Hice acabar en mis tetas a un futbolista

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T. Lectura: 4 min.

Nos conocimos por Instagram. Bueno, “conocernos” es una forma de decir. Él me había visto en la historia de una amiga y me dio follow.

Ni bien le acepté la solicitud, reaccionó una historia: una foto de mi gato, tirado panza arriba en mi cama.

—Ni siquiera te conozco y ya tengo celos de tu gato —me escribió.

—Es calentito —le puse.

—Yo también. Si querés, probame —respondió casi al toque.

Lo dejé en visto. No por mala, sino porque no me hizo mucha gracia. Pero a la hora, volvió.

—¿Cómo andás, morocha? —dijo con confianza.

—Bien, ¿vos? —contesté desinteresada.

—Mejor desde que estoy hablando con vos —tiró.

Ahí lo stalkeé. Vi que era jugador, pero me dio lo mismo. No me calienta mucho el fútbol ni los que viven de eso, pero estaba bueno.

Igual me enganchó. Me hablaba de noche, cuando ya estaba tirada en la cama, y sin decirlo, los dos sabíamos a dónde iba todo eso.

—Si no querés venir a verme jugar, al menos vení a tomar unos mates a casa —me dijo un día.

Dudé un poco, pero terminé aceptando.

Era jueves y ya desde que me desperté tenía un nudo en el estómago. No por culpa, ni por duda. Por ansiedad. Sabía que íbamos a coger.

Con Bruno (así le vamos a decir) no habíamos hablado de eso con todas las letras, pero lo sentía. Estaba en el tono de los mensajes, en la manera en que me hablaba en los audios, en cómo me sacaba información. Era un lenguaje que yo entendía.

Me bañé, me depilé, me puse crema con olor a vainilla en las piernas y entre las tetas.

Elegí un jean gastado, bien al cuerpo, y una remerita blanca. Abajo, una tanga beige bien metida y un corpiño negro de encaje. No era para seducirlo, pero si para estar lista.

Cuando llegué, me abrió con una remera blanca básica, pantalón corto del club. Y ahí vi su pija marcada, acomodada hacia un costado.

Me costó no mirarla directamente. Nos saludamos como si nada, pero yo ya estaba con la boca hecha agua.

Nos sentamos en el sillón, él cebaba mate y dejaba correr una playlist de esas que te meten en clima sin que te des cuenta. Me miraba cada vez que yo hablaba, como si me estuviera estudiando.

—Sos muy linda… ¿no tenés novio? —preguntó.

—No, ¿por qué? —le dije, sonriendo apenas.

—Porque si fueras mía, no te dejaría salir de la cama —agregó riendo.

Tenía ese humor ácido y me preguntaba cosas, pero no era invasivo. Quería saber, pero no por interés, sino por morbo.

En un momento me acerqué para mostrarle algo en el celu, un meme creo, ni me acuerdo.

Me le pegué un poco y él me acomodó el pelo, con los dedos apenas tocándome la nuca. Un gesto mínimo, pero íntimo.

—Me tengo que ir en un rato… —le dije, bajito, como queriendo que no me escuchara.

—Entonces no perdamos tiempo —y cerró los ojos.

Me comió la boca. Así, sin pedir permiso. Me agarró fuerte, me apretó contra su cuerpo.

Yo me trepé a sus piernas sin pensarlo. Sentía su pija dura bajo el short, empujando entre mis piernas.

Me subió la remera, me lamió las tetas por encima del corpiño. Después me lo sacó con una mano mientras con la otra me agarraba el culo con violencia.

Me chupaba las tetas con hambre, como si me estuviera devorando. Sentí su lengua húmeda, lenta, recorriéndome los pezones.

—Ay… No me hagas esto —gemí bajito, mordiéndome el labio, mientras me aferraba a sus hombros.

Se paró de golpe. Yo quedé sentada en el sillón, con la respiración entrecortada. Se bajó el short y me la puso en la cara. Tenía la pija más gorda que había visto en mi vida.

Se la escupí primero, dejando que el hilo de baba le corriera por toda la pija. Después la lamí lento, saboreándola desde la base hasta la punta.

Subía y bajaba la cabeza, sintiendo cómo me llenaba la boca. Lo succionaba con fuerza, cerrando bien los labios, haciendo ese ruidito húmedo que lo volvía loco.

Él suspiraba fuerte, tirado hacia atrás, con la cabeza apoyada en el sillón y una mano en mi pelo.

—Qué hija de puta sos —me dijo, y me agarró del cuello. Me apretó con fuerza, me hizo levantar y me besó con furia.

Me empujó contra el sillón, me puso en cuatro, y con el jean y la tanga en las rodillas me la metió entera.

Grité. Me arqueé. Me tiró del pelo. Me dio nalgadas secas, duras.

Sentía cómo su pija gruesa me abría la concha. Me dolía, pero ese dolor me encantaba, quería que no parara nunca.

Después se sentó en el sillón con la pija dura, empapada. Me sostenía por la cintura mientras yo lo cabalgaba lento, con los ojos cerrados y el cuerpo rendido.

Me acariciaba la espalda con ternura, como si entre tanta brutalidad todavía quedara un espacio para lo suave.

Me apretaba las tetas con las dos manos, las recorría con los pulgares, y me miraba con esa cara de hombre hambriento.

—Sos hermosa, boluda… —me murmuró al oído, jadeando.

Yo le gemía bajito, apenas, como si tuviera miedo de romper ese momento, como si el placer fuera tan profundo que no necesitara ruido.

De golpe empezó a bombearme desde abajo, con fuerza, con la pija dura entrando y saliendo de mi concha mojada sin piedad.

—Te voy a romper toda, putita —me gruñó, apretándome el culo con las dos manos.

—No pares… no pares —le supliqué, con la voz quebrada, sintiendo cómo cada embestida me sacudía toda.

Se puso animal de golpe, me agarró fuerte del cuello mientras yo lo cabalgaba, apretándome como si quisiera dejarme sin aire.

—Te voy a llenar de leche, putita —amenazó.

Yo gemía, sintiendo cómo la presión de su mano me hacía excitar más. Le resguñé el pecho, le clavé las uñas, era brutal.

Me bajé, me senté en el piso. Junté mis gomas alrededor de su verga. Las moví arriba y abajo, lo escupí.

Le hice fricción hasta que eyaculó como una bestia, chorros calientes de semen sobre mis tetas.

Seguí lamiendo después, aunque la pija ya estaba medio flácida.

—Se te va a hacer tarde —me dijo.

Me limpié las tetas con una servilleta, me acomodé el corpiño, me subí el jean y él me despidió con un chape rápido, intenso, que me dejó con ganas de más.

Me fui, pero no a clases. Me dolía todo el cuerpo, tenía la piel pegajosa, sucia, llena de semen seco que me recordaba todo lo que había pasado.

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1 COMENTARIO

  1. Que buen relato! Como todos los que escribiste! Me recontra calienta leerte y me imagino todo lo que cuentas!! Siempre tenemos ganas de leerte!! Cuéntanos si repites sexo con este futbolista!! Me da mucho morbo que la tenga gruesa y te parta en dos!! Déjate coger por pijaa enormes!! Gordas y largas pero siempre dura como piedra!

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