Deseos ocultos: Dos amigas descubren las fantasías de Diego

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En un cómodo apartamento en el corazón de la ciudad, Diego se encontraba frente a su computadora, su mente divagando entre pensamientos inocentes y deseos ocultos. El zumbido del ventilador era el único sonido que rompía el silencio, mientras él se perdía en la pantalla, revisando sus mensajes. De repente, un aviso sonó, indicando que había recibido una serie de fotos de su mejor amiga, Laura. Con un clic, abrió el archivo y se encontró con imágenes de ella, desinhibida y desnuda, capturadas en momentos de intimidad.

Diego sintió una oleada de calor subir por su cuello mientras sus ojos recorrían cada curva y cada detalle de su cuerpo. Las fotos eran provocativas, con Laura posando de manera sugerente, sus ojos llenos de deseo. Pero lo que más le intrigaba eran las historias que su amiga le contaba después, los detalles íntimos de sus encuentros con otros hombres. La forma en que describía cada beso, cada caricia, lo excitaba de una manera que él no podía explicar.

Su amiga y él no eran pareja entonces. Eran amigos de fiesta, se conocieron en un bar donde se emborracharon y Diego terminó chupándole sus tetas en el baño de un bar, producto del exceso de alcohol y hormonas. Su dinámica no tenía etiquetas, fluía de vez en cuando entre encuentros casuales, salidas de amigos y fiestas.

Una mezcla de excitación desconocida recorrió a Diego una vez que habían salido por copas con un grupo de amistades y ella había terminado compartiendo lengua con otro hombre, mientras sus manos recorrían todo el cuerpo de ella. No había nada que reclamar, Diego solo la espero para irse juntos a su apartamento esa noche, siendo el momento exacto donde se volvería costumbre hablar de sus experiencias sexuales pasadas, compartir todos los detalles en una especie de juego sexual que ambos jugaban sin darse cuenta.

Diego recordaba una noche en particular, cuando Laura le había contado sobre su último encuentro. “Nos besamos apasionadamente” le había dicho, su voz baja y llena de deseo. “Sus manos recorrieron mi cuerpo, y yo me sentí muy húmeda, tanto que necesitaba sus dedos en mí.” Diego podía imaginar la escena con vívida claridad, y su mente se llenaba de imágenes eróticas que lo dejaban sin aliento. A medida que pasaba el tiempo, Diego comenzó a darse cuenta de que estas historias lo excitaban más de lo que estaba dispuesto a admitir, incluso ante sí mismo.

Una noche, mientras tomaban unas copas en un bar, Laura y su otra amiga, Sofia, comenzaron a compartir historias de sus últimas citas. Diego escuchaba, sintiendo una mezcla de curiosidad y excitación. Laura mencionó un encuentro reciente con un desconocido, describiendo cómo se besaron apasionadamente frente a él, como si quisieran provocarlo. “Debiste ver como se le marcaba su verga en el pantalón” dijo Laura, sus ojos brillando con el recuerdo. “Sólo éramos él y yo, y su enorme verga.” Diego se encontró atrapado en su relato, imaginando la escena con vívida claridad.

Sin poder disimular mucho la erección Sofía interrumpió su relato, miró la erección de su amigo y se rio señalando que alguien estaba disfrutando de más la historia. “Así es él”, replicó Laura, -yo tengo que admitir que a veces le comparto cosas de mis citas pasadas solo porque sé que eso lo enciende muy fácil-explicó.

-¿En serio te gustan tanto esas historias? -preguntó Sofia.

-Supongo que sí, me gusta imaginarlo y por alguna razón me gusta escucharlo, aunque no es mi intención hacerlas sentir incomodas -dijo Diego apenado. -No te preocupes por eso, solo lo encuentro bastante curioso ¿y te gusta ver cuando dos personas se besan frente a ti? -dijo Laura, a lo que él asintió con la cabeza.

-Hay que ponerlo a prueba -dijo Laura mientras se acercaba a Sofía y ambas se hundían en un beso muy húmedo.

-¿Te gustó? -Preguntó entre risas Sofía.

-Es obvio que sí, dijo Laura mientras con el dedo índice tocaba la erección evidente de Diego.

-Te tengo una duda, ¿esto es algún tipo de fetiche de voyeur? ¿te gustaría ver a la gente escondido o algo así? -Dijo Sofía.

-Me parece que no, es más como la emoción de saber que soy parte de y que estoy viendo o imaginándome los detalles. Supongo que a ustedes también les gustaría ver a alguien atractivo para ustedes teniendo sexo ¿no? es como la pornografía. -argumentó Diego.

-¿Y si esa persona tuviera un vínculo sentimental contigo por ejemplo? como las parejas swingers o así, ¿crees que te gustaría ver a tu pareja con otra persona? -Preguntó Laura.

-Supongo que sí, -confesó Diego.

-Nunca había escuchado de algo así, para ser sincera. No sé si yo me excitaría viendo a mi pareja con otra persona, pero claramente eso a ti sí. Aunque siento que hay algo más, porque debe haber una razón de porque eso te excita tanto cuando es una persona que conoces como una pareja, ¿tal vez la parte psicológica del asunto? -reflexionó Laura.

-Supongo que sí, no puedo explicarlo con palabras porque no he pensado mucho en esto, pero supongo que la situación de ver a alguien que conozco con otra persona disfrutando me genera un poco de morbo -explicó Diego.

Sofia, con una sonrisa traviesa, se inclinó hacia él y le preguntó en voz baja:

“Diego, si tuvieras una pareja, ¿te excitaría que te fuera infiel?”

Diego sintió un nudo en la garganta, pero la respuesta salió de sus labios con una sinceridad que lo sorprendió:

“Creo que sí.”

Las dos mujeres se miraron y rieron, encontrando en su respuesta una oportunidad para hacer más preguntas. La atmósfera se cargó de tensión sexual, y Diego se sintió a la vez excitado y humillado. Las burlas de sus amigas lo pusieron en una posición vulnerable, pero también le descubrieron un deseo oculto que no sabía que tenía. A medida que la noche avanzaba, Diego se encontró en una espiral de excitación y vergüenza, disfrutando de la atención y las provocaciones de sus amigas. “Lo bueno es que sabemos que nunca te veremos llorando porque te pusieron los cuernos, es un superpoder si lo piensas así”. Bromearon entre ambas.

Durante los siguientes días, tanto Laura como Sofía llenaban de historias sexuales a Diego. Un día recibió una foto de Sofía con su cara llena de semen y sintió que iba a explotar. Ambas habían encontrado en el deseo de su amigo un gran tema para fastidiarlo, llamándolo durante semanas “cuernitos”.

Con el tiempo ambas fueron aceptando la situación y jugando con eso, hasta que un día Sofía se atrevió a confesarle sus sentimientos a Diego, aunque ella explicó que no tenía ningún problema con el “asunto sexual” de su pareja, le admitió que no le gustaría que él viera a otras mujeres, él simplemente aceptó, no quiso pedir exclusividad en la relación de su lado y le explicó entre balbuceos que si ella quería hacer algo tal vez eso a él le gustaría, siempre y cuando estuviera enterado.

Con el tiempo, Sofia y Diego comenzaron una relación, y el secreto de sus deseos cornudos se convirtió en un juego y seguidilla de chistes entre los tres amigos. Las noches en el apartamento, usualmente incluían alcohol y amigos y un día Sofía decidió invitar a un grupo de conocidos de fiesta para celebrar un logro en su trabajo. “Juguemos verdad o reto”, sugirió Laura.

La noche se llenaba de desafíos y juegos de verdad o reto, donde la tensión sexual se volvía palpable. Esa noche mientras jugaban, uno de los hombres del grupo retó a Sofía a contestar a qué hombre de la habitación besaría si no estuviera en una relación.

-Supongo que a Mariano -Confesó Sofía. Todos volvieron a ver a Diego, pero él solo sonrió indicando que no pasaba nada malo. Los retos no tardaron en involucrar alcohol y retos más subidos de tono en un grupo donde casi todos eran solteros.

A mitad de la noche Diego fue retado a beber un shot de tequila que Laura debía poner en sus tetas. Diego chupo la sal puesta en parte del cuello de su amiga y luego puso su boca en el vaso de shot ubicado en el gran busto de su amiga, a lo que tuvo que ayudarse con la mano para lograr beber con éxito.

El grupo ya algo alcoholizado celebró y molestaron a Sofía diciendo que cuidado le robaban al novio. Pues las tetas de Laura eran grandes y Diego las había palpado con fuerza.

-No se preocupen yo le voy a devolver el favor a mi amiga -Dijo Laura. Seguido de esto, retó a su amiga a besarse de lengua con el otro chico, el cual ella había admitido que le tenía ganas.

Diego no tuvo tiempo de reaccionar cuando su pareja y el otro chico se besaron. La escena lo dejó sin aliento, una mezcla de excitación y vergüenza que lo consumía.

Las siguientes rondas bajaron la intensidad y todos tenían una sensación de que habían propasado un límite. A lo que Laura decidió hacer la pregunta más comprometedora de la noche.

-Dinos, ¿te excitó ver a Sofia besándose en frente de todos? recuerda que no puedes mentir -explicó Laura

“Sí” admitió, con la voz temblorosa, sintiendo cómo su rostro se sonrojaba. La confesión abrió una puerta a nuevas posibilidades, y Diego se encontró explorando un lado de sí mismo que nunca había conocido.

A partir de aquí los juegos se volvieron más osados. En una ocasión, Sofia fue retada a pasar 20 minutos a solas en un cuarto con el otro hombre. Mientras esperaban, los amigos, mayoritariamente mujeres, le susurraban cosas excitantes a Diego sobre su fantasía y como ahora sabían su secreto. Él sentía su corazón latir con fuerza, anticipando lo que vendría. Las palabras susurradas eran sugerentes y provocadoras, y Diego se encontró en un estado de excitación que lo dejaba al borde del abismo.

Cuando Sofia finalmente salió del cuarto, su cara estaba llena de semen y una sonrisa pícara iluminaba su rostro. Diego la miró, sintiendo una oleada de excitación y posesión. Era solo el comienzo de una vida llena de deseos y juegos, donde él sería el centro de atención. La humillación y el placer se entrelazaban en una danza erótica que lo dejaba sin aliento, y Diego se encontró ansioso por explorar más, por descubrir nuevos límites y nuevas formas de satisfacer sus deseos más profundos.

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