Le conté a una amiga que el socorrista de la piscina se folló a mi mujer; esta amiga la conocí en las redes sociales, vive en otra ciudad, habíamos intimado bastante, hemos tenido sexo virtual o sexting que quizás cuente en otro momento y al decirle a mi amiga lo que había pasado me dijo que se lo tenía que contar cara a cara cuando nos viéramos.
Íbamos a quedar en un bar, pero ella sugirió que mejor en un lugar tranquilo donde no nos interrumpieran. Así que la llevé a una casita que tengo en un pueblo cerca. De camino le expliqué lo que pasó: lo que me pareció ver en la piscina que se magreaban mutuamente cuando se supone que el socorrista le daba indicaciones para mejorar el estilo y al salir de la piscina vi que ella se metía en el cuarto del socorrista, yo me fui a la ducha sin pensar en lo que estaba pasando cuando al salir escuché los gemidos de mi mujer, me asomé y vi la escena sin saber reaccionar.
Seguía con mis explicaciones cuando llegamos a la casa y nos pusimos cómodos, mi amiga quería que le contara con todo detalle lo que recordaba: si estaban desnudos, las posturas, lo que escuché, los orgasmos de mi mujer, porque la conozco bien, la corrida del tío…
Seguía muy atenta a mis explicaciones, ya sentados en un sofá de la casa, ella puso sus manos sobre mi pierna y de vez en cuando pasaba una de ellas por mi cabeza con pretensión de consolarme ante el relato de cuernos que le estaba contando, cada vez estaba más cerca de mí, una de su mano que acariciaba el muslo de mi pierna había llegado a la entrepierna y noté su roce en mis huevos y mi polla que he de decir se me había puesto dura con la narración de mi mujer follando con el socorrista, e intentaba que no se notara.
Se había acercado tanto a mí que sus pechos rozaban mi brazo, notaba unos bultos que se adaptaban a la parte de mi cuerpo donde entraban en contacto, paré de hablar cuando noté su respiración junto a la mía, nos quedamos mirando, ya tenía una de mis manos cogida con la suya, se fue acercando más, mi otra mano la situé en su cadera, notando su braguita al tacto por encima del pantalón, sus labios rozaron los míos y seguidamente nos fundimos en un beso intenso de labios y lengua.
Nos comíamos la boca mutuamente mientras nuestras manos recorrían todas las zonas donde alcanzaban del otro.
Cuando se separaron los labios, nos quedamos mirando sin dejar de abrazarnos.
-¿Estás segura? -Le pregunté
Sin mediar palabra volvimos a unir nuestros labios y ya nos sobraba la ropa. Nos empezamos a querer quitar uno a otro las prendas y le dije que quería contemplar su cuerpo, quería deleitarme con cada centímetro de su piel al quedar al descubierto. Era la primera vez que estábamos cara a cara, piel con piel.
-Quiero que te vayas desnudando sin prisa pero sin pausa. -Le dije.
Se desabrocha y baja sus pantalones ya descalza y contemplo sus contorneados muslos, quedando la braguita aún oculta bajo el final de la blusa, pero vislumbrando ya su redondito culete. Se va desabrochando la blusa quedando el sujetador que guardan unos hermosos y abultados pechos. Sin dejar de mirarla ya me he quitado los pantalones y la camisa, me acerco a ella y pongo mis manos en sus caderas, noto sus curvas en mis manos a la vez que su temperatura corporal, si ya estaba excitado, ahora mucho más al sentir directamente su cuerpo con el mío.
Mis manos van subiendo por la espalda mientras nos seguimos besando, más bien comiéndonos uno al otro, le desabrocho el sujetador y deslizo sus tirantes por los hombros y brazos, se le pone la piel de gallina al hacerlo y ante mis ojos quedan al descubierto el gran manjar que son sus pechos, con los pezones con bonitas aureolas que están pidiendo que los chupe, mordisquee y succione.
Mientras mi boca sacia mi deseo pasando de un pezón al otro que muerdo y chupo a placer, mis manos deslizan su braguita para abajo y la deja caer quedando desnuda y tener ante mí, una venus con unas curvas que no dejo de acariciar y que se convierte en un sobeteo para no desaprovechar cada centímetro de su deseable cuerpo, un deleite para mis ojos, para mi boca, para mis manos y para mi miembro que ella se ha encargado de liberar.
Sus manos no dejan de jugar con mi pene mientras dibuja una sonrisa pícara en su cara, más duro y tieso no puede estar, hace ángulo recto respecto a mi cuerpo. Me siento en el sofá desnudo, ella me besa en los labios, en el cuello, en mis pezones tiesos, en mi barriga y al fin besa en la punta del capullo para seguido abrir la boca y pasar su lengua alrededor, me moja todo él de su saliva para luego meterlo en su boca y tragar el mástil hasta llegar a su garganta. Mis manos no pueden quedase quietas, de sus pechos pasan a su culo y vuelven a sus pechos, no sabría decir qué me gusta más tocar.
Sus manos recogen una mis huevos y la otra agarra el tieso pene en su base mientras su boca se desliza arriba y abajo haciendo un chapoteo con la humedad que deja su saliva y se une mis primeras erupciones que ella ha notado porque suelta una sonrisa sin sacarse la poya de la boca y porque me dice que está saladillo -muy sabroso-y sigue relamiendo hasta que le cojo la cabeza con mis manos y se la saco de la boca, le digo que si me la sigue chupando así me voy a correr y no quiero tan pronto, que ahora me toca a mi comerle la almejita, ella asiente pero dice que prefiere estar cómoda en una cama.
Nos incorporamos, sin dejar de acariciarla, ella me lleva agarrando el miembro con la mano hasta llegar a la escalera de caracol que sube al piso de arriba, donde están las camas, subimos, se tumba boca arriba y abre las piernas, tiene un coño con poco vello púbico, corto y bien cuidado.
Le acaricio los muslos mientras lo contemplo, su tono sonrosado invita a pasar la lengua cosa que hago desde abajo hasta el clítoris, escucho un suspiro y sus manos se enredan con el pelo de mi cabeza, eso significa que quiere que se lo siga comiendo, mi lengua va y viene del clítoris a la entrada de su rajita, los suspiros se convierten en gemidos, hago que mi lengua aumente su frotamiento ayudada por los labios, mis manos en sus muslos notan sus contracciones musculares hasta que suelta un gemido mayor y se queda tensa, señal inequívoca que le ha llegado un orgasmo.
Me incorporo y me acerco despacio a sus pechos que chupo con delicadeza mientras una mano se acerca acariciando su muslo hasta la entrepierna, los dedos se mojan con la humedad mezcla de sus efluvios y mi saliva.
Mi boca de sus pechos pasan a su boca al tiempo que un dedo se desliza dentro de ella, que coge mis labios entre sus dientes y me los muerde mientras sonríe, entonces saco el dedo y froto sus clítoris de forma acompasada, arriba y abajo, con la otra mano le masajeo el culo y uno de los dedos se acerca a su ano recreándose en la entrada mientras froto y froto su clítoris, al poco rato arquea el cuerpo y vuelve la rigidez del cuerpo que acompaña al orgasmo, su cara de felicidad es para enmarcar, me sujeta la mano con una suya para separarla del clítoris unos segundos y la vuelve a poner, vuelvo a masajear el clítoris y no tarda en venirle una tercera corrida y con ella una risa floja.
-Basta porfa, me das mucho gusto, pero ahora te toca a ti, además quiero sentirte dentro.
Me pongo un condón, no queremos sorpresas, no de embarazo, que no puede ser, no debemos actuar de forma irresponsable que afecte a terceras personas.
Ella sigue tumbada boca arriba, las piernas abiertas, no deja de mirarme y de sonreír, me acerco de rodillas, estoy entre sus piernas, me ayudo con la mano a situar mi pene en la entrada, ella lo nota y abre la boca de deseo.
Avanzo con mi miembro ya iniciada la entrada, nos miramos, siento como me voy deslizando dentro, ella sigue con la boca abierta, sus ojos cambian de mirada, aunque están abiertos miran para adentro, a lo que tiene ya dentro de ella, saca la lengua para mojarse los labios que se le han quedado secos de los jadeos, que no tardan en volver a escucharse, salvada la primera resistencia mi pene se desliza dentro y fuera con toda suavidad, empieza un ritmo de bombeo mientras me acerco a besarla, quiero unirme a ella por abajo con mi pene y arriba con mi lengua, sigo metiéndosela y sacándola, dentro fuera dentro fuera y sin que yo quisiera la explosión llega.
-Diosss, me has hecho correrme.
Me dejo caer sobre ella, me quedaría así eternamente, ella me acoge con sus brazos y me responde.
-Tú me has hecho correrme más. Nunca había hecho esto con otro hombre que no fuera mi marido. Pero es que me habías puesto muy cachonda al contarme lo de tu mujer y te veía con necesidad de desahogarte. Me has hecho sentir la frescura del roce de una piel con otra piel, con este olor a hierba del campo, de estar completamente desnudos en una tarde entre gemidos y risas, de quemarnos hasta arder en el deseo de fundirnos los dos en un sólo cuerpo.
-Ha sido sublime el polvo que hemos echamos, los dos creo que nos hemos quedamos muy satisfechos y seguramente que a la vez que mi mujer y el socorrista, pues ella me dijo que iría a la piscina mientras yo había quedado contigo.
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