Encuentro swinger (2)

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T. Lectura: 7 min.

Al levantarnos, nos duchamos, era un día hermoso, con mucho calor y salimos para la piscina principal, desnudos por supuesto. Comimos, con las otras parejas, mientras seguíamos tomando. La señora que conocí en la zona de masajes me ofrece reiki, y el que toma mi lugar es José. La mujer aprovecha para apoyar sus pechos largos sobre él lo que hace una erección genial. Y de paso también le dada unas ricas mamadas. Todo delante de mí.

Cuando quede sola con Esteban le digo todo lo que me gusto lo de anoche, y le propongo que esta noche yo voy a jugar con el culito de él. A lo que responde, ¿estás loca?, la vas a pasar muy bien, te voy a hacer acabar como nunca lo hiciste antes, mientras veo como se le va levantando la pija.

Cuando llega Cele le cuenta que quiere una doble penetración esta noche, pero quiere una pija grande, la de uno de los chicos del staff y José, si no te opones Lau, dice. Esteban la mira y no responde, sabe que ya ella lo había contratado, mientras yo tenía planes para Esteban.

No llego la noche y Cele estaba con su doble penetración en la habitación, con la puerta cerrada. Así que con Esteban comenzamos en la ducha donde nos enjabonamos mutuamente, despacio… concentrándonos obviamente en los genitales del otro. Cada una de mis manos se posó en una nalga suya… acariciándola en círculos, resbalándose atrevidamente de tanto en tanto, entre su culito caliente para luego pasar a su verga bien dura y darle una repasadita de bolas a glande y viceversa.

Él por su parte acariciaba suavemente mis senos, decorándolos con espuma, para bajar por mi vientre y luego un poco más… mi conchita lo recibió agradecida… clamaba por esos dedos, por sentir uno en su interior. Separé mis piernas un poco más para confirmarlo. Cuando me tuvo bien caliente se detuvo… me tenía justo donde quería… en un lento estado de agonía…

Salimos del baño después de apenas secarnos, mientras caminábamos lentamente hacia la cama. Caímos estrepitosamente, yo sobre él… mi conchita desprendiendo su inconfundible calor sin estacarse aún sobre su miembro. Yo solo lo besaba en el cuello, en los hombros, en el pecho, más abajo… más… seguí de largo… besé el interior de sus muslos… me recogí el cabello con una banda.

Comencé despacio, me introduje todo el glande, pasé mi lengua por todo su contorno concentrándome en el frenillo. Lo miré a los ojos, los tenía apenas entreabiertos… se limitaba a disfrutar acariciándome de cuando en cuando el cabello. El resto de la verga no lo dejé desatendido, ni más faltaba, lo acariciaba con una mano y con la lengua de lado a lado. Me dediqué a pajearlo por un momento con mi mano derecha mientras me metía sus bolas en mi boca una a una acariciándolas también con mi lengua golosa e incluso un poco con mis dientes. Él me lo agradeció con una serie de gemidos que me estimularon a ir un poco más allá en intensidad y velocidad.

Me detuve un poco, fui más despacio para que no termine rápido, aunque estaban bien descargados sus huevos.

Me levanté y quedé prácticamente sentada sobre su cara… no tuvo tiempo ni de reaccionar y empezó con su lengua dentro de mi fustigándome. Me apoyé sobre la cabecera de la cama para no caerme. Traté de separarme un par de veces, pero él no me dejaba, me agarró fuertemente por la cintura y a cada movimiento mío para alejarme el respondía con un “castigo” que no eran más que chirlos fuertes en mi cola. Yo lanzaba pequeños gritos de placer… que me oigan los que pasaban por la puerta semiabierta, pensaba… luego dejé de pensar y me abandoné al placer… solo podía sentir su lengua caliente, sus labios cerrándose sobre mi clítoris, succionándolo hasta que me sentía morir.

Me estaba matando a punta de lengua… que rico… gemía yo esta vez moviéndome sobre su cara con cuidado de no asfixiarlo con mis movimientos circulares. Él también gemía de gusto, parecía disfrutar lo que estaba haciendo y eso me excitaba más. Uno de sus dedos entró en mi culito con facilidad, todavía dilatado, luego salió de nuevo y repitió el delicioso movimiento una y otra vez. Yo estaba loca del delirio, temblaba de pies a cabeza y luego mucho más cuando comencé a llegar violentamente dejándolo bañado con mis flujitos. Sudorosa y exhausta me tumbé a su lado.

Con la yema de los dedos empecé a acariciar su espalda. Luego mi lengua se unió a la función lamiendo su piel y bebiéndose su sudor. Anochecía. Poco a poco nos acomodamos de modo que él quedó bocabajo y yo sentada sobre sus nalgas.

Lo acaricié solo por fuera de su culito, con el calor del ambiente y el de nuestros cuerpos, estaba sudado. Lo sequé con la sabana y lo fui levantando, para tener más fácil acceso a su cavidad secreta, cubierta de un suave y delicado vello. Él tenía la cara entre la almohada, sofocando sus gemidos, aunque no siempre podía lograrlo y uno que otro se le escapaba. Una de mis manos acunó sus bolas un buen rato y luego se deslizó hacia delante para palpar el estado de su verga. Estaba a explotar, la punta, completamente empapada.

Lo tomé por la cadera moviéndola hacia mí boca, y con la lengua a un ritmo acompasado y rítmico se la pasaba por el culito. Para después penetrarlo con un dedo primero y después con dos, con lo que respondía con movimientos para tragarse todo lo que daban mis dedos, mientras la otra mano en la pija en una paja feroz. Efectivamente estaba por acabar, sus gemidos, grito de placer lo confirmaban. Ese era mi premio. A la vez que se abre la puerta, era Cele, su chico del staff y José viendo como mis dedos lo estaban haciendo acabar, mientras él estaba en su mundo sin notar los espectadores que presenciaban.

Yo le decía: ¿te gusta cómo te rompo el culo? ¿Lo estas disfrutando? – Mucho, mucho contestó.

Cuando se sintió al borde del éxtasis largo toda su leche sobre la cama, con gritos, gemidos de placer, para caer sobre su leche derramada.

Me violaste – me dijo en broma unos segundo después cuando recupero un poquito la cordura.

No escuché que te quejaras en ningún momento – respondí.

Mmmm… como te gusto lo que comiste culito, dijo Cele… Ahí giro rápido Esteban y vio a los tres espectadores. Solo sonrió, yo me fui a lavar, fui a mi habitación con José. Todavía quedaba la noche entera. Aunque José se lo notaba agotado, el sexo con Cele lo estaba matando. Me pidió dormir un rato para recuperar fuerzas, yo me acosté con él.

Eran mas de las 11 cuando entra Cele a la habitación y nos despierta, diciendo: vamos que es la última noche. Ya sirvieron la cena y está por empezar la fiesta de despedida, no se la pierdan.

Nos levantamos al rato, y con la cara de dormidos que teníamos fuimos al zoom, donde ya estaban todos de fiesta. Nos acomodamos en la barra y pedimos unos tragos y algo para comer, ya que no habíamos cenado.

Bailamos un rato juntitos, pegados, desnudos como todos, se notaba la erección de José rosando mi conchita.

Ana la que nos practicó reiki, de unos cincuenta y tantos años, que estaba muy bien por su edad, se fue acercando al ritmo de la música con un vaso en la mano, hasta pegar sus tetas un poco caídas por la espalda contra José y mojando con la lengua su oreja, fueron segundos de miradas intensas hasta que me besó a mí con suavidad. Fue un beso suave, pero jugoso en el que pude saborear esos labios también siliconados. Volvió a mirarme cuando los despegó a la vez que se los relamía. Ummm, ¡que bien sabes!

Yo estaba atontada todavía, José tenía una mano en mi cintura y con la otra sujetaba un vaso, Javier (pareja de Ana) le arrimo el pedazo contra su culo y tomo los vasos para dejarnos las dos manos libres.

Como si fuera una marioneta, Ana agarró a José, lo giro, le puso las dos manos sobre su culo, lo abrazó y aplastó las tetas contra su pecho para comenzar a bailar de forma lenta y apretada con su mejilla pegada a la él. Mientras yo bailaba detrás de José. Escuchando que le dice: -Vamos, apriétame el culo. Este baile es para apretarse.

Miré de reojo a Javier, hombre no muy atractivo para mí, pelado, con pansa, las bolas largas, pene chico que se iba para dejarla con nosotros. Y Ana me dice: -No te preocupes por él, le gusta que yo la pase bien.

Ana comenzó a frotarse contra su pija con movimientos sexys e insinuantes, mientras José aprieta su culito como con timidez.

Ella se apretó más contra él y haciéndose hueco con la mano la bajó. Palpó el miembro y vi el ansia en su boca. Metió la mano y abrazó la dureza con sus largos dedos mientras con la otra me tomo del cuello y sentí la lujuria de su aliento en mi boca. -¡Diosss, que pija! – me exclamó al oído.

Se separó lo suficiente para mirar la erección sin soltarlo de su mano. Podía ver como crecía la excitación en su rostro cuando se mordió el labio inferior. José le aprieta con ganas para llevarme uno de los pezones hasta la boca. Duro, largos y turgente, lo saborea con lengua y labios dándole unas buenas succiones.

Ana, me mira y dice: ¡tócalos vos también Lau! ¡Arráncamelos! – exclamó con furia.

Me apetecía hacerlo literalmente, y en medio la pista a la vista de todos metí una mano por delante y palpé el centro de la vulva. Me asombré al sentir sus gruesos labios vaginales, cole un dedo entre la raja. El interior ardía y la humedad impregnaba esa cueva ardiente. Ella se había excitado como una perra salida, y en mi cabeza cabalgaba la lujuria desenfrenada. Sentía la pija de José que la apoyaba.

Sentía latir todo mi cuerpo cuando nos dice: ¿vamos a la sala, quieren que participe alguien más? No, respondo.

El sonido de su grito lleno el gran salón, y en ese momento volví a recordar que estaba Javier. Lo busqué con la vista y le encontré recostado en uno de los sofá pajeándose. Fue una escena insólita para mí, pero lo consideré como una aceptación a lo que estaba pasando.

José comenzó a cogerla allí de pies, agarrándola del culo para impulsar su verga en cada embestida. Podía sentir sus jadeos. Notaba cómo su coño absorbía por completo la pija sin ninguna presión y pensé que allí habían entrado unas cuantas de buen tamaño.

Vamos a la sala y dejo la cortina por la mitad, para quien quiera ver se acerque. Y comienza una cabalgata de ella, sus jadeos aumentaron con sus movimientos pélvicos. Yo solo acariciaba su cuerpo, sus tetas, hasta poner mis dedos en la entrada de su cola.

En ese momento pensé no solo en lo que estaba pasando, si no en pasármelo bien buscando un morbo que no conocía.

-¿Y tu marido? – le pregunté con una sorna absoluta viendo cómo se pajeaba en el sofá.

-A él le gusta ver cómo me cogen y disfruto.

-Le gusta más pajearse mirando que follarte?

-Cuando me folla no aguanta nada, y el disfrute es menor. Cuando se pajea le dura más tiempo ese estímulo de placer.

Salgo y veo que Javier estaba a pocos centímetros espiándonos, con otros dos hombres más y lo invito a subir a la cama donde estaban cogiendo a su pareja. Ana acelero sus movimientos al verlo ahí, meto la mano para mojarme con su flujo y se la llevo hacia la boca de Javier en un acto morboso.

Ana me toma de la mano para acostarme en una posición donde le quede cerca mi conchita y empieza a darme lengüetazos con su boca babeante, bajándose de la pija de José y quedando en cuatro, apuntando el culo ahora hacia él. Para mí sorpresa Javier sonriente exclamó: -¡Vamos, dale bien a mi zorrita!

Yo no veía bien en mi posición solo disfrutaba de la lengua, labios, dientes y dedos de Ana. Pero sentí el momento en que José decidió cambiar de agujero, que seguramente Ana lo engulló como si lo estuviese esperando.

Un empujón tras otro hizo que penetrase por completo, comencé a sentir cada embestida como si se lo fuese a romper. Dejaba de chuparme solo para jadear. Aquello no era morbo, era algo más allá del morbo.

A cada empujón movía todo su cuerpo, y su cara se hundía entre mis piernas. Me lamia, me chupaba y le susurraba cosas a José que no podía oír por mi estado de éxtasis. Hasta que noté que José estalla como una olla a presión, mientras Ana intentaba besar a su pareja que largaba chorros de leche en su mano. Yo disfruté de esa brutal corrida mientras contemplaba esa escena tan insólita.

Al otro día nos despedimos de todos, sobre todos Juan y Hebe los anfitriones. Prometieron volver a invitarnos cuando falte alguno de los integrantes del grupo. Y por supuesto una despedida especial con Esteban y Cele.

Se agradece comentarios y me gusta.

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