Otra de mis historias antes de conocer a José, son las que le encanta a él que le cuente. Lo pone a mil.
Era un sábado que comenzó con la alegría de un encuentro con algunas de mis mejores amigas que no veía desde hacía varios meses.
Zoe, Vicky y yo éramos amigas y ex compañeras de secundaria, años atrás en la primera juventud. Desde entonces, y a pesar de que a veces nuestras respectivas obligaciones nos alejan un poco, siempre hacemos un hueco para vernos, contar anécdotas, ponernos al día de nuestras cosas y disfrutar de una charla amena. Al final siempre caemos en la trampa y hablamos de los hombres. Lo que nos une a ellos, lo que nos distancia, lo que nos hace sucumbir, lo que no enerva hasta la ebullición… los de antes, los de ahora, los quizás…
A propósito de ello, las tres teníamos pareja en ese momento o algo parecido. Vicky había atravesado algún terremoto reciente en su relación; ya reconciliada, pero con algunas dudas a cuestas, estaba con un signo de interrogación al futuro. Zoe llevaba una relación bastante reciente y yo una pasajera como para no estar sola.
Declarado el estatus de intenciones, siempre nos ha gustado hacer un repaso de fantasías, locuras que hicimos o las que nos hemos arrepentido por no hacer. Difícilmente nos quedemos con los errores del pasado, más bien solemos mirar positivamente incluso sobre cuestiones que hemos atravesado con dudoso acierto. Por eso, cada vez que nos juntamos es un disfrute y un placer.
Cenamos en un sitio alegre y de bastante concurrencia, el ánimo de la charla se confundía con el bullicio del entorno. Como de costumbre nos gusta vestir bien, comer bien y beber mejor. Todas habíamos elegido un vestido para aquella noche, alguno más ajustado que otro, según entendíamos que nos favorecía la silueta.
Vicky, era la menor de las tres, espontánea, extrovertida y alegre, solía poner la nota más picante en las conversaciones. Tenía un desenfado que la hacía atractiva más allá de su aspecto físico, que por cierto concitaba más de una mirada masculina. Se había puesto un vestido pegado al cuerpo que le quedaba de muerte y como es bastante alta, lo lucía con estilo.
Zoe era la más formal, solía vestir de acuerdo a su carácter, siempre atenta y equilibrada, pero sabía divertirse cuando desconectaba.
Yo… bueno… no me quejo en absoluto, con mis facultades femeninas y cierto aire de sensualidad que, aun sin pretenderlo, suele atraer voluntades seductoras con regular frecuencia. No puedo negar que ello me genera cierto cosquilleo que alimenta mi autoestima y por decirlo de alguna manera… pone un toque de vibración en la piel. Me había puesto un vestido azul oscuro, sin mangas, escote alto, espalda generosa, cuya falda subía apenas de las rodillas
Las tres acudimos a un bar para prolongar la noche con algunas copas que agitaran aún más nuestras sensaciones y nos subieran los colores. Después de un buen rato, Vicky propuso ir a bailar. Lo cierto es que hacía tiempo que no lo hacía y me pareció una idea estupenda. Dijo que tenía la dirección de un lugar que le recomendaron porque tenía buen ambiente, decidimos que era una opción válida. Tomamos un taxi y en pocos minutos estábamos en la puerta de aquel sitio. En su interior, con dos enormes pistas de baile acondicionadas con diferentes motivos y formas. Luces, efectos láser y desde luego el sonido, eran espectaculares y muy cuidados.
Pedimos unas copas y mientras estábamos en la barra no tardaron en aparecer los primeros candidatos a ser compañeros de baile. Vicky no demoró en tomar su elección y una vez hecha, saltó a la pista como si tuviera resorte en los pies. Ni bien se mezcló entre el gentío asimiló la música en el cuerpo y comenzó a moverse sensualmente, con gusto y estilo envidiables.
La siguiente fue Zoe, que tras la breve insistencia de un hombre bastante seductor, accedió con una sonrisa y acto seguido comenzó a bailar aun antes de llegar al escenario.
Yo reía encantada desde la barra, acompañando el sonido con el vaivén de mi cuerpo. No fue extraño que se me acercara un tío para sacarme a bailar. Era alto, más bien delgado y a primera vista me pareció bastante guapo.
-Hola, me llamo Sebas y muero por un rato bailando contigo-Me dijo sonriendo. Me pareció divertido y le devolví el gesto asintiendo.
-Lau -Dije y me cogió de la mano para conducirme hasta un extremo de la pista donde no se apretaba tanto el gentío.
Nos soltamos al compás de la música y desde el primer paso sentí que disfrutaba con cada uno de los movimientos que soltaba mi cuerpo. Es curioso como el sonido y las luces se van apoderando de uno sin que nos demos cuenta. Los temas se sucedían, algunos más rápidos que otros y mi compañero no parecía tener ganas de cambiar pareja.
De vez en cuando buscaba a Vicky con la mirada, quien no paraba de sacudirse divertida, bailando con uno o varios hombres a la vez.
En un instante los acordes cambiaron a ritmos latinos, allí tuve que improvisar bastante porque no tengo mucha práctica, pero parecía que mi cuerpo aprendía con rapidez y no desentonaba con el resto. Empezó con Salsa y siguió con una Bachata, algo más lenta y allí estaba yo disfrutando el momento.
Mi compañero tampoco lo hacía mal y se aferraba a mi cuerpo con movimientos sensuales que yo intercambiaba aceptando el reto que el baile proponía. Pierna con entrepierna, contoneo de cadera, de frente y de espalda… a esa altura sus manos no se cortaban y acariciaba mi cuerpo con soltura. Si estaba de frente me sujetaba por la cintura y a veces por el culo y si me giraba subía sus manos hasta mis pechos. Pero yo no me quedaba atrás y le hice sentir mi trasero en su pelvis con los movimientos más sensuales que la música me sugería.
-¡Cómo me estás poniendo! -dijo en medio de aquel estruendo.
-¡Jaja!… culpa de la música-Le contesté sonriendo.
-¿Te apetece tomar algo?
-Vale, has logrado despertar mi sed – Dije con una mirada llena de picardía natural, y me sacó de la pista para regresar a la barra.
Pedimos unos mojitos y mientras esperábamos que los traigan, él se acercó con suavidad y me comió la boca. Casi sin darme cuenta le estaba respondiendo el beso sintiendo su lengua en la mía. A esa altura de la noche tenía el cuerpo muy sensible, entre el alcohol que llevaba y a qué negarlo, el morbo que había encendido mi compañero… ese beso me supo a placer total…
El camarero había dejado las bebidas, pero ni cuenta nos dimos con tanto morreo que nos tenía ocupados. Finalmente logramos soltarnos para darnos un respiro y eché un vistazo alrededor para buscar a mis amigas, pero no tuve éxito.
-¿Estás con alguien? -Me preguntó.
-No… si… bueno mis amigas que salieron a bailar antes que yo y ahora no las veo
-¿Seguro se están divirtiendo, porque no nos vamos a un sitio más tranquilo? -Volvió su boca hacia la mía y otro rato que nos enredamos entre besos y manos a puro calentón.
-Espera, quiero contactar con ellas primero
Acabamos los vasos o más o menos y empezamos a recorrer las pistas y alrededores en busca de ellas.
Al cabo de un rato sin éxito, me preguntó si estarían acompañadas porque en ese caso quizás habrían salido o estaban en lugares menos públicos que aquel. Intenté llamarlas pero ninguna contestaba. Nos dirigimos a los servicios y nada, rodeamos toda la planta baja con igual resultado. Subimos a la planta superior donde hay unos balcones que dan a las pistas, allí me detuvo para volver a besarme y me puso contra la pared metiéndome mano por debajo del vestido.
Ufff… eso ya eran palabras mayores y no podía dejar las cosas así. Sentí que el bulto debajo de su pantalón estaba creciendo y mi mano lo buscó para apretarlo y acariciarlo. Él me ponía los dedos por encima de las bragas buscando mi deseo… mis ganas de que avanzara…
-Arriba hay pisos más tranquilos -Me dijo al mismo tiempo que me llevaba hacia las escaleras.
A medida que subíamos las luces se hacían más tenues, se iban perdiendo casi al compás de la música que se alejaba con nuestros pasos.
Nos cruzamos con algunas parejas que estaban en plena actividad medio protegidos entre las sombras. A mitad de camino en las escaleras, casi tropiezo con una chica que tenía la falda levantada, con su chico metiendo mano. Más adelante, otra mujer, frotando su mano sobre el pantalón a un hombre que sostenía una copa sonriendo. Pasamos de largo, dimos vuelta en un pasillo que conducía a una sala sembrada de sillones, que parecían mayormente ocupados, aunque no se veía más que siluetas insinuantes.
Algunos charlaban, otros dormían y otros se dedicaban a disfrutar de besos, abrazo y manos que bajaban y subían por el cuerpo de sus parejas. De pronto me detuve ante una de esas parejas que llamó mi atención. Miré detenidamente y allí estaba Vicky, enroscada como una víbora con su joven pareja de ese momento. Ella entre besos y manos que se cruzaban por debajo de su vestido para acariciar su sexo. Estuve unos instantes mirando, los dos estaban entregados y no les interesaba lo que pasara a su alrededor.
Si ya estaba bastante caliente, aquella escena me puso aún más, sentía mi concha mojada y palpitando con deseo. Son esos momentos que el cuerpo pide caña y el control pasa a un segundo plano. De pronto sentí la mano de mi compañero acariciando mi trasero y mis pechos.
-Tengo ganas de cogerte ya!!!-susurró en mi oído despertándome de la hipnótica escena de mi amiga y encendiendo mi deseo…
Nos acomodamos en un sillón pequeño pero lo suficientemente acogedor para nuestras necesidades al lado de ellos que seguían sin percatar nuestra presencia. Los besos comenzaron rápidamente para que sus manos continúen enseguida bajo la falda de mi vestido. La calentura era enorme, mi tanga a esa altura mojaba sus dedos que la recorrían.
Cuando me propone ir a su departamento que estaba cerca, decido avisar a Vicky que seguía en su mundo en el sillón de al lado. Su macho de ese momento pide si ellos también podían ir al que me compañero no duda en invitarlos.
Bajamos las escaleras con más prisa que al subir, volviendo a esquivar las parejas que se arremolinaban aun en mayor número que antes. Llegamos a departamento, mientras subíamos los cuatro en el ascensor aprovechamos para no perder tiempo en ir desabrochando los pantalones de nuestros ocasionales amantes, al entrar no tuve tiempo de ver ni como era el departamento fuimos directamente a su cama, mientras Vicky se quedó en el sillón que estaba en la entrada.
Me quitó la tanga que estaba deseando liberar. Abrí las piernas y comenzó a comerme el concha, con dedicación ardiente, su lengua jugaba con destreza en mi clítoris y mis labios vaginales… Me mordisqueaba, me succionaba, me lamía y el placer de su boca me excitó como no imaginaba.
El primer orgasmo estalló con rapidez producto del deseo acumulado en aquella noche, mi cuerpo se sacudió en plena oleada de placer. Él se bajó el pantalón, lo acaricié con ambas manos y tantas eran mis ganas de que me cogiera que no le hice esperar y comencé a chupárselo metiéndolo todo en mi boca.
Mis habilidades en cuanto al sexo oral eran prueba largamente demostrada, por lo que sabía el placer que estaba dando y me encantaba hacerlo.
Mojada como me encontraba poco le costaría penetrarme y no tardó en hacerlo…
En un movimiento me tumbó sobre la cama, yo separé las piernas con ansiedad y deseo… me clavó hasta el fondo, sentí como su verga se abría camino en mi interior implacable y profunda, separando con fuerza mis paredes vaginales.
¡No solo tenía buen aparato, sino que lo usaba estupendamente, qué manera de cogerme! Se sacudía con tanta fuerza dentro de mí que parecía me iba a partir… sentía que llegaba a mi garganta con la punta. Avanzaba y retrocedía sin detenerse un segundo; yo le seguía el tren acompañándole con mis movimientos igualmente feroces.
No sé si grité y tampoco me importaba que me escucharan cuando volví a acabar.
Él sacó su pene y comenzó a masturbarse… su mano apretada rodeaba su miembro sacudiéndolo sin parar… yo miraba extasiada el palo que acababa de tener dentro… la escena me ponía mucho… Se corrió copiosamente… no era para menos con tanta excitación.
Nos besamos con pasión, con caricias entregadas al placer… sus dedos buscaron mi sexo, rozando mi clítoris y luego metiéndose dentro. ¡Era un artista con esos movimientos… que bien sabía dónde tocarme para hacer que no dejara de desearlo!
Su pija volvía a crecer sin tocarla. Al tiempo que escuchaba los gritos de como estaba acabando Vicky muy cerquita nuestro.
Los dedos de mi compañero no paraban de moverse dentro de mi vagina y su boca recorriendo mis pechos, aunque con mucho menos vehemencia que lo habíamos hecho un ratito antes, casi en cámara lenta. Pero eso iba haciendo que me calentara despacio, pero sin pausa.
De pronto veo a Vicky parada apoyando las dos manos en el marco de la puerta mirándonos y su hombre cogiéndola por atrás, me gustaba mirarlos mientras sentía como mi compañero volvía a introducir su pija en mi cuerpo… era una sensación nueva y con morbo total. Me cogían mientras veía como otros cogían y debo decir que también ellos nos dedicaron miradas, primero furtivas y luego desenfadadas, entre gemidos varios. De pronto el chico forzudo la levanta, tirándola boca abajo a nuestro lado, para extender su mano y comenzar a acariciar mis pezones, mientras continuaba cogiendo a Vicky boca abajo. Yo estaba como en un sueño y el placer era lo que me envolvía.
Mi compañero aceleró sus movimientos producto de su gran excitación y yo sacudía mi pelvis absolutamente entregada a su miembro que me hacía gozar con cada movimiento.
Creo que ni siquiera me sorprendió cuando el otro se acercó y comenzó a tocar mis tetas, mientras Vicky me miraba entregada a la culiada que le estaban pegando. Instintivamente estiré mi mano y le acaricié su cara para luego llevar mi mano a sus tetas. Su pareja me observaba excitada y bajaba con los dedos hasta mi vulva, que estaba siendo penetrada, acariciándose con evidente lujuria.
En un momento pensé en un trio y lo estábamos disfrutando entre cuatro.
Luego me giró para ponerme en cuatro con las manos en el respaldo de la cama; entonces Vicky se pone en igual posición quedando las dos con nuestros culos en pompa estando a su disposición, rápidamente mi vagina volvió a sentir la invasión de su espectacular y vigorosa pija. El otro tío se aferraba a mi pelo como para sostenerse, y sacudir con fuerza a mi amiga.
Percibí que se correría y estaba tan caliente que empezamos a gritar las dos como perra que somos.
No se pudo contener y algo más que un gemido salió de su garganta. Después de sus espasmos de placer se tumbó a lado de Vicky.
Mi chico seguía dándome todo y con todo, mi cuerpo se amortiguaba en el respaldo de la cama ante su impresionante vitalidad. Era una máquina que parecía romperme dejando mi sexo abierto y mojado por completo.
-¡Ahhh… ohhh… mmmm… sigue… dame… dámela toda… más! -Le retaba con sensualidad felina. Quería aguantar un poco más para prolongar ese momento, con ese enorme palo dentro que me hacía arder, pero no podía esperar más y volví a acabar
Nuestros orgasmos fueron tremendos… muy intensos… allí desnudos, frente a ellos nos quedamos en silencio. Poco a poco fui tomando conciencia de mi alrededor, mirando las dos vergas que estaban a mi lado y sintiendo como Vicky pasaba sus manos cerca de mis tetas.
Acomodé mis ropas con celeridad y miré la pantalla de mi teléfono; tenía llamadas perdidas y mensajes de Zoe que nos estaba buscando. Entonces recordé la escena como si fuera un sueño, no estaba muy segura de que haya sido real. Les respondí que me esperara un momento que estábamos juntas y que íbamos para allá.
Instantes más tarde nos reencontramos en la puerta de la disco con Zoe. Fue mirarnos y soltar unas carcajadas simultáneas llenas de complicidad.
La noche era agradable y templada, comenzamos a caminar para tomar un poco de aire. Vicky fue la primera que empezó… Zoe… cuando te cuente la nochecita que hemos tenido, no lo vais a creer…
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