Iba a empezar el último año de carrera, estaba realizando la licenciatura de historia, y ya estaba cansado de vivir en casa de mis padres. Por esa razón decidí aceptar la oferta de Macu para irme con ella y con Tere a compartir piso.
Macu era compañera mía de clase, ella era una rubia que tenía mi misma edad, es decir, 22 años. Medía 160 de altura, tenía un precioso rostro, sus pechos eran más bien pequeños, pero bien plantados y su mejor parte era su trasero. Simplemente se puede decir que era sublime. Escandaloso diría yo, sus medidas totales eran 85—59—93. Tere era su prima, ya había terminado la carrera y tenía 25 años, medía 167 cm, era más bien feílla de cara, tenía eso si un buen par de tetas y un culo, aunque un poco caído bastante interesante, sus medidas serían 100—67—98
La casa tenía tres habitaciones, a mí me tocó la habitación contigua al salón y las de ellas estaban en el fondo de la casa. Prácticamente desde el principio hicimos vida Macu y yo, pues Tere trabajaba y se pegaba toda la tarde fuera de casa y por las mañanas dormía hasta la hora de comer. Macu y yo éramos inseparables, pero nada surgió entre nosotros en los primero 4 meses de estancia. Yo que no me consideraba un pervertido tengo que reconocer que me excitaba ver sus prendas interiores colgadas del tendedero, pero a pesar de ello, nunca las había visto como algo más que amigas.
Todo cambió una noche, estábamos Macu y yo en casa, y se nos ocurrió la idea de jugar al ajedrez. Ninguno de los dos sabíamos jugar mucho, pero si que es verdad que pronto me descentre, ya que estábamos jugando en su cuarto, y al estar sentados en la cama, cada vez que ella iba a realizar un movimiento, pero el escote le podía ver todo su pecho, eso hizo que mi pene respondiera. La noche termino sin ningún tipo de sobresalto más, pero para mí algo había cambiado, me había excitado con Macu, y eso produjo que me pegara una impresionante paja.
A partir de ahí nada fue igual. Macu empezó a realizar gimnasia, me convenció para comprar una colchoneta donde poder hacer abdominales, y yo tenía pesas. Sobre las 19 horas todas las tardes Macu me deleitaba con sus ejercicios, no me perdía detalle, sobre todo me ponía muy cachondo la costuras de sus tangas detrás de las mallas que usaba. Empecé a masturbarme pensando en sus ejercicios casi a diario.
Un día decidí hacer ejercicios yo, pero me llevé el instrumental a mi habitación, mientras ella echaba la siesta. Me duché y decidí acostarme, pero dejé la puerta de la habitación entornada. Al llegar las 19 horas ella salió a realizar sus ejercicios, y se dio cuenta de que los utensilios tenía que tenerlos yo. Toco la puerta sin asomarse, al ver que no respondía decidió entrar en la habitación, entro sigilosa y me vio totalmente desnudo encima de la cama, se quedó mirando unos instantes para posteriormente salir de la habitación.
A los 10 minutos salí yo haciéndome el dormido, salí con un bóxer ajustado azul y una camiseta. Me senté en el sofá, pero ya lo que vi me puse cachondo. Pues ella lleva un top, que apenas le cubría sus pechos y dejaba el ombligo al aire y unas mallas blancas que nunca le había visto que apenas le tapaban el culo de lo cortas que eran, debajo se trasparentaba un super tanga de color rojo, ella me saludo y siguió con lo suyo.
De pronto empezó a realizar flexiones de espaldas a mí, con lo cual me dejaba el culo a la altura de la cara, era impresionante, yo en ese momento tenía la polla a punto de estallar. De pronto ella se vuelve y me pregunta:
—Tío, tienes la cosa revuelta.
—¿Eh? —Respondí sorprendido.
—Si, Sergio, tienes el aparato a explotar.
Nunca habíamos hablado de nada sexual. Sorprendido la miré y dije es normal cuando te levantas de dormir.
—Ya. —Dijo ella y siguió con sus ejercicios cada vez más cachondos.
Al rato paro, se tumbó en la colchoneta y me dijo si podía darle un masaje, que tenía la espalda algo dolorida. Me dijo que la crema estaba en el aseo.
Me puse de rodillas al lado de ella y empecé a untarle de crema e iniciar un masaje por la espalda. No llevaba ni un minuto cuando decidió quitarse el top de espaldas a mí y quedarse con la espalda al aire con la excusa de no mancharse. Ella de pronto me dijo que siguiera por las piernas. Yo ya no podía más, ¡que visión del culo tenía! Cuando ella se reincorporó un poco y se sacó la malla para que no se la manchara tampoco. Se quedo con ese diminuto tanga. Yo nunca la había visto así. Ella me dijo que, si no me importaba, que total éramos como hermanos.
Yo debía estar con cara de tonto, pues ella me dijo que no me cortara y le masajeara. Yo ni corto ni perezoso cogí y le plante la mano en el culo y reinicie el masaje, ya sólo tocaba culo, hasta que me decidí a abrirle sus nalgas y tocar el ano, que corriente eléctrica le dio. Sin dudarlo bajé mi cabeza y empecé a chuparle el culo. Cierto que tenía algún pelillo, pero era delicioso y ella gemía. Ella de pronto se dio la vuelta y de un tirón me arranco el calzoncillo y comenzó a chupármela, joder que mamada me estaba pegando.
Antes de correrme la aparté y le bajé el tanga, tenía el coño algo peludillo, y de un golpe se la metí. Estuve bombeando 5 minutos y empecé a soltar leche. Ella no conforme me pidió que le chupara el coño, y así llegó al orgasmo.
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