Profesora particular (10): Mi clase a padre e hijos

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Este mediodía, apenas ha terminado la última hora de clase en la universidad que he salido hacia la casa de Luca y Juani. Mis mejores compañeros se han quedado para ir al bar a comer y pasar el rato y me ha sabido mal no poder estar con ellos. Pero no quisiera que Lucas se enfadara y enseñara a mi novio y a mis padres las imágenes que me comprometen. Veo que llegaré a la hora, aunque a costa de no poder tomar nada antes. Espero que al menos en eso, Lucas sea educado y me dé algo que comer. Me muero de hambre.

Hoy no visto muy sexy porque no quería llamar la atención en la universidad. No sé si eso va a gustar a Lucas, me temo que no. Pero bueno, al menos cumplo lo de usar un tanga, el más pequeño que tengo. De hecho, hace tiempo que ya no me lo ponía, es de cuando era adolescente, poco más que una niña. Por poco que separe las piernas deja mis labios a la vista. Esta mañana, antes de salir a clase, me he depilado bien ahí abajo y mi pubis parece el de una muñequita.

Pienso en lo que pasó ayer con sus dos hijos y me pongo cachonda. Ya llego y llamo al timbre.

-¡Esther, hola guapa!

-Hola, Lucas.

-Debo reñirte por no venir a la hora.

-Aún no son las dos y media.

-Sabes que quería que vinieras a las dos.

-Pero ya te dije que eso es imposible. No termino hasta las dos. Y me he apresurado a venir. Enseguida. Casi corría por la calle.

-No estoy nada contento. Tampoco me gusta como vistes.

-Lucas, por favor, sé más amable conmigo. O si no…

-Si no, ¿qué?

-Pues que me voy a ir.

-Sabes que no te conviene. Pagué mucho dinero al Señor Garboz para que no enseñara las fotos a tu familia ni al cornudo de tu novio.

-¡No le llames cornudo!

-¡Pero sí es lo que es! Y tú, mi putita.

-Oye, basta ya. Mira, te voy a dar todo el dinero que pagaste a ese caballero y ya está. Ya sabes que mi familia es rica también.

-No, no quiero tu dinero. Te quiero a ti. Ya te digo, que seas mi putita.

-Como me vuelvas a insultar, me largo.

-Va, venga, no te enfades. Pero el próximo día, viste más sexy cuando vengas a verme.

-No, no podría. Sabes que vengo de la universidad y no quiero que allí todos piensen que… o sea… que me vean vestida como una…

-Como lo que eres. Una cerdita caliente que le gusta enseñar a todos su cuerpo.

-¡Pues no! En eso te equivocas. Pero bueno… hice lo que me mandaste y… me puse un tanga muy pequeño.

-¿A sí? Bueno, eso está bien. A ver… quiero que me lo enseñes.

-No, no, espera. No he comido nada. Deja que primero almuerce algo. Y luego te enseño el tanga.

-Esther, aquí las órdenes las tomo yo. Esta es mi casa. Así que, primero, bájate los pantalones y enséñame el tanga. Y luego te doy de comer.

Me desabrocho la cremallera y me bajo el pantalón hasta los muslos y muestro mi tanga de niña a Lucas. Se ve que le gusta porque se relame y aparece un bulto en su pantalón. Noto que mi vagina rezuma y pronto empaparé el tanga. Así que le digo:

-Vale, ya está, ahora deja que coma algo.

-Espera, espera. Vas a comer, te lo prometo. Pero quítate el pantalón. Vale, así, muy bien. A ver, date la vuelta. ¡Perfecto! Enseñas todo el culo. El tanga es de puta, puta.

-No, en eso te equivocas. Es solo que… o sea… lo llevaba cuando era más niña y… pensé que te gustaría.

-¡Me encanta! Claro, ahora tienes el culo más grande y redondo.

-¡Es que ahora soy una mujer!

-Y que lo digas: ¡una buena hembra!

-Va, ahora me das algo de comer.

-Primero quiero ver tu sostén. ¿También es de adolescente?

-No, no me iba a caber el pecho. O sea…

-¡Ya, claro, también tienes unas buenas tetas de mujer!

-Pues sí, así es.

-Y sabes que me encantan ¡A ver, va!

Me quito el jersey y me quedo ante él solo en ropa interior.

-Hija ¡es que estás muy buena! ¡Pero que sea la última vez que vienes con un sostén tan poco sexy! ¡Mira qué hago con él!

-¡No, Lucas!

Me quita el sostén sin ningún miramiento y lo tira a la papelera. Me deja con las tetas al aire y solo con el tanga minúsculo y además, ya muy mojado.

-Enseguida te doy de comer, pero antes te castigaré por no llegar a las dos y por no vestir sexy. Hala, ven aquí conmigo, túmbate en mi regazo, vale. Sí, así, buena chica.

Me da unos cuantos cachetes en el culo, primero en una nalga y luego en la otra.

-Vale, ya tienes el culo enrojecido, me gusta. Unas cuantas nalgadas más y… oh, pero… ¡si estás manchando mi pantalón con tu flujo de calentorra!

-Lucas, lo siento ¡es que como las bragas son tan, tan pequeñas!

-Pues eso merece que te castigue un poco más.

-¡No, por favor, que me va a quedar el culo rojo y mi novio se dará cuenta!

-Pues no se lo enseñes. I si no, que se entere de con qué clase de chica está.

-¡Lucas! ¡Ay! ¡Ya basta!

-Va, sí, ya está. Y ahora… ¡Vas a comer!

Se abre la cremallera del pantalón y se saca el miembro. Me aparta un poco y me pone de rodillas y me empuja la cabeza hasta la punta de su pene empinado.

-No, no, Lucas, deja que primero coma, de verdad.

-Sí, sí, venga, come mi nabo. Mira qué grande está y es todo para ti.

-¡Lucas! De verdad que…

-Venga ¡a comer!

Me presiona la cabeza y no puedo evitar que penetre mi boca con su glande. Aunque no quiero sentirlo así, me agrada el sabor de su verga y también los líquidos preseminales que saboreo con hambre y con placer. Al cabo de unos pocos minutos, solo deseo que eyacule en mi boca para beberme su lefa caliente. Pero él sigue follando mi boca. Para darle más placer y que se corra de una vez, le agarro sus testículos y hago para que me quepan en mi boca junto a su pene, pero ni así, él resiste. Por lo menos, no deja de emitir líquido preseminal que me trago con gusto.

Le acerco una mano a mi culo y la otra a mi sexo y, como el microtanga no supone ningún obstáculo, hago que me penetre con todos sus dedos, cinco en cada agujero. Eso hace que yo empiece a correrme incontables veces y emita una sinfonía de suspiros y gemidos, con más un grito de placer. Eso me molesta porque da la razón a Lucas en que soy una chica muy caliente y que me gusta el sexo. Pero no puedo evitar sentir tanto placer.

-Vale, ya está, Esther, levántate.

-Pero papi, si tú todavía no… o sea…

-Estoy muy excitado, pero no me quiero correr en tu boca. Ven, espera que me baje el pantalón. Vale, siéntate encima de mi polla, hija.

-¿Encima de tu polla?

-Sí, tú te has corrido no sé cuántas veces y ahora me toca a mí correrme. Y quiero hacerlo dentro de ti.

-En la boca, mejor. Y así me trago tu esperma, que tengo hambre.

-No, no. Quiero follarte bien y que tú te sigas corriendo mientras te follo. – me agarra por las caderas y me acompaña para que me siente encima de él – Venga, Esther. Escoge el agujero, tu coño o tu culo.

-No, el coño, no, Lucas, que sabes que tengo novio y… bueno… o sea… que mi vagina es solo para él, no quiero serle infiel.

-La verdad es que tengo ganas de follarte bien el coño. Pero bueno, de momento, respeto que no quieras. Más adelante, otro día, te lo follaré bien. ¡Y seguro que te gustará!

-No, Lucas, contigo no ¡eso nunca!

-Ya veremos, ya veremos. Va, pues, aparta el hilillo del tanga y sienta tu culo en mi polla. Vale, sí, muy bien, ya lo tienes bastante abierto porque te lo he follado tanto rato con mis dedos.

-Sí, hum, ah… hum… ya… ya siento la cabeza de tu polla en mi ano… ¿te gusta, Lucas, te gusta mi culo?

-¡El mejor, tu culo de puta es el mejor! ¡Oh, cuánto placer!

Mi cuerpo casi va saltando en el falo de Lucas que entra hasta el fondo y luego casi sale por completo rítmicamente, ahora dentro, ahora fuera. Mis pechos se balancean y bailan y él me los acaricia y juega con mis pezones. Yo vuelvo a correrme y tomo mi flujo con la mano y me lo acerco a la boca y lo sorbo. Encuentro que es muy sabroso y más cuando eyaculo cantidad de squirt, que también intento recoger para beberlo, pero la mayor parte va al suelo y sobre varios muebles que hay alrededor. Me acaricio el clítoris y mis orgasmos son incesantes, no sé durante cuánto tiempo.

Por fin, Lucas me llena las entrañas con su semen hirviente, aunque me sigue enculando un buen rato y yo disfrutándolo. Luego me arrodillo delante de él y me trago su miembro y lo chupo y relamo y me trago todo lo que puedo, con el sabor de su semen, de su verga y de mi culo. Al cabo de unos minutos de flacidez aún en mi boca, su pene vuelve a crecer y endurecerse y yo lo beso y mordisqueo y me alegra poder volver a sorber su líquido preseminal.

-Esther, eres tan cerda que ya me la has vuelto a poner dura.

-Es porque soy cariñosa contigo, papi. – le contesto con su pene en mi garganta. -A pesar de tu edad, tienes mucho vigor.

-Solo contigo, Esther. Con mi mujer, apenas se me levanta.

-Oh, ¡vaya! Me sabe mal… o sea…

-Ven, ven, venga, inclínate, pon los codos en el sofá, así, sí, y levanta el culo. Oh, qué visión, tu culo abierto y sonrosado para mí.

-¿Lucas, es que quieres volver a…?

-¡Sí, sí, por supuesto, te quiero volver a dar porculo!

-¡Venga, pues, sí, papito! – aparta el hilillo a un lado y él me escupe varias veces en el agujero para enseguida endiñármela hasta el fondo.

El constante mete y saca me pone a cien y de nuevo me corro como una loca. Él me acaricia el clítoris y me introduce varios dedos en mi vagina mientras yo le masajeo los huevos. Estamos así un buen rato y a mí me tiemblan las piernas de placer y agotamiento. No sé dónde ha ido a parar el tanga ni si hace mucho que no lo llevo puesto. Después de más de una hora, vuelve a correrse dentro de mí y yo todavía tengo fuerzas para volver a lanzar cantidad de squirt. Acompaña su eyaculación con palabras soeces, de puta y guarra para arriba. Pero mientras su pene está duro sigue enculándome con fuerza. Casi no me siento el culo de tanto tiempo de penetración. Las piernas apenas me sostienen.

-Esther, veo que ya casi son las cinco – por fin deja de encularme -No quiero que los niños me encuentren en casa, temo que pensarían mal de su padre. Así que, yo me voy a ir y tú, claro, tendrás que esperarles en la calle.

-Ya… entiendo. Oye, me has dado tanto porculo que me duele bastante. Y me tiemblan las piernas.

-Es normal, hija. ¿Qué quieres, con un culo así, tan irresistible? Me ha encantado follártelo tanto.

-Y a mí, sí, también, de verdad. Pero es que nos hemos pasado.

-Venga, ponte el jersey y esperas a los niños en la puerta. Vamos a salir.

-Antes me pongo el sostén y el pantalón y… -él los recoge y los tira dentro de un cajón -No ¿pero qué haces? ¡Lucas!

-No hay tiempo, hija. Con el jersey vas bien, es largo y no se te ve nada.

-Si solo me llega hasta la mitad de los muslos. ¿Y dónde tengo las bragas?

-Uy, el tanga te lo rompí hace más de una hora. No te diste ni cuenta con tanto placer que te di, guarrita. Luego lo oleré y lameré. Y me correré en él.

-¡No puedo salir a la calle si bragas, ni sostén ni pantalones! Oh, y además me resbala flujo y semen por el culo y los muslos.

-Va, ya está. Quizá alguien te verá el coño y el culo mientras esperas a mis hijos y seguro que te iba a gustar, marrana.

-¡Lucas!

-Venga ¡adiós, putita!

Se larga y me deja en la calle. Me siento desnuda y humillada. Me disgusta que, aun habiendo sido tan cariñosa, él me trate tan mal. Me muero de hambre y, disimuladamente, recojo flujo de mi vagina y esperma de mi ano y me lo voy tragando. El frío de la calle hace que tenga los pezones duros y se me marquen debajo del jersey. Un vecino llega y se me queda mirando hasta que me dice muy pícaro que si no quiero esperar, puedo acompañarle a su casa, que no está su esposa. La verdad es que es bastante atractivo y dudo de entrar con él, seguro que me iba a pasar el frío. Pero los chicos deben de estar a punto de llegar y no puedo. Quizá en otra ocasión.

-Has llegado pronto, profe.

-Sí, os estoy esperando hace un rato.

-Vale, pues vamos dentro, que tienes frío – Jorge me mira el pecho y se da cuenta de que voy sin sostén.

-Es que con este vestido tan corto… -dice Ángel.

-Más bien es un jersey largo… o sea…

-Te queda muy bien.

-Estás muy sexy, profe.

-¡Irresistible!

-¿Y también vienes sin bragas?

-Entremos y eso ya lo veréis.

No hacemos nada de clase de repaso. Los chicos quieren volver a encularme, pero no se lo consiento. Lo tengo muy escocido y además, se darían cuenta de que su padre me lo ha estado follando y lo tengo enrojecido, dolorido y rezumando de esperma. Así que me paso la tarde dejando que me mamen los pechos y me llenen el chocho con sus dedos mientras me acarician el clítoris y me besan en la boca. Evito cualquier intento cuando quieren meter sus dedos en mi ano y como justificación les explico que me duele porque ayer ellos dos me estuvieron dando tan duro. Son tan inocentes que se lo creen.

Vuelvo a tener varios orgasmos placenteros y cuando veo que ellos ya están muy excitados, me saco el jersey y les masturbo hasta que lanzan su abundante leche a mis pechos. Yo tomo toda su lefa y les digo que su leche es la más sabrosa cuando la voy recogiendo y me la voy tragando. Cuando ya tengo las tetas limpias, me siento en el sofá, me abro de piernas para enseñarles mi vagina sonrosada y húmeda y les hago una señal para que llenen mi boca con sus vergas y me penetren el coño cada uno con los cinco dedos de una mano. Con la otra, cada uno me magrea una teta.

De vez en cuando, acerco sus manos empapadas a mi boca y las chupo y sorbo mis ambrosías deliciosas. Mis orgasmos son continuos, pero ahora más suaves y sin squirt. Ellos se corren varias veces en mi boca y yo saboreo su leche tan rica y abundante y me la trago. Y así hasta más de las ocho, cuando vuelve a llegar su madre y casi me sorprende tragando las vergas de sus hijos mientras me masturban. Ella me vuelve a felicitar por mi dedicación y que no me importe alargar tanto la clase. Y eso que no sabe que estoy en su casa desde las dos y antes ya he hecho de maestra de su marido.

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