Iba a mi último año de secundaria cuando esto me sucedió, tenía 19 años recién cumplidos, senos grandes y un culo bien definido.
En ese entonces estaba enamorada de mi preceptor Gastón, un hombre de 32 años, piel morena, ojos oscuros, cabello marrón y barba de su mismo color de pelo, tenía buenos músculos en sus brazos y piernas, siempre usaba ropa deportiva, con los pantalones que él llevaba puesto se le podía observar un buen bulto.
Solo para que lo sepan un preceptor es la persona encargada de organizar los asuntos de todo un curso de alumnos, por lo tanto, Gastón era muy cercano a mí, él era el que nos avisaba cuando entrábamos más tarde, a que hora salíamos y se quedaba con nosotros cuando teníamos una hora libre.
Esa tarde yo no quería entrar al aula, tenía una hora de geometría y odiaba esa materia con todos esos triángulos sin sentido alguno, escuche la campana que anunciaba que cada quien tenía que entrar a su salón, pero lo que hice fue ir al piso de arriba.
Me encontraba paseando por el piso de arriba, entraba en cada salón para ver las pinturas de las paredes, luego de unos minutos empecé a sentir la voz de Gastón gritando mi nombre.
Salí del aula donde estaba escondida porque escuché sus pasos acercándose y fui corriendo hacia el otro pasillo sin ser vista por el.
Luego de unos segundos volví a sentir su voz, corrí hacia la derecha y él apareció al frente mío.
-Zara, debes ir a tu salón, tienes clase de geometría.
-Odio esa materia, no voy a ir- le respondí, intente correr otra vez, pero él me tomo de la cintura y me puso contra la pared.
-He dicho que fueses al salón- me dijo Gastón, puso su mano en mi cadera y la subió hasta acariciarme el rostro.
-No- en este momento fue cuando decidí ser más seductora y eleve una de mis piernas y se la enrede en su cintura mientras él con su mano libre me empezó a acariciar el muslo suavemente.
-Estás perdonada, hermosa- me dijo Gastón empezando a besar mi cuello.
Yo le acaricié la espalda, él se apretó más todavía contra mí y pude sentir que su pene ya estaba duro.
Me empezó a besar el cuello más apasionante y yo le toque sus marcados abdominales por debajo de su camisa.
Le quite lentamente su camisa negra hasta que quedo con su maravilloso torso desnudo, lleve mi mano hasta su erección, cuando le toque su miembro fue que me decidí a bajarle su pantalón deportivo.
Él se quedó solo con su bóxer azul hasta que yo me puse de rodillas y le quite su ropa interior, al fin le pude ver su miembro y confirme lo que siempre he pensado, la tenía grande, era un pene que podía hacer gozar a cualquiera, le di un par de besos en la pelvis antes de pasarle mi lengua por su pija hasta llegar a la cabeza de la misma.
Le dedique unas buenas lambidas a la hermosa cabeza de ese imponente miembro, esta siempre ha sido mi fantasía desde que lo he conocido a Gastón, aunque también admito que todo esto es una locura, pues, le estaba chupando la verga a mi preceptor en un pasillo del piso de arriba del colegio, igualmente esta situación me causaba un morbo impresionante.
Cuando me metí ese gran pene a la boca, empecé a chupárselo con total frenesí, como lo hice muchas veces en varias de mis fantasías, se lo lambía y lo acariciaba a la vez, mi lengua hacia una danza perfecta alrededor de esa pija, parecía que se la hubiese chupado hace mucho tiempo y esto recién había empezado.
Gastón estaba sintiendo mucho placer, eran mayores sus suspiros y hacía comentarios morbosos sobre lo bien que se la estaba chupando.
Gastón se encargó de hacer más delicioso y frenético el sexo oral cuando me tomo del cabello y el mismo me empezó a embestir mi boca con movimientos de su pelvis mientras yo se la seguía chupando.
Estuvimos así durante varios minutos hasta que él me saco su pene de mi boca y me dio un apasionado beso en los labios, ese fue el beso que yo tanto espere y con el cual he soñado durante noches enteras.
-Te voy a hacer un oral- me dijo.
-¿Aquí mismo?- le pregunte.
-Si, aquí mismo, en este solitario pasillo- me respondió quitándome mi pantalón junto con mis bragas.
Eleve ambas de mis piernas y las puse sobre cada uno de sus hombros separándolas lo más que pude.
Se inclinó y me dio las primeras lambidas por encima de mi vagina, luego encontró mi clítoris y lo tocó con la punta de su lengua antes de hundir la misma dentro de toda mi vulva.
Cuando toda su lengua estuvo bien adentro me empezó a penetrar rápidamente la vagina con ella y sus lambidas, hasta podía sentir el suave contacto de su nariz entre mis labios vaginales que estaban siendo estimulados, le acaricie su cabello y le hundí mucho más la cabeza.
Luego de unos minutos me la seguía chupando, pero también me daba pequeñas mordidas que me resultaban indoloras y muy placenteras, eso hizo que me viniera rápidamente.
Gastón me quito mi camisa dejando mis senos al aire libre, luego dijo que me subiera arriba de él enganchando mis piernas alrededor de su cintura y me puso contra la pared, mi culo quedó encima de su verga, hizo un movimiento hacia arriba con su pelvis y me penetro, yo me acomodé mejor y puse mi rostro hacia un costado apoyándolo a la pared mientras me entregaba al ritmo de las embestidas de mi atractivo preceptor.
Gastón tenía una vitalidad increíble, era muy bueno cogiendo, de esos hombres que te pueden hacer gozar un día entero, su verga ingresaba en mi culo con rapidez y lo estaba haciendo con mucha velocidad, yo podía sentirlo todo y mis gemidos lo confirmaban.
Aún no podía creer que estaba teniendo sexo duro en el colegio.
Luego de estar embistiéndome durante varios minutos cambiamos de posición, nos acostamos ambos en el suelo y me metió su verga de costado, mientras me agarraba de mis senos para poder darme bien duro como ya se estaba acostumbrando a hacer conmigo, aunque yo estaba encantada de ser su esclava sexual, si ese hombre quería que tuviéramos sexo todos los días se lo cumpliría sin pensarlo dos veces.
Antes de que él eyaculase saco la pija de mi agujero, yo pensé que iba a acabar dentro mío, sin embargo donde acabo fue en todos mis senos y un poco en mi rostro.
-Luego se te va a secar- me dijo.
Le di un beso más en los labios y me confesó que ahora yo era su alumna favorita y que quería tener relaciones conmigo varias veces.
Yo acepte a todo esto encantada de la vida. Durante el transcurso de mi último año de colegio he cogido bastante con ese hombre.
Ese no fue el único lugar en el cual mi preceptor y yo tuvimos intimidad, también lo hicimos en la biblioteca del colegio, en mi aula y en la sala de preceptores, pero esas son historias que serán contadas en otras ocasiones.