Después de mucho tiempo vuelvo a escribirles, esta vez con una historia con mi esposa. Tengo ya 10 años de casado y dos hijos. Mi esposa es una chica muy guapa, tiene una buena figura que ha sabido mantener después de los embarazos. El único problema que tiene, según ella, era que, debido a la lactancia sus senos se habían caído y ya no eran igual que antes. Tenía unas tetas entre medianas y grandes, el problema era la flacidez.
Por este motivo, nuestra vida sexual era un poco limitada, ella no se sentía bien con sus senos y le costaba soltarse a la hora de tener relaciones. Hace un tiempo, decidió hacerse un implante, no tanto para incrementar el tamaño, sino para recuperar la firmeza. El tamaño seguiría siendo el mismo, pero ya estarían más levantaditos y duritos.
Después de su operación, tuvo que tener un tiempo de recuperación, el cual ella lo alargó más de lo normal, por miedo a que se le pueda complicar. Yo lo tomaba con calma, de vez en cuando me tenía que dar una escapada, ya que no podía hacer absolutamente nada con mi esposa.
Después de unos 2 o 3 meses. Ella notó que sus senos ya estaban bien, después de una cita con el cirujano y su visto bueno, llegó a casa una noche, después de dejar a mis hijos con mis suegros.
-Amor, el doctor ya me dijo que todo está bien, así que creo que el momento ha llegado –me dijo con una sonrisa en la cara.
-¿Cómo? –respondí, ya que no entendía de que hablaba.
-Mis tetas nuevas ya están bien, así que podemos hacer el amor sin problema –me dijo.
Se veía tan hermosa con un vestido largo, que acentuaba sus nuevas tetas y su culo, el cual siempre fue hermoso. No me pude contener y me acerqué a ella, la tomé de la cintura y le di un beso muy apasionado, mi lengua recorría toda su boca, jugaba con su lengua. Mis manos comenzaron a recorrerá su cuerpo, apretaba sus nalgas por encima del vestido.
Jalé su vestido hacia arriba, dejando libre sus hermosas nalgas, traía un hilo negro, por lo que podía sentir la suave piel de sus nalgas. Luego ella me sacó el polo y comenzó a besarme el cuello. Yo seguía disfrutando de sus nalgas. Ella se separó de mí, levantó su vestido y se lo quitó. Frente a mi quedaron ese par de nuevas tetas, que, si bien ya las había visto muchas veces antes, moría por besar y lamer.
Me acerqué a ellas y por primera vez las pude besar, lamia sus pezones, las sobaba suavemente. Sus manos fueron directamente a mi pantalón, lo desabrochó y metió una mano para coger mi pene que ya estaba bastante erecto. Comenzó a sobarlo mientras yo seguía disfrutando de sus tetas.
Un rato después, se agachó, bajó mi pantalón y mi bóxer por completo y me ayudó a sacármelo. Mi pene quedó a escasos centímetros de su cara, se lo metió a su boca sin demorar. Me di cuenta que ella también tenía tantas ganas de hacer el amor como yo. Me dio una mamada espectacular. Yo sobaba sus tetas y pellizcaba ligeramente sus pezones que ya estaban duritos.
La levanté, la besé en la boca, jugábamos con nuestras lenguas, ella me seguía masturbando, yo con una mano le sobaba una teta y la otra jugaba con su clítoris. Comencé a besarle y lamerle el cuello. Ella gemía suavemente, seguí bajando, le volvía besar las tetas, dedicándome más a lamer sus pezones. Luego seguí bajando y le fui bajando el hilo, levanté su pierna, la puse en mi hombro y comencé a lamerle la vagina, estaba mojadita, tenía un sabor delicioso. Mi lengua pasaba entre sus labios, sintiendo sus jugos.
-Ya no aguanto más, métemela de una vez, extraño que me hagas el amor –dijo, bastante excitada.
-Yo también mi amor, quiero hacértelo y estrenar tus tetas bañándolas con mi leche –le dije mientras me levantaba y de la mano la llevaba al sillón que era lo que teníamos más cerca.
La recosté en el apoyabrazos para que se arquee su cuerpo. su vagina al borde, levanté sus piernas y le metí el pene de un empujón. con la excitación que traíamos, entro sin dificultad. Comencé a penetrarla suavemente, ella gemía con los ojos cerrados, comencé a apretar suavemente sus tetas, mientras, con los dedos, frotaba sus pezones.
La levanté, la cargué, aun con mi pene dentro de su vagina mojada y comencé a moverme así, parado, le estaba dando rápido, la agarraba de las nalgas y la movía para ayudar a la penetración. Su vagina chorreaba, ella gemía fuertemente. Me senté en el sillón, ella me abrazó con sus piernas y se movía de adelante para atrás. Esto hacia que se frote su clítoris contra mi cuerpo. aproveché esta pose para lamerle los pezones y las tetas.
Después de unos minutos, se levantó, se apoyó en el sillón en cuatro y levanto el culo frente a mí. Sin pensarlo dos veces, fui y metí mi cara entre sus nalgas, comencé a lamerle la vagina, que ya chorreaba muchísimo. Mi esposa gritaba de placer.
-¡asiii! Sigue, chúpame la concha mi amor –decía entre gemidos– me encanta como me la chupas.
Yo seguía lamiendo, hasta que sentí como se contorsionaba, estaba teniendo un orgasmo mientras mordía uno de los cojines, para no gritar. Sentí como su corrida escurría de su vagina y trataba de tomármelo todo. Me levanté y comencé a penetrarla sin compasión, abrazándola por detrás y apretando fuertemente sus tetas, la excitación habían hecho que me olvidé que tenía que ser cariñoso con ellas. Ella no reclamó, imagino que le pasó lo mismo que a mí.
Sentí que mi corrida estaba acercándose, le di la vuelta, la recosté al borde del sillón, levante sus piernas en mis brazos y la penetre rápidamente con su culo un poco levantado, le besaba la boca desesperadamente hasta que sentí que iba a venirme. Saqué mi pene de su vagina y lo acerqué a sus tetas.
-Me voy a correr mi amor –dije– ¿quieres mi leche en tus tetas nuevas?
-¡Siii! –me dijo, mientras sus dedos frotaban su clítoris para correrse conmigo– ¡yo también me voy a correr!
Después de varios días sin sexo, dejé salir muchísima leche, cayendo toda en sus tetas. Una vez terminé, viendo que aún no se corría, me arrodillé frente a ella y la ayudé con la masturbación, hasta que varios chorros grandes salieron disparados a mi cara.
Terminamos satisfechos los dos, pero después de tanto tiempo sin coger, no quería dejar de hacerlo. Después de un pequeño descanso y de limpiarnos nuestras corridas del cuerpo, la cargué, ella me rodeó con sus piernas y nos besamos muy apasionadamente. Así fui caminando y la llevé a la habitación. Al llegar me recosté en la cama y comenzamos un delicioso 69, mi pene, que estaba bastante flácido, comenzó a endurecerse de nuevo. Su vagina seguía muy mojada.
Unos minutos después, se levantó y se subió encima mío, dándome la espalda. Sabía que me encantaba ver su culo rebotar encima mío en esa pose. Se sentó encima mío y se metió mi pene de un solo golpe. Se comenzó a mover delicioso. Había olvidado lo bien que se movía cuando me cabalgaba. Es una excelente bailarina, por lo que sabía cómo mover su cuerpo. Apretaba sus nalgas mientras ella saltaba y se movía en todas las direcciones. Con una mano me sobaba los testículos. Luego, se recostó hacia adelante y comenzó a mover el culo de arriba abajo. Podía ver como hacia desaparecer mi pene. estaba en la gloria.
-¡me voy a correr amor! –dijo mientras se frotaba el clítoris sin parar de saltar encima mío.
Se levantó, levantando el culo lo más que pudo para dirigir su vagina a mi cara y sin dejar de frotarse el clítoris, volvió a bañarme la cara con su corrida. Cayó rendida boca abajo en la cama. Me levanté y sin perder tiempo, la penetré por detrás, con mis piernas a cada lado de su cuerpo. ella levantó un poco el culo para ayudarme en la penetración. Comencé a embestirla fuertemente, ella mordía la sabana para no gritar. Le comencé lamer la espalda.
Después de varios minutos en esa pose, le di la vuelta y la comencé a penetrar en misionero. Le besaba las tetas, esta vez sí me deje llevar y me concentre en el nuevo juguete. Se sentían muy bien esas tetas. ¡un aplauso para el cirujano!
-¡Así chúpame las tetas mi amor! –me dijo– son todas tuyas. Lo hice para que las disfrutes.
-Me encantan, están deliciosas. Quiero chupártelas todo el tiempo –dije.
Estuvimos así varios minutos hasta que no pude contenerme más. Estaba en la duda de volverle a bañar las tetas o llenarle la concha de leche.
-Me voy a venir mi amor. ¿quieres mi leche? –pregunté.
-¡si mi amor! Lléname la concha de leche –dijo –pero espérame que también estoy por venirme.
-¡ya mi amor! Quiero venirme contigo –dije.
-¡sigue! ¡no pares! ¡asiii! ¡estoy cerca! –gritaba ella- ¡yaaa! ¡vente mi amor! ¡quiero tu lecheee! –dijo corriéndose y temblando.
-¡ahí va mi amor! ¡toma tu leche!!! –dije acelerando los movimientos.
Nos corrimos juntos, deliciosamente. Quedamos exhaustos. Nos recostamos, nos besamos por varios minutos. Un beso con lengua muy caliente. Después de eso, nos recostamos, y nos dormimos abrazados.
Al día siguiente, despertamos muy tarde, abrazados, desnudos. Nos besamos y nos levantamos para ir a recoger a nuestros hijos donde mis suegros. Mientras nos cambiábamos no podía dejar de verle las tetas. Ella se dio cuenta.
-¿te gustan mi amor? –preguntó ella, posando frente a mí, sacando pecho.
-¡me encantan! –dije.
-¡ven chúpamelas un rato más! –me dijo –pero rápido que nos tenemos que ir.
Me acerqué corriendo y me abalancé sobre ellas, le chupé las tetas desesperadamente, como si fuera la última vez que las podría chupar. Luego nos terminamos de cambiar y salimos. En el camino conversamos de cómo se sentía, si sentía algo diferente en sus tetas.
-La verdad que no, se sienten bien –dijo– no me duelen ni nada.
-Qué bueno amor, por un momento pensé que había sido muy duro –dije un poco preocupado.
-No mi amor, todo bien –respondió– creo que esperamos el tiempo justo.
-Entonces, eso quiere decir que podemos hacerlo así más seguido –dije.
-Claro mi amor, me ha encantado todo lo de anoche –dijo, acercándose y dándome un beso muy caliente.
Después de ese día, nuestra vida sexual cambió muchísimo. Hacíamos el amor casi todos los días, la mayoría de veces en la casa, pero a veces también lo hacíamos en el auto, en algún lugar escondido, en la playa. Definitivamente esa operación hizo que mi esposa se sienta más segura de su cuerpo e hizo que se suelte más en el tema del sexo.
Fin
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Que buen relato, es bueno saber que pudieron retomar la vida de pareja de relación con más amor y sexo. Saludos