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Unas vacaciones con mis tías (P. 14): Mi madre abre su mente
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Gracias por leer mis relatos. La historia se va acabando.  Creo que todos los que escribimos agradecemos mucho vuestras valoraciones y sobre todo las opiniones.

Mi madre me abre su mente

Noté un suave roce en la mejilla y abrí los ojos, era mi madre con su sonrisa esplendida.

-Hola hijo! Son casi las dos de la tarde, dormilón! Me dijo con su voz cálida

-Vaya! Pues si que he dormido! Anoche me pase con la bebida! Dije intentando justificarme.

-Venga, levánta y vístete, que nos vamos a comer al pueblo!

-Al pueblo? Joder, no me dijeron nada anoche!

-Lo han preparado tus tías está mañana. Nos han reservado una mesa para los dos!

-Para los dos? Y ellas, donde están?

-Se han ido a la ciudad con tu hermana. Piensan pasar allí todo el día!

“ Que estaba pasando? “ Me pregunté todavía con la mente confusa pensando en lo que había ocurrido la noche anterior. Decidí levantarme y tomar un café con un calmante, uno pararía el leve dolor de cabeza, seguramente por el exceso de whisky , y el otro me despejaría. Necesitaba aclarar mi mente y pensar, no sabía que estarían tramando las brujas de mis tías y mi hermana, pero seguro que algo se traían entre manos.

Me puse unos pantalones cortos y una camiseta y bajé a la cocina, donde ya estaba mi madre poniéndome el café.

-Y como es que las tías nos han reservado una mesa?

-Pues no sé, solo me han dicho que se iban a pasar el día en la ciudad y que lo pasáramos bien, que era un restaurante único!

-Voy a ponerme un vestido y nos vamos a comer! Añadió finalmente viendo que yo no decía nada.

Cuando bajó de nuevo a la cocina, abrí los ojos con excitación.

-Vaya! Estás guapísima, mamá! Expresé sin contemplaciones, haciendo un rápido examen de su bonito cuerpo.

Se había puesto un vestido corto de licra, con unos tirantes que dejaban un generoso escote. El color beige la sentaba muy bien, marcando sus bonitas tetas de una forma sediciosa. Si siempre me había parecido que mi madre estaba buenísima, en este momento me deslumbraba.

-Gracias hijo! De verdad que te gusta? No se, lo veo algo corto, pero tus tías se empeñaron en que me lo llevará y no pude decir que no!

-Pues le daré las gracias a las tías! Creo que seré la envidia del restaurante!

-Calla, calla! Vas a hacer que me ponga colorada! Venga, vámonos que se hace tarde!

Montamos en el coche y durante los cuatro kilómetros de camino para subir a lo más alto de la colina, mi vista parecía tener vida propia mirando los deliciosos muslos que mostraba sentada en el asiento de mi lado. El restaurante estaba en un acantilado con unas vistas preciosas y aparqué el coche entre unos árboles que llenaban de sombra la zona del parking. Atravesamos el umbral de una doble puerta y el metre nos condujo a una mesa de la terraza, y vi como miraba a mi madre, creo que puedo reconocer el deseo cuando es tan flagrante, sus ojos la habían desnudado de un solo vistazo.

Ya sentados alrededor de la mesa redonda, con un mantel blanco que nos cubría parte de las piernas, oí como se escuchaba el suave rumor de las olas cuando rompían contra las rocas, a unos cincuenta metros bajo nosotros. Había poca gente al ser un día de diario y el camarero nos atendió con prontitud. Cuando se fue, mi madre movió su silla para ponerse junto a mí, y mi estado de salido habitual volvió a regurgitar en mi mente, creo que, como había hecho el metre unos minutos antes, yo también la desnude varias veces con la vista mientras esperábamos las viandas.

-Anoche no podía dormir y me bajé al jardín! Me dijo a mitad de la comida con una sonrisa que no supe descifrar.

-Ah, sí?

-Sí, y oí algo de ruido en la bodega!

Cero que todo el bello de mi cuerpo se erizó como las púas de un puercoespín al oír esa frase. Las neuronas de mi cerebro comenzaron a galopar como caballos desbocados pensando en lo que podría decirme a continuación. La miré a sus preciosos ojos, intentando escudriñar en sus pensamientos, pero no pude ver nada. Mi mente promiscua fue más rápida, y acabé mirando a su generoso escote que dejaba ver gran parte de sus bonitas tetas.

-No puede evitar la tentación de asomarme. – continuó hablando mientras seguía comiendo – y vi a tu hermana inclinada, y tú detrás de ella.

Se me hizo un nudo en la garganta. Solté los cubiertos y agarré la copa de vino y lo derramé por completo en mi garganta. Cuando la miré, ella me miraba con una sonrisa enigmática que seguía sin poder descifrar. Había colocado mis manos sobre la mesa, con los puños cerrados, mientras todo mi cuerpo se encrespaba. Ella puso su mano sobre una de las mías con ternura, notando mi grado de tensión.

-Tranquilo hijo! Tengo que decirte que en ese momento me llevé una gran sorpresa, pero al cabo de un rato sentí cierta excitación al veros así!

-Seguro que quieres hablar de ello? Le dije mientras me sentía haciendo equilibrios en el filo de una navaja.

-Sí, no es que quiera, es que necesito hablar de ello. En primer lugar tengo que decirte que tu padre no se ha quedado a trabajar, lo que ha hecho es irse con otra.

-Vaya, no es una sorpresa, pero tampoco me esperaba que fuera de esa forma! Le dije haciéndola comprender que yo ya lo veía venir.

-Deja que siga! El haber estado contigo es algo que necesitaba, tanto el cariño que me has dado como el sexo ha sido delicioso y ha subido mucho mi autoestima!

Sentía que mi madre se estaba abriendo a mí como si yo fuera su confesor, y era algo que me agradaba, pero a la vez me sentía ciertamente incómodo, pero ella continuó hablando como si fuera una conversación normal.

-Lo de las tías, era algo que sospechaba desde el primer día, cuando te perdiste con tía Sole por el jardín, pero lo de tu hermana me pilló más por sorpresa.

-Bueno mamá, creo que debo contarte algo. Sonia también ha roto con su novio y hemos hablado sobre el tema.

-Pero si no os reprocho nada!

-Ya lo sé, pero deja que te lo cuente!

-Vale, vale!

-Pues después de hablar largo y tendido con ella, me hizo entender que tenía problemas con las relaciones sexuales con sus novios. Parece que le gusta el sexo… con ciertos matices.

-Bueno, yo vi que se lo pasaba muy bien!

-Así es, las tías la entendieron de maravilla y le proporcionaron lo que deseaba.

-De eso quería hablarte yo, de mis deseos!

La sangre de mi cuerpo comenzó a correr a gran velocidad, mi madre estaba dispuesta a abrirse por completo en sus deseos lujuriosos y lascivos. Mi mente promiscua, de salido incorregible, no lo podía creer. Me pareció que su cara resplandecía, aún más, bajo el sol de medio día y no pude evitar mirarle sus hermosas tetas pensando en lanzarme sobre ellas como un depredador.

-Se que eres muy cariñoso y tierno conmigo, y te lo agradezco, pero en el fondo quiero sentir lo que sentía ayer tu hermana y tus tías! En estos días he sentido que me había perdido muchas sensaciones en mis años de casada. Creo que hay muchas cosas que me gustaría experimentar, entre ellas el morbo!

Me dijo finalmente con una sonrisa deliciosamente pícara. Noté como ponía su mano sobre mi pierna bajo el mantel.

-Estas cosas, es decir, los toqueteos en sitios públicos, he notado que me ponen muy caliente con tan solo pensarlo!

-Pero mamá! Le dije sorprendido.

-Ni mamá, ni leches! Necesito saber lo que se siente! No creas que soy tan diferente a tus tías o tu hermana!

Intenté calmarme dando un rápido repaso a toda la situación que nos había llevado a este momento. Era mi madre, y la quería con locura, pero también entendía su razonamiento, para ella debía haber sido difícil la convivencia con mi padre, y ahora se veía libre para experimentar los deseos que guardaba celosamente en el fondo de su mente. Me relajé y con la sonrisa de picaruelo que sabía poner le pregunté.

-Te entiendo mamá! Y que sugieres?

-Pues no sé… soy nueva en esto. Esperaba que tú me propusieras algo!

-Joder, es que me ha pillado de sopetón!

-Anda, que seguro que se te ocurre algo! Dijo con la misma sonrisa sobándome la polla por encima del pantalón.

-Creo que si sigues tocándome, no voy a poder pensar, me la estás poniendo como un tempano!

-Pues tócame tú, creo que ya estoy mojada! Me dijo con cara de niña traviesa.

La miré a sus ojos chispeantes llenos de vida, quizás una vida que nunca había tenido antes, y después miré a nuestro alrededor. Tan solo quedaba una mesa ocupada, algo alejada de la nuestra, en la que había una pareja de jóvenes hablando muy ensimismados.

Realmente las neuronas de mi cerebro que portaban los mensajes de lasciva y lujuria estaban ganando por goleada a las que portaban datos de hijo cariñoso y atento. Metí la mano bajo el mantel y busqué sus muslos que se abrieron nada más sentir el roce de mis dedos. El calor que desprendía el interior de esa deliciosa carne era arrollador, y percibí como mi polla comenzaba presionar bajo el pantalón con más fuerza. Las yemas de mis dedos avanzaron con lentitud entre la tersa piel, degustando cada centímetro que tocaban hasta que sentí una leve humedad que cubría parte de las pequeñas bragas.

-Ya estás algo mojada?

-Joder, te lo acabo de decir! Es que esto me pone muy nerviosa, pero me excita mucho! Sigue, sigue!

Me instó a la vez que se removía sobre la silla. Presione con los dedos sobre la suave tela de las bragas y después la retiré hacia un lado para sentir sus gruesos labios genitales. Con delicada lentitud, introduje la primera falange del dedo y su cuerpo dio un leve estertor.

-Dios mío! Como me estoy poniendo! No sabía que estoy podía excitar tanto!

Susurró sin dejar de mirar al camarero.

-Crees que sabe lo que estamos haciendo?

Me preguntó con cierta ingenuidad. Yo sonreí encantado por la situación.

-Vernos no nos ve, pero seguro que se lo imagina! Le dije para aumentar su excitación.

-Ay, calla! No me digas eso que me voy a poner más nerviosa.

-Solo nerviosa?

-Calla y sigue!

Contestó abriendo más sus piernas para dejar más espacio a mi mano.

Metí el dedo profundamente y sentí como le temblaban las piernas. Estaba viviendo un momento de nerviosismo y a la vez de excitación que nunca había vivido antes. No tardó en mojarme el dedo copiosamente.

-Diosss! Creo que me he corrido del nerviosismo que tengo!

-Del nerviosismo?

-Bueno, la verdad es que estoy como una estufa! Pensar que el camarero se esté imaginando que me estás metiendo los dedos me ha puesto muy… guarra! Jajaja! Rió nerviosa después de haber soltado lo de “ guarra”

-Quieres que pare?

-No, no! Sigue, sigue, que me está encantando! Ufff, creo que voy a dejar un charco en la silla!

Me dijo sin ningún pudor. Yo la miraba y veía sus labios temblorosos llenos de excitación y sentí unas ganas tremendas de follármela. En ese momento me acordé de mi hermana, e imaginé a mi madre inclinada y yo dándole pollazos hasta reventarla. Mis neuronas de promiscuo y salido eran más poderosas que las que manejaban los datos de hijo cariñoso y complaciente. Ya no veía a mi madre, tan solo a una mujer hermosa, caliente y con un deseo desbordado.

Penetré con dos dedos profundamente y todo su cuerpo se cimbreo como una anguila. Su vagina volvió a emanar otra bocanada de fluido caliente a la vez que su boca se abría para emitir un largo y apagado gemido de placer.

-Ufff! El camarero no deja de mirarnos! Dios mío! Que morbo me está dando esto! No sabía que me podía gustar tanto que me mirarán!

Susurró llevándose la mano a la boca.

Su tremenda excitación estaba provocando la mía y mis pensamientos fluían a gran velocidad, como las aguas de un río embravecido. Mi mente salida y lujuriosa, ya solo pensaba en follarme a esa preciosa y delicada mujer. Realmente deseaba que se acabará la comida para volver a casa y follármela como un toro salvaje cuando volví a oír su voz con los labios pegados a mi oreja.

-Ufff! Cariño, me he vuelto a mojar!

-A mí me lo vas a decir, que tengo los dedos empapados!

Podía sentir como sus labios rozaban mi oreja susurrando esas palabras y pensé en algo para aumentar más su excitación morbosa. Busqué el clítoris y lo tintinee con los dedos, al momento todo su cuerpo se removió tembloroso.

-Que me estás haciendo hijo! Creo que no paro de correrme!

-Te gustaría que el camarero nos mirara mientras follamos?

Le dije de improviso. Despegó sus labios de mi oreja para mirarme con los ojos como platos.

-No sé! La verdad es que pensarlo me pone muy cachonda! Pero… como lo haríamos?

Me preguntó con ojos chispeantes y sonrisa nerviosa.

-Podemos ir al parking a follar mientras el camarero nos mira!

Le dije sin preámbulos. Ella me seguía mirando nerviosa.

-Ay, no sé si me atreveré!

Me contestó con morbosa ingenuidad.

-Querías probar cosas nuevas, y creo que es una buena oportunidad. El camarero no nos conoce, y posiblemente no volvamos a verle.

-La verdad es que la sola idea me excita muchísimo, pero me da algo de vergüenza!

-Pues a mí lo que se me está poniendo es la polla más dura!

-Ummm! Me dan ganas de ordeñártela aquí mismo! Jajaja!

Volvió a reír por sus propias palabras.

-Pues deja de sobármela que no me voy a poder levantar. Tengo el pantalón que me estalla.

Le dije retirándole la mano.

-Bueno, cuando pague la cuenta hablo con él a ver si está por la labor. Le diré que esté algo alejado para que no te sientas mal. Estoy seguro que estará encantado!

-Ufff, no sé si me atreveré!

-Pero si estás más salida que yo!

-Que bruto eres!

-Bueno, voy a hablar con él!

Le dije sin darle más opciones. Me levanté y me fui a hablar con él con la escusa de pedirle la cuenta. Ya no quedaba nadie comiendo y suponía que nadie aparecería a esas horas por el parking. Le hice la proposición después de dar algunos rodeos con las palabras hasta que vi la sonrisa que ponía asintiendo a la proposición.

-Vámonos! Todo arreglado! Me ha asegurado que no habrá nadie a estas horas y que estará encantado de mirar! Se quedará lejos para que no te sientas intimidada!

-Ufff, vaya situación! Estoy temblando!

Me contestó mi madre levantándose a la vez que se bajaba levemente el vestido de licra de una forma púdica.

Nada más atravesar la puerta de salida mi madre me agarró fuertemente del brazo subida en sus altos tacones.

-Y dónde vamos?

-Al coche! Nos pondremos en la parte de atrás por si sale alguien, en esa zona nadie nos verá!

-Pero entonces… donde va a estar?

-Estará cerca, mirando desde los otros coches que hay aparcados, pero no dirá ni hará nada!

-Joder, me estoy poniendo caliente solo con pensarlo! Dijo apretándome el brazo.

-Pues a mí, está a punto de reventarme la cremallera del pantalón!

Anduvimos entre los pocos coches que había hasta llegar al nuestro. Varios árboles lo flanqueaban y las hojas casi tocaban el techo. Ya no podía más y me desabroché el pantalón. Mi polla saltó como un resorte con una dureza que hasta a mí me impresionó.

-Dios mío, hijo, como la tienes!

-Anda, ven aquí y pon las manos sobre el coche!

Le dije totalmente ofuscado. Mis neuronas ya no se conectaban, más bien saltaban como muelles chocando unas contra otras sumiéndome en un mar de lujuria. El deseo de follarme a mi madre en ese momento ya era un imperativo en mi mente. Mi madre puso las manos sobre la parte trasera del coche y preguntó nerviosa.

-Dónde está? Dónde está?

-Olvídate de él! Le dije agarrándola por la cintura para colocarla en la posición adecuada.

Bajé las manos y tire de su vestido hacia arriba hasta dejarle el culo al aire. Lo sobe mientras lo miraba con deseo, un deseo que no dejaba de arder en mi cuerpo. Era la segunda vez que me iba a follar a mi adorable madre, y ese deseo era mayor que la primera vez. Me estaba empezando a parecer como la adicción que crea una droga.

-Me va a ver el culo! Dijo de repente.

-Y que quieres, que te folle con el vestido bajado? Le contesté cínicamente.

Me acerqué a su cuello y lo lamí como un perro sediento de sexo. Noté mi endurecida polla pegada a su culo, ese culo que siempre había deseado y que no paraba de llenar mi mente depravada. Le puse la mano sobre el cuello para hacer que se inclinara, abrió las piernas, y sus abultados y mojados labios genitales aparecieron majestuosos bajo sus muslos. La depravación y la lujuria me inundaron mirando esa deliciosa imagen.

-Mira! Mira! Está ahí, mirando!

Volví la cabeza hacia donde me señalaba, y ahí estaba el camarero, dos coches más allá, con una sonrisa lasciva y penetrante. En ese momento solo le veíamos la cabeza por encima de los coches, pero se movía sigilosamente.

Presioné con mi polla, ya orientada, y sentí como atravesaba los jugosos labios de mi madre. Ella dio un leve gemido al sentir la penetración sin dejar de mirar al camarero. El estar en plena calle, con el culo de mi madre en pompa, había desatado mis instintos más básicos. La agarré con fuerza de las caderas y comencé a embestir como si estuviera poseído. Mi polla atravesaba los gruesos y jugosos labios como si la hubieran engrasado con el mejor aceite del mercado.

-Se ha sacado la polla!!

Casi gritó mi madre con una mezcla de nerviosismo y excitación. Miré, y así era, estaba a unos cinco o seis metros de nosotros. Se había dejado ver de cuerpo entero y mantenía el miembro agarrado con una mano.

-Ahhh! Joder! Ahhh! Que grande la tiene!

Exclamó de nuevo mi madre jadeante y con una excitación que hacía temblar todo su cuerpo.

-Diosss! Ahhh! Que caliente…ahhh… me está poniendo esto!

Volví la vista al culo de mi madre y seguí embistiendo, pero ella parecía no tener bastante.

-Masss! Más deprisa! Gritó de nuevo.

-Eso! Dale más fuerte! Gritó el camarero masturbándose a escasos metros de nosotros.

-Diosss! Me dan ganas de chupársela!

-Pero qué dices, mamá!!

Noté como el volcán de su coño volvía a lanzar una masa de fluido caliente. Yo ya no la embestía, prácticamente la empotrara contra el coche de una manera salvaje. Mi polla penetraba profundamente y mis huevos se aplastaba contra su culo como bolas de cañón lanzadas para romper una muralla. Mi polla estalló repleta de semen soltando varios chorros en segundos. El ardiente coño de mi madre se desbordó mientras mi polla implacable chapoteaban dentro. El denso líquido salió de la cavidad para chorrear entre sus muslos llegando a caer al suelo.

El camarero también se corrió en ese momento soltando dardos de leche al aire a tan solo tres metros de nosotros. Cuando saque la polla empapada y le miré, su sonrisa de cierta satisfacción maléfica.

-Ha sido la ostia! Cuando queráis estáis invitados a unas copas!

Nos dijo antes de marcharse por donde había venido.

Mi madre jadeaba todavía inclinada mirándole con una sonrisa perversa. Sus piernas temblaban con fuertes espasmos, y parecía que no se podía incorporar inhalando aire con la boca totalmente abierta. Cuando se recuperó, se giró para abrazarme, todavía con las bragas bajadas, y me besó con una enorme pasión.

-Joder hijo, ha sido genial! Nunca pensé que me lo podría pasar tan bien follando!

Se fue hasta la puerta del coche, la abrió y sacó unos clínex del bolso para limpiar los chorretones de sus piernas. La escena me pareció tremendamente excitante mientras me subía los pantalones.

-Vamos hijo! Estoy más caliente que en mi vida y quiero probar más cosas!

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