Probando piel: entre tres mejor (1 de 2)

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T. Lectura: 5 min.

Mi nombre es Alexandra, tengo 32 años y vivo en Caracas. De estatura mediana, complexión menuda, pero bien proporcionada, tez blanca y buen trasero.

Conocí a mi amante en una sala de chat hace unos meses y junto a él he explorado y descubierto muchas facetas del sexo antes extrañas para mí, hasta inalcanzables si me hubiesen preguntado hace un tiempo. Saltando las barreras de mi matrimonio, me he dedicado a vivir intensamente cada experiencia y ésta que hoy comparto con ustedes, es para mí, una de las más excitantes.

Él siempre me hablaba de lo divino del sexo en trío y lo que le gustaba ver dos mujeres acariciándose y besándose. Nada más sutil y perverso que el sexo entre mujeres y más cuando las dos son hembras conscientes de que complacer a su macho y complacerse a sí misma, viene a ser lo mismo a la hora del sexo, me decía.

Muchas veces me susurra al oído mientras me penetra lo que le gusta verme entre las piernas de otra mujer. Eso me enloquece, me encanta ser su hembra y poder tirarme a otra mujer, gozarla sin sentirme menos femenina, todo lo contrario.

Esta experiencia comenzó una noche mientras veía tv, sola como de costumbre ya que mi marido estaba de viaje. Sonó mi celular y al ver que era mi amante me emocioné, tenía un par de semanas sin verlo y aunque hablamos todos los días, siempre recibo sus llamadas con ese salto en el corazón.

Me dice que entre en el chat que me tiene una sorpresa. Al conectarme y abrir la sesión, invita a una chica con el nick “Arianna”. Ella inmediatamente se incorporó a la conversación, primero liviana y luego tocando temas más íntimos.

Supe que es una de las amigas de mi amante, junto a él había estado en tríos en más de una oportunidad y que tenían juntos casi tres años. Entre sorprendida y medio celosa recibí la noticia, aunque siempre supe y acepté que no era una relación cerrada.

Ella se describió como una mujer alta, de 1.70, rubia, de ojos claros, de padre holandés y madre venezolana. Luego me mandó una foto en la que comprobé lo bonita y atractiva que es y aunque es extraño, comencé a detallarla con otros ojos, fijándome en sus senos casi descubiertos bajo ese pedacito de tela de su traje de baño, su vientre perfecto, su ombligo y hasta como se moldeaba su sexo en la tela mojada. Me sorprendí pensando en cómo se sentiría su piel y qué se sentiría besarla.

Siguió así la chateada, cada vez más caliente y disfrutamos de un ciber trio genial, en medio del cual sonó mi celular. Al ver que no era un número conocido cancelé la llamada y en la pantalla de mi chat apareció la frase: “¡Contesta el celular coño!”. Era mi amante el que escribía, por lo cual recibí la segunda llamada inmediatamente.

La voz al otro lado de la línea era femenina, cargada de sensualidad y pródiga en las frases más divinas y sucias que he oído en una mujer. Me ordenó desnudarme y compartimos una sesión de sexo telefónico en la que acaricié mi cuerpo, me masturbé rico y acabé con varios orgasmos oyendo esa voz que me ordenaba y me llenaba de un morbo indescriptible.

Al terminar con esta llamada recibí otra de mi hombre, preguntándome como me sentía y si me excitaba la idea de estar con ella. Me dijo entonces que el fin de semana nos encontraríamos los tres.

Pasó la semana entre llamadas y emociones intensas. Planeábamos el encuentro y finalmente decidimos salir temprano el sábado para aprovechar el tiempo.

Esta vez me buscó frente a mi casa y llegaron juntos. Al entrar al carro, estaba muy nerviosa y luego de sentarme en la parte trasera me acerqué a saludarlo y lo besé en la boca. Un beso húmedo y corto. Volteé a saludar a Arianna y cuando traté de besarle la mejilla, ella me ofreció sus labios y sintiendo por primera vez esa sensación suave y tibia de besar a una mujer. Que distinto, pero que rico. La fragancia de su perfume y de su piel se me quedó grabada.

Paramos a comprar unas cervezas y agarramos camino hablando de todo un poco mientras tomábamos. De vez en cuando una caricia furtiva salía a flote. Sentía algo distinto cuando veía a esta mujer extraña acariciar y besar a mi macho, pero definitivamente me excitaba mucho.

Llegamos al hotel y bajamos nuestras cosas, al entrar al cuarto Arianna nos dijo que necesitaba ir al baño, así que nos quedamos mi amante y yo solos por unos minutos. Él se desvistió y luego entre besos y caricias me desvistió a mí, solo dejándome las pantaleticas.

Los dos en la cama estábamos besándonos cuando ella salió del baño recién duchada, todavía mojada y sin nada que la cubriera. Se veía bella con su cabello rubio, mojado y gotas de agua rodando por su piel.

Se sentó a nuestro lado y buscó la boca de nuestro amante mientras con sus manos nos acariciaba a los dos. Lo besaba intensamente y gemía de gusto al hacerlo. Lo soltó y buscó ahora mi boca entrando en ella con su lengua y mojándome los labios. La realidad es que besa divino y disfruté compartiendo nuestras lenguas ante la mirada, caricias y palabras de nuestro hombre.

Sentí las manos de mi amante metida entre mis cabellos y luego incorporarse al beso para quedar los tres entrelazados en caricias, húmedos de placer y ganas, besándonos divino. El sentir y compartir nuestras lenguas y labios en una orgía de besos es algo único.

Apartándose un poco, nuestro amante nos dejó solas en las caricias, mientras él se tocaba su guevo en una masturbación suave y seguida. Siempre sentí lo fijo de su mirada. Mis ojos siempre consiguieron los suyos al buscarlo. Nos decía cosas divinas que aumentaban el calor y la excitación.

«Que lindas se ven mis putas besándose.»

«Que ricura de perras y son las dos mías. Quítate ya esas pantaletas puta.»

«Así, así mmmm acaricia sus tetas linda, mámaselas rico.»

Yo estaba embebida en la situación y tan mojada entre mis piernas que podía sentir el calor de mis fluidos desbordando mi cuquita. Arianna me dirigió hasta que quedé acostada en la cama y comenzó a descender por mis tetas y mi vientre pasando su lengua y sus labios en unas mamadas divinas.

En ese momento él la detuvo y le dijo que quería que yo lo hiciera primero. La empujó boca arriba en la cama y me dijo:

—Cómetela, quiero ver cómo te mamas tu primera cuca mi perra.

Posicionándome sobre ella la besé en la boca y le susurré al oído palabras sucias. Bajé mordiendo su cuello y lamiendo su piel. Paré en esas tetas deliciosas, grandes y cálidas y probé a chuparlas, luego a morderlas y lamerlas mientras la oía gemir.

Su cuerpo se contorsionaba bajo el mío mientras yo bajaba por su ombligo hasta su pubis perfectamente depilado. Ahí abrió obscenamente las piernas y mientras le lamía la parte interna de los muslos me decía:

—Dale puta que me tienes loca mmmm… ¡Mámame la cuca ya! ¡Coño de tu madre!

Entre excitada y nerviosa acaricié sus labios vaginales y los abrí para ver esa cuquita rosada perfecta, con un clítoris que se erguía excitado. Pasé mi lengua sintiendo sus fluidos, sentí el olor penetrante de su sexo y me entregué a mamársela como a mí me gusta que me lo hagan, moviendo mi lengua sobre su clítoris, besando y chupando todo su camino hasta llegar al ano y penetrándola con tres de mis dedos. Ella movía rítmicamente su pubis buscando el contacto con mi boca y esta última se llenaba con el sabor de sus fluidos.

Cuándo sentí que llegaba su primer orgasmo, mi amante subió mis caderas, quedando casi en cuatro y me ordenó:

—Sigue, no pares, haz que acabe otra vez.

Sentí cuando mi hombre me penetró con fuerza y mientras sus manos controlaban mis caderas, sentía su miembro completo llenándome y esa embestida completa, intensa, soltó a los pocos minutos mi orgasmo retenido por tanto tiempo.

Cuando Arianna consiguió su segundo orgasmo y yo otro par de ellos, la volteé y con mis manos abrí sus nalgas. Mi hombre seguía cogiéndome, además de introducir un dedo en mi culito. Entonces le lamí toda la raya de su culito y bordeé con mi lengua su huequito, llenándolo de saliva y penetrándolo con mi lengua.

—Mmmm ahhh que rico… —decía la muy puta.

Después de mamarlo un rato, escupí entre sus nalgas y así como mi amante me enseñó, le dilaté el culo. Primero uno, dos, tres dedos. Luego le dije a él:

—Aquí está como te gusta mi vida, dale duro a esa perra.

Él salió de mi cuca y su guevo estaba empapado con mis acabadas. Se lo chupé por unos segundos para sentir mi sabor en él y luego estuve atenta, ansiosa de ver como entraba en ese culito.

Que divino fue ver como poniéndola en cuatro, la penetró de un golpe y ella gritó de placer y dolor. Yo estaba hipnotizada viendo de cerca como se hundía su guevo completo. Me masturbé rico y aproveché para mamar las tetillas sudadas de mi amante, que gemía de placer mientras le daba a ese culo con movimientos violentos.

—Ahora te toca a ti puta. Pero no te voy a dilatar. Ponte en cuatro aquí a un lado y verás lo que es rico —dijo mi macho y yo obedecí al instante.

Llevó un poco de fluidos de mi cuca a mi culito con sus dedos y luego sacó su guevo de la otra para penetrar el mío de un solo empujón. Lo sentí quemarme por dentro y luego moverse con fuerza hasta que me hizo estallar en una cadena de orgasmos. Ya no podía ni gritar mientras lo sentía entrar y salir de mi culo y darme nalgadas que me dejaron roja la piel.

A los pocos minutos salió de mis entrañas y bañó nuestras espaldas con su leche mientras nosotras, como perras una al lado de la otra, nos besábamos y lamiamos.

Esa fue la primera sesión sexual de esa noche intensa. Muchas cosas ricas pasaron ese fin de semana y ya les contaré algunas de ellas.

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4 COMENTARIOS

  1. Hola bella saludos , fue muy rico tú relato. , lo leímos con mi espasa , nos éxito mucho , pq nosotros también deseamos hacer un trio . Somos de Caracas . Besós

    • Para mí como hombre es el placer máximo realizar un trío con 2 lindas diosas griegas el ver como se besan,se manosean y se muerden esos lindos y hermosos labios es el placer máximo es éxtasis 😈

  2. Muy buenas tardes primero que nada muchos saludos desde Maracay-venezuela. Excelente relato de solo imaginarme todo eso que hicieron me traslado a su vivencias ya con mucho deseos de leer la segunda parte del relato

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