Un domingo trabajando

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T. Lectura: 6 min.

Era domingo y me había tocado ir a trabajar por la mañana, un extra inoportuno. A las 3 de la tarde finalizó el trabajo, se marcharon los clientes y me quedé allí solo, como no tenía nada que hacer por la tarde y estaba allí a gusto y con mi llave de la empresa decidí pasar allí la tarde a mi bola tirado en el sofá y escuchando música, meditando, una tarde para mí íntegramente.

Pero a eso de las 6 empecé a aburrirme y pensé irme a casa cuando tuve una idea muy atrayente: seguir allí pero con alguna buena compañía. Y me vino a la cabeza Ana.

Ana era una chica que había conocido en una discoteca hacía unas semanas. Morena, bajita, pelo largo y liso, ojos azules, muy delgadita y con tetas bien grandes, vestía pantalones ajustados de vinilo y un corpiño rojo a juego. Toda una vampiresa. Se había arrimado a bailar junto a mí, ofreciéndome su copa. Luego me ofreció sus labios y nos dimos besos y sobeteos en un sofá. Al irnos me había hecho una mamada en un pasillo del metro que dejó a medias porque vino el tren. Y unos días después la había llevado a mi casa y habíamos echado un buen polvo, así que me apetecía horrores que se viniese a mi curro aquella tarde. Marqué su número deseando pillarla libre. Contestó al móvil:

“Si? Hombre tío, que sorpresa, ¿qué te cuentas?”

“Que tal Anita, pues nada aquí en mi trabajo, que me ha tocado venir hoy por la mañana y luego me he quedado aquí solo de relax” dije

“Vaya, que mal currar un domingo ¿no? ¿Pero ya has terminado?” preguntó

“Sí, hace rato. ¿Oye haces algo esta tarde? Tengo un plan que proponerte” dije con voz insinuante

“Mmmm vaya, pues no, iba a pasar la tarde en casa aburridísima” contestó con voz de interés

“Pues mira, ¿por qué no te vienes para acá? estaremos solos, nadie vendrá, ponemos música, tenemos cervezas en la máquina de bebidas y además tengo algo de hachís muy bueno que podemos compartir. Estaremos de muy buen rollo, ¿te hace?” le expliqué

“Hey claro tío, me hace mucho el plan, me has salvado la tarde. Dime la dirección que me visto en un momento y voy para allá.

Le di la dirección y la manera de llegar y nos despedimos. “Que de puta madre!!” pensé, “tarde genial”.

Debido a lo lejos que vivía tardó una hora y pico en llegar, yo esperaba ansioso y daba vueltas por los pasillos de mi trabajo, hasta que sonó el timbre. Salí a abrirla, la hice pasar y nos fuimos a un cuarto muy acogedor con un cómodo sofá, poca luz y equipo de música. Ideal.

“Bueno, hazte un porrito mientras saco unas cervezas de la maquina ¿vale?” le dije. Ella se puso al lío, y en seguida estábamos tirados en el sofá, fumándonos el canuto que se había currado la mar de bien, con buena música cañera sonando y cervezas en la mano. Situación inmejorable.

“Que bien que me has llamado tío, menuda tarde de mierda en casa me esperaba. Había pensado en llamarte esta semana”. Que bueno poder estar así en tu curro ¿no? dijo

“Claro tía, se está genial aquí, y me acordé que hacía semanas que no nos veíamos así que, ¿qué mejor que esto? Tengo las llaves y puedo estar lo que me dé la gana aquí, no viene nadie más hoy” respondí mientras fumaba

Tras acabar el primer porro vino el segundo, la maestría de Ana en la materia era impresionante, y su rapidez más. Una cerveza, otra, otra… pasado un rato estábamos bien a tono, nos fuimos acercando más y los roces eran continuos por cualquier motivo.

“Me alegro mucho que hayas venido Ana, no viene nadie a verme nunca ya que esto está muy apartado de todo, que suerte haberte pillado libre” le dije mientras le acariciaba la barbilla sutilmente.

“Pues ya ha venido hoy alguien a verte, y muy contenta por ello créeme” me dijo mirándome fijo. Llevábamos dos horas ya juntos y llegaba el momento de pasar de prolegómenos. Estábamos muy a tono y ya os apetecía pasar a la acción. Se me acercó y me besó la boca, comenzando un largo e intenso morreo. Se acopló sentada encima de mí y comenzó a mover sus caderas apretándola contra mi paquete. Nos empezamos a calentar mucho con el besuqueo y los movimientos, así que le levanté la camiseta

para encontrarme con sus poderosas tetas, de grandes pezones. Le quité el sujetador para comérselas, que delicia, eran tan grandes que no me cabían en la boca, así que alternaba una y otra, lamiendo los pezones, apretándolas con las manos, dándoles bocados. Ana daba pequeños gemiditos, le estaba poniendo cachonda mi dedicación a sus tetas, y se movía más fuerte contra mí.

Apartándose un poco y sin dejar yo de acariciar sus tetas empezó a desatarme el cinturón, desabrochó el pantalón y metiendo la mano en mis boxers acarició mi miembro.

“Ufff qué duró está esto ¿no? dijo, tenía cara de cachonda, le brillaban los ojos azules que poseía, y sacó mi polla al exterior para comenzar a hacerme una paja lentita. Que gusto empecé a sentir, estaba en la gloria, alargué el brazo para pillar una de las latas de cerveza y le di un trago mientras sentía su fría mano agarrando mi polla y moviéndola arriba y abajo. Me cogió la cerveza y dando otro trago (sin dejar de pajearme) se levantó, dejó la lata en la mesita, me sacó los pantalones y el bóxer y se arrodilló entre mis piernas. Estaba muy sexy con sus vaqueros azules y desnuda de cintura para arriba.

Agarré sus tetas y ella lamió mi pecho y mi vientre y sin demorarse mucho bajó hasta mi pene, lo metió en la boca y comenzó una buena mamada arriba y abajo.

“Oh Anita…. que gusto tía” exclamaba yo entre gemidos. Daba lamidas en mi glande muy velozmente dándome un gusto muy intenso, un cosquilleo casi insoportable. Con su mano derecha acariciaba y me apretaba la base y los testículos, de manera que mi pene tomaba unas dimensiones considerables, hinchándose la cabeza en su boca. Que gusto. Ana sabía lo que hacía, la quería poner bien dura y grande para luego metérsela hondo, y vaya si lo estaba logrando.

Su boca era una cueva de placer para mi polla, ahora ya no daba lamidas sino que la comía y masturbaba con la mano, me estaba haciendo una buena paja con la boca. Sin sacársela se quitó los pantalones y las bragas, que culito tenía.

El gusto era tan intenso que la paré y la cogí de las axilas, levantándola hacia mí. Besé su boca que tenía el sabor salado de mis flujos preseminales y la eché en el sofá tumbada boca arriba. La admiré un momento.

“Que cuerpazo tienes Ana, pequeñito, pero tan bien hecho… te lo voy a comer entero” la dije mientras me aproximaba a ella. Se relajó y me abrió sus piernas. Empecé a besar su cuello, bajé por su pecho deteniéndome generosamente en cada una de sus tetas que lamí, besé y acaricié a gusto y un buen rato. Bajé por su vientre trazando un surco con mi lengua, y otro más, lamí su duro y fibroso vientre hasta cansarme, y bajé metiendo la cabeza entre sus muslos. Lamí cada uno de ellos por su cara interna, lamí sus rodillas y gemelos, la volví de lado y lamí sus glúteos, tan suaves y redondos, la volví a poner como antes y mi lengua llegó a su clítoris.

“Siii cómemelo ya por favor” me suplicó jadeando. Me encantó que me lo pidiera así y lo atrapé con mis labios. Empecé a mover mi boca arriba y abajo, haciendo círculos con su botoncito amoroso entre mis dientes y mi lengua dándole un rápido y duro castigo. Con mis manos abría sus piernas más aun y se lo comía emitiendo gemidos, que deliciose era.

“Ahhh tío, que gusto sigue así por favor, mmmm” jadeaba ella, volviéndome loco de oírla y haciéndome comérselo más fuerte aun. Sus flujos empapaban mi boca, mi barbilla, estaba muy caliente, tenía que follarla ya. Alargué mi mano hasta el bolsillo de mi pantalón que andaba cerca y saqué un condón, o desenvolví sin dejar de comerla el coño y me lo puse.

“Métemela ya, sí, o me corro en tu boca” me pidió. “Quieres follar Anita, ¿eh?” le dije haciéndome el duro. “Si, si siii, joder no seas cabrón, fóllame”.

Que gusto da oír eso la verdad, me eché sobre ella y se la metí de una vez. Empezamos a follar moviéndonos rítmicamente y gimiendo ambos haciendo una deliciosa melodía de placer. Yo se la metía bien hondo y ella se apretaba y restregaba contra mí, era maravilloso. Me apretaba del culo contra ella, yo acariciaba sus caderas, nos besábamos y gemíamos de gusto boca a boca.

“Déjame ponerme encima de tí por favor, siéntate” dijo de repente. Me encantó la idea, así tendría sus tetas en mi boca para disfrutar más de ellas. Me senté en el sofá y se me puso encima, metiéndosela y follándome fuertemente pegada a mí, yo comía sus tetas, eran una gozada. No quería que terminara, así que dejé de moverme yo dejando que ella me follase cabalgándome a su gusto y yo tranquilamente lamía sus tetas y acariciaba su culo y sus caderas. Tras un rato así ella empezó a gemir más.

“Ahhh que bueno, me voy a correr ya!!” dijo saltando fuertemente. Yo noté que aún aguantaba, además tenía una idea en mente por lo que dejé que se corriese. Y empezó su orgasmo. Daba saltitos cortos y veloces, restregándose todo lo posible. Yo la miraba maravillado. No ha nada más alucinante que ver a una mujer correrse sobre ti, viendo como gime y grita de placer, como convulsiona y estira su cuerpo, notar el calor de sus flujos en tu miembro, es increíble ver eso, ¡uah!

Al acabar se apartó y me dijo riendo: “¿tú no te has corrido aún mamón?”

“No, aún aguantaba y no me ha venido”. Y pensando en mi oscura idea se la conté.

“¿Por qué no me lo haces con la boca Ana?” le dije con acento semi erótico semi infantil.

“ja, ja, ja, ¿lo prefieres con la boquita? Claro, lo que más te guste” dijo quitándome el condón.

“Pero no te arrodilles delante, ponte a mi lado derecho mejor, en posición de a 4. Quiero verte así, me pone más.” le pedí muy viciosamente.

Así que se acomodó como una gatita a 4 patas a mi derecha y apartando su cabello de la cara para que yo pudiera extasiarme mirando comenzó a darme otra mamada de vicio, chupándola intensamente pues ahora la misión era otra: mi orgasmo.

“oooh Ana, no sé qué es mejor si lo que siento o lo que veo, que gusto niña” le decía yo gimiendo.

“Te gusta como te la chupo, ¿eh?” dijo mirándome lascivamente

“Siii, lo haces increíblemente bien Ana, dame caña dame” y me chupó velozmente la polla, dándome caña con la mano. Se le escapaban gemidos, a mí más.

“Uaah, me corro Anita, no puedo más” dije yo cuando me temblaba el cuerpo de gusto.

“Vale vale, venga, dámelo” dijo ella masturbándome rápido. Salió mi primera descarga seminal al aire, con fuerza, manchando su cara. La metió en la boca y siguió mamando para tragarse el resto.

“Ahhhh dios Ana que caña” gritaba yo mientras mi orgasmo me poseía por completo.

“Mmmm” gemía ella mientras mamaba fuerte y recibía todo mi semen en su boca, tragando parte y expulsando algo.

Terminé de correrme y quedé hecho polvo en el sofá, ella riéndose de mi se fue a lavarse al baño. Volvió, nos hicimos otro porrito y nos quedamos dormidos en el sofá de puro relax. Nos despertamos muy de madrugada, casi amaneciendo. Ana tenía que irse y yo que trabajar pocas horas después, ya lunes por la mañana.

Así que se fue a las 8 y yo me quedé ya pensando en el duro día de curro que me esperaba sin haber casi dormido y empalmando un día con otro.

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