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Vacaciones infieles

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Los fines de semana iba a la costa durante el verano. Mi señora y mi hijo, permanecían todo el verano en nuestra casa de San Bernardo. Yo viajaba los sábados por la mañana y me quedaba hasta el lunes. Como tenía menos trabajo en el estudio, decidí salir el viernes después del mediodía, ya que mi señora estaría sola, pues mi hijo se había ido a Santa Teresita por unos días con mi hermana para estar con mis sobrinos, también de 8 o 9 años.

Llegué a las 6 pm y como tenía que cambiar el aceite al auto, lo dejé en la estación de servicio y me fui caminando a casa. Como Mercedes no respondía al timbre (las llaves las dejé en el automóvil), pasé por el garaje descubierto al fondo y durante nuestra estadía dejábamos una llave del fondo escondida bajo un macetón. Entré por el lavadero y pasé al baño esperando a mi señora que estaría haciendo algún mandado. Cuando bajaba de la planta alta, sentí que por el frente, entraba Mercedes. Escuché su voz conversando con alguien.

-Te agradezco que me acompañes con la mercadería -decía ella- Estoy sola en casa y mi marido llega mañana.

Me asombró ese comentario y la voz melosa con que lo dijo. Decidí estar en silencio y escuchar la conversación entre mi esposa y el muchacho ayudante del súper. Un muchacho de más o menos 25 años que con su remera camiseta y un short holgado permitía notar un cuerpo trabajado de gimnasio.

-Su esposo la deja sola a una mujer tan atractiva -dijo el muchacho mientras dejaba los paquetes sobre la mesada- yo la cuidaría mucho y la atendería con más atención.

-¿Me consideras atractiva a mis 36 años? -y agregó con voz cómplice- ¿a qué te refieres con atender y más atención?

La muy guacha, estaba coqueteando con el muchacho. Se había apoyado en la mesa y el vestido corto y abrochado al frente permitía ver la buena figura de ella, gracias a sus horas de gimnasio. Los dos botones superiores desprendidos, permitían ver el nacimiento del busto firme y redondeado.

Yo estaba en silencio esperando los acontecimientos, algo excitado por el desarrollo de las cosas.

-Muy atractiva -aseguró- y atenderla y darle atención es esto:

La tomó bruscamente por los hombros, la atrajo para con él y buscó su boca ansiosamente. Mercedes no se defendió y dejó sus bocas unidas en un beso salvaje y brutal. El, tomando los cabellos castaños de ella, apartó el rostro de ella y mirándola agresivamente le dijo:

-Esto lo estas necesitando, perra -y añadió- y quiero dártelo ahora.

Metió su mano libre bajo la falda y hurgó su trusa, acariciando su vagina y dedeándola con frenesí.

-Soy una mujer casada. Debes respetarme -le pidió sin mucho énfasis.

-Te voy a respetar -aseguró- Cogiéndote como te mereces.

-Eres un hijo de puta -y agregó- me estás violando.

-Si -dijo- y te gustará y espero que lo goces.

La levantó en vilo y la acostó sobre la mesa de la cocina. Levantó su falda y le arrancó la tanga biquini. Desprendió los botones dejando al descubierto los hermosos pechos de Mercedes, los que succionó y mordió los pezones con voracidad.

Yo veía a mi esposa gozando este ataque, y no podía creerlo. La escena que tenía frente a mis ojos, asombrosamente me excitaba y contemplaba el desarrollo en silencio.

El muchacho con su miembro erecto la penetró con violencia y pasión. Comenzó un mete y saca y luego de algunas embestidas, vi que mi esposa respondía moviendo su pelvis frenética.

-No te detengas -gritaba -quiero sentirte dentro mío. Me vengo... ahhh... así… así Dios mío ¡estoy acabando hijo de puta!!!

-Yo también estoy para acabar -dijo el muchacho- chupámela ahora.

Sacó su pene de la vagina de Mercedes y esta, arrodillándose metió el miembro en su boca, para que él eyaculara intensamente.

No sabiendo cómo reaccionar ante todo esto, decidí salir en silencio por el fondo. Iría a la estación de servicio a buscar el automóvil y dejaría pasar algo de tiempo antes de simular que recién llegaba.

Esperaría los acontecimientos futuros para tomar alguna actitud. Mi mente era un cúmulo de confusiones y vería en tiempo futuro que indicarían los tiempos.

Danino

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