Hola, soy Cinthia, creo que ya me conocéis, y para los que no me conocen, soy morena, pelo rizado, ojos verdes, de piel blanca, y muy sexy, ah y con 32 añitos.
Hoy os voy a relatar, una de mis experiencias, real por supuesto, y sucedió así:
Como todas las mañanas, me levanté de la cama, me duché, desayuné y me vestí, me puse un tanguita blanco, y el sujetador a juego, mis pantalones ajustados y una camisa, me pinté los ojos en un tono suave y los labios de un color rosa clarito, me pongo mi perfume favorito y me dispongo a salir de casa para ir al trabajo, me pongo mi chaqueta de piel, cojo el casco en la mano y bajo al garaje a por mi moto, que por cierto es una Honda CB 600, que me hace vibrar cuando la tengo entre mis piernas.
Llego a la oficina, y empieza un nuevo día aburrido y monótono entre los papeles, avanza la mañana y salgo a tomar un café, y cuál fue mi sorpresa, que al entrar en la cafetería vi a mi amigo Juan, el cual hacía tiempo que no veía, ¡Dios! que guapo estaba, me acerque a él con mis movimientos de caderas, que sé que le vuelven loco, lo saludé con dos besos, pero no con los típicos besos que rozan las caras, sino con mis labios impactando en su mejilla izquierda y muy despacito y descaradamente rocé mis labios con los suyos y seguí hacia la mejilla derecha, cuando me separé, él me miró con una sonrisa traviesa que me encantó.
Le pregunte:
Yo: Pero bueno, que sorpresa, ¿qué haces por aquí?
Él: Uf sigues tan guapa como siempre. Pues nada, que había quedado aquí con un cliente por motivos de trabajo, como sé que tu tomas café aquí no quería desaprovechar la ocasión de verte.
Yo: Pues has hecho muy bien, yo también tenía muchas ganas de verte, y he pensado mucho en ti durante este tiempo que no nos hemos visto.
Él: Yo cuando pienso en ti, no puedo evitar acordarme del trío que hicimos aquel día, fue maravilloso.
Yo: Pues si quieres podemos repetir, pero solos tú y yo.
En ese momento entró el cliente de Juan, y él me dijo: “luego te llamo y quedamos”. Su cliente se acercó a él, yo me tome mi café, y volví al trabajo, a partir de ese momento el aburrimiento y la monotonía dejaron de existir, tenia deseos de volver a estar con Juan. Pasaba la mañana y el teléfono no sonaba, yo empezaba a preocuparme, porque era extraño que Juan después de haber quedado no me llamase.
Eran las 13:55 cuando sonó el teléfono, mire antes de descolgar, y era Juan, justo cinco minutos antes de salir del trabajo, yo respiré aliviada, no le había pasado nada, y quedamos para comer, él me estaba esperando en la puerta de mi trabajo. No miré si eran las 14 horas, cogí mi bolso y salí corriendo a su encuentro, estaba allí esperándome, me vio y me dijo:
Él: ¿Cómo te fue la mañana, preciosa?
Yo: Aburrida hasta que te vi en la cafetería.
Él: Pues ya estoy aquí para alegrarte el resto del día, por cierto, deja la moto aquí y nos vamos en mi coche, ya tengo reservada mesa en un restaurante.
Yo: Joder cielo, estás en todo, y yo toda la mañana preocupada por si no me llamabas y ya tienes hasta mesa reservada, nunca cambies, contigo todo es perfecto.
Como agradecimiento a las palabras que le dije, se me acercó y fundió sus labios en los míos, como me gusto eso, me cogió la mano y me acercó hasta su coche, que estaba muy próximo, me abrió la puerta, y me dijo:
Él: Entra mi vida, que vas a oír rugir el motor de mi coche nuevo.
Yo: Ya veo que a ti te pasa con los coches, lo mismo que a mí con las motos, siempre tenemos que tener muchos caballos entre las piernas.
Él sonríe y asiente con la cabeza muy efusivamente y cierra la puerta, se sube arranca y nos vamos.
Llegamos al restaurante, entramos y fuimos hasta la mesa que había reservado, estaba en un rinconcito muy acogedor, separado por un biombo, el cual hacía que nadie pudiese vernos.
Juan galantemente, apartó la silla para que yo me sentase, y así lo hice, y cuál fue mi sorpresa, que al tirar la silla hacia delante, se agachó y me besó en el cuello, un beso muy corto, pero que me hizo temblar.
Sin inmutarse, se sentó en su sitio, frente a mí, llamó al camarero, el cual trajo la carta, pedimos, comimos y cuando estábamos en el postre, que era plátano frito con dos bolas de helado (hubo un momento en que cruzamos las miradas y sonreímos), era el presagio de lo que iba a suceder aquella tarde, pero Juan no estaba muy dispuesto a esperar, se había descalzado y con su pie me rozaba la entrepierna, yo lo miré con cara de sorpresa, pero le seguí el juego, me gustaba lo que estaba haciendo y empecé a ponerme caletita, él quiso pedir café, pero le dije muy rotundamente que nada de café que teníamos prisa, sonrió, pagó la cuenta y nos fuimos.
En el parking y una vez dentro del coche, no lo pudimos evitar, tuvimos que besarnos, fue un beso apasionado, donde dejamos rienda suelta a nuestro instinto, Juan metió su mano por mi camisa, sacando mi pecho, agachó su cabeza y con su lengua contorneó mi pezón, el cual se puso tieso, yo ya empezaba a excitarme, pasé mi mano por encima de su pantalón, tenía el pene erecto.
Estábamos los dos muy excitados, cuando de repente alguien cruzó por delante del coche, los dos nos pusimos cada uno en su sitio, yo me tapé rápidamente, dimos un soplido y decidimos marcharnos de aquel lugar, no queríamos hacerlo de aquella manera tan rápida e incómoda, queríamos que aquello durase y que nos diese mucho placer, así que nos fuimos a su casa.
Por el camino no hacíamos más que reír por la situación que acabábamos de vivir en el parking.
Llegamos a su casa y en la puerta él me agarró fuertemente por la cintura, empezó a besarme, mientras bajaba las manos y me apretaba el culete con fuerza. Yo me agarré a su cuello y di un salto, Juan me cogió y quedé suspendida en el aire, mientras con mis piernas abiertas me agarré de su cintura, aun seguíamos besándonos y la puerta sin abrir.
Juan a tientas abrió como pudo la puerta y entramos en su casa, cerró la puerta y allí mismo empezó a quitarme la ropa, primero la chaqueta, luego la camisa, yo me deslicé por su cintura muy despacito, noté su bulto contra mi sexo, y no pude evitar arrancarle la camisa, acercarme a su pecho y lamer su pezón, seguí lamiendo hacia abajo hasta llegar a su cintura, le desabroché el cinturón y los pantalones cayeron por si solos, ¡madre mía estaba el pene que se salía!
Con mi mano derecha cogí la parte izquierda de su bóxer y con la boca la derecha, bajándolo poco a poco, no pude resistirme más, lo cogí con mi boca y empecé a chupar, “ummm, dijo Juan, chiquilla que bien lo haces”. Me cogió la cabeza con sus manos y la apretó hacia él, que maravilla todo aquel miembro para mi sola, no paraba de entrar y salir de mi boca.
Juan me hizo levantar, me tumbó encima de la mesa, me desabrochó los pantalones y me los quitó muy rápidamente, empezó a lamerme por la entrepierna hacia arriba hasta llegar a mi tanguita, el cual estaba muy mojado, pasó su lengua por el borde y la introdujo por debajo hasta llegar a mi rajita, subió hacia arriba, con los dientes y una mano me quitó el tanga.
Cogió con sus manos mis rodillas, abrió mis piernas y metió su cabeza entre ellas, comenzó a lamerme el chochito y después introdujo su lengua hasta mi clítoris, lo mordisqueó y lo succionó, yo ya no podía más quería sentir su pene dentro de mí, le levanté la cabeza y al mirarme a los ojos se dio cuenta de lo que deseaba, no me hizo esperar…
Muy lentamente introdujo su polla en mi chochito y sin dejar de moverse hacia dentro y hacia fuera, me cogió los pechos por encima del sujetador, luego metió las manos por debajo de él, acarició mis pezones con sus dedos, me puso a punto para correrme, pero no se conformó con eso, también metió su lengua en mi boca y la juntó con la mía, los dos estábamos ya a punto, no aguantábamos más y entre jadeos y suspiros nos corrimos al mismo tiempo.
Juan se quedó tendido sobre mí con su cabeza en mi pecho y yo con mi mano derecha le tocaba el pelo acariciándolo, sabía que después habría más, aún quedaba fuego en el interior de nuestros cuerpos.
Nos levantamos de la mesa, Juan se fue al aseo y yo a la cocina a beber algo, él salió y entré yo a lavarme un poco, mientas recordé algo que tenía muchas ganas de hacer y hoy era un buen día para ello.
Cuando salí del baño fui a la cocina y en el camino vi a Juan tumbado en la cama completamente desnudo, estaba esperándome, yo seguí hacia la cocina, quería probar aquello que tantas ganas tenia, abrí el congelador y eche un par de cubitos de hielo pequeños en una tacita y me fui al dormitorio.
Juan se sorprendió y me dijo:
El: ¿qué tienes en la taza?
Yo: ya lo veras
Él: madre mía, que me irás a hacer
Yo: ah, espero que te guste
Juan me mira expectante cuando ve que me meto un hielo en la boca y me dirijo hacia él muy decidida, le dije que cerrase los ojos, me subí a la cama y me puse a los pies de él, le abrí las piernas y me incliné hasta llegar a los huevos. Saqué el hielo de mi boca y lo sostuve con los labios, empecé a rozarle el hielo por los huevos y él al sentirlo pegó un salto, yo lo calmé y le dije que aguantase que le iba a gustar.
Seguí pasándole el hielo por los huevos se encogían del frío a la vez que le pasaba el hielo también le pasaba mi lengua para que fuese más cálida la sensación, cuando el hielo se hizo más pequeño, subí con él por su polla hasta llegar a la puntita, la dejé toda mojadita y muy fría, me metí el hielo dentro de la boca y empecé a chupársela, subía y bajaba y Juan me decía:
—Cinthia eres la mejor, me vuelves loco cuando follamos… no pares, me encanta lo que me estás haciendo.
Yo lo mire y sonreí, el hielo se me había derretido, cogí el otro que tenía en la taza, esta vez me lo metí entero en la boca y su polla también, de vez en cuando se me caía, lo recogía y se lo pasaba por el pubis, él se encogía al sentir el frío, pero le encantaba. Juan se incorporó me cogió la cabeza, me besó, metió su lengua y me quitó el hielo, me tumbó boca arriba, y pasó el hielo por mis pezones rápidamente, y estos se me pusieron tiesos y duros, bajó hasta mi chochito, pero el hielo ya se había derretido por completo, no aguantó el calor que yo desprendía, con lo cual él utilizó su lengua para darme placer.
Abrió mi chochito, metió su lengua, no paraba de deslizarla en todos los sentidos, metiéndola entre los labios, haciendo circulitos sobre mi clítoris, que placer… pero no se iba a detener ahí, iba a continuar hasta llegar a mi culito, su lengua estaba haciéndome maravillas, la metió en mi culito, fue estupendo, notaba su lengua mojada dentro de mí, y mordisqueaba mis nalgas.
Me dio la vuelta y comenzó a rozarme el chochito con su polla, mientras, besaba toda mi espalda, sentía un escalofrío muy intenso y agradable, extendió las manos por debajo de mí y me tocaba los pechos, abarcándolos con sus manos, dándome pequeños pellizcos en los pezones. Yo quería que me follara por el culito, cogí su polla y la introduje dentro de él, entro con dificultad, pero muy poco a poco llegó hasta el final, noté sus huevos golpear mi chochito, cada vez más rápido y me dijo:
Él: cariño ¿te gusta?
Yo: vas a hacer que me corra antes de tiempo
Él: me gustaría follarte el chocho antes de que te corras
Yo: sácala de ahí y métemela
Él: ummm que rico tienes el coñito, está muy mojadito y calentito, que suave entra, no tardaré en correrme.
Yo: quiero que te corras en mi boca, avísame antes de hacerlo.
Cogió mis caderas, me apretó fuertemente contra él una y otra vez, estaba como loco, se movía cada vez más rápido, yo presentía que no tardaría mucho en correrse, así que con mi mano derecha empecé a tocarme el clítoris, ¡Dios! Como estaba disfrutando en ese momento, no quería que parase y él cada vez se movía más rápido, llegó mi momento no pude contenerme, gritaba de placer al correrme.
Juan gemía también, estaba a punto de correrse, sacó su polla y la introdujo en mi boca, empecé a chuparla con fuerza, él apretaba mi cabeza y me la movía cada vez más rápido, sentí como explotó dentro de mi boca, su semen salía por mis labios, me relamía y a la vez seguía lamiéndosela, él no dejaba de gemir de placer y poco a poco su polla bajaba de tamaño, nos fuimos relajando, nos tumbamos en la cama muy juntitos y nos quedamos dormidos.
Pasaron unas horas y nos despertamos, nos miramos el uno al otro y sin mediar palabra nos sonreímos, fuimos al baño, nos metimos juntos en la ducha, yo empecé a frotarme el cuerpo con jabón y Juan me dijo:
Él: ¿te froto yo?
Yo: vale pero muy suave
Él: no te preocupes que yo froto muy bien
Entonces yo me acerqué a la pared y me abrí de piernas y brazos, como si él fuese un policía que iba a cachearme. Cogió el gel se lo echó en la mano y empezó a frotarme muy suave, puso sus manos sobre mi cuello, y poco a poco fue bajando por mi espalda, muy lentamente, llegó hasta mi culito siguió bajando hasta mis tobillos paseando sus manos por toda la longitud de mis piernas, me frotó los pies, yo empezaba a sentir un placer que me agradaba.
Me dio la vuelta y puso sus manos en mis pechos, masajeándolos muy despacito, siguió hacia abajo por todo el contorno de mi cintura hasta llegar a mi chochito, ahí se detuvo, metió dos deditos por mi rajita y me frotó muy suave, cogió agua y me lo enjuagó, se agachó y comenzó a chupármelo, metió su dedo por mi vagina, la cual se puso muy calentita y excitada, mientras con la otra mano no dejaba de masajear mi culito, así estuvo unos minutos.
Él se levantó y yo le masajeé su polla, estaba muy dura, me giró, me apoyé contra la pared y me penetró por el chochito, mientras el agua caía sobre nuestros cuerpos, él empezó a moverse cada vez más rápido, a mí me estaba llegando el orgasmo, él no paraba, la sacó muy rápidamente y me la metió por el culito, y nos corrimos al mismo tiempo.
Salimos de la ducha, nos secamos, y nos vestirnos, después Juan me llevó a recoger mi moto, nos dimos un beso de despedida y quedamos en llamarnos. Él se fue en su coche, yo me puse el casco, subí a la moto y me fui a casa, el día estaba terminando, fue una tarde de lujuria.
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