Mi mujer entregada a mi empleado (1)

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Comenzaré diciendo que soy un empresario de cierto éxito en mis empresas (tengo varias), mi mujer y yo ya somos de cierta edad (ella 51 yo 58). Nos casamos bastante jóvenes. Nuestra vida sexual siempre fue bastante fructífera y no nos frenábamos ante nada. Mi mujer siempre gozaba de una gran motivación sexual y cuando yo por cansancio o desgana no cumplía ella tenía suficiente material sexológico en un armario que siempre estaba cerrado con llave (para que los hijos y nietos no husmearan). Lo que más le gustaban eran los consoladores de buen volumen.

En ocasiones cuando nuestros actos se prolongaban siempre quería que acabase metiéndole el puño por el coño y así acababa teniendo un último orgasmo que le hacía gritar de placer. Aunque yo por mis diferentes viajes y reuniones de empresa, tuve ocasión de ponerle varias veces los cuernos, en cambio ella me consta que nunca llegó a ese extremo. Mi mayor fantasía comenzó a ser el verla a ella follada por otra persona, y así se lo hice saber en varias ocasiones.

Al principio se negaba en rotundo a llevar a cabo tal fantasía, pero después de ver varios videos de tríos, de cornudos, de infidelidades poco a poco fue cambiando de opinión. Así un día me dijo que si estaba interesado tendría que ser yo quien le buscase al hombre, con la condición que no fuese uno de nuestros amigos. Con el paso de los meses adquirí unas naves en una zona de Zamora con el fin que sirvieran de centro de logística para la distribución de mercancías diversas.

En esas naves estaba de encargado un hombre de 40 años soltero y de muy buen ver. Mis viajes a Zamora eran habituales y pronto entablé una buena amistad con el encargado. En una ocasión pude ver el buen tamaño de su pene al estar ambos cambiándonos de ropa en el vestuario. Su pene en reposo era muy ancho y de unos 20 cm. o sea que excitado podía ser un buen aparato de taladro. Esto me hizo pensar en lo que le gustaba a mi mujer una buena polla (la mía era normalucha, de 16:50 cm). Antes no lo mencioné, pero mi mujer se conserva muy bien, nadie le hecha 51 años, a lo sumo 40. Es delgada y de 1:62 metros.

Tenía que pensar en un plan. Le dije a mi mujer que tenía el candidato ideal, le hablé de su gran aparato, no solo por largo sino también por ancho y esto hizo que mi mujer tuviese por fin deseos sexuales con otro hombre (tal y como me contó más de una vez) estaba deseosa de que se lo presentara.

Por fin llegó la ocasión cuando teníamos que establecer un calendario de distribución y poner en práctica una nueva gestión de logística, era necesario ampliar la plantilla así que llame a Luis (así se llamaba) a mi casa un sábado, con el fin de pasar el fin de semana trabajando en varias estrategias. Solo lo cite a él y no al resto de la dirección de la empresa. Aquel sábado se presentó puntual a las 11 de la mañana, después de las presentaciones oficiales a mi mujer y tomarnos un refrigerio los tres justos pasamos a mi despacho Luis y yo donde estuvimos reunidos hasta la hora de comer.

En un momento dado salí del despacho y le pregunté a mi mujer que le parecía ella por toda contestación sacó la lengua pasándosela por los labios, como símbolo que le gustaba. Después de comer pasamos a la salita a tomar el café y unas copas. Mi esposa dio permiso al servicio para que se tomasen la tarde libre pues ya no era necesario su servicio y nos entretuvimos en conversaciones banales. Mi esposa se había puesto una ropa muy sexi que dejaba ver sus piernas e insinuar sus grandes pechos, cosa que no pasó desapercibida para Luis pues varias veces pudimos observar cómo se le iban los ojos hacia las partes más sensuales.

Ese sábado la cosa quedó así. Durante la semana mi mujer me preguntaba insistentemente por la fecha en que se podría tirar a Luis y Luis en las dos ocasiones que fui a Zamora me preguntó por mi mujer. Ya no podía seguir retrasando el encuentro por más tiempo así que le dije a Luis que el sábado lo volvía a invitar a mi casa para seguir manteniendo una reunión sobre la empresa. A mi mujer también le dije que se pusiese lo más sexi posible.

Llegado el sábado a las 11 en punto de la mañana ya estaba Luis tocando el timbre de las rejas exteriores. Al poco después de los saludos habituales, tomamos un refrigerio y a buena hora pedimos que nos pusiesen la comida. Comimos y pasamos a la salita a tomar el café y unas copas. Mi mujer estaba imponente y excitaba a un muerto. De nuevo mi mujer dio permiso al servicio, pero esta vez hasta la mañana siguiente. Así estuvimos un buen rato. En un momento dado mi mujer se retiró y al momento sonó mi teléfono (era nuestra estrategia) yo lo cogí e hice como que era una llamada de empresa en la cual me reclamaban inmediatamente por un problema, así que me tenía que ir.

Luis quiso irse también, pero lo convencí que se quedase pues de lo contrario mi mujer se quedaría sola. Yo por mi parte les dije que era probable que hasta bien entrada la noche no regresaría.

Salí de casa, monté en mi coche el cual oculté en una arboleda como a medio km de mi casa y regresé andando. Salté la verja y me introduje en la casa por la puerta trasera. Me dirigí por el pasillo hasta una pequeña cocina que había justo antes de la salita, la cual podía ver pues en la pared había un ventanuco con una persiana que servía para pasar bebidas o comida desde ese cuarto a la salita. Por supuesto previamente había dejado la persiana un poco subida para poder observar y no ser visto.

Allí estaba mi mujer y Luis hablando de cosas sin importancia, mi mujer no se atrevía a dar el paso y estaba claro que Luis tampoco. Al rato mi mujer vino hacia donde estaba yo y al verme me dedicó una sonrisa. Volvió a su sitio y se subió un poco más la ya pequeña falda dejando ver sus pantorrillas y casi hasta su tanga. Observaba como a Luis se le iba la mirada hacia esta zona. Mi mujer comenzó una conversación un poco más sensual, preguntando a nuestro invitado sobre su vida marital. Luis le confesaba que nunca se había casado por que le gustaban demasiado las mujeres para serle fiel solo a una.

Ante la insistencia de mi mujer Luis le contaba alguna de sus experiencias con sus parejas y aquello comenzó a subir de tono, mi mujer también le contaba a Luis sobre nuestras experiencias sexuales y así a lo tonto después de más de hora y media por fin Luis se cambió de sitio y se puso en el mismo sofá que mi mujer, la cual en vez de retirarse se le pegó más, esto dio pie a Luis para ponerle una mano en la pierna a mi mujer, la cual en vez de hacer por retirarla hizo lo contrario afianzando la mano de Luis con la suya.

Estaba claro que ya habían dado el primer paso y esa imagen produjo que yo comenzase a excitarme. Ahora ya no escuchaba la conversación entre ambos pues se había convertido en una conversación más susurrante e íntima. Por fin Luis se decidió y comenzó a magrearle una teta a mi mujer la cual dio un pequeño suspiro de placer echando la cabeza hacia atrás.

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