Devota a Dios

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T. Lectura: 6 min.

Nací en una familia evangélica muy devota a Dios, a las vírgenes y santos, mis padres ayudaban a la congregación e íbamos dos o tres veces a la semana y el papa de la iglesia era amigo de mi familia y muchas veces iba a cenar a la casa.

Lo que quiero decir es que me conocía la biblia de génesis a apocalipsis, los 10 mandamientos y crecí con el temor de Dios.

Por eso cuando veía y deseaba ver a mujeres desnudas sentía tanto miedo que me castigarán en ese mismo momento.

Hasta los 18 estuve así, con arrepentimiento por masturbarme imaginando mujeres, pero era adicta y había empeorado porque ya había pasado la raya de ver pornografía, me gustaba ver a dos mujeres comiéndose el coño

Un día estaba de ayudante en una feria de la iglesia donde vendían todo tipo de dulces, estaba distraída en mis pensamientos cuando veo pasar a una chica de mi edad, tenía un aire rebelde, provocativo y arrogante, de seguro era de las familias no creyentes, no la podía dejar de ver, tenía un shorts super corto que dejaba ver sus piernas largas y sus nalgas apretadas y levantadas.

Lo primero que hice fue juzgar, era muy provocativo pero luego lo deseé, no le quitaba los ojos de encima y cuando ella lo percibió, tampoco me quitaba la mirada.

Me fui de la carpa antes de que se acercara a mí, a la parte de atrás.

-Te vi viéndome -me dijo, con su cabello rebelde y su mirada perspicaz- Reconozco esa mirada.

-Disculpa, no sé de qué hablas.

-Me deseas, debe ser difícil para ti.

Como no le dije más nada se acercó más a mí, no podía reaccionar porque quería que me tocara, apretó su cuerpo en mi contra la lona de la carpa, sentía sus pechos duros contra los mío y su aliento caliente cerca de mi boca.

Me sentía hervir, de gelatina y anhelaba más.

Tuve miedo, así que corrí lejos de ella y al mes siguiente hice lo más drástico que podía imaginar para dejar de pensar de esa manera de las mujeres y dejar de masturbarme, fui a un convento de monjas.

-Señorita Susan, vaya con Carla a ayudar en la cocina, necesitan ayuda allá ya que la hermana Constantina está enferma.

Estábamos en pleno desayuno, siempre nos ponían oficio en el día para estar ocupados, Carla era otra chica de mi edad, muy blanca con pecas y no le gustaba mirar a las personas a los ojos.

Ayudar en la cocina se volvió un trabajo de todo los días porque a la hermana Constantina le gustó la rapidez y lo centrada que éramos las dos en la cocina, y las dos comenzamos a ser más unidas, hablamos y hacíamos todo juntas.

Un día en la cocina se habían hecho pescado y teníamos el olor super impregnado en el cuerpo.

-Vamos a bañarnos, Susan, este olor es totalmente desagradable, no quiero ir por ahí incomodando a las demás, ¿me acompañas? -me dijo Carla, mientras así una cara de desagrado que me pareció absolutamente dulce.

La acompañé, eran baños compartidos así que mientras arreglaba mi jabón y shampoo para meterme a bañar, vi que ella se quitaba la ropa sin el mínimo pudor, estaba de espaldas a mí y ver cómo se bajaba la ropa que tenía debajo de la túnica, su short de tela y camisa de tirantes, se lo quitaba con una lentitud casi lasciva, su espalda recta marcando sus delicados omóplatos, sus nalgas tan blancas con unas bragas rosas.

Me sentía pervertida al notar la humedad en mi vagina, y cuando me volvió a ver me creció la humedad, Carla agarro su toalla y se cubrió con ella pero antes había volteado frente de mí y pude ver por milésimas sus pechos pequeños y duros.

Sé que noto mi mirada y no parecía molestarla, si no que me miró de vuelta de la misma manera.

-Susan -me pregunto con su voz tímida pero resuelta- ¿Por qué viniste aquí?

-Pues, mi familia es muy devota y me inculcaron sus mismos valores -le mentí.

-Sé que mientes, a esta hora nadie se viene a bañar, puedes decirme la verdad.

No sé si fue que me sentía muy confiada junto con ella o la excitación me nublaba la mente pero le dije.

-Creo que tú ya te diste cuenta porque, Carla.

-Te atraen sexualmente las mujeres -me dijo si ningún pudor- A mí también y mi familia, también devota, me hizo venir porque me encontraron teniendo sexo con una amiga de la iglesia, ¿ya tú has besado alguna mujer?

Su honestidad me excitaba más, decir abiertamente lo que deseaba me daba un morbo, una valentía a aceptar lo que sentía yo también.

-No -Fue lo único que pude decir, lo caliente de mi vagina no me dejaba pensar.

Carla dejó caer su toalla, vi su cuerpo con más detenimiento, ella se acarició un seno mientras me decía suavemente que fuera con ella.

Me acerqué a ella como un robot, no pensaba en más nada que querer acariciar su cuerpo, de sentir esos pechos contra los míos que ya me había hecho sentir electricidad en mi cuerpo cuando los pegaba en mis brazos sin querer.

Cuando llegue cerca de ella me beso, no suave si no con un hambre como si hubiera querido hacerlo desde hace mucho, me calentura y húmeda aumento un 100 por ciento, me latía el corazón y mi timidez se fue, aproveche su cercanía y agarre sus nalgas, las apretaba con fuerza, hundiendo más su pelvis contra la mía, que mi vagina daba saltos deliciosos cada vez que se unía con mi pelvis y ella se frotaba suave, gemía pasito, me mordía los labios y se apretaba más a mí.

Era curiosa, quería tocar todo su cuerpo, así que metí mi mano por debajo de sus nalgas cuando unía más mi pelvis hacia la de ella y sentí lo mojada y caliente que estaba, ella ronroneo y río un poco.

-Pensé que ibas a ser más tímida -mi dijo sonriendo muy cerca de mi cara.

-He deseado hacer esto desde muy pequeña.

-¿Que querías hacer?

Me sonroje un poco, mi timidez volvía, pero ella comenzó a besarme el cuello y me excitaba.

-Lamer, morder, chupar el cuerpo de una mujer.

-Te dejaré hacerme todo pero primero vamos a bañarnos -Me dijo mientras me quitaba la ropa.

Estar desnuda con el cuerpo de otra mujer restregándose jabón al lado mío, ella tocando mi cuerpo mientras me enjabonaba, cayendo el agua sobre nuestros cuerpos, me hacía sentir más satisfecha y deseosa más que cuando me masturbaba.

Como era un poco inexperta, imitaba sus caricias y sus besos, aunque eran un poco inocentes, quería más, así que me atreví a bajar mi mano a su vagina mientras el agua caía de nuestros cuerpos y ella gimió y abrió más las piernas, imitaba los movimientos que me hacía a mi misma, movimientos circulares en el clítoris, con mucha precisión y suaves para acostumbrar su cuerpo a la electricidad y ella movía sus caderas en círculos mientras gemía bajito mordiéndose los labios contra mi cuello.

-Dios mío, que rico -sentía que me iba a correr solo con escucharla y nombrar el nombre de Dios me daba un morbo tremendo, sabiendo que era pecado y cochino lo que estábamos haciendo- Méteme los dedos, me gusta así.

Juguetee con su entrada, que estaba ardiendo y mojada, ella tenía su mano agarrando con fuerza el cuello, me lo pidió una más porque me quedé jugando aquí, me lo rogaba y me excitaba escuchar esas ganas que tenía de que me la cogiera, y cuando movía sus caderas hacia adentro haciendo que se metiera un poquito de mis dedos, en una de esas veces, le metí dos dedos, que placer era sentir algo tan caliente y húmedo apretando mis dedos, los metía al fondo, lentamente, ella se mordía el labio para controlar los gemidos violentos que quería soltar, movía sus caderas con más fuerzas y no fue muy extraño saber lo que quería, así que le di más rápido.

Sentía que todo su peso me lo colocaba en los hombros cuando me abrazaba, que sus piernas se ponía débiles y que su vagina se apretaba más, se sentía más caliente y más húmeda, sus gemidos se hacían más quedos, más suaves pero intensos, sentí que me apretaba los dedos con fuerza y aguantaba la respiración, como si se quedaba sin aire y supe que se corrió, la bese saboreado sus labios, chupándolos para sentir sus pequeños gemidos en mi boca, cuando le saque los dedos tenía una cara de satisfecha, tan sexy y morboso que quise meterle los dedos otra vez.

-No eres lo que pareces verdaderamente.

Me dijo mientras me acariciaba el estómago y llegaba a mi vagina con sus pelitos crecientes y los acariciaba, se arrodilló mientras pasaba sus manos por mi cadera y me abría las piernas, estaba extasiada con verla y al sentir su labios en mi clítoris sabía que no iba a soportar mucho, temblaba y las piernas me fallaban pero ella seguía ahí, lamiendo y chupando como si de hambre se tratara, la sentía gemir abajo de mí, estaba excitaba al máximo así que movía mis caderas mientras ellas metió un dedo en mi vagina y succionaba mi clítoris sin descanso, estaba tan excitada que me corrí ahí mismo, sabía que no me iba a olvidar nunca de la primera vez en recibir sexo oral, era una maravilla.

-Date la vuelta -me ordenó.

Pensé que había terminado, pero ella quería más, obedecí y le di la espalda apoyando mis manos en la pared, ella con una mano apretaba mis nalgas mientras que con la otra acariciaba mi vagina y subía toda mi humedad devuelva al clítoris, me besaba las nalgas, daba mordisquitos y eso hacía que aumentará mi humedad.

-Sabía que tenías un culo precioso -me dijo abriendo mis nalgas apretando cada uno de los cachetes, los unía y separaba, unía y separaba, sentía ya me estaba chorreando, otra vez estaba mojada al máximo.

Gemía porque ese movimiento daba cosquillas a mi vagina y la imaginaba mirando morbosamente mi cuerpo y en un momento que dejó abierta mis nalgas sentí su lengua en mi ano, mojándolo todo, sin ningún tipo de vergüenza y casi me caigo, apoye mi cara contra la pared, no pensé mi vagina fuera a mojarse más, nunca me había humedecido tanto, ella chupaba, lamía, movía mis nalgas en su cara y yo solo podía gemir porque sentía si lengua en mi ano y mi vagina se contorsionaba de placer, me fui a tocar y ella no lo notó.

Me quitó la mano y puso la de ella, sin ninguna delicadeza me metió los dedos en la vagina, me daba con fuerza, como nunca me había dado, sentía mis dientes en mis labios, mordiéndome porque el placer que se sentía no me dejaba gemir, Carla chupaba baboseaba mi ano mientras yo mojaba todo su mano y la apretaba con fuerza, en un momento donde mi mente estaba nublada, le agarre la cabeza para unirla más a mis nalgas y me movía frenéticamente y sentí como me llegaban el orgasmos, sentí que salía de mi agua, y que apretaba sus dedos, me corrí como nunca y cuando me di la vuelta ella estaba allí, lamiéndose los dedos con una sonrisa de orgullosa, era tan morbosa que sentía ganas de más.

Ella me beso, suave y largamente pero ya las dos satisfecha nos acordamos en donde estábamos y fuimos a vestirnos rápido para salir pero sin antes darnos un beso y decirnos que obviamente necesitábamos más de esto.

Mare

Postdata: Quiero dejar claro que estás no son vivencias personales, son historias que me imagino. Gracias por leer.

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