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Vacaciones con papá (4)

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Eran las 4 de la tarde, el aire acondicionado del coche de Juan se había estropeado y el calor era asfixiante, la tapicería de piel del coche, se me pegaba a las piernas y me hacía sudar. A pesar de todo el calor y la incomodidad que tenía, estaba relajada, pensando en mis cosas, mirando por la ventana, como el paisaje se volvía cada vez más solitario, hasta que llegamos a la cala.

Como había dicho Juan, era una cala pequeña y muy bonita, uno de esos sitios, que nadie conoce y que cuando sabes de su existencia te sientes muy afortunado.

Bajamos del coche y un aire abrasador, nos dio la bienvenida al lugar. No había absolutamente nadie en varios kilómetros a la redonda y solo pensaba en quitarme el pequeño vestido de tirantes, de color morado, que llevaba pegado a mi cuerpo.

M: ¡Qué sitio tan bonito!

P: Sí que lo es. Amigo tenías razón, por aquí no pasa nadie. Es un buen lugar para pasarlo bien los cuatro.

J: Ya te dije que el sitio no te defraudaría. Ahora espero que no me defraudéis a mí.

P: No te preocupes, en mi familia sabemos agradecer a la gente los favores, en especial mi hija. Nena, ¿te gusta el sitio?

Y: Sí papi, es muy bonito.

Mamá cogió a papá del brazo, tirando de él, para llegar cuanto antes a la orilla del mar, yo los seguí, riéndome de como mi madre corría como una niña pequeña. De repente noté una gran mano, justo al final de mi espalda, cuando me giré, vi la sonriente cara de Juan, le devolví la sonrisa y continuamos caminando, mientras su mano continuaba bajando hasta llegar a mi culo.

Juan era un hombre alto y fuerte, con buen cuerpo. Por su moreno se notaba que pasaba muchas horas expuesto al sol. Tenía el pelo corto y completamente negro, al igual que sus grandes ojos, los cuales no apartaba de mí. La verdad, es que era el típico hombre maduro, que parecía tener éxito con las mujeres, pero por alguna razón, veía algo en él, que no me terminaba de gustar.

Cuando llegamos cerca del mar, colocamos nuestras toallas y por fin pude quitarme el vestido que tan pegado tenía. Todos me miraban con expectación, al principio no entendía nada, hasta que me di cuenta de mi bikini.

Me lo habían comprado papá y mamá esa mañana, estaba hecho con una de esas telas brillantes de color plata, mamá decía que era de mi talla, pero la verdad, es que no me tapaba mucho. Afortunadamente, estábamos solos en la playa, si llegamos a estar con más gente, hubiera sido imposible pasar desapercibida y a mucha gente no creo que le hubiera gustado.

M: Nena, ¡estás muy preciosa!

Y: Gracias mamá.

P: Me la acabas de poner dura solo con mirarte.

J: No eres el único.

M: Vaya dos, solo pensáis en follar.

P: Seguro que tú has mojado las bragas cuando la has visto.

M: Sí, pero he sido más educada que tú.

Y: Vaya familia de degenerados que somos.

M: Por cierto, cariño, date protector solar, no te vayas a quemar. Dile a Juan que te ayude.

J: Yo encantado.

Juan cogió el protector y como si fuera una muñeca de cristal, comenzó con suma delicadeza a dármelo. Empezó por mis pies y lentamente fue subiendo por mis piernas, iba extendiendo el protector con pequeños círculos sobre mi piel, era una sensación muy agradable. Cuando llegó a mis muslos, me obligó a separarlos para tener mejor acceso. Continuó subiendo hasta que quedó de frente a mí. Con una mirada perversa, me obligó a sentarme en la toalla, situándose él detrás mío con sus piernas a lo largo de las mías.

Siguió dándome el protector, en la espalda, en los brazos hasta que finalizó su masaje en mis tetas. Comenzó untándolas, de la misma forma que había hecho con mi cuerpo, y poco a poco fue metiendo sus fuertes manos en la diminuta tela de mi bikini. Con la palma de la mano, me estimulaba dulcemente los pezones, que no tardaron en ponerse duros. Continuó su masaje, mientras comenzaba a besarme por los hombros y poco a poco fue subiendo hasta llegar a mi boca. Todo fue muy dulce y delicado, hasta que por fin nuestras bocas se juntaron, en ese momento, las cosas cambiaron y como si una fuerza animal se apoderara de él, comenzó a devorarme la boca. El suave masaje en mis pezones, cambió por completo, comenzó a pellizcarlos, haciéndome sentir una mezcla de dolor y placer que me gustaba.

Mientras seguía besándome, su mano derecha soltó mi pezón, y se metió en el interior de mis diminutas braguitas, estaba completamente mojada y el no dudó en follarme con sus dedos. Era como estar en un sueño, solo sentía placer y mi orgasmo no tardaría mucho en aparecer. En ningún momento dejó de besarme, era como un lobo hambriento y yo era su presa. Cuando estaba muy cerca de correrme, paró, sacó su mano de mis bragas y me la puso en los labios, para que chupara mis propios flujos.

Y: ¡Sí!, ¿Por qué has parado? Estaba a punto.

J: Lo sé, pero no me apetece que te corras.

Y: ¿Y cuándo te va apetecer?

J: Por ahora. Venga, sé buena y pórtate bien conmigo.

Me imaginaba lo que quería, era una sutil manera de decirme que se la chupara, así que no lo dudé, me acerqué a él con intención de sacársela del interior del bañador. No me hacía falta saber que la tenía muy dura, pues se le marcaba bastante en la ropa. En ese momento escuché más gemidos y es cuando me di cuenta que mis padres estaban al lado nuestro.

La verdad es que no me había dado cuenta de cuando habían llegado, la última vez que los vi, estaban jugando como dos niños en la orilla del mar. Por lo que vi, debían de llevar un rato, mi madre le estaba haciendo una mamada a mi padre y él metiéndole un dedo en el culo. Les dejé que siguieran a lo suyo y me centré en la polla de Juan.

Cuando se la saqué, me quedé fascinada por su tamaño, todos los hombres presumen de tenerla grande, pero la verdad es que él, tenía motivos más que suficientes para presumir. Comencé a chupársela, mientras el me sujetaba la cabeza marcando el ritmo al que quería que se la chupara. Poco a poco, iba notando como Juan se resistía a correrse, ya estaba muy cerca, pero no se lo pondría fácil. Al igual que hizo él conmigo, lo llevé al límite y cuando sujetó con fuerza mi cabeza con intención de correrse en mi boca, paré, me solté de él y simplemente le sonreí con una sonrisa maliciosa.

J: ¿Qué haces? Estaba a punto de correrme.

Y: Yo también, cuando tú paraste antes.

J: Vamos nena, no me jodas. He venido a pasármelo bien.

Y: Yo también.

J: Yo siempre follo así, no me gusta que las mujeres se corran, prefiero que me supliquen un orgasmo, me hace sentir poderoso. Además, en cuanto os corréis, ya no queréis hacer nada más.

Y: Pues yo soy más de follar para correrme, una pena no haberlo sabido antes, nos habíamos ahorrado muchos disgustos.

Mis padres que habían estado ajenos a todo esto, de repente pararon y nos miraron como si tuviéramos un alíen en la cara.

P: Juan, amigo, nosotros disfrutamos todos del sexo, cuanto más placer mejor.

J: Lo siento, no me gusta que las mujeres se corran, luego me aburro.

M: Vamos a hacer una cosa. Vamos a darle a Juan su propia medicina. Te vamos a demostrar lo duro que es no correrse en una sesión de sexo. ¿Aceptas?

J: No es para tanto, las mujeres que lloráis por todo. Venga vale acepto.

Mis padres, grabaron un video con su móvil, en el que Juan decía, que nos daba permiso para hacer todo esto. Yo pensaba que era excesivo, hasta que vi como mi madre sacaba de su bolsa de la playa varías cuerdas de gran tamaño.

Y: Mamá, ¿de dónde has sacado esas cuerdas y para que las quieres?

M: Cállate y ayúdame a sacar todo lo que hay en esa bolsa.

P: Hija teníamos otro plan para ti, pero como se presentó Juan lo cambiamos.

Empecé a hacer lo que me dijo mamá, en su bolsa había, esposas, vibradores y consoladores de todos los tamaños y lubricantes, sin olvidar los metros de cuerda que ya había sacado mi madre y con los que estaba atando a Juan de pies y manos. Cuando terminó, Juan quedó a cuatro patas, con sus manos atadas a sus piernas, de tal manera era imposible que se moviera si no era con ayuda.

M: Bueno pues ya está, me ha quedado bien, ¿no?

P: Perfecto cariño, eres una experta con las cuerdas.

Y: Mamá, ¿desde cuándo sabes hacer estas cosas?

J: ¿Piensas que por atarme lo voy a pasar mal? Cuando me vaya me buscaré una zorra a la que metérsela y listo.

M: Todavía no hemos terminado. Falta la guinda del pastel. ¿Nena, sigues teniendo la bala vibradora?

Y: Si mami, voy a por ella.

La cara de Juan, era un poema, no sabía lo que pretendíamos y menos cuando fue mi madre con uno de sus lubricantes a metérsela en el culo. Mi madre comenzó a jugar con el mando, igual que hizo conmigo.

J: ¡Oooh dios! ¿Esta es vuestra idea de tortura?

M: jajaja, ya llorarás.

J: ¡Zorra! ¡Has parado, sigue! ¡Es una orden!

Sin hacerle caso, mi padre y yo nos sentamos en la toalla, quedando yo entre sus piernas y de frente a Juan. Papá comenzó a acariciarme mientras iba desatando las cuerdas de mi bikini, hasta dejarme completamente desnuda. La mirada de Juan estaba fija en nosotros, mientras mi madre no había vuelto a utilizar el mando con él.

Papá seguía acariciándome mientras me besaba, yo estaba tremendamente excitada y quería más. Para mi suerte, papá cogió uno de esos vibradores que habían traído y comenzó a jugar con mi clítoris y lentamente me lo fue metiendo en mi coño. Mi orgasmo estaba muy cerca y afortunadamente para mí, papá no paraba, al contrario, aumentaba cada vez más la velocidad hasta que por fin me corrí.

Juan nos miraba atento, se notaba que le gustaba lo que veía, ya que su verga se veía realmente dura. Mi padre se acercó a él, quedando su polla a la altura de su cara, lo miró y le dijo:

P: Ves, no hay nada de malo en que las mujeres se corran, a mí me la ha puesto muy dura y por lo que veo a ti también.

Juan no contestó, simplemente sacó la lengua y comenzó a chupársela a mi padre, la verdad es que ninguno de los tres esperábamos esa reacción. En ese momento mamá le dio al mando de la bala durante unos segundos y después paró. Su polla empezaba a gotear, el orgasmo estaba próximo. Mamá fue hasta su bolsa y sacó una pala de madera, con la que le golpeó en el culo, haciendo gritar a Juan.

J: ¡Zorra! Me has hecho daño.

M: Esa era mi idea, estabas a punto de correrte y no lo podía permitir.

Mamá se puso delante de él y le obligó a chuparle las tetas, a lo cual Juan no puso pega, otra vez volvía a estar a punto de correrse y mamá volvió a pegarle, esta vez más fuerte. Mientras gritaba de dolor, le dio al mando unos segundos y paró. La siguiente vez mamá le obligó a que le comiera el coño hasta que ella se corrió y otra vez le volvió a pegar.

Papá y yo mirábamos la morbosa escena, mientras él me acariciaba constantemente, notando su tremenda erección pegada a mi culo. Mamá nos miró sonriendo, se acercó y le dijo algo a papá, él me miró y sonrió. Se lanzó sobre mí y de un golpe me metió toda su enorme polla, yo pegué un grito de asombro y placer. Comenzó a follarme de una manera salvaje mientras mamá jugaba y chupaba mis pezones hipersensibles.

P: Nena, eres increíble, me encanta follarte, podría pasarme horas dentro de ti.

Y: Siii ¡papi! ¡Sigue no pares nunca!

Mamá se tumbó encima de mí, dejándome su coño a la altura de mi cara, sin dudarlo comencé a comérselo, mientras ella jugaba en mi clítoris, con uno de los vibradores. Toda la frustración que había tenido ese día desapareció, era demasiado y no sabía cuánto iba a aguantar. La primera en correrse fue mamá, después la seguí yo y por último papá. Nuestros gritos de placer se escucharon en toda la playa y por supuesto Juan nos vio.

M: ¿Te ha gustado Juan?

J: Mucho, pero sigo pensando lo mismo.

M: Me alegra saberlo, porque vas a seguir ahí.

Después de esa sesión de sexo los tres estábamos agotados, sudados y llenos de arena. Nos fuimos al mar a bañarnos todos juntos, menos Juan, que seguía en la misma postura. Tras el baño nos tumbamos en nuestras toallas, yo me quedé dormida enseguida, estaba agotada.

No llevaba mucho tiempo dormida cuando unos sollozos me despertaron, miré y mis padres estaban durmiendo, entonces me di cuenta de que era Juan.

Y: ¿Qué te pasa?

J: ¡No aguanto más, me quiero correr! Las imágenes vuestras follando me tienen loco. Lo siento, no debí portarme así.

M: ¿Ves? Te dije que llorarías.

J: ¿Qué opinas nena? ¿Lo desatamos y te haces cargo tú?

Y: Claro papi, yo me encargo.

Mamá por fin lo desató, asegurándose de que no tenía nada más que el culo rojo y una tremenda erección. Sin pensármelo mucho, me senté encima de él y comencé a follármelo. En apenas unos minutos se corrió. Me levanté y me fui a la toalla. A los pocos minutos lo tenía a mi lado.

J: Tú no te has corrido.

Y: Que bien no, eres muy observador.

J: Oye, perdona lo de antes, creo que he aprendido la lección. Jamás volveré a dejar a una mujer sin su orgasmo.

Y: Me alegro de que pienses eso, te irá mejor en la vida.

J: Te debo uno.

Y: No te preocupes, todavía queda mucha tarde por delante. Ya me lo cobraré.

Tras hacer las paces como buenos amigos, me quedé dormida en mi toalla. Cuando me desperté serían casi las 9, el Sol, comenzaba a esconderse lentamente. Miré a mi alrededor y estaba sola. A lo lejos, pude ver a mamá bañándose en el mar, pero ni rastro de papá ni de Juan.

M: Hola cariño, ¿qué tal has dormido?

Y: Bien mamá. Por cierto, ¿Dónde están papá y Juan?

M: Han ido a un supermercado a comprar cosas para cenar aquí. ¿No has oído nada mientras dormías?

Y: No, ¿qué ha pasado?

M: Me los he follado a los dos.

Y: ¿En serio? Mamá no hay quien te pare, nunca te cansas, jajaja.

M: La verdad es que Juan no está nada mal, estoy pensando en invitarlo a casa algún día.

Y: Pfff lo raro es que quiera seguir hablando con nosotros. ¿Desde cuándo sabes atar tan bien a las personas?

M: Hija, hay muchas cosas que no sabes de mí, ya te las iré contando. Venga, vamos a bañarnos antes de que se haga de noche.

Mientras salíamos del agua, vimos llegar a papá con Juan, parecían muy contentos, hablando y riendo. Sacaron las cosas del coche y se aproximaron donde estábamos nosotras. Todo era normal, como si fuéramos amigos de toda la vida y no hubiera pasado nada interesante entre nosotros.

P: ¡Hola chicas! ¿Qué tal lo habéis pasado?

M: ¡Muy bien! ¿Y vosotros?

P: También muy bien.

M: Vaya se os ve muy contentos, ¿no os ha pasado nada?

J: Que va mujer, simplemente nos llevamos bien.

Sabía que mamá sospechaba algo, cuando la vi alejarse con papá, con intención de interrogarlo. Juan y yo nos quedamos sacando las cosas que habían comprado para la cena. La verdad es que después de lo ocurrido, no me parecía un hombre tan interesante, sí, había aprendido la lección, pero ya no me atraía como antes. Entre nosotros había un silencio muy incómodo y yo solo esperaba con impaciencia a que llegaran mamá y papá. Pasados veinte minutos regresaron, mamá me agarró del brazo y me dijo que nos íbamos a dar un paseo, mientras ellos preparaban todo.

M: He estado hablando con tu padre.

Y: Lo sé, ¿Qué te ha contado?

M: Pues resulta que nuestro amigo es una caja de sorpresas.

Y: Sí, eso ya nos lo ha dejado claro esta tarde.

M: Resulta, que cuando se subieron en el coche, en vez de ir en dirección a la ciudad, para ir al supermercado, fueron en sentido contrario. De repente se pararon en mitad de un camino, en pleno campo, donde no había nada. Juan salió del coche y comenzó a buscar un palo. Cuando encontró uno le dijo a papá que se bajara y se lo dio.

Y: ¿No le habrá hecho nada malo a papá?

M: Que va. Le dijo que por favor lo azotara con ese palo. Que se había puesto muy cachondo cuando le pegué y que quería repetirlo. Papá le dijo, que mejor volvían y le azotaba yo, pero él le contestó que no, que le gustaba más ser la putita de él.

Y: ¿En serio? ¿Juan es gay?

M: Eso parece. Papá le azotó unas cuantas veces y cuando paró, Juan se la chupó hasta que se corrió en su boca. Le volvió a azotar mas y entre azote y azote se corrió.

Y: Joder con Juan, por eso es así con las mujeres.

M: Jajaja ya ves. Hay personas que son una caja de sorpresa.

Cuando volvimos ya tenían la cena preparada, nos sentamos en las toallas y comenzamos a cenar. Todo era normal, nos lo pasábamos bien. Juan se pasó toda la noche mirando a papá y yo evitaba mirar a mamá, ya que, si lo hacía, su cara de circunstancia me hacía reír. Cuando terminamos todo recogimos y nos fuimos.

Cuando estábamos cerca del hotel, Juan paró un momento el coche y le dijo a papá:

J: Si quieres podemos llevar a las chicas al hotel y los hombres nos vamos a tomar una copa.

P: Tranquilo, no es necesario, estoy cansado, mejor me voy al hotel.

M: ¡No! Tú te quedas. Nosotras vamos a tener una noche de chicas. ¿Verdad cariño?

Y: Sí claro, por mí no hay problema papá, pásatelo bien y disfruta.

J: Amigo, veo que las tienes bien enseñadas.

En cuanto llegamos al hotel, mamá y yo nos bajamos del coche, no sin antes dedicarle una bonita sonrisa a papá, que, con la mirada, nos decía que le ayudáramos. Subimos a la habitación y nos duchamos, después nos tumbamos en la cama.

M: No he sabido nada de papá, seguro que se lo está pasando genial jajaja

Y: ¿Mamá no te preocupa que pasé algo entre papá y Juan?

M: Que haga lo que quiera, ya es mayorcito.

Y: Pero papá que yo sepa no es gay.

M: No, pero a la hora de meterla, le da igual que sea el coño de una mujer o el culo de un hombre. Además, a tu padre esto le viene bien, que otro macho le suba el ego.

Y: Y tan macho, no he escuchado a un hombre decir tantas chorradas machistas en mi vida.

M: Los hay tan machos que luego van pidiendo que les follen el culo a gritos.

Mamá cogió su móvil y le mandó un mensaje a papá, preguntándole como iba la noche, a los pocos minutos le contestó: “Ya que no me has querido ayudar he tenido que hacer esto yo solo” y una foto de la polla de papá follándose el culo de Juan.

M: ¿Has visto que bien se lo pasa?

Y: Ya veo

M: Sabes que te digo que nosotras también y le vamos a grabar un pequeño video y se lo vamos a mandar.

Mamá, se acercó a la tele, donde estaba la cámara, la activó y volvió a la cama conmigo. Comenzó a besarme mientras me quitaba la poca ropa que llevaba puesta. Siguió besándome todo el cuerpo, deteniéndose en mis tetas, luego continuó bajando hasta que llegó a mi coño, donde se detuvo a chuparlo, sin prisa, pero de manera salvaje. Mi orgasmo comenzaba a acercarse, otra vez, ya no se las veces que fui capaz de correrme en un día, ella seguía, más y más rápido, hasta que paró. Se levantó de la cama, se quitó toda la ropa y fue a buscar algo. Cuando volvió, traía un vibrador en la mano, miró a la cámara y se lo mostró como si alguien la estuviera viendo.

Volvió a tumbarse a mi lado, mientras encendía el vibrador, me hizo doblar una pierna, para poder sentarse sobre ella, dejando su húmedo coño completamente pegado a mi muslo. Al igual que hizo antes con su boca, comenzó a pasarme el vibrador por todo el cuerpo, a la vez que ella comenzaba a moverse lentamente sobre mi pierna. Cuando el vibrador llegó a mi coño, ella se movía con más rapidez. Me lo metía unos segundos y luego se lo metía ella, mientras seguía frotándose con mi pierna, todo esto mirando a la cámara. Así estuvimos cerca de 15 minutos, hasta que nos corrimos las dos prácticamente a la vez.

Mamá se levantó y con su móvil, vio el video que había grabado, con el programa que tenía, seleccionó el principio y se lo mandó a papa, con un mensaje que decía “si quieres ver el resto, vuelve con nosotras”. No pasaron más de 10 minutos, cuando llamaron a la puerta, era él. Según entró lo primero que pidió fue ver el vídeo, pero mamá no se lo puso fácil.

M: Antes de ver el video, responde a nuestras preguntas.

P: A ver, preguntar lo que queráis.

M: ¿Te has vuelto gay?

P: ¡Que va!, Si es la primera vez que tengo sexo con un hombre,

M: ¿Te ha besado?

P: No

M: ¿Se la has chupado?

P: No

M: ¿Solamente se la has metido?

P: Sí

M: ¿Te parece bonito, quitarle el novio a tu hija?

Y: Jajaja, mamá ese no es mi novio. No tengo interés en él

M: Lo sé, es un gilipollas el tío, pero nuestra idea es que te lo tirarás tú y no tu padre.

P: ¿Bueno, me dejáis ver el vídeo?

M: Primero dúchate y luego nos lo pensamos.

Mientras papá se duchaba, mamá y yo no parábamos de hacer bromas sobre el nuevo novio de papá, él no se reía mucho, pero no decía nada, para poder ver el video.

Cuando por fin estábamos los 3 en la cama, papá por fin vio el vídeo. No pasaron más que segundos, cuando se le puso dura de nuevo y mamá y yo no dudamos en metérnosla en la boca.

El día había sido muy largo, frustrante y divertido a la vez, había descubierto muchas cosas de mis padres, las cuales jamás hubiera imaginado. Nuestras vacaciones empezaban a terminar, apenas nos quedaban dos días, los cuales pasamos los tres juntos, como una familia normal para el resto de la gente.

De Juan no volvimos a saber nada, salvo una vez que le escribió a papá, preguntándole si quería volver a quedar, a lo que mi padre contestó que no. Con el resto de la gente, seguimos teniendo contacto, no nos hemos vuelto a ver, pero no descartamos volver el año que viene al mismo lugar de vacaciones.

Dicen que el viaje de vuelta siempre es más triste y aburrido, que el de ida, pero sin embargo para nosotros no fue así.

Continuará…

Pueden escribirme a mi email: [email protected].

(9,25)