Otra historia mas de mi juventud

0
6750
19
T. Lectura: 5 min.

Esta historia es como ponía a mis amantes ocasionales, que algunos se decían mi novio… jajaja.

Fue en una cena que se hacía en un espléndido hotel en las afueras de la ciudad. Apenas llegamos nos sentamos en una mesa que estaba reservada para nosotros, compartíamos con parejas que eran conocidas de él.

El espectáculo incluyó un monólogo bastante bien montado y un número con un grupo de música típicamente alegre, que más tarde apoyó de fondo a la pista de baile.

La noche transcurría tranquila entre diálogos superficiales para pasar el tiempo. Fue entonces cuando él me quiso desafiar con una idea que comenzó inocentemente…

-Dime Lau, de los aquí presentes, ¿has visto algún hombre que te provoque un morbo especial?

-Menuda pregunta me haces- le sonrió –No me he fijado demasiado, pero seguramente alguno hay- Contestó.

-Pues muéstrame quien te parece interesante para un polvo ocasional-

Lejos de eludir su propuesta, empiezo a girar lentamente mi cabeza, a uno y otro lado del salón, como si fuera un radar.

Elijo a unos cuantos, pero si tengo que elegir uno, aquel de la mesa de la izquierda, el que está con la chaqueta de color azul claro. Tiene una cara interesante, es alto, tiene el pelo largo eso me pone mucho, es seductor a simple vista y no sé por qué…pero me da la impresión de que tiene una buena pija ,le digo sonriendo.

Era uno de los pocos que conocía en esa cena, pero lo había tratado muy poco, por teléfono y en algún evento, solo eso.

-¿Te lo cogerías? Se trata de saber lo que te excita y conocerte más, me pregunta.

Subo la apuesta, y le dejo en claro, si me excita, me lo cogería ahora mismo si tuviera ocasión. Le digo, mirándolo con desparpajo y morbo. Y desafiándolo aún más, no sabes lo seductora que puedo ser cuando quiero, y si es para una aventura los hombres no ponen ninguna resistencia a mis encantos. Pero vamos a bailar que el temita me está picando el cuerpo, si seguimos con esto terminaré excitada.

Mientras bailamos él me sigue desafiando, no sé con qué motivos, pero me dice: – ¿Sabes que imagino?, llevarlo a algún lugar alejado y hacerle una buena mamada. Hacer que se ponga a tope, luego pedirle que te coja como quiera, que te diera duro por delante y por detrás.

Sus palabras hicieron que me mojara como un adolescente, no dejábamos de mirarnos y tenía ganas de coger allí mismo.

Su rostro parecía estar envuelto en una ola de placer y morbo, y yo sabía cómo hacer para que cada frase llegara como una dulce tortura. Pero no se quedó con eso y lo que vino después no lo esperaba.

Puedo continuar el juego todo lo que tú quieras, no sabes lo ruda y hasta donde puedo llegar le susurro, mientras nos movíamos al compás de la música.

Hasta ese momento pienso que él creía que estaba manejando la situación, pero me di cuenta de que le había alterado el sentido de su posición dominante.

Todo podía haber quedado ahí, irnos a la habitación y echarnos un regio polvo, pero continuo para ver cuál era mi límite, pensando que solo jugábamos.

-Todo lo que tú puedas atreverte- Fue mi su respuesta, al tiempo que el corazón comenzó a agitarse velozmente.

No sabía si me arrepentiría, pero ahora no había lugar para dar marcha atrás. Le sonrió con un aire sensual, me acercó y le susurró: -Voy al baño a quitarme la tanga; dentro de un rato no me harán falta. Y con un suave beso me levantó de la mesa para marchar con paso resuelto.

Allí quedó desconcertado y algo nervioso supongo, al cabo de unos minutos, aparezco paso por la mesa donde nos encontrábamos y le dejo mi tanga en la mano, con beso y en forma directa me dirijo al sitio que se hallaba el tipo en cuestión, que por cierto se había levantado y estaba charlando con otros.

Varias parejas habían salido a bailar, se movían por la pista, haciendo que su visión fuese confusa. No estaban lejos, pero a veces me perdía entre los movimientos de la gente.

Le sonrió divertida mientras le saludaba con dos besos, me mira sorprendido hasta que enseguida me reconoce, diciéndome que no me había visto. Enseguida me alcanzó una copa y nos pusimos a charlar, para ese momento habíamos quedado los dos solos.

Después de varios minutos en los que solo bebimos y dialogamos, dejamos las copas y fuimos al centro de la pista. Allí comenzamos a bailar diferentes ritmos que el grupo musical proponía.

Me movía para que mi falda se levanta, con aquel vestido suelto, con aquellos tacones que me alzaban la figura. Mostrando delante de mi novio que sabía que me había quitado las bragas haciendo que mi culo destacara más. Mientras que mi compañero de baile no sacaba los ojos de mis tetas que se movían a mi compás, y seguramente deseándolas.

Me había dicho “todo lo que tú puedas atreverte” sin saber lo que ello significaba, pero ahora estaba camino a comprobarlo. Hasta donde yo era capaz de llevar el juego a los límites supongo que se imaginaba, mientras su mirada me perseguía en toda la pista. Él me había desafiado, estaba claro que cada una de sus supuestas fantasías eran infidelidades concretas. Con todo eso sin embargo, creo que pensaba que él mismo era quien me estaba empujando a extremar mis propios límites.

El juego se había vuelto picante y peligroso. La mezcla de morbo, que le provocaba la situación era incomparable con nada que había sentido antes.

Intentaba pasar por su vista cada vez que los buscaba entre las parejas de la pista; me veía junto a ese hombre que me tocaba, que ponía las manos sobre mi espalda, y mis manos sobre la de él. Me hablaba al oído, ante la atenta mirada, creo que los celos lo mataban, ¿o era placer, morbo?

De pronto, me propone salir a tomar aire, en esa distracción me perdió de vista. A los pocos segundos veo como me buscaba con la mirada en la pista, en las mesas, quizás bebiendo algo de pie en algún lateral. Nada; no me veía, creo que estaba ciego de celos, yo había desaparecido del salón con otro hombre al cual le dije que me quería coger y sin mi tanga.

Sin esperar un instante más, comenzó a deambular entre las mesas y los rincones del salón con desesperación creciente, tropezando con la gente.

Casi estuvo a punto de entrar al baño de mujeres, pero no quería alarmar a nadie y menos aún hacer el ridículo.

Su mente volaba a mil por hora; ¿cuánto tiempo había pasado? Él imaginaba que yo se la estaría chupando ahora mismo en algún sitio oculto, comiendo su pija como sabía hacerlo. O quizás ya se había levantado el vestido para que me viera desnuda debajo de él y le estaba entregando la concha para que se la coma y luego me penetrara con su herramienta por el culo, hasta hacerme acabar, hasta dejarme su leche dentro.

Hasta que casi tropieza conmigo, cuando atravesó la puerta que iba al patio donde estaba con mi compañero conversando.

Acalorado y confuso por completo ante mi cara seria, casi no podía articular palabra.

-¿Do…dónde estabas? Te estuve buscando por todas partes.

-Pues estuve bailando un buen rato y no digas que no me viste porque estuve observando que no me quitabas los ojos de encima.

-Pero eso fue hace tiempo-. Protesto con torpeza.

-Hace apenas unos veinte minutos; salimos a tomar aire que la noche está mucho mejor en los jardines que aquí dentro y después del bailoteo era mejor recuperar el aliento afuera. ¿Algún problema?

-No me avisaste nada, y saliste con ese tío.

-¿Pero no quedamos en eso? ¿qué sedujera a alguien que me diera morbo para coger?

-Entiendo el juego, pero no supuse que desaparecerías con él.

Desarmado de argumentos y derrotado con sus propias dudas, buscando tranquilidad, decidimos volver a casa para cerrar el tema.

Al llegar, metí las manos en los bolsillos de él para sacar mi tanga para enseñárselas.

-Como te dije, no me hicieron falta, me las quité en el baño, no era cuestión de llevarlas en la mano. Viste fue un éxito porque desde un principio no dejó de mirarme el culo- le dije.

Entonces, movido por un irrefrenable alud mezcla de celos y deseo imperioso, me empujo contra la pared y se abalanzo sobre mi como un poseído, besándome el cuello y la boca. Me arrancó el vestido para apretar mis pechos que se soltaron. Los pezones endurecidos clamaban por su boca.

Se bajo los pantalones, y apareció su pene totalmente erecto y allí de pie me la metió con fuerza. Envuelta en un ardiente deseo, gozaba de la violenta penetración que me propinaba.

Me cogió con toda la fuerza que era capaz y yo no dejaba de moverme pidiendo más.

Entre espasmos de placer acabamos casi de inmediato, provocados por tanta excitación acumulada en ese día.

Nos duchamos juntos antes de ir a la cama mientras jugábamos con nuestros sexos bajo la ducha, jugando una vez más con nuestras fantasías.

Ya en la cama, con la serenidad que deja el sexo después de disfrutarlo a pleno, le pregunté lo que quería saber, aunque en el fondo conocía la respuesta.

-¿Te lo has cogido o solo se la chupaste?

Giró con sensualidad y determinación.

-La verdad quieres que te responda, (hice una breve pausa) ¿Estás seguro de que quieres saberlo? estás convencido que necesitas conocer lo que ocurrió esta noche?

Dudó un instante palpitando la respuesta, de inmediato le dije, que pensaba él, que creía que había pasado en esos veinte minutos que me perdió de vista.

-No, no me importa…prefiero seguir jugando… – Fue su respuesta.

Y todavía hoy José (mi marido) también me pregunta que paso en esos veinte minutos. Y mi respuesta sigue siendo – ¿qué te imaginas que paso?

Loading

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí