Estaba arreglando la casa, soy mujer y vivo sola y de vez en cuando tengo que hacer una revisión de cosas que se acumulan y poner mi casa en orden y en ello estaba cuando además del calor reinante, se puso el aparato del clima a hacer ruidos extraños y se paró, lo cual convirtió la casa en pocos minutos en un verdadero horno, me duché y no tuve más remedio que llamar al taller indicado para reparaciones, diciéndoles que era urgente, tuve que rogarles, pues parece ser que tenían muchas llamadas, pero con voz lo más dulce posible, convencí al encargado que vendrían enseguida.
Estaba en la ducha de nuevo, para refrescar aquel enorme calor que reinaba y llamaron al timbre y poniéndome una bata de baño por encima, sin aun secarme acudí a abrir y ya por la mirilla, pude observar un dios griego con mono de mecánico, que me hizo dar vuelta al corazón y sin más abrir la puerta. Lo hice entrar y mientras le explicaba donde estaba el motor y aparato del clima, notaba sus ojos taladrándome mi bata de baños mi entrepierna ya que por la abertura se veían los muslos recién duchados.
Ni se fijó en el aparato solo me dijo que lo arreglaría todo, para que me entrara el fresquito y no sufriera más el calor y todas las palabras note que les daba una entonación especial. Le dije que le dejaba solo y que yo iba a terminar de arreglarme en la ducha y apenas había cerrado la puerta de ella, y mi bata había caído el suelo ya me había abrazado y dándome la vuelta, sus labios sellaron los míos impidiendo una protesta posible, pero que yo no había iniciado ni pensaba iniciar, sus manos acariciaron mi espalda y note su aspereza, al pasar por mi tersa piel y pronto su traje de buzo mecánico estaba saliendo de su cuerpo a patadas.
Mientras me mantenía en el aire y su aparato varonil en plena erección se colocaba entre mis piernas, mientras me preguntaba donde estaba el dormitorio para que me pudiera poner cómoda le indique casi sin hablar y en el aire me condujo a mi cama aun sin hacer, me dejo encima con suavidad y acabo de quitarse lo poco que le quedaba.
Yo estaba entusiasmada viendo aquel aparato sobre mi, mientras todo su velludo cuerpo quedaba al aire y mis jugos ya eran incontrolables abrí mis piernas y desee con todo el cuerpo que me penetrara, pero no era esa su intención primera, comenzó a besarme la cara los bellos aun mojados, los senos y yo comencé a retorcerme ante este ataque, que seguía por mi cuerpo pronto eran mis senos los atacados por sus labios y su lengua imparable y mi terso vientre, deteniéndose lentamente en mi ombligo en el que sentí su lengua taladrándolo mientras ya sin control yo culeaba y levantaba mi trasero pidiéndole sin palabras que me penetrara de una vez.
Mientras mis manos acariciaban su cara sus cabellos y sus hombros y arañaba su sudorosa espalda, el sudor nos inundaba, sentía caer sus gotas sobre mi cuerpo y el olor al macho inundaba mis sentidos. No pude resistir mas y le pedí a gritos que me poseyera, que yo no soportaba más esto y sin pensarlo mucho, sentí como lo hacía.
Mi gruta estaba de mis jugos propios y el sudor sufriendo una inundación de humedad y el ruido de nuestras carnes y el sudor fue como un canto de fieras haciendo su labor de procreación, y al poco mi orgasmo se unió al de él y nos volvió a la realidad de la belleza del sexo, quedamos exhaustos y entonces él me dijo “creo que en lugar de arreglar el calor te he metido más calor en el cuerpo, voy a arreglar el aparato frigorífico descansa que pronto acabo, no te muevas”.
Y de un salto tal como estaba desnudo como Apolo, tomó el camino de la cocina y le oí manipular con sus herramientas mientras yo empapada de sudor seguí en la cama, esperando que aquello no tuviera fin y deseando que la reparación fuera un rápido trabajo y volviera a mí, pero no pude resistir el ir de nuevo al baño y ponerme bajo la ducha a intentar refrescar aquel horno que era mi cuerpo, mientras oía que me decía: “¡ya termino te voy a poner toda la casa fresquita!”.
Me sequé y me tiré de un salto en la cama cuando comencé a sentir las oleadas de aire fresco, que llegaban ya del frigorífico, mientras él gritaba desde la cocina: “Ya está, ¿sientes el fresquito? No te muevas que pronto voy a terminar mi trabajo”. Tan pronto oí esas palabras comencé a humedecerme de nuevo, tomé un frasco que siempre está en mi mesa de noche y aproveché para ponerme en determinadas partes de mi cuerpo y a esparcir por el ambiente desde mi cama, me hubiese gustado gritarle, que viniese rápido
Pero no quise acelerar nada, y esperar aun unos minutos que me parecieron eternos, pero ya el ambiente se iba refrescando y cada vez era más agradable estar allí tendida en la cama con las piernas bien abiertas.
Apareció de nuevo un Apolo y ya tenía su palo como un vengador duro como el mástil de una bandera y se acostó a mi lado y comenzó a besarme con suavidad, primero los labios, la cara, mis orejitas, mi hombro y llegó a mis senos hambrientos de caricias y nuevamente erectos mis pezones y los fue alternado en chuparlos como un bebe hambriento mientras su mano, me abrió mi coñito con dos dedos y otro de la misma mano, me acariciaba mi clítoris, en suaves círculos alrededor, que me volvían frenética y mi culo se levantaba pidiendo que me penetrara, pero su idea era otra.
Esta vez no tenía prisa, era yo la que tenía prisa, mi ansiedad aumentaba por segundo y tan pronto note que sus labios se acercaban a mi coñito y lo besaban no pude aguantar más y un enorme orgasmo sacudió todo mi cuerpo, haciendo temblar toda, pero el siguió y ahora note que era su lengua la que recorría mis labios interiores y pasaba por mi clic, fue hundiendo su cara en mi cosita mientras su culete subía hasta mi cara y subiendo una pierna colocó ante mí su mástil en una muda invitación a que lo chupara, no lo dude y comencé a chupar aquel delicioso trozo de carne dura y palpitante, mientras sentía que el aumentaba sus movimientos de lengua en mi interior y con ambas manos agarraban mis nalgas y las apretaban contra su cara.
Podía oír el ruido de sus labios al lamer mi coñito con toda la humedad de mis jugos y una de sus manos comenzó a acariciar la hendidura de mis nalgas y rozar mi agujerito, llenándolo de mis jugos y su saliva, hasta que uno de sus dedos me penetró y sin poderlo evitar se escapó un grito de mis labios y apreté mi ano fuertemente, no insistió porque su pene comenzó a expulsar sus chorros de semen en mi boca en tal cantidad que no pude evitar tragar la mayor cantidad de lo que expulsó y el resto cayo por la comisura de mis labios, hasta mis hombros para terminar entre mis senos su potente verga.
Se colocó bien a mi lado y me preguntó si estaba satisfecha y le di un si con un gracias de corazón y me añadió “ahora si quieres acompañarme nos duchamos pues de lo contrario, mis jefes te van a cobrar todo este tiempo”. Le acompañé, él se vistió y recogiendo sus herramientas me dijo “hasta la próxima” y con una largo beso se despidió en la puerta, después de yo firmarle un papel de la reparación.
Quedé tendida en mi cama oliendo su olor de macho y recordando cada minuto que había pasado con él.
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