios se quedaron pegados durante más tiempo y las lenguas se enroscaron lascivamente. Ella se había abrazado al cuello de Luis cómo una boa constrictor, y su boca parecía devorarlo. Luis sujetaba su gran culo, apretándolo con ganas, y al momento sintió como el miembro se le había endurecido. Ella también lo notó y se apretó más contra él. Cuando separaron sus labios ella sugirió.

– Podemos ir a la zona donde están mis padres y tomar algo en mi casa!

– Bueno, es que no quiero dejar a mi madre sola.

– Que se venga! Mis padres estarán encantados. Me dijeron que habían congeniado en el restaurante!

– Vale, se lo diré a ver qué le parece. Pero deja que nade un poco, no quiero salir con el bañador abultado! Sonrió Luis mirándose hacia abajo.

– Que tal, os habéis divertido? Preguntó Elena al verles llegar.

– Si, hemos pensado en ir a donde están sus padres, pero solo si te apetece venir! A Elena también les había caído bien y aceptó.

– Vale, pues vamos para allá! Dijo cogiendo el bolso de playa y la toalla.

– Hola, que tal? Dijo Carlos al verles llegar.

– Bien! Bien! contestaron los tres.

– Me he traído a Luis y a su madre.

– Me parece fenomenal! Contestó Carlos mirando a Elena con ojos escrutadores.

– Tumbaros por aquí! Agregó Carlos.

– Nosotros vamos a tomar algo a casa! Dijo Estela con rapidez.

– Estoy seca!

– Me parece bien! Aceptó su padre.

Elena puso la toalla sobre la arena a un metro de Carlos mientras los chicos salían hacia el chalet que estaba enfrente.

– Está fenomenal este sitio! Dijo Elena para entablar conversación.

– Pus si! Contestó Amanda desde el otro lado de Carlos.

– Nosotros es la tercera vez que venimos! – En nuestro caso es la primera!

– Y hay sitios estupendos para cenar, como el de ayer! Añadió Carlos.

Luis y Estela llegaron al chalet con rapidez.

– Quieres una coca?

– Vale! Estela sacó dos del frigorífico y las sirvió en sendos vasos. Después de dar un trago, la dejo sobre la mesa y se agarró de nuevo al cuello de Luis. Le besó hundiendo la lengua en su boca con deseo y lascivia mientras el volvía a agarrar al hermoso culo y apretarlo con deseo. Cuando despegaron los labios.

– Que ganas tenía de estar contigo de nuevo! Dijo ella con sonrisa pícara.

Bajó una mano y tocó el miembro, duro de nuevo, por encima del mojado bañador.

– Ummm! Que rico se ha puesto otra vez! Dijo Estela, y acto seguido metió la mano por dentro del bañador. Sintió la carne dura envuelta el una piel tersa y suave, lo abrazó con sus dedos mientras besaba de nuevo a Luis. Después tiró suavemente de el hasta llegar al sofá donde se sentó. Bajó el bañador hasta dejarlo a mitad de los muslos y la dura polla con los huevos colgando hicieron chispear sus ojos.

– Que ganas tenía de verla a la luz del día! Dijo Estela pasándose la lengua por sus propios labios. No tardó en sacarla de su boca y comenzar a lamer el hinchado glande. Luis sintió esa carne húmeda sobre su capullo y bajo sus manos hasta las grandes tetas. Las comenzó a sobar disfrutando del tamaño, nunca había tenido unas tetas tan grandes entre sus manos y le pareció una sensación deliciosa sobarlas por segunda vez. Al momento, Estela abría sus labios y succionaba el capullo con deseo. Luis podía oír los sonidos de las potentes succiones a la vez que veía los labios rodeando su polla. Después de varias succiones, avanzó con los labios rodeando el duro tronco hasta sentir como chocaba en su garganta. Chupo varias veces provocando el choque en cada penetración hasta que hizo que el capullo la atravesará para meter la polla completamente en su sensual boca.

– Diosss, que bien la chupas! Ahhh! Joder! Ahhh! Luis jadeaba a la vez que alababa las chupadas que le estaba dando. Ella continuó metiéndola varias veces por completo y la sacó de su boca. Se recostó sobre el sofá y abrió sus carnosos muslos. Luis los miró comparándolos con los de su madre, era un poco más baja, pero sus muslos eran más amplios y poderosos creando una mayor sensualidad en su cuerpo.

– Te toca! Dijo retirándose la poca tela del tanga que tapaba sus labios genitales. Luis los había tocado la noche anterior, pero ahora podía verlos, y realmente le parecieron gruesos y sensuales. Se arrodilló ante ella y hundió la cabeza entre los amplios muslos, su lengua actuó con rapidez lamiendo el centro como un perro sediento. Bajaba y subía la lengua entre la abultada carne hasta que encontró el clítoris. “ Está chica lo tiene todo grande! “ pensó mientras lo tintineaba con la punta de la lengua. Noto como Estela encogía levemente las piernas al sentir los toques y no tardó en comenzar a gemir.

– Síii, síii! Diossss, qué gustazo! Ahhh, Ahhh! Sus palabras fueron acompañadas por las manos que apretaron la cabeza de Luis contra sus piernas.

– Si, asiii! No pares! Chúpalo! Chúpalo! Le pedía con ansiedad.

– Ahhh, Ahhh! Venga! Sigue! Diosss! Me voy a correr en tu boca! Ahhhg! Más fuerte! Muérdelo! Joder, que bien lo haces! Ahggg! Ahggg! Ahggg! Lo siguiente fueron prácticamente rugidos cuando Luis sintió cómo una catarata de fluido caliente empapaba el coño hasta llegar a su boca. Estela movía la cabeza de Luis entre sus muslos para sentir como le mojaba toda la cara. Cuando dejó de rugir todavía le temblaban las piernas, Luis retiro la cara de entre los muslos y vio una tremenda sonrisa de satisfacción en la cara de Estela.

– Joder tío, que corrida, Ufff! Que guarra me has puesto, diosss!! Respiró jadeante.

– Ahora te toca a ti disfrutar! Quiero esa polla dura muy dentro de mi coño!

Dijo sobándola cuando Luis se incorporó. – Te gusta mi culo? Preguntó sin dejar de sobarle la polla.

– Tienes un buen culo! Eso no se puede negar! Dijo el con sonrisa maliciosa. Estela se dio la vuelta y se puso de rodillas en el sofá mostrándoselo. Luis lo miro sin dejar de sentir la excitación que mantenía su cuerpo. Vio como Estela pasaba su propia mano por el y después se daba un azote. La carne dura y tersa vibro al compás del sonido del azote, mientras Luis miraba como la fina tira de tela del tanga lo atravesaba por su centro haciéndolo más atractivo.

– No te apetece darle unos azotes? Dijo Estela volviendo a darse otro azote ella misma. Luis mantenía la mirada sobre él, sintiendo esa apetencia que ella le estaba provocando.

– He sido una niña mala y me merezco unos azotes! Volvió a decir intentando provocarle más con la cabeza girada mirándole con una sonrisa envuelta de lujuria. Retiró su mano para invitarle a que comenzara. Luis le dio una palmada. – Zasss! Y sintió como la carne vibraba.

– Eso ha sido una caricia… dale más fuerte! Luis levantó de nuevo la mano y – Zassssss!

– Auhh! Gimió levemente Estela.

– Eso está mejor! Me gusta sentir esos grandes dedos! Como te he dicho, me he portado mal y me merezco un buena zurra! Dijo acabando con una sonrisa algo diabólica.

– Zasss! – Ahhh! Síii! Así! Sigue, sigue! Zasss, Zasss, Zasss! Tres chasquidos retumbaron en el salón a la vez que el gran culo se enrojecía.

– Ufff! Eso ha estado mucho mejor! No sabes lo guarra que me pone! Vamos, métemela ya! Estoy deseosa!

Dijo inclinándose más mientras se agarrada al respaldo del sofá. Luis estaba desconcertado a la vez que excitado, esa chica parecía un director de orquesta y el tan solo hacia sonar los instrumentos al son que ella marcaba. Vio los gruesos labios genitales bajo el culo y no dudó en agarrar su polla y pegarla contra ellos. Apretó su mandíbula mientras empujaba el capullo, y sintió como se abrían con generosidad, la corrida que acababa de tener los había dejado bien mojados. La polla entró profundamente y los huevos chocaron contra los robustos muslos. Luis se agarró al hermoso culo y comenzó a bombear con un rítmico vaivén mientras miraba como la carne se expandía a cada embestida. Estaba muy excitado y la potencia de las embestidas aumentó, Estela no tardó en comenzar a jadear. Luis notó que lo ardiente y fogosa que era esa chica le estaba gustando más de lo que esperaba. Su forma de actuar, su lenguaje, su ansia, notaba que ese cóctel le excitaba poderosamente. Estela no tardó en mostrar su euforia de nuevo.

– Vamos, dame fuerte! Aghgh! Quiero esa polla bien dentro! Aghgh! Joder, como me estás poniendo otra vez! Aghgh!

La ansiosa muchacha parecía no poder parar, jadeaba, gemía, hablaba y hasta rugía.

– Mira mi culo! Se que te gusta, cerdo! Aghgh! Diosss! Que pollazos joder! Aghgh! Te gustaría fallármelo, verdad! Rugió ella para provocarle más.

-Sigue, sigue! Me voy a correr otra vez, diosss! Que polla más dura que tienes! Ahhh!

Las manos de Luis apretaban el culo y lo abrían, y las palabras de Estela habían sacado el animal que llevaba dentro. Los pensamientos corrían a más velocidad que las acciones y sus pollazos se arrebataban.

– Te gusta así, zorra! Le gritó descontrolado sin pensar con detenimiento en las palabras.

– Síii, síii! Me encanta cabron! Que perra me has puesto, diosss!

Contestó Estela mientras sonreía entre gemidos al oír el lenguaje de Luis, parecía que ya se empezaban a entender. Eso es lo que le gustaba, sacar el sabor animal de los hombres. Luis seguía dándole tremendos pollazos y metió la punta del dedo en agujero oscuro con un tono amarronado que se abría en el centro del extenso culo.

– Aghgh! Diosss, síii, síii! Eso sí me gusta! Gritó de nuevo Estela. Luis también rugió al sentir como su polla explotaba dentro del mojado coño. La leche comenzó a manar como un grifo al abrirlo. Los jadeos, rugidos y gritos se confundieron, los dos al unísono se corrían haciendo que el mojado coño se desbordara abundantemente. Los muslos de Estela comenzaron a chorrear mientras todo su cuerpo temblaba con estertores discontinuos. Luis soltó el culo de la muchacha y busco asiento. Sus piernas también le temblaban y sus pensamientos se llenaron de satisfacción mientras se repetía “ Que polvo tan brutal!! “. Estela se incorporó y limpio sus chorreantes muslos con la toalla de la playa.

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