Como conté en mi anterior relato, la vida sexual con mi esposa cambió radicalmente desde su operación. Como dije, mi esposa, Laura, tenía un cuerpo muy bonito, unas tetas recién operadas, de un tamaño mediano, casi grandes. Un culo delicioso, sin ser muy grande, redondo y bien puesto. La verdad que no tengo porque quejarme. Y menos ahora, que después de la operación, se volvió un poco más sexual. Antes de la operación, se cohibía bastante y prácticamente no teníamos sexo. Ahora, después de “arreglar” lo único que no le gustaba de su cuerpo, se volvió más libre y más fogosa.
La historia que les contaré ahora es de una vez que salimos de fiesta, a despejarnos un poco. Mis padres habían venido de visita y se hospedaban en mi casa. Aprovechamos en dejarlos al cuidado de los niños y nos fuimos a una discoteca, como hace tiempo no hacíamos.
Fuimos a una discoteca bastante conocida de la ciudad. Bailamos, tomamos, la estábamos pasando muy bien. Como dije, mi esposa tiene un cuerpo muy bonito, así que muchos la miraban. Además, que iba vestida bastante provocativa. Con una minifalda pegada y bien cortita, un top que dejaba ver su abdomen y con un escote medianamente pronunciado que dejaba ver sus nuevas tetas.
La idea de que la miren tanto, por momentos no me agradaba, pero también me excitaba un poco. A ella le encantaba la idea de sentirse deseada por otros hombres, y le gustaba provocarlos, con bailes sensuales y besos bastantes calientes. Yo me estaba excitando bastante. Nos fuimos a una zona un poco escondida de la discoteca y comenzamos a besarnos desesperadamente, le sobaba las tetas por encima del top, ella metió su mano dentro de mi pantalón. Estaba bastante caliente la escena, que salimos disparados de la discoteca.
Al salir, fuimos directo al auto. Nos subimos y nos comenzamos a besar en el estacionamiento, metía mi mano debajo de su minifalda y tocaba su vagina por encima de su ropa interior, la cual ya se sentía ligeramente húmeda. Ella sobaba mi pene por encima de mi pantalón.
-Llévame a un hotel –dijo– así como hacíamos cuando éramos novios.
-De inmediato –respondí, prendiendo el auto y saliendo en dirección al hotel más cercano.
La verdad que hacía mucho no iba a un hotel, pero recordaba uno que unos amigos siempre comentaban que era el mejor hotel para coger. No estaba tan cerca, pero al no conocer otro, decidí ir para allá. Tampoco podía llevar a mi esposa a un hotel de mala muerte.
En el camino, mi esposa abrió mi pantalón, sacó mi pene y rápidamente se lo metió a la boca. Me comenzó a hacer una mamada espectacular mientras manejaba. Yo estaba tratando de concentrarme en el volante, pero me lo ponía muy difícil. Con una mano manejaba y con la otra le tocaba las tetas, las cuales ya estaban fuera del top y del sostén.
-Amor, si sigues así, vamos a tener que hacer otra cosa que hacíamos de novios –dije.
-¿Qué cosa? –preguntó, sacándose mi pene de la boca y mirándome.
-Buscar un lugar oscuro y coger en el auto –dije, sonriendo.
-Bueno –dijo, sentándose bien en el asiento y sacándose la ropa interior– ya estoy lista.
Se comenzó a tocar la vagina con una mano, mientras la otra me masturbaba. Me dirigí a un lugar bastante alejado de la ciudad, donde había poca iluminación, me estacioné y tiré el asiento para atrás, recliné el asiento y rápidamente ella se subió y se sentó en mi cara. Comencé a lamerle la vagina desesperadamente, ya estaba bastante húmeda. su sabor era delicioso. Se dio la vuelta y se volvió a meter mi pene en la boca.
Después de unos minutos, se sentó encima mío y se metió mi pene dentro de un solo sentón. Al estar tan mojada, entró con facilidad. Comenzó a moverse delicioso, aprovechaba para chupar sus tetas, lamer sus pezones y apretar esas hermosas nalgas. Estuvimos así un buen rato, pero por la excitación y lo incómodo del lugar, además del riesgo a ser encontrados, decidimos hacerlo rápido, así que comenzó a acelerar sus movimientos, hasta que nos corrimos juntos. Eyaculé una gran cantidad dentro de ella.
-Que rico mi amor –dijo, separándose de mí, puso su mano en la entrada de su vagina, recogiendo mi corrida y rápidamente metiéndosela a la boca– que rico sabe tu leche mi amor.
-Me encanta cuando te pones así –dije– toda una putita.
Se recostó encima de mí, nos besamos y nos quedamos unos minutos así, abrazados. De repente se vio una luz detrás de nosotros, un auto pasaba. Nos asustamos, se pasó al asiento del copiloto, me subí el pantalón lo mejor que pude y acomodé mi asiento. Pensamos que era un policía, pero solo era un auto que pasaba. Se acomodó las tetas dentro de su top, sin sostén, el cual tiro en el piso del auto, junto con su tanga. Prendí el auto y nos fuimos.
-¿A dónde vamos? –pregunté.
-Al hotel pues, tengo ganas de cogerte toda la noche –respondió.
Nos dirigimos al hotel, al llegar, era una puerta grande, toqué el claxon y me abrieron rápidamente, al ingresar, había una caseta como de peaje. Le pedí una habitación al recepcionista, nos indicó el precio, pagué y nos indicó a donde dirigirnos.
Había una puerta levadiza levantada, con un gran numero 5 encima. Estacioné el auto dentro y me bajé rápidamente a cerrar la puerta. Laura se bajó y entramos por una puerta de vidrio. Al entrar, había una cama muy grande, una ducha amplia, con paredes de vidrio, en una esquina. Al costado de esta había un lavadero grande y al otro extremo de este, un cuarto con el inodoro. Al entrar, me recosté rápido en la cama.
-Espérame aquí –dijo Laura, agarrando su cartera y yendo hacia el pequeño cuarto– te traje una sorpresa.
-Ok, no iré a ningún lado amor –dije, sonriendo– pero no demores, que me desespero.
Me quité la camisa, el pantalón, los zapatos y las medias, quedando solo con bóxer. Laura demoró unos minutos en el baño. Cuando salió, no pude contener mi cara de asombro. Vestía una muy pequeña minifalda a cuadros, de colegiala, que con las justas le cubría la mitad de las nalgas, las cuales estaban descubiertas, ya que el pequeño hilo blanco que llevaba no le cubría casi nada.
Encima una blusa corta de color blanco, amarrada con un nudo por encima del ombligo. Tan solo tenía un botón abrochado, con lo que dejaba un escote bastante prominente. No llevaba sostén, por lo que se le notaban los pezones paraditos. También llevaba unas medias blancas hasta los muslos. Y coronaba con unos lentes muy bonitos. Se veía espectacular.
Agarró su celular y colocó una canción muy sensual. Comenzó a bailar suavemente, moviéndose tan rico como sabe hacer. No sé si lo mencioné antes, pero Laura había sido bailarina desde muy chica, participando en algunos grupos de baile en su juventud. Por lo que el baile era una de sus especialidades. El baile estaba espectacular. Siguió un buen rato, hasta que se quitó la blusa, me la lanzó y no pude más, me levanté y fui hacia ella. La tomé de la cintura y la besé mientras sus tetas se pegaban a mi pecho. Levanté su minifalda y la nalgueé en ambas nalgas. Ella metió su mano dentro de mi bóxer y comenzó a sobar fuertemente mi pene, que estaba completamente erecto.
Nuestras lenguas jugaban dentro de nuestras bocas. Ella me bajó el bóxer mientras yo deslizaba suavemente su hilo, dejando su depilada vagina libre. Se agachó y comenzó a chuparme el pene de una manera deliciosa. Mientras lo hacía, me miraba con los lentes ligeramente caídos, con una cara de puta increíble. Me estaba poniendo a mil. La levanté, la recosté en el borde de la cama y así, con sus medias, su minifalda y sus lentes. Se veía espectacular. Abrí sus piernas, acomodé mi pene en la entrada de su vagina y empujé con fuerza.
-¡ay! ¡bruto! Con cariño –dijo.
-Bien que te gusta, sé que te gusta duro –dije, mientras me movía fuertemente.
-Sí, pero avisa al menos –dijo entre gemidos.
Seguí penetrándola muy fuerte, ella gritaba. Mis manos no podían separarse de sus tetas, solo cuando me acercaba a besarlas. Laura se retorcía y se agarraba la cabeza, jalando suavemente su cabello. Unos minutos después, puse sus piernas en mis brazos y la cargué, ella se abrazó de mi cuello y yo la tomé del culo. Comencé a moverme rápidamente, estaba excitadísimo. Laura gemía fuertemente, yo seguía dándole con fuerza.
Estuve cargándola un rato, hasta que me cansé y me recosté en la cama, Laura se subió encima mío y comenzó a cabalgarme de manera deliciosa, sus tetas saltaban. La vista era espectacular. Sus movimientos eran muy ricos. Como dije, después de dar a luz por segunda vez, perdió las ganas de coger, los movimientos no eran los mismos de cuando éramos novios. Pero después de la operación. Volvió a ser la bailarina de antes, la que se movía delicioso mientras me cabalgaba.
Después de pasarme varios minutos disfrutando su cabalgata y de chupar sus tetas, me pidió que le dé en perrito. Se colocó en cuatro y desde atrás, volví a penetrarla sin compasión. Le estaba dando muy fuerte y rápido. Después de unos fuertes empujones, se corrió fuertemente y cayó desplomada en la cama, boca abajo.
-¡Ahhh! ¡Que rico! –dijo, mientras se corría, recostada en la cama– no pares que quiero que me tires la leche en las nalgas.
Coloqué mis piernas al lado de las suyas, y con el culo paradito, comencé a penetrarla rápidamente. Apretaba sus hermosas nalgas mientras mi pene entraba dentro de su chorreante vagina. En menos de un minuto, comencé a sentir las ganas d correrme.
-Ahí te va mi amor. ¿Quieres que te bañe el culo de leche? –pregunté.
-¡siii! ¡dame tu leche! –dijo gimiendo.
-Toma tu leche entonces perrita –dije, sacando mi pene de su vagina y tirándole un gran chorro de leche en las nalgas -¡ahhh! ¡toma toda la leche perrita!
Nos recostamos en la cama, abrazados, besándonos. Parecíamos dos enamorados en su primera escapada a un hotel. Era bueno poder retomar esa parte de la relación que por un momento habíamos perdido. Conversamos un poco, luego me dijo que se quería bañar. Fue a la ducha y comenzó a bañarse tranquilamente. Hasta que el muchacho volvió a tomar fuerza. así que decidí acompañarla. Nos bañamos, tranquilos al comienzo. La ayudaba a jabonarse, aprovechaba en tocarle todo el cuerpo.
-Tienes que mantener todo limpiecito –le decía en tono burlón, mientras metía un par de dedos enjabonados en su vagina y la masturbaba suavemente– higiene ante todo bebé.
Con la otra mano, metía un dedo en su ano. La tenia de costado, metiéndole dos dedos en la vagina y uno en el ano, mientras lamia sus tetas. Comencé a mover los dedos con más fuerza, hasta que explotó en un orgasmo increíble, gritando fuerte y lanzando un gran chorro hacia el piso de la ducha. Me agaché lo más rápido que pude, pero solo pude recibir una pequeña parte de tremenda corrida.
Volvimos a la cama y se recostó al borde de la cama, con la cabeza colgando. Abrió la boca y comencé a cogerle la boca. Con una mano amasaba una teta y con la otra la masturbaba, su vagina chorreaba. Me recosté en la cama y se subió dándome la espalda. Su culo se veía hermoso rebotando en mi abdomen. Comencé a darle unas palmadas fuertes en las nalgas, mientras ella se movía de arriba abajo, recostada pegando sus tetas a mis piernas. En un momento, por primera vez, comenzó a besarme y lamerme los pies. Se sentía muy rico.
Estuvo cabalgando un buen rato. Luego se cansó y me pidió ir al lavadero. Apoyó su pierna en el mesón y levantó el culo invitándome, abriendo sus nalgas. No demoré ni 2 segundos en llegar detrás de ella. acomodé mi pene en la entrada de su vagina y apreté con fuerza, entró rápido ya que estaba bien mojada. Comencé a penetrarla rápidamente. En esta pose, pude ver su ano y comencé a frotarlo. Mojé mi dedo índice con sus jugos y comencé a frotarlo con su ano, lo metí suavemente.
-Suavecito mi amor –me dijo– si lo vas haciendo despacio, te dejo que me lo cojas.
Hice caso a su pedido. Fui metiendo cada vez más rápido mi dedo, luego metí dos. Laura gritaba de placer, se comenzó a correr, por lo que aproveché y saqué mi pene de su vagina, para comenzar a presionar en su ano. Entró despacio, pero entró todo. Después de dejarlo todo dentro un momento, comencé los movimientos suaves. Laura metía dos dedos en su vagina para continuar la corrida anterior.
-¡que rico mi amor! ¡dame por el culito! –decía entre gemidos.
-Me encanta como me aprieta tu culito mi vida –dije sin parar de penetrarla, ahora ya un poco más rápido y fuerte– te lo quiero llenar de leche.
-¡no! Recuerda que quiero tomarme tu lechita mi vida –dijo.
La seguí penetrando por el culo unos minutos hasta que comencé a sentir que me venía, aceleré los movimientos, ella no paraba de gemir y de correrse. Cuando ya estaba a punto de venirme, me separé de ella y le ordené que se arrodille.
-Arrodíllate putita, para que recibas toda la leche en la boca –dije –abre esa boca bebe.
-¡si! Mi amo –dijo obediente, se arrodilló y abrió la boca– dale tu leche a tu putita que se va a tomar cada gota.
-¡toma puta! ¡Ahh! –grité botando dos grandes chorros directos a su boca –trágatelo todo.
Laura recibió todo en la boca, jugo un poco con el semen en la boca y se lo pasó todo. Después de esto, nos fuimos a la cama y nos recostamos, besándonos apasionadamente. Nos quedamos dormidos un par de horas. Me desperté y Laura estaba recostada a mi lado desatapada, boca abajo, con una pierna doblada. Podía ver su vagina y su ano.
Me levanté suavemente para no despertarla. Me acerqué a ella por detrás y comencé a lamerle la concha y el ano. Se lo lamia suavemente primero, pero luego comencé a hacerlo más rápidamente. Ella seguía durmiendo, pero gemía suavemente. Cuando comencé a sentir que se movía ligeramente para frotarse contra mi cara, me di cuenta que había despertado, pero no me decía nada.
Me separé de ella, acomodé mi pene en su vagina y se lo metí suavemente, hasta que entró todo. Luego me comencé a mover rápidamente. Mi cuerpo rebotaba en esas hermosas nalgas. Laura ya no se hacia la dormida. Gemía fuertemente y volteó la cara para mirarme con una cara de puta increíble.
-¡que rico me despiertas mi amor! Pero no demores que tenemos que ir a casa, para que los niños no se den cuenta.
-Ok mi amor. Te lo hago rapidito entonces.
Me comencé a mover más rápido. Sin dejar de penetrarla, la giré para que quede boca arriba, con una pierna en mi hombro. Comencé a amasarle las tetas sin parar de cogerla fuertemente. Ella se frotaba el clítoris y gemía. Después de unos minutos, levanté sus dos piernas y las puse a los lados de su cabeza. Saqué mi pene de su vagina y se lo puse en el ano.
-¿Ahora si me dejarás llenarte el culo de leche? –pregunté– anoche me dejaste con las ganas.
-¡si amor! Pero no pares que ya me estoy por venir –dijo desesperada.
Se lo metí en el ano y comencé a moverme rápidamente. Laura se masturbaba sin parar, ahora tenía dos dedos dentro y los movía fuertemente. Seguí con los movimientos rápidos. Que rico se sentía penetrar ese año. Y más viendo cómo se masturbaba con tantas ganas. De repente, Laura comenzó a temblar, estaba a punto de correrse.
-¡siii! ¡Ahhh! –dijo fuertemente, mientras un gran chorro salía de su vagina hacia mi pecho, salpicándome en la cara- ¡me vengooo! ¡Ahhh!
-Que rico mi vida –dije, frotándome su corrida por el pecho– yo también me vengo.
-¡lléname de leche por favor!
-¡ahí va tu leche putita! ¡Ahhh! –grité botando bastante leche dentro de su ano.
Caí rendido encima de ella. Al caer, la besé en la boca. Luego me metí sus tetas en la boca y las lamí desesperadamente. Después de descansar unos minutos, nos metimos a la ducha, nos duchamos y salimos de vuelta a casa. En el camino, volvió a meter su mano en mi pantalón y me masturbó suavemente, mientras con la otra mano se sobaba la vagina por debajo de su minifalda. Llegamos a casa y nos fuimos directo al cuarto. nos acostamos y dormimos un rato hasta que llegaron los niños a despertarnos.
Fue una noche increíble que tratamos de repetir de vez en cuando. A veces de frente al hotel, a veces con salida casual antes de ir al hotel. Pero siempre terminamos en un hotel.
Fin
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