Un regalo para José

2
25924
51
T. Lectura: 5 min.

Un tiempo atrás fuimos a merendar con Cele (leer cumple de Cele) y Rocío una de sus amigas que estuvo en su fiesta de cumple, que se acuerda de cada detalle de lo que paso esa noche, porque Cele le conto cada uno de ellos. Ella comparte cama con Esteban y Cele, me cuenta que le encantan los tríos, que no tiene pareja fija. Tras la sorpresa inicial de hallarme ante un bombón de raza negra y después de haber observado la complicidad existente entre esas dos mujeres, algo en mí me avisó que esa belleza iba a trastocar mi cabeza. Juro que pensé que iba a ser yo quien cayera ante semejante hembra si seguía tratándola asiduamente. Ignorando lo que se me avecinaba.

Con los ojos fijos en su culo, fantaseé con la idea de apropiarme de ese trasero y que José con su verga tomara posesión de él. También merece que cuente que además de un espléndido culo carnoso, Rocío tenía un par de pechos inmensos que llamaban a sumergir la cara de uno entre ellos. No solo eran enormes, sino que aún sin sujetador se mantenían tiesos sin necesitar ayuda. Y para colmo su cara era de una dulzura tal que te veías hipnotizado por ella.

“¡Menuda hembra!” exclamé a Cele, al despedirme de ella con un beso en la mejilla.

Lo cierto es que esa noche al llegar a casa, le hice el amor a José mientras mi mente soñaba con un trío con la morena. Me imaginaba a ese pedazo de negra gimiendo cada vez que José le ponía su pene en su concha y a mí agarrado a sus pechos, mamando de ellos como una niña. Desconozco si mi esposo se percató de ello, aunque creo que no, algo si debió de olerse porque al terminar y mientras yacía abrazado a mí, me preguntó que me había pasado que estaba como ida.

Ahí confesé sin darle mucha importancia que conocí a Rocío, se la trate de recordar para que la ubique en la noche del cumple de Cele.

-Verdad que es impresionante la negra, recordándola enseguida contestó.

Lo cierto es que desde ese día empezamos a ver a la susodicha hasta en la sopa. En cada juntada con Cele, hasta empezó a venir a casa, como estaba sola y las charlas eran cada vez más explicitas sobre sus encuentros sexuales. Con José no se encontraba mucho, no porque la evitaba sino porque los horarios en que ella venía a casa casi nunca José estaba. Pero cuando se cruzaban a él cada vez le parecía más atractiva. Una mañana que fui a comprar en el supermercado, Rocío vio la ocasión para encontrarlo.

Preguntando porque la esquivaba, si le tenía miedo. jajaja. Sin saber que contestar, trato de escapar sin contestarle a semejante mujer.

Aunque estaba equivocada, debía explicarle los motivos por los que él no estaba cuando ella venía a casa y con voz temblorosa le intentaba explicar, que yo le he contado sus aventuras sexuales.

-¿Y eso que tiene que ver? -protestó.

-¡Mucho! Eres una mujer bellísima, sueño con vos y cada vez que te miro, deseo hundirme entre tus pechos- fue su confesión que la tomó desprevenida.

Durante las siguientes semanas, todo siguió casi igual. Y digo casi porque, aunque José no cambió en su actitud, Rocío sí lo hizo. Si de por sí esa mujer vestía de forma provocativa, a partir de ese día incrementó la sensualidad de su vestimenta disminuyendo el tamaño de la tela. Desde entonces, no fue raro verla con escuetas minifaldas y profundos escotes mientras nos visitaba y cada vez más cariñosa conmigo.

Era un viernes y cuando llega del trabajo le informo a José que nuestra amiga iba a venir a cenar a casa esa noche.

Nos metimos en el baño a ducharnos, comentando que quizás esta noche se cumpla el sueño de estar con una carnosa negra ambos. José se recuesta un rato mientras yo voy a la cocina a preparar la cena. Al despertar, me encuentra con Rocío hablando conmigo, fue hasta el bar y se sirvió una copa.

Se acercó la saludo con un beso, preguntándonos que nos apetecía tomar, y a mi pegó su cuerpo mientras rozaba con su mano mi entrepierna. No sé a quién le sorprendió más su actitud, si a mí o a nuestra amiga.

Después de un par de tragos que nos preparó, con unas cositas que picamos antes de la cena, al sentarnos a la mesa obligue a Rocío a que se acomode al lado de José, mientras con un beso, lo abrace dejando que sus manos pasaran por mi culo sin descaro. Si ya eso era raro, más lo fue cuando mi mano bajaba a su entrepierna y bajara la bragueta.

-Sé que lo estás deseando, ¡Así que te aguantas! – le dije, sacando su miembro de su encierro.

Con cara de no poder creer lo que estaba haciendo, José mira a Rocío descubriendo que se estaba mordiendo los labios mientras miraba de reojo su pene. Ni que decir cuando le empiezo a pajear en presencia de la morena, ese ya erecto miembro. Tratando de calmarse, sin emitir palabra pasó sus brazos por detrás de nosotras posándolos sobre el respaldar de las sillas.

-Ayúdame, me consta que te mueres por probar la pija de mi marido- le digo a Rocío que inmediatamente llevo su mano a su verga.

Fue entonces cuando José se percató que esa noche estaba planificada de antemano entre nosotras. Cómo tantas otras veces, íbamos a tener una linda velada con una morenaza infernal. Más excitado que nunca, le guiñé un ojo. Al ver mi gesto, sonrió a tiempo que Rocío bajaba con su boca a introducirse la pija en ella.

La negra con esos labios carnosos se comía la pija enfrente mía, excitada embutiéndose su miembro hasta el fondo de la garganta. La lentitud con la que absorbió toda la extensión permitió a José, ya sumido en la lujuria, aprovechar para tocar esos pechos que lo habían vuelto loco desde que la conociera. Tal y como me había imaginado, las tetas de Rocío eran duras como piedras, metí mi mano bajo su escote y recogí entre mis yemas uno de sus pezones. Nada más sentir mi caricia, la mujer gimió de deseo y ya convencida de desear hacerlo, reinició su mamada con mayor énfasis.

Aprovechando que estaban ocupados, me desnudó con rapidez y ya en pelotas, me acercó a ella por detrás y sin esperar una aceptación por su parte, le empiezo a desabrochar la camisa mientras le decía:

-Esta noche serás nuestra puta, y para dar mayor determinación a mis palabras, pellizcó sus pechos con dureza.

Pobre victima chilló al sentir el duro trato, pero siguió mamando el pene con dulzura. Ya me había hecho saber que gozaba con el sexo salvaje además de que era bisexual. Demostrando su maestría siguió con esmero chupando, mientras yo le despojaba de la minifalda. Comprendí que no iba a tardar en acabar José, así que le arranque el tanga con rudeza, tras lo cual con un sonoro azote, le digo:

-Tienes un culo cojonudo. Estoy segura de que José hará buen uso de él.

Previendo que llegaba la leche, me tumbó en el suelo para que la derramara en toda mi piel. Conociendo sus gustos, José sacó su pija de la boca de la negra y usándolo como si de una manguera se tratase, esparció su semen por mi cuerpo, para acto seguido, Rocío agachándose, usando su lengua fue retirando sobre mi piel gota por gota. No les tengo que contar como estaba excitada al sentir la boca de ella recogiendo cada gota de mi cuerpo, presa de la excitación. siguió con besos que recorrían mis entrepiernas hasta mis senos, que provocaban electricidad.

Sus brazos fuertes me abrazaban, lo que le daba a José una semejante visión, que ayudo a reanimar su alicaído miembro de manera que en un par de minutos ya estaba listo para la acción otra vez.

Para entonces, la morena se estaba comiendo mi concha y su postura dejaba su culo a su entera disposición. Por eso, se termina de desnudar y poniéndome detrás de ella, tantea su glande y su jugosa vagina para acto seguido incrustarle de un solo golpe. Al sentir que llenaba su conducto de un modo tan abrupto, gritó, pero no hizo intento alguno por evitarlo.

Ella seguía entre mis piernas y comenzó a dilatar mi esfínter con su lengua. José con una mano en su enorme pecho mientras usaba la otra para más azotes. La combinación de su pene retozando en su interior y la mano castigando sus nalgas, la llevó a un estado tal que sin poderlo evitar llego un orgasmo mientras con su boca cumplía en chupar mis jugos. Cayendo agotada sobre el piso.

José seguía con el pene tieso, me acerqué a ella y dando un beso, le pregunté si estaba preparada – claro contestó tocando mi sexo y mis tetas.

Se incorporó poniendo sus rodillas sobre la alfombra al cabo que José apuntaba contra ese culo carnoso y con una suave presión, introdujo su glande unos centímetros en su interior. Esa penetración a medias, la dejó insatisfecha y con un rápido movimiento, presionó su cuerpo contra él metiendo por completo toda su extensión.

Grito como cierva en celo y sin esperar a que su miembro se hubiese acostumbrado, comenzó a moverse imprimiendo a sus movimientos de un ritmo brutal.

La urgencia con la que se movía lo convence de dejar de ser cuidadoso y cogiéndola de sus hombros, inicio un mete saca tan rápido que, al cabo de poco tiempo, elevó su excitación a niveles impensables.

-¡Acabo! -la escuché decir con voz entrecortada– ¡No pares! ¡Por favor!

Pero por mucho que intentó retrasar su orgasmo, no pudo y uniéndose a ella exploto bañando con su esperma su pulposo culo. Para dejarse caer y convulsionada de placer, consiguió su nuevo clímax antes de derrumbarse. Su caída fue junto con José abrazándose a ella.

Al dejarlos fui a asearme sin que ellos se dieran cuenta dejándolos tumbados sobre la alfombra. Al cabo de unos minutos vestida solo con un delantal y con una bandeja en las manos. Les digo:

-¿Los señores van a cenar en el comedor? o ¿Prefieren seguir cogiendo en la cama mientras cenan?

Solté una carcajada adivinando los deseos de ellos, que cenaríamos pero que la noche no había terminado.

Loading

2 COMENTARIOS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí