Nuevos relatos publicados: 11

Yoli, la amiga de mi hermana

  • 10
  • 20.842
  • 10,00 (2 Val.)
  • 0

Estamos a final de los años 80, yo acabo de cumplir de 18 años, juego en un equipo semiprofesional de volley y hace un par de meses que he empezado a salir con Vanessa, uno de esos mitos sexuales de instituto. Ella es una preciosidad. Una tía con una estética de las top modelos de la época. Alta, rubia de ojos verdes, labios carnosos y unas tetas que eran la envidia de ellas y el sueño más húmedo de ellos. Vane tenía 3 años más que yo y tú e la suerte de que se encaprichada de mi. Y es que nunca le faltaron tíos mayores que yo para follar. Se decía que siendo una adolescente había estado liada con un casado de 30 años. Cómo ven todo era muy del estilo de aquellas maravillosas décadas 80/90.

En mi situación, estaba que no me lo creía. Yo, saliendo con una tía mayor y cuerpo de modelo. Una Claudia Schiffer a la que le iban los jovencitos. ¿Qué más podía pedir? Me pegaba todo el día empalmado. Fóllabamos todos los días que podíamos como putos animales. Por esos años yo estaba bastante bien. Era (soy) muy alto y el volley estaba con ella do un buen cuerpo. Piernas fuertes, abdomen definido, brazos marcados, y además calzaba bastante bien. Éramos una pareja muy popular.

Estábamos estudiando y, los fines de semana, trabajamos en bares de copas. Yo poniéndolas y Vane de go-go en una disco. Al final de la noche nos veíamos, nos metíamos en su coche y acabamos en el parking de un centro comercial follando. Me encantaba cuando empezábamos enrollando en los asientos delanteros para luego pasarnos atrás. Vane se sentaba a horcajadas sobre mi. Nos comíamos la boca mientras íbamos desnudarnos mutuamente. Sus tetas eran dos maravillas de la naturaleza. Estoy por asegurar que eran las tetas mas perfectas de la humanidad. Grandes, redondas, muy bien puestas. Con una aureola totalmente redonda de tamaño medio y color marrón muy claro. En el centro un pezón grueso apuntando al cielo. Podía llevarme todo el tiempo del mundo comiéndome los. Succionandololos. Tirando de ellos con los dientes mientras con la mano le acariciaba la otra teta.

A Vane le encantaba que le comiera las tetas. Gemía de placer agarrándome la nuca y moviendo su cadera para frotar su coño por el bulto que se marcaba en mi pantalón. En más de una ocasión la humedad de su sexo acabó mojando más que sus braguitas negras de encajes. Llegaba un momento en que se disparaba. Me quitaba la camiseta y se la zaba a morderme el cuello, el pecho. Yo le levantaba la faldita y le agarraba las nalgas.

Como una fiera sexual me abría el pantalón para liberar mi polla, después se echaba un poco hacia atrás, se retiraba las braguitas a un lado y colocando sus dedos, anular y corazón en V, se separaba los labios vaginales para ver como mi polla se le iba incrustando. Según la estética de la época, Vane tenía una frondosa mata de pelos en el coño. Me encantaba ver como mi rabo se iba adentrando en aquel conejo peludo y tragón:

-Dios... qué pollón tienes cabrón...

No podía evitar darle un golpe de cadera después de orilla decir eso. Vane comenzaba a cabalgar como una profesional sobre mí polla, gritando como si la estuvieran atravesando. En más de una ocasión otras parejas aparcadas cerca de nosotros debieron oírla. Alguna vez le pregunté si no le daba vergüenza que la oyeran y me decía que le daba mucho morbo que alguien reconociera su coche y supiera que se estaba calzando una buena polla. Y es que Vanessa era muy guarra. Justo después de correrme a ella le gustaba quitarme el condón, dejar caer la corrida sobre mí polla y limpiarmela. Así era mi vida en el año 89.

Una tarde llegué a casa y entré directamente al baño porque había quedado con Vanessa. Había hablado por teléfono y nos habíamos calentado. Entré en la ducha y dejé caer el agua sobre mi cuerpo. La conversación e imaginar cómo me follaría a mi novia más tarde hizo que me empalmara. Esto me llevó a hacerme una paja brutal sintiendo como el chorro de agua caliente caía sobre mí polla. Varios chorros de leche salieron disparados para impactar contra la pared. Quedé un poco más relajado pero a esa edad, mi nivel de testosterona eran excesivo de manera que mi polla no llegó a relajarse del todo y quedó morcillona.

Salí de la ducha pero antes de alcanzar la toalla la puerta se abrió y apareció precipitadamente Yoli, la íntima amiga de mi hermana. Ambos quedamos parados, mirándonos. La chica me observaba de arriba a abajo. Recreando se en mi cuerpo trabajado con el entrenamiento y mi enorme polla semi relajada. La verdad es que la visión debió impresionarla. Entre mis piernas de jugador de volley Lucía un pollón morcillón de más de 20 centímetros con el capullo, gordo, asomando. La situación se me hizo tan morbosa que no pude evitar volver a empalmarse. Ante los ojos de Yoli mi polla fue adquiriendo dureza y levantándose. Fueron dos segundos eternos los que estuvimos mirandonos hasta que por fin reaccioné:

-¿Entras o sales? -Le pregunté orgulloso de exhibirse ante la amiga de mi hermana.

Yoli salió precipitadamente. Cinco minutos después salí del baño vestido y arreglado para ir a ver a Vane, mi novia. Llegué al salón para despedirme y avisar a Yoli de que ya podía entrar en el baño. Yo le sonreí y ella se ruborizó de manera exagerada. Mi hermana no entendió nada y desconozco si Yoli le dio alguna explicación pero desde ese día mi relación con su amiga fue morbosa. Aquella tarde-nochee follé a Vane con más ganas. De manera más morbosa. Lo hicimos en su dormitorio aprovechando que sus padres habían salido. En su cama me tumbé sobre ella y se la metí tan fuerte que Vane estuvo a punto de caer desmayada:

-Vaya follada cabrón... Joder, hoy vienes como un animal.

La imagen de la amiga de mi hermana embobada viendo mi polla crecer era una imagen que se me había quedado grabada en la mente. Y no es que Yoli estuviera mejor que mi novia, ni mucho menos. Era una chica de belleza normal, pelo castaño y corto. De cuerpo delgado y pocas tetas. Lo más llamativo era su bonita sonrisa de boca grande y un buen culo. Pero nunca me habría fija en ella de no haber sido amiga de mi hermana no haber sufrido el "incidente". Nos conocíamos desde hacía muchos años. Casi desde niños llevábamos viéndonos por mi casa pero nunca había surgido nada entre nosotros y ahora la tenía plantada en mi mente produciéndole una extraña sensación morbosa.

Durante los siguientes días, cada vez que nos cruzábamos en mi casa, Yoli me miraba con lascivia camuflada bajo un rubor vergonzoso. Yo le sonreía orgulloso de haber exhibido mi "hombría" ante aquella amiga de la familia. Todo se precipitó una tarde. Llegué a casa y no encontré a nadie. Ni mis padres ni mi hermana. Los primeros habían salido con unos amigos y volverían muy tarde. A mi hermana la supuse en casa de Yoli. Me dispuse a ducharme. Justo en el momento de entrar en la ducha sonó el timbre. Al estar desnudo hice caso omiso y pasé. Pero la insistencia me enfadó hasta el punto de cabrearme. De manera que me envolví una toalla a la cintura y con paso firme y ceño fruncido me dirigí a la puerta. El visitante seguía golpeando el timbre de forma obsesiva. En mi cabeza iba preparando los insultos que pensaba decirle. Al abrir vi a Yoli...

De inmediato la situación se volvió tremendamente morbosa. Yo solamente tapado con una toalla en la que se abultaba mi polla siempre morcillona. En el descansillo de la escalera de mi casa Yoli, la hermana de mi hermana, mirándome sin decir nada:

-¿Qué quieres Yoli?

-¿Está tu hermana? -me preguntó con un hilo de voz.

-No, no está. Creí que estaba contigo. -Y me dispuse a cerrar la puerta.

-Espera -empujó Yoli la puerta para que no cerrará -¿puedo pasar?

La amiga de mi hermana entró en casa y cerré tras ella. Había poco que explicar. Nos miramos y Yoli se abalanzó sobre mí para comerme la boca. Yo le correspondía de manera morbos. Nuestras lenguas se entrelazaban y las manos de cada uno corrían por los cuerpos del otro. Yoli tiró de mi toalla dejandome desnudo. Mi polla lucía totalmente erecta a estas alturas. Yoli no pudo contenerse y la agarró. Aún hoy recuerdo la suavidad de su mano intentando abarcar el grosor. Su torpe movimiento masturbatorio que delataba su falta de experiencia. Entre morreos y caricias llegamos a mi habitación. Nos tiramos en mi cama y comenzamos a retozar. Rodamos abrazados. Besándonos. Agarrandonos.

La verdad es que Yoli no tenía un mal desnudo. Sus tetas eran pequeñas y con la aureola y el pezón marrón muy oscuro. Pero no tenía mal cuerpo, su coñito lucía cubierto por un pequeño triángulo de rizos negros mucho menos abundante que Vane, mi novia. Llevé mis dedos hasta su rajita y comencé a acariciarla. Separaba sus labios y pringaba mis dedos con su flujo caliente y viscoso. Después los llevaba hasta su clítoris. Comencé a masturbarme y ella hundió su cabeza en el hueco entre mi cuello y mi hombro evitando así gritar por el placer. Sentía mi polla ardiendo y mi capullo latía. El morbo de follarme a la íntima amiga de mi hermana me tenía excitadisimo.

Me incorporé para alcanzar la caja de condones que guardaba en mi mesilla de noche. Abrí el envoltorio y comencé a desenrollar la goma sobre mí polla. Yoli me miraba con ojos sorprendidos al comprobar el tamaño de mi miembro en todo su esplendor. Por fin me coloqué sobre ella:

-Espera, espera.... -Me detuvo ella con voz temblorosa -Es que... Todavía soy virgen...

Le sonreí y la besé. Trataba de tranquilizarla. Era la primera chica a la que iba a desvirgar y encima era amiga de mi hermana. Me acomodé sobre ella y con la mano guié mi polla a la abertura de su chochito. Ella abría las piernas todo lo que podía. Sentí el calor de su rajita en mi capullo através del condón. Hice presión contra aquella vagina cerrada y pude notar como poco a poco fui derribando la barrera que la mantenía virgen. Yoli me pedía que parase porque le dolía. Qué no le cabía. Qué la tenía demasiado grande. Me detuve y comencé a besarla de nuevo. Quería tranquilizarla para ñodermela follar.

De nuevo lo volvía a intentar. Y ahora no me detuve hasta que mi polla atravesó el coño rompiendo el himen de la amiga de mi hermana. Un grito de ella unido a unos arañazos en mi espalda me hicieron saber que la había desvirgado. Lentamente empecé a bombear. Sientiendo como la estrechez del recién estrenado canal vaginal de Yoli apretaba el grosor de mi polla de caballo. A cada movimiento de cadera, ella intercalada gemidos de placer con gritos de dolor. Podría mentiroso y decir que ella era una auténtica diosa del sexo y el polvo fue de película porno pero no. Fue un polvo adolescente, torpe y rápido.

Ella me pidió que parase porque le dolía el coño. Yo conseguí correrme pero nada que ver con las folladas que tenía con Vane pero el morbo de la situación fue insuperable. Acaba de desvirgar a la amiga de mi hermana. Años después Yoli me confesó que fue la situación más morbosa de su vida. Sin llegar a tener una relación volvimos a follar varias veces más en los años siguientes. Yo ya no estaba con mi novia y ella había tenido otras relaciones. Estos encuentros seantuvieron durante la siguiente década. Nos convertimos en follamigos. Eso sí, nunca nadie supo que lo hacíamos. A día de hoy, superando ambos la cincuentena y con muchas experiencias a las espaldas nadie sospecha que yo fui quién la desvirgó.

(10,00)